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Escritos con esencia Rojiblanca

Fucking doberman.

En este país tener en contra a la afición madridista es tener en contra a más de la mitad de los aficionados españoles. No lo digo yo, lo dicen las estadísticas. Y precisamente la figura del Cholo Simeone ha sido un auténtico elemento aglutinador de odio entre la hinchada blanca, siendo su pisotón a Julen Guerrero una representación palmaria e indiscutible de lo que es una mala persona, un canalla, un criminal sobre el campo.

Resulta cuando menos curioso a la vista de la propia historia del club merengue comprobar lo finos que andan escrutando pajas en el ojo ajeno y obviando vigas como trolebuses en el propio. Así, podemos ver como en estos días con motivo de la paliza de La Romareda se ha apelado sin descanso al “espíritu de Juanito” para la vuelta en Chamartín. Y este recuerdo, sin duda, viene referido a la ambición y el coraje del malagueño, que no a sus marrullerías, sus agresiones a colegiados (dos años estuvo sancionado en Europa) y sus pisotones en la cabeza del rival (coño, ¿no era el Cholo el único que pisaba?). Sería injusto recordar a Juanito Maravilla (q.e.p.d.) por estas cosas, ¿verdad?.

Y sí, más que curioso me resulta hipócrita la eterna crítica, el eterno “sin perdón” a Simeone de una afición que reía cuando pronunciaba en los setenta la célebre frase “Benito saca el hacha” para que el zaguero de rictus patibulario se cargase al mejor jugador rival. El gran Benito, aquel que destrozó la carrera de un prometedor futbolista del Racing White belga en un torneo de verano (menos mal). Sí, hablo de la misma hinchada que bautizó a su centrocampista Ángel con el apellido de “exterminador”, celebrando con aplausos sus salvajadas. Recordemos, por ejemplo, aquella gesta que le llevó a lesionar de suma gravedad en un trofeo Santiago Bernabéu a la figura en ciernes del Dinamo Tibilissi, Kipiani, el cual, a raíz de la racial entrada de centrocampista tuvo que abandonar el fútbol. Grande, Angel, muy grande. De Felipe, otro fino estilista, también con una entrada criminal dinamitó la carrera del joven culé Bustillo en el 70 quebrándole la pierna. Que malo soy, ¿verdad?, desenterrando oscuros puntitos en las brillantes carreras de estos profesionales blancos. Más recientemente también puedo recordar cómo en una final de Copa Hugo Sánchez lesionó a Aloisio de un pisotón en la rodilla haciendo que el brasileño tuviese que ser cambiado. ¿De un pisotón clavando los tacos? ¿Igual que el puto Simeone? Sí. Bueno, igual no, porque el zaguero tuvo que abandonar el encuentro mientras que Guerrero continuó todo el partido. Pero que ruin sería recordar al gran mejicano por sus guarradas (sus muchísimas guarradas) perpetradas en el césped. No, sería injusto. A Hugo le recordamos por sus goles con la elástica blanca.

¿Seguimos? Sí, venga, seguimos, porque tampoco hay que irse tan lejos en el tiempo para ver, digamos, conductas escasamente deportivas en los jugadores merengues. Porque yo he visto a Roberto Carlos cargarse a dos jugadores culés en cuestión de cinco minutos en el Camp Nou, lesionar a Peternac y cargarse a Valdo y despedirle con una sonrisa burlona. Yo he visto a Figo reventar a tibia a un joven defensa llamado Pablo y levantarse, limpiarse el polvo y dar la espalda mientras el zaguero se retorcía de dolor. Yo he visto a Salgado hundir la prometedora carrera de Juninho cazándole vergonzosamente el tobillo. Incluso a un caballero como Zidane le he visto tener sus lunares con sendos oscuros pisotones, uno a Velasco cuando jugaba en el Celta y otro que dobló el peroné de Emerson en un derbi del 2.003. Yo he visto a Gravesen lesionar a Gabi con una certera coz. Yo he visto a Pablo García… bueno a este llevamos viéndole muchos y sorprende observar como ahora le aplauden por practicar su juego de siempre (antes, decía la prensa capitalina, era el “jugador más sucio de la Liga de las Estrellas”). Yo he visto a Hierro soltar los codos como un ventilador, y he visto a David “el guapo” escupir a rivales e insultar y mofarse de juveniles… Podría seguir pero me canso y me aburro.

“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais” decía el rubio replicante de Blade Runner.

Cuán injusto y tendencioso sería recordar a estos grandes artistas por sus “pecadillos”, ¿verdad?

Sin embargo con Simeone, el argentino más veces internacional, no puede haber piedad. Se le recuerda por lo que fue, un tipo patibulario, un asesino deportivo. Estoy convencido de que si el Cholo hubiese jugado de blanco (su nombre sonó para Concha Espina antes de fichar por el Atleti) ahora sería una leyenda tan grande como los jugadores mencionados anteriormente. Y todos hablarían de bravura y casta, no de pisotones y tacos.

Un dato para finalizar. Una semana después del incidente con Guerrero el Cholo fue pisado en la rodilla por Couto en partido de Copa. Le tuvieron que dar puntos. “Se lo merece”, unos pensaron y otros directamente dijeron. Al terminar el partido, Diego Pablo fue preguntado con cierta sorna por la jugada por los periodistas y contestó: “Las cosas del campo deben quedar en el campo”. Al Cholo le cayeron cuatro partidos. A Fernando Couto ninguno.

Victor Hegelman.

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