Como otros, también ayer gocé como un gorrino en una charca. Escenario sesentero o setentero, en efecto. Y en ese escenario, el Aleti ha vuelto a ser tan grande como lo fue en dichas décadas. Qué forma de interpretar el partido, qué forma de luchar y qué forma de resolver. Cancheros hasta el tuétano, de nuevo. Mención especial para Raúl García, que habrá rememorado su adolescencia y su juventud, por esos campos del norte. No le han ido a la zaga, sino todo lo contrario, Griezmann y Mandzukic, por quien me alegro mucho, a pesar de que es bien sabido que no es santo de mi devoción, porque su dedicación y profesionalidad han encontrado recompensa. Y muy bien Moyá, con poco trabajo pero excelentemente resuelto. Sólo dos fallos puntuales, en los que ha tenido mucho protagonismo Giménez, evidenciando que aún le falta madurar (pese a lo cual, para mí es hoy por hoy titular). El primero, el que origina la parada de Moyá al borde del descanso, cuando el uruguayo salta tarde y mal, permitiendo que el rival meta un balón mortal al área chica. El segundo, cuando, tras un error en la elección de pase en superioridad numérica por la banda derecha de un compañero, sale un balón largo al que acude Giménez y con su velocidad le gana la posición al rival, pero justo entonces se duerme, permite que le driblen tontamente y metan un buen centro al área, donde la ausencia del uruguayo obliga a que, con Godín tapando el primer palo, Siqueira en el segundo se la coma con patatas y una buena ración de quietud.
Saludos colchoneros