¿ROJIBLANCOS? NO GRACIAS.
Ayer me senté ante el televisor dispuesto a observar con
benevolencia las evoluciones de mi equipo en el frío escenario de Copenhague.
Primera decepción. De nuevo el Atleti compareció, como
contra el Betis, sin sus tradicionales colores. Dicen los ‘enteraos' que es el
árbitro quien impone el cambio de uniforme cuando la coincidencia de colores
puede equivocarle. Yo creo que debe de haber ‘algo más' y me molesta que ese
‘algo' nos haga frecuentemente salir disfrazados.
Durante más de cien años, los Madrid - Atleti, o viceversa,
se han disputado sin que ninguno de los equipos haya tenido que cambiar de
indumentaria y jamás de los jamases he leído que los fallos arbitrales
-mayoritariamente a favor de los blancos- los disculpase el colegiado de turno
con la excusa de haber equivocado su decisión por la confusión que le había
provocado la coincidencia de unas rayas blancas en la camiseta de nuestro
Atleti con los blancos uniformes de sus adversarios.
Bueno, pues nuestro rival de ayer vestía de merengón.
Lamentable tener que compartir pantalla con el Villarreal y
menos mal que nos tocaba ocupar la misma cuando conseguimos los dos goles.
Afortunadamente mi televisor es grande y cuando sus imágenes compartían ambos
encuentros, pude seguir el de mi equipo sin tener que esforzar mi ya cansada
vista.
Fue otro partido como el del Betis, pero con un segundo gol
marcado a tiempo de evitarnos las inquietudes de última hora.
Nuevamente el Kun y en menor medida Forlán marcaron la
diferencia. Apareció de nuevo Motta, que esperemos no reincida en sus
frecuentes lesiones y Simao mostró con la jugada del primer gol que puede dar
mucho más de sí.
Esta vez la retaguardia, como en Heliópolis y ante el
Levante, mantuvo la puerta a cero, pero mostrando sus graves carencias. Un
jugador puede ser más o menos técnico, tener una mejor o peor forma física,
pero ambas circunstancias las debe desarrollar dentro de un esquema táctico
adecuado. Nuestros defensores, como ya es norma de obligado cumplimiento en el
fútbol moderno, juegan en zona. Pero ello no significa que los laterales
concedan a los extremos contrarios diez metros para recibir el balón,
controlarlo y pensar cuál debe ser su siguiente actuación. Igualmente, en las
jugadas sobre nuestra área, los defensas no pueden esperar a que les llegue el
balón, sino que deben buscarlo anticipándose a la acción del atacante rival.
Esos defectos debe de eliminarlos el entrenador ya, porque todos los rivales no
serán como los Copenhague y Aberdeen.
Ahora nos queda el último esfuerzo ante los griegos del
Panathinaikos. Hay que obtener la victoria para acudir al sorteo de la siguiente eliminatoria con el mínimo
riesgo de afrontar a un rival poderoso.
Espero y deseo que el próximo día 20 veamos cumplida esa
pretensión.