Pues que tengo un sobrino. De 8 años. Durante el tiempo que he podido, he hecho una labor de zapa, acoso y derribo cotidianos incansable, abrumadora y tenaz, he intentado activar el gen rojiblanco del muchacho de todas las maneras con que mi corto entendimiento a tenido a bien alumbrarme. Socio infantil, camisetas, bufandas, banderas, visita al museo, día del niño, etc etc, en un entorno que va desde el barcelonismo tibio de la madre al fulerismo recalcitrante del abuelo, pasando por todos los estadios intermedios, incluso el extremo del rechazo frontal a todo lo que sea fútbol de algún que otro tío.
A fe mía que mi denodada labor estaba dando frutos y, de no ser porque las vueltas de la vida me llevaron al exilio económico, hoy el chaval llevaría la camiseta no ya por fuera, si no por dentro (si a Ovejero le pasó, mi sobrino tiene mejores condiciones de partida, nació y vive en Batán, no os digo más).
Sin embargo ha querido la fortuna que, a mi vuelta, y a pesar de haber dejado yo la continuación de mi tarea en manos que pensaba yo de fiar, y se han mostrado indolentes y vanas, he encontrado a un pobre rapaz confuso, que, de primeras, te dice tímidamente que es del Madrid, y, algo presionado, te suelta, para que te calles, que bueno, que "de los dos".
Al parecer, la final de la Champions fue el golpe de gracia que tornó el fiel de la balanza hacia el lado de los ruines cornúpetas.
Todo esto porque me gustaría que compartiéramos este tipo de historias, quien las tuviere, por el placer de hacerlo y porque me gustaría encontrar algún argumento, alguna idea, algo que me ayude en mi tarea evangelizadora.
Salud!