La verdadera historia del Kun
Con sus
últimas declaraciones, hechas en Argentina,
Sergio Agüero no
ha dejado lugar a las dudas: “Está claro” que no continuará en el
Atlético de Madrid. El delantero argentino lo tiene claro desde que se
reunión con
Miguel Ángel Gil Marín para negociar su
renovación. El Kun firmó su nuevo contrato a sabiendas de que no lo
cumpliría. Lo sabía él y lo sabía también el consejero delegado, que
hizo entonces una promesa: le permitiría marcharse con la primera oferta
que llegara al Calderón; por eso le bajó la cláusula de 60 a 45
millones. El contrato original expiraba en junio de 2012, y el Atlético
se arriesgaba a perderle en breve sin ingresar un solo euro. Previendo
las posibles consecuencias, Gil Marín prometió al Kun que negociaría su
salida sin demasiadas trabas, incluso por menos de los 45 millones que
marca la indemnización. Una promesa que el gestor incumplió a las
primeras de cambio.
En cuanto el Real Madrid tuvo conocimiento
de las novedades entre Agüero y el Atlético, no dudó y mostró su interés
por el jugador. Lo primero fue saber si estaría dispuesto a jugar
vestido de blanco. Recibida la confirmación por parte de los
representantes del Kun, se lo hizo saber al Atlético, que desde la
primera consulta se cerró en banda a negociar.
Cuando el jugador supo que Gil Marín
faltaba a su palabra, montó en cólera y solicito una reunión urgente con
él. Gil aceptó y concertaron una cita en el despacho que el dirigente
tiene en el Vicente Calderón. Sin embargo, en el día y a la hora
convenidos, Gil Marín no apareció. Los gritos del Kun por el plantón se
pudieron escuchar hasta en el Santiago Bernabéu. Angelines, una de las
eficaces empleadas del club, no fue incapaz de contener el enfado del
argentino, que insistió y mucho a la empleada para que Gil Marín
acudiera o se le pusiera al teléfono. No lo consiguió. Según pasaban los
minutos, el disgusto iba en aumento y su decisión de marcharse al Real
Madrid se hizo más firme. Agüero estaba tan molesto con Gil Marín que
llegó incluso a amenazar con desvelar públicamente la enorme deuda que
-según el entorno del jugador- el club mantiene con él. De momento, el
Kun no ha cumplido su amenaza.
Agüero supo entonces que no podía fiarse de
la palabra de Gi Marín. También se dio cuenta de que no quería seguir
en el Atlético. Él había aceptado una renovación que sirviera para
ayudar al club económicamente y Gil Marín le había traicionado. Desde
ese momento, la historia es conocida por todos: Agüero no seguirá y,
salvo giro inesperado, cumplirá su deseo de jugar en el Real Madrid. Más
pronto que tarde, Gil Marín tendrá que negociar el traspaso y, lo que
será más duro, lo tendrá que hacer directamente con el propio jugador,
que tiene ganas de mirarle a los ojos.
Otro frente abierto del Atlético es Diego Forlán, que en la Copa América ha expresado sus deseos de continuar
en el Manzanares. Pese a la claridad de sus palabras, el uruguayo está
irremediablemente obligado a sopesar la oferta del Galatasaray. El club
turco le ha ofrecido un contrato por tres temporadas y le pagaría la
nada despreciable cifra de seis millones de euros netos, por temporada.
Forlán, al que según su entorno el Atlético también debe unos cuantos
millones, y al que por contrato aún le quedan nueve millones de euros
por ganar, está dándole vueltas a la posibilidad de quedarse y no
hacerle a Gil Marín el favor de cobrar un dinero por su traspaso. Forlán
pudo marcharse al Real Madrid en diciembre. Si no lo hizo fue porque
Gil Marín también se negó a traspasarle al eterno rival.