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Rubén Uría |
Rubén Uría – Hace 2 horas 8 minutos
Esta
ha sido la Liga de Simeone. Heredó un muerto y devolvió un campeón. El
Cholo, junto a un cuerpo técnico excelente, vertebrado por el Mono
Burgos, el Profe Ortega, Juan Vizcaíno y demás, ha armado un
ejército programado para cualquier guerra. El triunfo de Simeone pasa
por recuperar los valores históricos de un grande que se había
acostumbrado a perder y que, desde su llegada, no para de ganar y ya no
conjuga el verbo fracasar. El gran secreto del éxito del Atlético ha
sido pelear como un pequeño para poder ser un grande. Estos son los
activos del campeón de Liga, los hombres de Simeone.
Courtois. Vive en la excelencia. Arropado por una
magnífica zaga, demostró madurez, reflejos y compromiso indiscutible con
el Atlético. Por momentos, un muro. Sus manos han sido clave para que
el equipo del Cholo haya conquistado el campeonato. Un portero diez.
Aranzubía. Llegó para ser un suplente de garantía y
en su primer año, conquista una Liga. Alternó grandes actuaciones
(penalti detenido ante el Oporto en Champions) con un error crucial en
Almería (encajó un tanto que debió evitar). Buen portero, gran
compañero.
Juanfran. La temporada de su vida. Magistral en
ataque y también heroico en defensa. Omnipresente en Londres, un puñal
contra el Chelsea. Ha callado más de una boca. Por esfuerzo,
implicación, derroche físico y compromiso rojiblanco. Un rayo atlético.
Miranda. Su hijo lo pasaba mal en el colegio porque
otros niños se reían de él. Su padre lo solucionó con un cabezazo que le
dio al Atleti la Copa del Rey en el Bernabéu. Temporada brutal.
Brillante por arriba, potente por abajo y firme en la marca. Su cabeza,
un portento.
Godín. Orgullo y garra charrúa al servicio del
equipo. Su cabezazo ante el Barcelona ha entrado en los anales de la
historia del Atlético. Temporada excepcional durante todo el curso. Un
central maravilloso como mandan los cánones. Feo, fuerte y formal. Un gigante.
Filipe. Víctima de las lesiones y la inseguridad,
recuperó la confianza con Simeone y se ha convertido en el mejor lateral
zurdo de Europa. En ataque es un trueno en cada internada. En defensa,
un relámpago de solidaridad y compromiso. Como persona, aún mejor.
Insúa. Contribuyó siempre que el equipo necesitó de
sus servicios, aunque lejos del nivel de juego exhibido por Filipe Luis.
El argentino llegó al Atlético para ganar títulos y los está
consiguiendo. Puede dar mucho más de lo que ha ofrecido. Necesita más
confianza.
Manquillo. Aquella lesión tras un salto con
Cristiano frenó su progresión. Lo tiene todo para ser el futuro lateral
del Atlético. Mejor en ataque que en defensa, aún debe madurar, pero
siempre que tuvo minutos, demostró tener potencia y calidad para lucir
esa camiseta.
Giménez. Apenas un par de oportunidades en la
primera vuelta para poder demostrar lo que lleva dentro. El futuro es
suyo, pero el gran momento de Godín y Miranda le cerró muchas puertas.
Potente al choque y buen manejo del juego áereo.
Alderweireld. De menos a más. Empezó con dudas en la
marca y cierta flacidez. En la segunda vuelta se mostró expeditivo,
capaz con la pelota y letal por arriba. Su gol de cabeza ante el Málaga,
a la postre, ha sido clave para que el Atlético conquiste la Liga.
Mario Suárez. De titular indiscutible a suplente
habitual. Las lesiones le han restado continuidad, pero siempre que ha
salido ha cumplido con lo que el entrenador le pidió. Nadie podrá
olvidar su partido en Londres ante el Chelsea. Aún puede mejorar y
crecer.
Tiago. Si el físico le respetaba, acabaría jugando.
Así fue. En muchos partidos ofreció un clinic de colocación, entrega y
desdoble. Puro equilibrio. Le ganó el sitio a Mario y nadie podría decir
que de manera injusta. Su última campaña en el Atlético, sobresaliente.
Gabi. Jugador de club de mérito incalculable.
Capitán y corazón insustituible. Hincha total, jugador enamorado de la
camiseta que defiende. Un líder nato. Simeone ordena, Gabi ejecuta. Su
no presencia en el Mundial, una injusticia mayúscula. El año de su
vida.
Koke. Maestro a balón parado, magnífico en el cambio
de juego, dueño de un gran disparo y mejor regate. Todo eso, regado con
derroche físico imponente. La chispa que provocaba parte de los
incendios del Atleti. El futuro es suyo. Guardiola suspiraba por él.
Lógico.
Sosa. Más que estimable como actor secundario. Llegó
para jugar poco y aportar mucho. Cumplió con ambas facetas. Técnica
depurada, rosca endiablada y cabeza fría, Sosa se ha ganado a los
aficionados. El Cholo fue su gran valedor y el argentino no ha
decepcionado.
Óliver Torres. Talento infinito, calidad
incuestionable. El estilo del equipo era opuesto a sus características.
Cedido al Villarreal, donde ha demostrado maneras, regresará ahora para
volver a pelear un puesto en el equipo. Cholo debe encontrarle sitio. Y
él, ganárselo.
Arda Turan. Una barba dadá, imprevisible y
genial. La guinda del pastel del Cholo. Personalidad arrolladora en el
campo, gran lectura del juego y una imaginación capaz de descerrajar
cualquier defensa. De los queridos por la afición, de los temidos por
el rival.
Diego Ribas. El Cholo pidió su llegada y la
directiva, después de meses sin hacer caso, accedió. No participó lo
esperado, pero dejó impresa su calidad: ¿recuerdan aquel misil suyo en
Barcelona en la Champions? Ha sido más revulsivo que pieza clave. Se
marchará.
Cebolla. Como titular no fraguó, pero saliendo desde
el banquillo, se ha mostrado como un brillante agitador de partidos.
Todo un personaje. Peculiar y entrañable. Se irá del club, pero será
recordado. Sus galopadas a mil revoluciones, un clásico del Calderón.
Raúl García. El gol de cada día. Un martillo en la
cabeza. Temporada excelente, digna de haber conquistado un lugar en la
selección. El triunfo de Simeone ha sido el suyo. Antes del Cholo, era
un jugador poco apreciado por la grada. Hoy es un ídolo máximo, un tipo
querido
Baptistao. Su caso es de Expediente X. En la misma
temporada, ha ganado Liga (Atlético) y descendido a Segunda (Betis). Aún
tiene mucho futuro por delante y buenas condiciones para explotar.
Cerrado por Villa y Adrián, necesita progresar para poder aspirar al
once.
Adrián. Dientes de sierra. De ídolo máximo a
descarte habitual de las convocatorias. Jugó poco, pero siempre
respondió. Brillante ante Barça y Chelsea en Champions, demostró por qué
es clave para el Cholo. Es un jugador diferente, imprevisible, lleno de
talento.
Villa. Si quedaban goles en el sótano del asturiano,
Simeone los iba a exprimir. Así fue. El guaje asumió con naturalidad su
rol en el equipo, no protestó si le tocó ser suplente y sacrificó sus
objetivos personales a los del conjunto. Ayer se fue del Barça sin
gloria. Hoy es feliz en Madrid.
Diego Costa. El hummer de Simeone, su gran
ídolo. Hecho a sí mismo, forjado en el esfuerzo. Indomable, potente y
gladiador, 27 goles este campeonato. Media Europa suspira por su
fichaje. La evolución y progresión de sus prestaciones, una de las
mayores sorpresas de la historia del fútbol moderno. Pasó de parecer un
estorbo a ser una auténtica estrella.
Rubén Uría / Eurosport