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Escritos con esencia Rojiblanca

Memoria selectiva.

La semana del “Florentino” ha hecho que me retrase a la hora de tratar un hecho que se produjo en la semana previa al partido con el Málaga. Y es que, en el diario As, nuevamente, de forma sibilina (o viperina como diría el destituido Tapia) nos vinieron a recordar el gesto de Torres al marcar en La Rosaleda en el partido de la primera vuelta.

 

Recordemos primero la jugada. Fernando, desde el minuto uno, había recibido todo tipo de insultos. Vamos, igual que siempre que se desplaza fuera del Calderón, incluso cuando no viste la camiseta rojiblanca sino la de la selección nacional. Pero aquel día en Málaga le estaban tocando especialmente las narices, por no decir otra cosa. La agresividad mostrada por el público andaluz era especialmente aguada. Por eso cuando marcó no hizo otra cosa que reaccionar, responder a una constante provocación. Su gesto fue infantil en todos los aspectos. Dedos en los oídos, lengua fuera, Fernando recreó un colegial “habla chucho que no te escucho” mientras miraba a los que llevaban una hora atacándole y mentándole a sus figuras más sacras. ¿Insultó al respetable? Ambos vocablos, insulto y respetable quedaban demasiado grandes en esta acción.

 

Y parece que Torres se está volviendo contestón. Recientemente en el Camp Nou todos vimos cómo se echaba la mano al oído tras colar su segundo tanto de la noche dirigiéndose a los que segundos antes coreaban un sonoro “Torres maricón”. ¿Provocación o reacción? ¿Quién provoca aquí? El debate sería largo y casi bizantino.

 

Lo que más me fastidia de todo esto es ver la mala intención, el trato desigual y tendencioso que se suele dar a estas acciones. Ejemplos hay a montones. A bote pronto: vimos a los brasileños del Madrid hacer la cucaracha mientras apalizaban a un equipo del fondo de la clasificación y a muchos les resultó simpático en vez de prepotente; vimos a Raúl mandar callar al Camp Nou y no sólo no se observa provocación sino que además los poderes públicos piensan en hacer un sello con la foto; vimos a un tal Leandro simular una micción contra la grada del Vicente Calderón y a Valdano, su entrenador, le entra una repentina nebulosa mental y no opina y si bien, en su momento algunos reprobaron la acción, sí, a nadie se le ocurrió venir con el cuento seis meses después; también vimos a Roberto Carlos en un derbi en el Calderón retirar de una grosera patada las flores que homenajean a Pantic  en uno de los corners y nadie habló ni tan siquiera de falta de respeto. Etcétera.

 

Se recuerdan cosas durante años, eso sí, como los acomodamientos genitales de Hugo en el Camp Nou, el corte de mangas de Giovanni  o el del Schuster  con la azulgrana en final de Copa contra el Madrid. Bueno, de esta última se olvidaron mientras vistió de blanco, como se olvidaron siempre que pudieron del “blancos, llorones, saludad a los campeones” de Figo.

 

La mala leche inunda la memoria y a hace salir a flote sólo cuando interesa. Trataron de meter presión y Fernando cascó dos goles en diez minutos. Eso sí, consiguieron avivar el odio y Torres cobró, si cabe, más de lo corriente, pero terminó entero y sin tarjetas. Misión no cumplida. Otra vez será.

 

Victor Hegelman.

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