He de reconocer que esto es lo que más triste me puso el sábado. Perder una final amañada en una Competición adulterada...pues bueno, qué vamos a hacer, estamos ahí jodiéndoles que es lo que importa. Ladran no? Pues eso.
Pero luego pensé no solo en Torres, que todavía le queda cuerda y quién sabe, sino en Godín o Juanfran también, jugadores ya talluditos que, en nuestro caso, tienen difícil volver a tener esta oportunidad. Me decían compañeros (que no amigos) madridistas que ojalá la ganemos el año que viene, que tranquilos que la ganamos, que ya hemos jugado dos en 3 años. El problema es que no es posible que comprendan la dificultad que lleva para nosotros llegar a una final. Creen que las palabra del Cholo o de los jugadores es cuento: Ya está el Cholo yendo de víctima, pero ya le conocemos. Para un Trampes o trampas, o Bayern, una final es un partido más. Estarán ahí año sí año no. Nosotros es muchísimo más complicado.
Y por eso pensé en esos jugadores. Y más allá de ellos, en la afición. En nuestros mayores. En gente que ha vivido con una ilusión, y que quizá no esté ya para cuando se haga realidad. Y esa realidad pudo hacerse en Lisboa o el Sábado en Milán. Por eso sí me dolió mucho. Pensé cuando acabó el partido: joder, a mis cuarenta y pocos lo mismo ya no tengo oportunidad de verles levantar la copa. Y luego ví las gradas con abuelos y sus nietos llorando y ahí sí que me dio el bajonazo. Cuanta felicidad robada. Para ellos es una copa más, un robo más, otra muesta en su revólver trucado. Para nosotros era un triunfo eterno, una recompensa y homenajes a generaciones de atléticos. Volveremos? No, porque ya estamos. Pero lo jodido es que ya no estaremos todos para verlo.