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Escritos con esencia Rojiblanca

¿Realmente es bueno Luccin?

Creo que esta misma pregunta ronda la cabeza de numerosos aficionados colchoneros. Y es que las últimas actuaciones del francés en nada tienen que ver con las que comúnmente ha venido ofreciendo desde su llegada al Club Atlético de Madrid. Porque de un tiempo a esta parte Luisín, como le llama algún cachondo, no se borra en los partidos, llegando curiosamente su mejor juego cuando le ponen un sistema que le deja sólo ante el peligro.

 

El rombo impuesto por Pepe Murcia le deja sin la cobertura de un trotón al lado, siendo su habilidad y su buena colación en el campo más determinantes que nunca a la hora de mover el balón con criterio al salir de la cueva defensiva. La lucha y la brega, por supuesto, siguen contando y mucho en el fragor de la batalla, sin embargo, estando sólo, la calidad, el oficio y el buen criterio son los que realmente ganan las batallas.

 

Mismamente ayer, en Villareal, Pellegrini presentó un sistema de triple pivote que acabó convertido en un triple pegote ante la exhibición de jerarquía del galo. Y no es el primer choque en el cual él solito se come a un enemigo más numeroso.

 

Porque realmente en la Liga española hay pocos “cincos” de verdad. La mayor parte de los mediocentros requieren sin tapujos la presencia de un perro de presa a su lado que les realice el trabajo sucio, que corra mientras ellos respiran y piensan por donde salir del atolladero. Tíos capaces de cumplir con ese triple trabajo, robar, pensar y distribuir con destreza, hay bien pocos.

 

Y entonces, una afición que hace tiempo dejó de esperar importantes logros de Peter Luccin se pregunta sin más: ¿realmente es bueno este tío?

 

Son unas cuantas las veces en las que un jugador denostado en el Calderón por su aparente abulia, ha encontrado fuera del entorno colchonero la medicina adecuada para demostrar que su reserva de fútbol no estaba agotada, sino simplemente bloqueada. Pasó, en mi opinión, con Caminero, aparentemente acabado cuando abandonó las orillas del Manzanares, pero capaz de impartir doctrina en Valladolid unos cuantos añitos más tras su marcha. Y lo peor es que el de Leganés impartía, como digo, doctrina mientras en el Calderón el libro de del fútbol descendía a la categoría del parvulito. Y qué decir de Valerón, sacado a gorrazos de Madrid y convertido en Riazor en patrón español del balompié artístico y, ojo, eficaz.

 

¿Y Luisín? ¿qué va a pasar con Luisín? Ya iba siendo hora de que despertase. Yo creo que calidad tiene de sobra para triunfar, sin embargo, la ambición no la venden en las rebajas. Y es en este punto donde el francés debe decidir si avanzar o dejarse llevar por una cómoda corriente cuya desembocadura queda lejos, muy lejos, de la fama y la gloria.

 

Victor Hegelman.    

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