Hay que andar muy al loro porque la maquinaria ha abierto otro frente para derribarnos. Ayer se silba lo de Griezmann, como sabe cualquiera que vaya al fútbol, porque el chico está gustando, porque la gente está entusiasmada con él, y entonces sienta mal que se vaya y se silba el hecho de su ausencia, de que ya no vaya a estar más en el campo y otros - mexicano - sí. Es como un run run espontáneo que no tiene destinatario, como un gruñido si nos despiertan en la siesta o si el agua sale muy fría en la ducha. Pero eso no es una pitada a Simeone. Para empezar, como mucho, al Mono, que es al que se ve, pero tampoco, ni eso. Pues poco han tardado todos los medios, televisión española incluida, en titular "primeros pitos a Simeone" y carroña similar. Ojo al componente sibilino porque no es casualidad, "primeros", como si nos hablan de primeros síntomas de una enfermedad cuando sabemos que hay epidemia rondando, o como si nos dicen primeros enfrentamientos armados cuando sabemos que hay un conflicto a punto de desatarse. Osea, primeros, porque damos por supuesto, en nuestra torticera maldad, que va a ver pitos, porque la cosa va a ir mal, y entonces esto de los imaginarios pitos a Simeone es como el preludio de un cataclismo que está por suceder, total, somos el Atleti y lo de estos años es una mera anécdota. Ojito porque la línea editorial, sí puede, sí tiene lo mínimo para manipular, va a ir por ahí. Claro, aquí habría que pedir un poquito de mano izquierda a la grada, pero esto es un deseo ridículo, la verdad es que la grada media del Calderón y en general el público medio que va a las canchas de fútbol no es precisamente una luminaria intelectual, por así decirlo, es más bien corto y manoletesco, bastante brutito y maleable. Pero bueno es lo que hay.