Llegaba
el momento de definir la temporada y apostar por intentar conseguir una
plaza en la próxima Liga de Campeones o dedicar el campeonato a sestear
a domicilio y cumplir el trámite en los partidos del Calderón ante la
afición y como era de esperar viendo los precedentes de Almería y
Zaragoza se optó por la vía más cómoda.
La baja de Tiago en el calentamiento ya hacía florecer los peores
presagios, porque con Raúl García en el centro del campo, el equipo no
carbura. Enfrente estaba Mario Suárez, que no es que sea Maradona, pero
su rendimiento no difiere mucho del de Raúl y era 12 millones de euros
más barato, lo mismo que Asenjo y por qué no decirlo, Salvio, al que no
se le puede juzgar todavía, pero tiene que empezar a demostrar cosas
para justificar que se leer haya cerrado el paso a varios de la cantera
con su fichaje.
Pero bueno, a lo que íbamos, porque además de la desgana general en
Mallorca volvió a vivir un nuevo show de nuestra defensa, con Perea, de
nuevo, como invitado estelar. El colombiano le regala dos veces a
Víctor el primer gol, se queda impasible ante Aduriz en el segundo y
para colmo se mete el tercero. El pobre De Gea, el mejor de la tarde,
no daba crédito al tener que asimilar que esos señores son sus
compañeros de baile, en lo que se supone debe ser un equipo grande.
Entre la colaboración de la zaga y la desgana general no necesitó
demasiado esfuerzo el Mallorca para llevarse el choque y eso que el gol
de Forlán, más participativo que últimamente, hacía albergar
esperanzas, que duraron poco, dicho sea de paso. A pesar de ello, el
uruguayo tuvo dos más muy claras, de las que no suele fallar, pero su
compañero en el ataque tampoco le ayudó demasiado.
No parece Ibra muy cualificado para jugar en Primera División, todavía
tiene mucho margen de mejora y dispone de ciertas cualidades,
especialmente la potencia, que pueden albergar alguna esperanza de que
con 25 años pueda llegar a ser un jugador válido, pero lo que es
evidente que para poder jugar al fútbol, es fundamental saber jugar al
fútbol y de momento Ibra no sabe, así que alguien se tendrá que afanar
en enseñarle.
Con estos mimbres y la absurda expulsión de Raúl García la segunda
parte se convirtió en un nuevo suplicio, donde sólo una jugada aislada
podía equilibrar la balanza del marcador, que finalmente fue un mazazo
hacia el lado bermellón para finiquitar las opciones de Champions y
empezar a pensar en dar descanso a Assunçao si queremos que llegue bien
a los compromisos importantes.