El viernes pasado viví posiblemente el viaje más feliz de toda mi vida. Salimos mi padre y yo desde Málaga a las 8 de la mañana con el zurrón cargado de ilusiones, soñando con una victoria de nuestro Atleti en casa del rival de toda la vida, después de más de una década sin lograrlo, con el corazón arañado por muchas después de esas derrotas. Y es que en la lejanía de la capital de España también se sufre las pullitas vikingas cada dos por tres, y si no las malaguistas (especialmente ahora) y si no las de los culés. Además, yo fui uno de esos niños de Madrid que eran minorían en número en el colegio pero mayoría en espíritu y pasión por unos colores.
Con parada en Jaén para que mi padre visitara a un cliente y un buen desayuno retomamos el viaje de la ilusión por la A-4.
Fue un viaje express, tan express que no pude y mira que me hubiera gustado disfrutar junto con los destacados miembros de SOT de ese cocido y su compañia. Mi padre que con el clima es un poco gruñón se quejaba de la mala suerte de que el 17 de mayo hiciera semejante temperatura (7 grados al llegar a Madrid) y un tiempo de perros durante todo el camino ( lluvia y viento) desde Granada, además sin saber si estaríamos cubiertos en la Cuadra o no y retenciones como siempre a la entrada por la carretera de Andalucía. Yo le tranquilizaba diciendo que las previsiones daban sol a partir de las 5, pues efectivamente fue aparecer por Madrid y el sol empezaba a salir, buen agurio.
Tras el palizón de viaje, la consiguiente búsqueda de aparcamiento, finalmente dejamos el coche en la zona ORA cerca de la Estación de Chamartín y un reparador descanso, a las 7 comenzamos a caminar dirección Plaza Castilla. Alucinante no ver en territorio enemigo a ningún vikingo y sí mucha camiseta rojiblanca y cánticos. Les empezamos a ganar en la calle y lo culminamos luego en el campo. ¿Quién tenía dudas?
Ya camino de la cuadra y con un enorme reguero de atléticos me encontré con Petón y le saludé, a lo que el contestó con una cariñosa sonrisa. En Cuzco la policía nos hizo coger Alberto Alcocer para luego coger Dr. Fleming donde nos cachearon. Luego llegó la caña y cafe para pillar fuerzas. Seguimos bajando y llegamos al estadio, donde al rato pudimos presenciar la llegada de los nuestros por Rafael Salgado. El ambiente era increíble a falta de una 1 hora y 20 para el inicio.
Ya dentro y encontrados nuestros sitios se hizo el silencio entre mi padre y yo, llevábamos todo el viaje hablando del partido. Mi padre quería ganar, como no, pero al menos deseaba que los jugadores se partieran la cara y renegaba de un gol del Madrid tempranero que jodiera la moral de la tropa, por eso cuando llegó el tanto del gitano de Madeira nos miramos pero al ver como reaccionaba nuestra grada nos vinimos en un segundo arriba y nuestras voces volvieron a funcionar.
Gracias a Chinasky y supongo que a otros grandes foristas pudimos disfrutar de un día maravilloso, pero no sólo eso si no que además las entradas eran inmejorables, primera fila del tercer anfiteatro, donde pudimos darlo todo con nuestras gargantas (mi viejo que se sabe pocos cánticos cantaba igualmente) y no sólo eso, con los goles nuestros vecinos de butaca sin conocernos de nada nos abrazamos demostrando que el sentimiento rojiblanco no entiende de razones.
Busqué con la mirada a ver si veía a Pasaba, Txema o Pizo que creo que estaban por aquella zona pero no vi a nadie conocido.
Fue mágico, intenso, pasional, disfrutamos de unos de los días más increíbles de nuestras vidas. No lo olvidaremos.
Ya podré decirle a mis hijos algún día que su padre estuvo allí y fue partícipe de algo tan especial.
Atleti: "Yo seguiré tu seguidor, yo contigo hasta morir" y más allá.