Mentiras
Presuntos Ultras
POR RUBÉN URÍA
Es mentira que un padre de familia, por lo menos una vez, haya
sentido pánico al ver cómo un grupo de delincuentes hacía de las suyas
en un estadio de fútbol, mientras sentía miedo por la integridad de su
hijo y la suya propia. No es verdad que cualquier aficionado, al menos
en alguna ocasión, se haya sentido aterrorizado al presenciar una escena
en la que un seguidor de otro equipo era vejado, humillado o golpeado,
por el terrible pecado de ir ataviado con la bufanda de otro club. Es
una falacia que cualquier abonado, en los últimos diez años, haya
sentido vergüenza ajena al ver cómo un grupo de salvajes se reía, a voz
en grito y en forma de cántico, de jugadores difuntos de otros equipos.
Es un cuento que varios chavales jóvenes, estudiantes sin antecedentes
penales, cuya localidad está en el Fondo Sur, se hayan sentido
intimidados por cerebros rapados que no son víctimas de la LOGSE, sino
sistemáticos lectores del Mein Kampf. Es un embuste que
muchos aficionados, que dicen amar el fútbol y a su equipo, alguna vez
en su vida, hayan tenido que soportar actitudes xenófobas, racistas y
golpistas, justo cerca de su asiento, limitándose a bajar la cabeza, por
miedo a ser víctimas de su odio, al cruzarse con ellos en algún punto
del estadio.
Es falso que los clubes, en las últimas décadas, hayan
acondicionado un cuartito para que los violentos puedan guardar sus
bufandas, tambores, pancartas y enseres personales, con la aquiescencia
de los dirigentes, los mismos que ahora reniegan de ellos y se
escandalizan por sus fechorías. No es verdad que los clubes, propiedad
de sus socios o sociedades anónimas, hayan permitido y facilitado
abonos, entradas, viajes y desplazamientos a grupos de fascistas para
que, envueltos en la bandera del equipo cuya imagen ensucian, puedan
campar a sus anchas por estadios, gradas y ciudades ajenas. Es una trola
como una catedral que los jugadores de fútbol no hayan tenido jamás la
desagradable experiencia de tener que ceder ante presiones, chantajes y
amenazas de quienes, arrogándose la bandera del club que ensucian,
exijen financiación e impuesto revolucionario a cambio de favores como
apoyo y canciones.
Es radicalmente falso que LFP, RFEF, CSD y Antiviolencia, que
hoy ponen el grito en el cielo, durante años, hayan pecado de inacción
para combatir el fenómeno ultra, llenándose la boca de palabras huecas y
discursos de cartón piedra, porque su política pasa por aplicar aquello
de ni una mala palabra, ni una buena acción. Es un cuento chino que
algunos de los dirigentes que ahora quieren limpiar las gradas del
fútbol español, como nuevos adalides de la moralidad, han sido
condenados en firme por los tribunales de este país, llegando incluso,
en algún caso, a ser condenados por haber estafado a su propio club. Es
una patraña que parte del periodismo, que ahora se rasga las vestiduras,
lleva años insultando a su profesión, dando cancha a ultrillas de poca
monta de plató que, cobijados por diferentes empresas, se dedican, noche
tras noche, a generar un caldo de cultivo ideal que incita al odio
entre equipos y aficiones, con un discurso zafio que desdeña la dignidad
y premia en audiencia. Y por supuesto, es mentira y falso de toda
falsedad que el fútbol no haya hecho lo posible y lo imposible por echar
de sus estadios a estos salvajes que viven al margen de la ley, porque
como todo el mundo sabe, en el fútbol español no hay agresiones, ni
fascismo, ni racismo, ni palizas, ni tampoco muertes, ni dirigentes
cobardes e incompetentes. Todo es mentira. Aquí no pasa nada. Y si pasa,
se le saluda.
Rubén Uría / Eurosport
https://es.eurosport.yahoo.com/blogs/ruben-uria/mentiras-144540038.html
Fernando Torres. En su despedida.“Cuando lleguen los malos momentos, cuando desde fuera quieran dividirnos y decir que las cosas van mal, en esos momentos que seguro que llegarán, me gustaría que recordarais el orgullo que sentís ahora. Todos somos uno. Eso es ser del Atleti”.