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Escritos con esencia Rojiblanca

junio 2007 - Artículos

GAUDEAMUS… SED NON DEDISCAMUS
Sí, yo fui otro de los anónimos que asistieron a la reunión de atléticos llamada con acierto Gaudeamus Atleti. Gaudeamus porque nos alegramos de ser atléticos, porque nos sentimos orgullosos de nuestra historia y no tenemos la menor intención de olvidarla y no pensamos tolerar que se minimice o sencillamente se mienta sobre nuestro pasado, brillante y glorioso por más que el presente no lo corrobore.

Y digo por un lado que no queremos olvidar nuestro pasado, pero por otro a veces no tengo la completa impresión de que la mayoría del entorno rojiblanco se tome de verdad en serio esta tarea. Me da la sensación de que hablamos de historia y algunos no ven en ella más que las batallas del abuelo Cebolleta, interesantes, agradables de oír, emotivas si cabe, pero algo al fin lejano, separado de la realidad actual y cuya utilidad no llega mucho más allá de la mera anécdota.

Decía Bernardo Salazar, mi admirado don Bernardo, que uno de los grandes problemas del Atleti actual era la pérdida de la cultura de club, y ojo, estoy seguro que se refería tanto a la institución como al propio aficionado medio. La historia, sin duda, aparece como un valor importante, pero a su vez adjetivo y de una utilidad casi nula en el combate con los actuales gestores, y a su vez arruinadores, del Club Atlético de Madrid.

Y la historia, señores, y sobre todo su conocimiento, son básicos en esta tarea. Si nos ofendemos por ver al Atleti noveno en la tabla y eliminado en la Copa en octavos ante el Osasuna o el Recre, si nos abochorna hasta el extremo un 0-6, no es porque tengamos falsas ínfulas de locos megalómanos, sino porque nuestro pasado demuestra, requiere, exige, salir de esa mediocridad y, como dice Petón, “que el Atleti se ponga al paso de su historia”.

Y créanme, posiblemente sea tan eficaz en la defensa del club que Bernardo, Ildefonso, Fernando y otros más den un puñetazo en la mesa y pongan las cosas en su sitio cada vez que alguien del club o ajeno a él, no respete la realidad de nuestro pasado, que perdernos en la enésima diatriba sobre delincuentes, sobre asaltos al palco o sobre periodistas cómplices con el saqueo.

Y no dudo en absoluto que todo esto sea necesario, sin duda, ya que sin estos luchadores, sin estas voces discordantes posiblemente seguiríamos oyendo que “el que no tiene un hijo drogadicto, tiene una hija prostituta” y seguirían fichando ciudadanos del Tercer Mundo a precio de crack futbolístico.

No hay duda que esa rebeldía, esa crítica, es necesaria, pero lo es tanto como respetar como se debe a nuestro comité de sabios, a nuestros guardianes de la historia, porque sin ella, sin tenerla presente en todo momento, la lucha pierde todo su sentido.

Victor Hegelman.