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Escritos con esencia Rojiblanca

De la galaxia a la taberna.

Cuando en enero de 2.003, tras haber empatado Albertini en el Bernabéu, el entonces simple directivo blanco Fernando Martín sacó a pasear el leño que lleva dentro olvidando el etéreo “libro de estilo del Real Madrid” y hablando a borbotones de atracos y robos sin aportar el menor argumento, pocos, muy pocos, o más bien ninguno, sospechaba que semejante personaje llegaría a presidir algún día el club de sus filias.

Las ironías del destino y una designación digital del Rey Sol Pérez han llevado al deseado sillón a este señor, pero las alturas no han provocado que el leño desaparezca. Todo lo contrario, parece emerger con mayor fuerza cuanto más se acostumbran sus posaderas a tan insigne ubicación. Y así, sin comerlo ni beberlo, nos hemos encontrado con una repentina ruralización del verbo y ademanes del elegante Madrid. Del discurso florentinista, catecumenal, hipócrita y arrogante, pasamos al chascarrillo bota de vino en ristre.

Y es que los primeros pasos del señor Martín, tan forrado de pasta como chabacano en su estilo, han sido para enmarcar. Primero amenazando con sacar la escoba en un vestuario de “millonarios”. Tiene gracia que utilice esta palabra con ánimo despectivo. Será que él llegó a directivo del Madrid por su virtud, no te j… Después con la foto y presentación en sociedad de la parienta y el sucesor. Habría que informarle que todavía el Madrid no es una monarquía hereditaria, pero todo se andará si le dejan. Y finalmente sacando sus chascarrillos de taberna doblados en papel de cuadrícula en la “comida de confraternización” con los directivos atléticos. Tan brillante fue su actuación que produjo el sonrojo incluso en los demás directivos blancos. Hasta Roncero habría tenido dificultades para superarle.

De todas formas, su comportamiento fue, si cabe, igual de deplorable que el de los directivos colchoneros, callados y agachados no se sabe si por vergüenza ajena o por miedo. Y es que los vínculos por pasta generan unas tragaderas impresionantes.

Cuando Jesús Gil irrumpió en la escena futbolística nacional recuerdo como en poco tiempo el número de sus imitadores televisivos se disparó. Me parece que los aparatos de propaganda blanca harán lo posible porque no ocurra lo mismo con el dueño de Martinsa. Y eso que material sí que tienen los humoristas aquí. Y del bueno. ¿Sigue currando “Marianico el corto”?

Victor Hegelman.

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