Entonces, Bacharach, dices que a Saúl le puso la cruz por mirarle un poco raro, a pesar de que, tras jugar 41 partidos en esa temporada y ser campeón de liga, él mismo declaró que "Necesitaba sacar un tiempo la cabeza del Atlético". Entonces, Bacharach, dices que a Thomas le puso la cruz por mirarle un poco raro, a pesar de que tras adquirir cada vez mayor protagonismo en el equipo hasta convertirse en titular indiscutible, su padre, una vez consumado el traspaso al Arsenal, relató cómo Thomas les llamó (a sus padres) y "nos preguntó si estábamos rezando y le dije que sí. Dijo que debíamos seguir rezando, rezando mucho. Le dijimos que lo haríamos. Entonces, le dije a mi esposa que algo bueno iba a suceder. (...) Así que sabíamos que Dios estaba con nosotros. Cuando lo anunciaron, nos pusimos a bailar." Entonces, Bacharach, dices que no contemos con Simeone "para defender a un atleti que trascienda a él mismo". Sin embargo, Bacharach, no dices qué es eso que puede hacer que un equipo trascienda a su entrenador. Doy por hecho que no son las victorias ni los títulos, pues Simeone tiene de ambos en abundancia. Debe de ser algo más grande, algo incomparablemente superior, algo que sin duda hay que escribir con mayúscula como por ejemplo los Valores, los Principios, la Moral. Por supuesto, sin especificar qué valores, qué principios y qué moral. Porque, claro, quienes no habiendo visto jugar a Ben Barek lo adoramos, lo adoramos por sus valores; los que recordamos con emoción al Atleti de los 70 lo que recordamos son sus principios y, desde luego, cuando Luis dijo que el fútbol era ganar, ganar y volver a ganar no se refería a ganar partidos o títulos sino a ganar en moral, a ser más morales que nadie. A nosotros eso de considerarnos más que un club, con ese aburrido (y tan burgués) tufo político, nos queda pequeño. Nosotros a lo que aspiramos es a ser una Moral. Una moral -añado yo- de esclavos.