Es lo que puede llevarte, en un instante, a la victoria o a la derrota, sin que tú, aparentemente, hayas hecho nada especial para merecer una cosa u otra.
Porque no me negaréis que el primer tiempo de ayer, en Bolton, fue casi igual a la primera media hora del domingo en Santander. En la segunda parte, las cosas cambiaron de forma también muy parecida a como lo hicieron en El Sardinero, aunque aquí ya cambió el rumbo terminando la primera parte. Pero hete aquí que, en Santander, Forlán la embocó al poco de iniciarse la segunda parte, mientras que allá, en Inglaterra, se le fue al palo. Y hete aquí que, en Bolton, en uno de sus habituales lapsus, casi diría yo que ictus, Pablito hizo la pared con un rival en el área, muy bien secundado por el inefable Santana, ¡y zas!, marcador en contra y eliminatoria muy cuesta arriba, sobre todo teniendo en cuenta que para la vuelta vamos a tener las bajas de dos de nuestros tres mejores, casi únicos, jugadores.
Esto es lo que pasa cuando tienes cogido el equipo no ya con alfileres, sino con palillos, que encima no son ni redondos, sino de los planos: que vives siempre al filo de la navaja, pendiente de los caprichos del azar.
Y azar es también lo que le ocurrió ayer a Agüero. Pero es muy probable que le resulte carísima la broma que ayer le gastó la diosa fortuna. Podía haberse ahorrado el escupitajo, que no llevaba tanto en el campo como para ya andar sobrado de jugos bucales. Podía haberlo lanzado en otra dirección, si su intención era sólo desprenderse del exceso de saliva en boca, que lo dudo. El danés podía haber resultado un tipo no tan susceptible, tan nórdica, luteranamente estricto a fuer de educado, dándose cuenta de que delante tenía a un hijo del arrabal bonaerense. Pero no, todo se confabuló para que, de casi nada, de un nimio y para todos menos para el danés inadvertido detalle, resultara una pequeña catástrofe.
Haría bien el chaval, el gran jugador, en recapacitar sobre el control de estos detalles del parafútbol. Porque puede que mientras esté en el equipo que está, todos estos asuntos paralelos, que no ajenos al juego, acaben por hacerle la vida imposible. Más allá de la sanción que pueda caerle, que me temo que será dura, lo peor de todo es que ha reforzado, legitimado, a la caterva arbitral que lo persigue con saña por los campos de España, amén de hacerle ya un hueco en las agendas del club UEFA.
Veremos qué nos depara el destino en domingo contra el Bilbao. En la Liga, que debiera ser nuestro si no único, sí principal objetivo. Porque no todos los años vamos a tener a sevillas, valencias y zaragozas como éste, y porque no hay plantilla para atender más de una competición. Así que a aprovechar la ocasión, que la pintan calva. No quiero ni imaginar como también a ella le crezca el pelo. O le pongan un peluquín como el del cameraman.