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Escritos con esencia Rojiblanca

Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer.

 

En el pasado mes de febrero la Plataforma Salvemos el Calderón lanzaba en un comunicado de prensa una serie de preguntas a los máximos accionistas del Club Atlético de Madrid. Conozco de primera mano el esfuerzo que tuvo que realizar el citado grupo de atléticos para sintetizar en una página una montaña de dudas sobre la “presunta” operación de desalojo del estadio colchonero.

 

Una de las cuestiones redundaba sobre la oscuridad en la que se mueve el aficionado colchonero sobre este asunto. Rezaba así:

 

¿Por qué los máximos accionistas del Club Atlético de Madrid S.A.D. niegan la voz a la totalidad de los abonados atléticos en esta relevante decisión llamada a determinar el devenir de la entidad rojiblanca, negándole la posibilidad de expresar su posicionamiento acerca de la conveniencia o no de la venta del estadio Vicente Calderón en un más que pertinente referéndum?”

 

Sin respuesta, ni aquí ni en ningún punto. A día de hoy ninguna de las incógnitas presentadas en aquel documento han sido resueltas al aficionado colchonero. Todo lo contrario. Las tinieblas, la nebulosa, el lodo, el fango, no sólo no desaparecen sino que cubren todo. Y la verdad, casi da miedo esperar a que se aclare el panorama, pues la realidad, tétrica realidad atlética, amenaza con superar los más oscuros presagios. Y es que las calamidades, no por ser esperadas, son menos calamidades.

 

Llevábamos un tiempo sin mayores noticias sobre el estadio, nuestro estadio, un aparente compás de espera esperando no sé qué. Y llegamos a hoy, el día en el que se empieza a levantar la alfombra dejando ver las múltiples porquerías acumuladas. El As descubre ufano en la mañana que Gallardón “acepta ceder al club rojiblanco la propiedad de La Peineta con tal de que se vaya a jugar allí”. La noticia no tiene pinta de ser un bulo. Es lo que tiene la propaganda. Cuando quiere desviar, desvía, y cuando se le ordena informar, informa.

 

Y en efecto, la nueva es real y es confirmada por Cerezo en pocas horas. Sostiene el empresario del cine: "Efectivamente estamos en conversaciones con el Ayuntamiento para presentar nuestro proyecto, que implica el cambio de estadio y nosotros creemos que, si el estadio olímpico (La Peineta) es como tiene que ser y como va a ser, será un buen estadio, con gran capacidad y con una situación prácticamente inmejorable dentro de la Comunidad de Madrid", añadiendo que el estadio Vicente Calderón realmente está muy mal ubicado y, por las circunstancias de todo el problema de la M-30, no es fácil estar allí”, esperando que el acuerdo se cierre “antes de agosto”.

 

Alucinante no es. Las situaciones alucinantes se caracterizan por el factor sorpresa, y aquí hay más bien poco. Esto es deplorable y vergonzante, ni más ni menos dentro de la línea de gestión habitual del club.

 

Porque deplorable es (o al menos me parece) ver cómo se ningunea y se prescinde de la opinión de los abonados y aficionados colchoneros en un asunto tan importante como es la propia casa. ¿Para qué reparten ustedes acciones entre los abonados si su voz y su voto se la pasan por el mismísimo forro? Y todo ello con la mirada complacida y cómplice del Alcalde de los madrileños, no lo olvidemos.

 

Caen las cortinas de humo: Campamento, fichajes… Ya no hay tiempo para la distracción. Hay que cerrar el acuerdo. Es bueno. Porque resulta que ahora el Calderón está mal situado y la Peineta bien. Acojonante. Porque es un estadio de setenta mil plazas para una afición que no llena cincuenta y cinco mil porque está hasta las pelotas. Porque hay que sanear la “deuda histórica”. ¿Qué parte de esa deuda histórica es anterior a 1.987, el año de su irrupción? Más histórico es el Calderón que su deuda y ya vemos lo que les importa.

 

Y sobre todo, hay que cerrar el acuerdo de la Peineta ya porque no se contempla que opinen los abonados, esos pobres desgraciados. Si ha funcionado la política de hechos consumados durante diecinueve años, ¿porqué cambiar?

 

Algunos me dirán que ya veré, que es buena la venta del Calderón, que con el dinero que se reciba el club se va a convertir (volver a convertir, añado yo) en un grande… No me preocupa el dinero, me preocupan las manos.

 

Victor Hegelman. 

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