El Atleti recupera su escudo: no somos clientes, el fútbol es nuestro
Iñako Díaz-Guerra 30/06/2023 15:03
"¿De verdad os importa tanto esa chorrada?", "son casi iguales", "el nuevo es más moderno y no tiene un oso dibujado con Paint", "así os entretienen y no fichan a nadie (¡oh, sorpresa!)"...
Los aficionados del Atlético llevamos escuchando este tipo de comentarios desde que la cruzada, felizmente exitosa desde hace unos minutos, por recuperar el viejo escudo cogió inesperada velocidad. Son comentarios que demuestran dos cosas de quienes los hacen: no son atléticos y no han entendido la verdadera naturaleza de esta hermosa victoria.
Nadie puede valorar lo que significa un símbolo que a él le es ajeno. Por mí, podrían convertir el escudo del Madrid en unas castañuelas (me gustaría bastante, de hecho) y el del Barça en un meme de Laporta y me parecería fenomenal, pero tendría la sensatez de no ir a mis amigos merengues (yo qué sé, la vida te va liando) y culés a decirles cómo deberían sentirse al respecto. El vínculo emocional con nuestros equipos sólo lo entendemos nosotros y ese oso feo es nuestro oso feo porque fue el de nuestros padres y nuestros abuelos y queremos que sea el de nuestros hijos. No es el diseño, son los lazos que esconde.
En este mismo sentido, voces dentro y fuera del club han querido deslegitimar este proceso vendiéndolo como un triunfo de los ultras, lo que es maniqueo y falso. Sí, el Frente Atlético sostuvo la reclamación mucho tiempo, pero abandonó la comisión social antes de las reuniones definitivas que desencadenaron estas votaciones. Entre miembros y alrededores, el Frente son unos 6.000, pero 69.000 atléticos han votado por el cambio. Las cuentas son sencillas. Es imperioso [guiño, guiño] acabar con el Frente, lo he escrito mil veces y lo mantengo, pero eso no quiere decir que todo lo que opinen sea inmediatamente deleznable. Esta era una lucha justa y transversal. No es un triunfo de los ultras, es un triunfo de los atléticos.
Personalmente, los símbolos me importan poco. Admito bromas con banderas, escudos e himnos y cuando mi hija me ha pedido la camiseta de Griezmann con el logo, se la he comprado, quizás no exultante, pero tampoco avergonzado. Mi Atleti no lleva escudo, lleva personas, lleva recuerdos, lleva momentos, lleva familia, lleva amor. Mi Atleti va por dentro. Pero esta batalla nunca fue por el escudo, fue por dignidad. Porque el Atleti, diga lo que diga un título de propiedad obtenido ilegalmente, no es de ellos: es nuestro. Como vuestro equipo, sea el que sea si habéis tenido la mala suerte de que se convirtiera en sociedad anónima, no es de ellos, es vuestro.
Y aquí llego al segundo punto, a no haber entendido la naturaleza de esta victoria. Los gestores del fútbol moderno han decidido tratar a los hinchas locales, los que van al estadio, los que cantan y sufren, los que sienten y transmiten el sentimiento, como clientes. Es cierto que lo somos si nos atenemos a la literalidad, pero pretender meter el fútbol en un manual de instrucciones es intentar convertir a las orcas en sardinas y el mar en un lago. La naturaleza de las cosas siempre se impone y un club de fútbol jamás será una tienda de electrodomésticos, en que las condiciones son las que son y compras o te vas. Por mucho que gastemos menos en merchandising en un año que una familia saudí de fin de semana, hay Atleti (o el equipo que sea) sin ellos, pero no hay Atleti sin nosotros, porque en el fútbol lo económico se construye sobre lo sentimental. Lo mínimo es escucharnos, aunque sea por un oso feo.
Este no es un triunfo de los atléticos, es un triunfo de todos los que quieren a su equipo y merecen ser tenidos en cuenta. Ya escucho el murmullo: "Es un triunfo absurdo, sólo algo romántico". Por supuesto que lo es porque justo eso es el fútbol: absurdo y romántico. Y nuestro.