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Aquellos 'putos Ferraris'/
10ABR 2012 17:04
Hace 4.547 días que no hay derby que valga. Han pasado seis millones y medio de minutos por la vida de muchos. A otros les ha dado tiempo de morirse, reencarnarse y qué manera de palmar otra vez. Hubo algún periodista que contó la victoria de Hasselbaink aporreando una Olivetti. O un Spectrum. Hay partidos que son como doblar una esquina del tiempo, y a la vuelta, espera el futuro con el tarot dispuesto o el retador ajedrez de Ingmar Bergman. Como el derby previo al milenio. Aquel (por lejano ya irreal) triunfo rojiblanco en el paseo marítimo de La Castellana inflamó los ánimos de ciertos sectores de la grada merengue, harta de la política caciquil de Lorenzo Sanz y del dudoso compromiso de los jugadores blancos. "¡Mercenarios!, los putos Ferraris los vamos a quemar", cantaban cuando el partido se desaguaba, mientras pedían la garganta de Toshack y la llegada de un Camacho con el desodorante sin estrenar. Cómo bramaban los Ultra Sur. Fuimos felices. Duró poco besuquear a la novia del enemigo y robarle la chupa de cuero.
A final de curso el Madrid levantó la Copa de Europa en París con un aspirante a marqués en el banquillo y el Atleti se despeñó por el barranco de Segunda, abandonado por Antic, aplastado por Gil y desahuciado por un tal Rubí Blanc. Llovieron huevos a Toni Jiménez, champú desgraciado. Fueron apenas siete meses, un período que ha marcado más de una década para los dos clubes. Ningún encuentro como el derby recuerda y actualiza la nefasta y calamitosa gestión deportiva del Atleti a lo largo y espantoso de estos 12 años. Verano tras verano, se precipitan montañas de millones, entrenadores y jugadores por una rampa como si un lerdo concursante errara las preguntas más tontorronas de Sobera. "¿Quién tiene la culpa de los males rojiblancos?" a) Willy Toledo b) El del bar, que miente c) Gil Marín y Cerezo. En la otra acera arribó Florentino, tiró de chequera sideral y, espantá de por medio, en dos etapas edificó un Madrid, libre y grande, hasta que lo secuestró Mou. Al poco vino la roncerización del balompié; en una mano el micro, en la otra, bombo y bufanda. Y venga tertulias, oiga.
En cuanto a la ribera de Madrid Río, al final de todas estas temporadas alguien debería haberse acercado al Calderón para entregar a los del palco un juego de mesa de la Liga BBVA para consolar su impericia y para que practiquen con tan infantil simulador. Y al modo de los Juegos Olímpicos o esa web que se mofaba de la sequía de Fernando Torres en el Chelsea, un colosal cronómetro colgado de la Puerta de Toledo contabilizaría el tiempo desde que se derrotó al otrora enemigo, el 30 de octubre de 1999, para recordar, entre la ignominia, la vergüenza y el bochorno público, la inutilidad de los que mandan y la perseverancia en el error. "Mira hijo, ese contador ensancha la eternidad que llevamos sin ganar al Madrid, tu madre te tenía en el vientre con el gol de José Mari...". Hoy los 'putos Ferraris' de los madridistas son ignífugos y Solari ha fichado por El País. El Atlético, deuda elefantiásica con el fisco, se miente deportivamente a sí mismo en Europa y se dispara al pie si le das una escopeta. Froilán, como su tío Felipe, es del Atleti