Teleserie 'Ya caerá el Atleti',
capítulo 35. En pie desde agosto y tras colapsar la A-3, autovía hacia
el cielo, el estado de ánimo de Simeone esquivó su enésima bala. Esta
vez, en Mestalla. Ese escenario que, como San Mamés, habían marcado en
rojo los opinadores ocasionales, como si el cielo se fuese a desplomar
sobre las cabezas de una aldea de irreductibles atléticos que resiste al
Imperio. Seguían pasando coches con matrícula de Madrid por Sueca
cuando Raúl, el bomber navarrico, era fiel a su cita. Raúl, de
apellido García, firmaba su gol de cada día. A la intendencia de Tiago y
el gen competitivo de Gabi se les unía la testa de Raúl. El capitán
atlético templaba balón al área, Guaita salía a por tabaco y al doblar
la esquina, a Raúl le nacían ojos en la nuca y veía puerta. Tenía razón
Luis. Si el Atleti es el Pupas, otros son el Costras.
Al
Valencia le estorbaba el choque. Su misión, redimirse ante el Sevilla,
claro, pero no por eso iba a entregarse. Durante el curso había salido
magullado ante el Atlético en tres ocasiones y pedía revancha. La triple
C corporativa del Atlético le frenó. Courtois bajó la persiana a sus
delanteros, Costa intimidó a su defensa y Cholo ganó la partida táctica.
Convertido en un mini-Calderón, Mestalla se frustró con un disparo raso
de Jonas (ay), una parada de Courtois (ay) y una volea de Feghouli
(ay), hasta comprender que el líder necesitaba ganar y estaba dispuesto
a todo. Antes de que Juanfran, estupendo todo el partido, se fuese a la
calle por una patada alevosa, el Atlético demostró que merecía ganar.
Su balance: Raúl (dentro), Villa (una cobra se revolvió y casi enganchó
la escuadra) y Costa (desperdició dos mano a mano). Perdonó, otra vez.
Sufrió, otra vez. Y ganó, otra vez.
Hasta
que el ácido láctico se lo permitió, el Atlético fue fiel a sí mismo.
Defensa rocosa, espíritu fogoso y contra demoledora. Sin glamour, pero con ímpetu. Es rock duro,
sin colorantes ni aditivos. Sin poesía, pero con sudor. Un estado de
ánimo. Un disco de culto, una banda de rock. Acaso un LP de Los Ramones, que no eran unos virtuosos de la música, según mi amigo Zarza, pero
sí unos tíos que sabían triunfar y tener carisma en el escenario.
Suficiente para parafrasear a Aragonés y rubricar la máxima del ganar, ganar, ganar y volver a ganar. Pese a las profecías de los agoreros, el Atlético no cae. Es más, el gol de Raúl García vuelve a ser otro relámpago atlético en la tempestad de los ricos.
La tropa del Cholo pelea la Liga con Madrid y Barça, con esa pequeña diferencia de 400 kilos menos,
que tanto ofende a quien tiene más dinero y menos ilusión. Y además de
Liga, el Atleti también tiene Copa de Europa. Después de 40 años, está a
un partido de jugar la final. Fuentes del club aseguran que el
vestuario atlético ha recibido una llamada urgente del Vaticano. Al otro
lado del teléfono, el padre Lombardi. Después de Juan XXIII y Juan
Pablo II, Simeone. Cuentan que al Cholo de los milagros lo van a canonizar, una de estas noches sabineras, entre la playa de asfalto de Pirámides y el séptimo cielo del Calderón.
Rubén Uría / Eurosport