En mi opinión, la entrada de Adrián, lo que es venir a cuento, claro que venía por producirse en el momento en que se produjo. Ahora bien, es una entrada terrible. De hecho, varios jugadores del Madrid empiezan a dirigirse a él y sólo el -para ellos- mal mayor, que es la acción de Ronaldo sobre Gabi que levanta en armas a todo el banquillo del Atleti, les hace olvidarse del asunto, variar el rumbo y acercarse hacia el lugar de los hechos. Mientras tanto, Adrián, que sin duda es un buen tío, tiende la mano a Ramos y supongo que se disculpa y Ramos no sólo la acepta sino que se aleja de él como si no hubiera pasado nada. Apenas medio minuto después, mientras Gabi sangraba en el suelo, Ramos es el único que, relativizando lo que suponía la histeria del portugués para su equipo, se inclina hacia Gabi, le hace una carantoña y se vuelve -doliéndose de la parte trasera de la pierna, que es donde le ha sacudido Adrián-. Como la casualidad quiere que precisamente se encuentre con Adrián a su lado, le recrimina la entrada, Adrián le ofrece explicaciones y, tras un breve forcejeo con Raúl -que tal vez pensaba que la cosa podía ir a más-, da por terminado el asunto con un toque afectuoso en la espalda del asturiano. Hacer eso en esos momentos, que es cuando ellos son conscientes de tener la final casi perdida, no es fácil. Hacerlo de corazón, como lo hace él. Su nobleza en ese lance, su actitud durante la entrega del trofeo y sus declaraciones posteriores demostraron que es un excelente deportista.