HABLAMOS DE FÚTBOL
Ujfalusi: 'El central es el orden'
Ujfalusi. (Foto: Sergio González)
Actualizado martes 06/01/2009 00:08 (
CET)
ORFEO SUÁREZ
MADRID.- La
zona en la que nació Tomas Ujfalusi, en el límite entre Silesia y
Moravia, era conocida como el corazón de hierro de la Checoslovaquia
comunista. Un lugar y un tiempo en el que el ruso era una asignatura
obligada en la escuela, pero el defensa del Atlético no lo cuenta
cuando se refiere a los cinco idiomas que habla: checo, inglés, alemán,
italiano y un precoz español, aunque para precisar prefiere responder
en la lengua que conoció en Florencia, su penúltima estación. [Escuche lo mejor de la entrevista]
Si queda hierro en su corazón no es posible descubrirlo en una
charla, pero sí en una mirada tan metálica como el brillo de la
calavera que porta a la espalda o el juego de un personaje que, tras
pasar por la Bundesliga, el calcio y España, es una aleación de fútbol.
Parece más alto en los partidos.
Mide 1,85, pero él mismo reconoce que también tiene esa impresión al
verse en televisión, erguido con su cinta en el pelo, cual guerrero de
los hunos que asolaron su tierra 16 siglos atrás sin conocer siquiera
la agricultura, como autodidactas de la guerra. Ujfalusi, lejos de su
familia desde los 13 años, lo es del fútbol, que ejerce con mucho
pragmatismo y no menos optimismo. Al contrario que su compatriota más
célebre, Franz Kafka, cree que todo retorno es posible, sea contra el
Barça, sea frente a Messi.
¿Qué se aprende de un 6-1 como el encajado en el Camp Nou?
"Que si pierdes por tres goles a los pocos minutos contra un equipo
como el Barcelona, has de guardar tu portería, aunque parezca
paradójico, porque con el cuarto, el quinto y el sexto gol pierdes más
que un partido: se derrumba tu autoestima y la de tu afición".
Palabra de defensa, que añade sin prejuicios: "Con un equipo como el
que tenemos, es bueno mantener el cero en nuestra portería el mayor
tiempo, porque tanta calidad en ataque siempre nos situará ante la
posibilidad del gol". Una reflexión algo irreverente, pero pura, nada
contaminada por las corrientes de opinión. Por eso decidimos continuar
en la defensa.
"El fútbol en España es bonito porque es más abierto. No se defiende
como en Italia, donde un defensa vive más tranquilo porque casi nunca
se encuentra en situaciones de uno contra uno. Pero he de decir que en
los cuatro años que pasé en el calcio, con un entrenador como Cesare
Prandelli, aprendí muchísimo sobre la posición y la interpretación del
juego. Dobló mi valor como jugador. Siempre supe, desde que jugaba en
Chequia, que pasaría por Italia a la mínima oportunidad. Entrenas de
otra manera, te endureces... Es como un máster para cualquier defensa", explica.
Pues el Barça es un equipo de ataque en el que defienden todos. ¿Sabe que sus delanteros son los que más faltas cometen?
"Lo sé, lo sé... Es lo que más me ha impresionado, que estrellas
como Eto'o o Henry trabajen de esa forma durante 90 minutos. Ellos
marcan el inicio de la función defensiva, porque defender no significa
que lo hagan los cuatro de atrás y el pivote, sino todos. Con
delanteros que se comportan de esa forma, todo es mucho más sencillo
para nosotros, los defensas".
Ujfalusi se siente central, puesto inequívoco para Javier Aguirre,
pero tanto en la selección que dirigía Karol Bruckner como en la
Fiorentina, experimentó como lateral: "Me gusta la banda derecha.
Es un puesto más difícil, pero también más divertido, porque estás
siempre en movimiento y tomas decisiones ofensivas. En el momento de
defender, el trabajo es distinto, con menos anticipación y menos salto.
Como central, es diferente. La función es mantener la posición, la
propia y la de los demás, y hablar continuamente. Es el orden".
¿Y qué desordena más, Agüero o Messi?
Ujfalusi, durante la charla con Orfeo Suárez. (Foto: Sergio González)
Parece querer eludir el compromiso de escoger entre un futbolista
indiscutible y un compañero, pero muy pronto queda claro que es sólo la
impresión del contertulio, probablemente con más prejuicios que el
entrevistado: "Contra Agüero no he jugado, porque ser rival en un
entrenamiento no es lo mismo. En este momento, Messi es más fuerte, el mejor del mundo. Por su edad, lo será aún más...".
Antes de proseguir, abre los ojos todo lo que puede y suelta una carcajada: "Puedo decir, y creo que sé por qué lo digo, que es muy difícil pararlo".
Reírse de uno mismo, sin rencor por los propios errores, es una prueba
de inteligencia emocional, de estar preparado para asomarse al mismo
precipicio sin vértigo, esta noche en el Calderón. Ya en serio,
concluye: "Apenas toma el balón, su única solución es la verticalidad.
Pero una vez llega a puerta, tiene variantes, no se obceca y comparte
el gol".
Como la mayoría de defensas, Ujfalusi prefiere delanteros altos y
fuertes, aunque no sean rubios como la cerveza: "Los grandes ofrecen
referencias; los bajos giran sobre sí mismos muy rápido y tienen mejor mecánica para el uno contra uno. Por eso la selección española es tan difícil para los adversarios".
La España a la que se refiere triunfó en la Eurocopa en la que Chequia sufrió una derrota indescifrable contra Turquía:
"He visto varias veces el vídeo. Ganábamos 2-0 y por más que lo pienso,
no tengo una explicación a lo que sucedió después". Ahora sí se ha
puesto serio, mucho. Bruckner lo razonó de la siguiente forma: "Cuando
Turquía se desordenó, nos mató". No era el primer técnico que asociaba
el fútbol a una especie de teoría del caos, a un orden distinto al que
conoce Ujfalusi, a los múltiples aleteos de la mariposa que se producen
en un campo. El defensa asiente: "El fútbol es muy bello, pero extraño
y desconocido...". "Por eso", agrega, "nadie sabe qué puede ocurrirle
al Barcelona".
La República Checa en la que ha jugado ya 72 veces es heredera de
una generación que interpretó un papel muy similar al de España en
Viena, durante la Eurocopa de Inglaterra, en 1996. Sólo le faltó el
último acto, en el que cayó precisamente contra Alemania. Esa
temporada, Ujfalusi debutaba en el Sigma Olomuc, a los 18 años. Cinco
después, llegó a la selección con la que alcanzó las semifinales de
otra Eurocopa, en 2004, en las que topó con más
enigmas del fútbol, la Grecia campeona. "Hasta ese partido, estuvimos
casi dos años sin perder. Éramos muy potentes y versátiles. Nadie sabía
cómo jugaríamos, si con el balón al suelo por nuestra calidad, o
directo en busca de Kohler. Ahora, sin él y sin jugadores como Smicer o
Nedved, y con lesionados como Rosicky, hemos de pensar en clave
defensiva, en no encajar", afirma sin pena, con realismo.
Pide una foto simple porque no le gusta posar, aunque nadie lo diría
al ver unas insinuantes imágenes junto a su mujer, la miss Katerina,
sobre unos cartones de Ikea. Incluso para un central, las voluntades en
pareja son otras voluntades.
http://elmundo.es/elmundodeporte/2009/01/05/futbol/1231190067.html