Irreconocible Aleti. Bueno, puede reconocerse lo de ayer si nos acordamos de lo ocurrido el año pasado en Pamplona, donde, defensivamente, fuimos un equipo tan desastroso como ayer. El primer gol es la consecuencia de ello: nula tensión, nula concentración y, además, para mi entender, un fallo lamentable del portero. A partir de ahí, todo al revés de cómo le gusta jugar a este equipo. Eso sí, la capacidad de reacción y la capacidad ofensiva fueron muy superiores a las de aquel otro partido de infausto recuerdo.
Tenemos, ahora mismo, varios problemas graves -serios y menos serios, hay algunos más.
El primero es el doble pivote o los medios centros. Sólo está dando el nivel Tiago, con todo el riesgo que ello supone, por su edad. Mario sigue siendo un desastre que motea su más bien flojo currículo con alguna buena actuación en partidos importantes, y por eso recordamos. Y el gran lunar: Gabi. Como dice Vafe, ahora estamos viendo su enorme peso en el juego y logros de este equipo. Con él en baja forma, sin su capacidad de liderazgo, de arrastrar al equipo a una estrategia defensiva generalmente impecable, somos mucho menos. Koke, sin estar para tirar cohetes, se cubre mucho mejor con su mayor repertorio técnico, pero no creo que sea intercambiable por Gabi.
El segundo es la banda izquierda. Ansaldi aporta en ataque bastante, sobre todo por ser un gran centrador. Pero defensivamente no lo veo, como tampoco veo a Siqueira, que encima en ataque ha aportado casi nada hasta ahora.
Y el tercero acaba de aparecer: la portería. Arriesgó mucho ayer Simeone, alineando a Oblak, y perdió la apuesta. Lo peor de todo es que esa apuesta no sólo fue a favor del esloveno, sino también contra Moyá, que hasta ahora había cumplido más que sobradamente. Podemos tener lío.
Sobre la clasificación: no se ha perdido nada decisivo, pero sí algo importante. Ahora, los cinco partidos restantes van a ser a vida o muerte, con lo que eso conlleva para un equipo en proceso de reconstrucción. Las reconstrucciones requieren algo que las aspiraciones que alimentamos no dan precisamente: tiempo y calma.