Mi análisis, beatle, es que es un mito vincular la condición de canterano al sentimiento de pertenencia y, desde luego, otro mito aún más grande vincular el sentimiento de pertenencia a una supuesta identidad, de carácter metafísico, a veces enunciada con una cómica remisión a categorías científicas (el ADN atlético, el ADN andaluz), que flotara fantasmagóricamente y a la que todo lo atlético tuviera que "ajustarse" para ser considerado como tal. Respecto al sentimiento de pertenencia el ser canterano constituye solo un punto de arranque sin mayor valor, como lo prueba el hecho de que año tras año decenas de muchachos abandonen el club por iniciativa de éste y en virtud de criterios que nada tienen que ver con ese sentimiento. Como es lógico, son los criterios objetivos los que se toman en consideración y no los subjetivos. En los casos que mencionas, según parece, a Lucas le fascinó el Bayern tras comprender que le era necesario poner tierra de por medio con la ciudad de Madrid, a su hermano Theo le fascinaba el Madrid desde la cuna, a Rodri le fascinó Guardiola y a Thomas le fascinó tanto el Arsenal que, una vez consumado el traspaso, su familia bailó para celebrarlo. Por la vía positiva, ni Godín, ni Raúl García, ni Futre, ni Simeone tuvieron nada que ver con el Atleti hasta que sus caminos se cruzaron y otros egregios como Juanfran, Caminero o, sobre todo, Luis Aragonés no solo no tuvieron que ver con el Atleti sino que lo tuvieron con el Madrid. Son circunstancias biográficas de toda índole -y entre ellas, eminentemente, las profesionales- las que fraguan ese sentimiento de pertenencia cuyo florecimiento, en cualquier caso, solo encuentra terreno abonado en el éxito, en el cumplimiento de los objetivos establecidos tanto a escala personal como grupal. Tres ejemplos muy recientes muestran las tres modulaciones posibles de lo que hablamos: en el caso de Gabi, el club le dejó ir porque no le juzgaba con categoría futbolística suficiente para seguir contando con él hasta que, a su vuelta, ambos contribuyeron a hacerse más grandes mutuamente; en el caso de Torres, fue el jugador el que decidió marcharse porque no juzgaba al equipo con categoría suficiente para seguir en él; en el caso de Koke, hasta el momento, la categoría del equipo y del jugador se conjugan perfectamente. También se conjugaban en el caso de Saúl (y yo pensaba que él y Koke sostendrían al Atleti durante doce años) pero los hechos (en este "aquí" y este "ahora") siembran una duda sobre ello. Una duda que, según nos informa Exiliado, viene de antiguo y tiene, como no podía ser menos, una naturaleza estrictamente técnica, positiva. Saúl no duda de un sentimiento sino de encontrar puesto habitual entre los titulares del equipo.