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Escritos con esencia Rojiblanca

BUFONES

No me refiero en este artículo a los dos grandes guardametas, Lorenzo (Milan, Genoa e Inter) y Gianluigi (Parma y Juventus), que han llenado dos épocas en la squadra azzurra y cuyo apellido lleva dos efes.

En estas líneas voy a esbozar la moderna actividad de esos personajes chuscos, retratados por el gran Diego Velázquez o inmortalizados por Giuseppe Verdi en su ópera Rigoletto.

Hay noticia de que tanto en Grecia como en Roma gozaron del favor de los poderosos. En la Edad Media, los más importantes llegaron a alcanzar grandes riquezas e incluso títulos de nobleza. Con el Renacimiento pasaron a ser la ‘conciencia’ de los príncipes, ya que se atrevían con su graciosa palabrería a decir verdades como puños. La proliferación de esta actividad, llevó a personajes deformes, como enanos o jorobados, a buscar en ella la forma más fácil de ganarse la vida.

Después, con los Derechos Humanos emanados de la Revolución Francesa, desaparecieron afortunadamente de la circulación.

 

En la actualidad los personajes bufonescos han reaparecido invadiendo los medios de comunicación, generalmente en los programas llamados telebasura, pero también tintinean sus invisibles cascabeles en el ámbito deportivo. En algunos casos con cargos de supuesta responsabilidad, como subdirector, redactor jefe y similares.

 

No es necesario dar nombres y apellidos pues en el ánimo de todos están los insignes nombres de los robertos, tomases, manoletes...

Parece ser que muchos de ellos tienen título de periodista y algunos incluso trabajan en medios que pertenecen a empresas que se dicen progresistas.

Pues, qué bien. A golpe de progreso llevan camino de regreso a las cuevas de Atapuerca.

Todos ellos no tienen tiempo de ir al fútbol, entre el periódico, la emisora de radio, los estudios televisivos, los viajes a provincias para promocionar sus medios o visitar peñas de clubes afines... les impiden asistir al fútbol del que viven. Bueno, no del fútbol sino de lo que rodea a este maravilloso deporte. Los posibles fichajes que casi nunca aciertan, la situación interna del club, maravillosa en el suyo y terrorífica en el rival, los extraordinarios rendimientos económicos del merchandising, las campañas descalificativas de las personas que no les caen bien o las encomiásticas de quienes sí.

¡Fuera Luis! y ¡Raúl, selección! son recientes ejemplos.

 

Hace pocos meses, unos de estos ilustres informadores se retrataba en su periódico limpiando los zapatos de Ronaldo. Sonríe, se cree gracioso y no es consciente que denigra a su medio, se denigra él y denigra al director que la publica, porque demuestra nula sensibilidad hacia su profesión y su autoestima. ¡Ah, pero eso vende! Claro que sí, como los programas llamados de corazón que gozan de estimables audiencias.

El periodismo, como escribió un amigo mío, o es relato sereno, justo, atinado, o es juicio frío, análisis ponderado, crítica serena. ¿Qué parte de responsabilidad toca a los limpiabotas de futbolistas, a los monaguillos que inciensan a jefecillos o peñistas radicales, en el crecimiento de la violencia futbolera?

Estos palmeros de ultragrada, pelotas de los ‘genios’ futbolísticos, muñidores de falsas e interesadas noticias, pontifican a diestro y siniestro conformando una opinión que trasciende a jóvenes todavía por formar. Quien no se respeta a sí mismo, como el falso acordeonista que ni siquiera es capaz de mover los dedos sobre el teclado de su instrumento, no puede pedir respeto a los demás.

 

Así nos luce el pelo.

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