Blogs Rojiblancos

Escritos con esencia Rojiblanca
Orgullo atrofiado y cara de panoli.
A mediados de enero aproximadamente escribía otra columna llamada “El silencio de los vagos” cuya vigencia, por desgracia, no decrece sino que se reafirma día tras día. En aquella ocasión exponía cosas como estas:

“Hace un par de meses Bianchi "el breve pero caro" comentaba a uno de sus ayudantes al final de un partido: "¿Pero qué tipo de club grande es éste?, ¿aquí te machacan todas las semanas los árbitros y nadie dice nada?". Sin entrar en valoraciones deportivas sobre su trayectoria de rojiblanco sólo puedo decir que el mister argentino tenía mucha razón.

El tema de los arbitrajes que recibe un club es tarea de los dirigentes lo mismo, exactamente lo mismo, que es tarea de los jugadores entrenar. Sin embargo en el Atleti de los últimos años es evidente que no muchos hacen su trabajo. Así, vemos cómo los mandamases colchoneros contemplan impasibles los atracos sin alzar la voz y decir basta ya nunca. ¿Educación? ¿Respeto por el estamento arbitral? Y una mierda. Pasotismo. Dejación. Incapacidad. Inutilidad. Mala fé.

Hay varios árbitros que año tras año son una garantía de expolio al Atleti. Hablo de Pérez Lasa, de Burrul, de Muñiz, de Iturralde, de Daudén y del recientemente incorporado al colectivo, Bernardino González Vázquez. Es oir que pitan el próximo partido del Atleti y saber de antemano que cosas como que pase lo que pase, por ejemplo, los jugadores rojiblancos no van a tener un penalti a favor aunque les arranquen la cabeza en el área, y que lo van a tener crudo para acabar con once jugadores, teniendo vía libre el rival para dar la cera que le de la gana sin recibir una expulsión. Ves las estadísticas con estos árbitros y hay números demoledores: en nueve partidos dos empates y siete derrotas, con cero penaltis a favor y cuatro en contra. Es saber que ha tocado uno de éstos y tener la sensación de ir al matadero de la derrota segura, derrota que alguna vez es por deméritos deportivos, pero otras, las más con estos árbitros, no.

E insisto, ¿qué se hace desde el club? Ni se asiente ni se niega nada. Parece mentira que después de los años tenga que echar en falta en algo al apropiador Jesús Gil. Y sí, mire usted. Hecho de menos que después de un robo vergonzante alguien pegue cuatro voces, se cague en todo lo cagable y diga un "no vamos a permitir que nos roben y no pase nada". Es increíble pero en esos casos sí que echo de menos los rugidos de Gil. Prefiero el eructo de un salvaje al silencio actual.

Y no me hablen, vuelvo a insistir, de respeto ni buenas maneras. Don Vicente Calderón, que ganó de todo en el Atleti antes de que éstos llegasen (que no lo olviden nunca), era un tío educado, pero cuando había que llamar a Guruceta por su nombre lo hacía, y cuando había que montar una rueda de prensa en Barquillo para recusar a Franco Martínez, lo hacía. Defendía a su Atleti, con la educación de un señor de los pies a la cabeza, pero también con la contundencia y entrega con la que se defiende aquello a lo que se quiere. Ahora, obviamente, no pasa esto. Gil Marín y Cerezo pasan de todo.”

Parece que hubiera escrito esto hoy mismo. Lamentablemente nada ha cambiado. Ni los arbitrajes ni la actitud de los dirigentes. El Atleti sigue con sus árbitros malditos perfectamente definidos sin que nadie en el club denuncie sus tropelías. En este camino, autopista abierta hacia el abismo, el club se deja llevar cabizbajo, resignado, autoconvencido de un fatal destino.

Ya he perdido la cuenta. Paso de más números. Creo que han beneficiado al Atleti tres o cuatro veces y le han perjudicado en diez u once. O por ahí. Da igual. El justo reparto proclamado por los ventajistas (“al final te dan lo mismo que te quitan”) es un brindis al Sol Más falso que Judas, y no el Tadeo precisamente.

El momento de decir basta llegó hace no se sabe cuanto. Si no puedes hacer nada al menos que te oigan. Montad, zánganos, la de Dios es Cristo. Todos lo hacen desde sus medios oficiales u oficiosos. ¿Eso es llorar? ¿Estoy llorando? El que piense eso es gilipollas. Esto es defenderse. Si no puedes derribar al que te ataca, por lo menos se lo pones incómodo. Te cagas en su puta calavera y bien alto, que se entere todo el mundo de que tienes orgullo, joder.

Mucho tienen que cambiar las cosas en este atontado Atleti al que roban y no pone la denuncia no sea que alguien se moleste.

Por cierto, si alguien cree que estas palabras generan violencia simplemente me da igual. Aunque nadie me oiga, me he quedado a gusto. Mejor uno que ninguno.

Victor Hegelman.
El lado oscuro rojiblanco.
Han pasado las semanas y aquí nadie desmiente una noticia vergonzante: el hecho de haber pagado por Pernía siete veces su cláusula de rescisión. Cada vez sorprenden menos cosas en esta Sociedad Anónima Deportiva, y es que tampoco parece hacer falta echar mano de demasiada pericia para encontrar basura en el entorno de las actividades del Club Atlético de Madrid. Es alucinante que una noticia en apariencia feliz como es el fichaje de Mariano Pernía, jugador de moda en la Liga Española por su buen rendimiento en el Getafe (no lo olvidemos, que ahora parece que es malo) adornado con colosales golazos, se pueda tornar más en algo desagradable que otra cosa.

El aficionado rojiblanco, tan acostumbrado a las situaciones extrañas en su club, se ve una vez más superado por el absurdo de unos gestores que por un lado pretenden vender su casa para cubrir la deuda que ellos mismos generaron y por otro no tienen inconveniente en pagar siete en vez de uno por un jugador cuya carrera emerge en el umbral de los treinta. Reconozco que tras conocer la noticia anunciada por un orgulloso (como para no estarlo…) Ángel Torres pasé días esperando a que algún periodista le preguntase a Gil Marín sobre el asunto, y días aguardando una respuesta de Calam en el siguiente tono: “¿Creen que estoy tonto como para pagar siete veces una cláusula?”. Permítanme que me reserve la opinión propia sobre este último punto.

Y para colmo, “sorprendentemente” el diario As en los días posteriores (donde hay mierda siempre hay moscas a removerla) se descolgó con la “noticia” del interés del Barça por Antonio López (que además de colchonero, es joven y bueno) rematando con que Pernía va a ganar el doble de lo que gana el de Benidorm. Coño, qué casualidad.

Pero López es bueno, muy bueno, y su rendimiento en el campo, pese a todo, no ha decrecido.

¿Y ahora qué? ¿Veremos próximamente a algún sector de la grada “inesperadamente” cargar contra López como ocurrió con Torres? ¿Saldrán “periodistas amigos” a decir que López debería abandonar el Atleti por su propio bien y por el bien del fútbol? ¿Conseguirán cabrear de verdad los mandamases rojiblancos a un tío cuya única ambición ahora mismo está en renovar por el Atleti y que le dejen tranquilo?

Otra “sorpresa”. Tras renovar a Ibagaza (bien hecho, por cierto) sale Cerezo a decir que ahora no se habla de renovaciones con las imágenes de Pepe Murcia y Antonio López flotando oníricamente por la atmósfera del Calderón.

Si George Lucas fuese del Atleti lo tendría muy claro. Toda buena noticia en rojo y blanco con el dúo Gil-Cerezo de por medio tiene ineludiblemente su lado oscuro.

Victor Hegelman.
Blancas palomas, negras intenciones (II).

Me cuenta alguien muy cercano a la plantilla del Atlético de Madrid que hoy Torres andaba cabreado. Bastante cabreado. La calificación de churro que Palomar había hecho en Marca sobre su gol sabatino le ha tocado las narices pero bien. Porque el Niño, al terminar el partido, estaba exultante con su gol. “Uno de los mejores que he metido con la rojiblanca”, decía feliz. Hasta que llegó un listo y dijo que había sido de chiripa.

 

Me cuentan asimismo que Torres ha dicho que ya no le extraña nada, que de haber jugado en otro equipo todos, absolutamente todos y no un buen número, estarían alucinando con el gol. Y yo añado algo más. Cuando Fernando habla de cualquier otro equipo no habla de los recurrentes Madrid y Barça. Habla de cualquier equipo del mundo. A eso se refería cuando confesaba a Méndez en Onda Madrid hace un par de meses que no era fácil ser del Atlético en este país.

 

Porque el trabajo ya esta hecho. Basta que un “enterao” con cierto nombre mienta y manipule desde un diario nacional para que le sigan miles, tratando de convertir en verdad su disparate. No es complicado. A muchos les escuece cualquier logro de Torres. ¿Y que alguien dice que fue un churro? Pues con ese a muerte.

 

Mancha, ensucia, tergiversa, dispara mierda, Palomar, que algo queda.

 

Yo también, si rellenase la contraportada de Marca, podría decir cosas como que el gol de Cassano en el derbi fue una chamba, que no remató hábilmente poniendo el balón lejos de Franco, sino que el cuero le rebotó de mala manera en la frente y se coló de casualidad. O también podía decir que el “agua-anís” o como se llame de Raúl fue de chiripa, porque el de Villaverde se tropezó y le salió un regate. O que Zidane en la final de Glasgow fue a hacer un globo y le salió un tiro por la escuadra. Como diría Palomar: “Un churro, vamos”. Y así hasta cansarme. Por hablar que no quede. Es gratis. Pero no, no lo voy a decir. Porque fueron tres golazos impresionantes y yo estaría afirmando gilipolleces. Como la de Palomar el lunes. Y lo peor, tendría una legión de seguidores.

 

Es, además, curioso ver como se ha tratado de ilustrar la afirmación de don Roberto con una opinión de Quini, el gran brujo, que en ningún caso da la razón al redactor de Marca. Porque Enrique Castro, el magnífico Quini, sólo cree que Torres gira la cabeza antes de tiempo, pero sentencia que es un golazo (ver vídeos). Palomar dice: “remata mal, a destiempo, queriendo picar abajo o desviar a su izquierda, girando el cuello… Un churro, vamos.” Nada de eso es secundado por Quini, todo lo contrario, quien, por cierto y para los que no lo hayan visto, dominaba un gran número de suertes a la hora de tirar a puerta, siendo la anticipación y el testarazo su principal arma cuando se trataba de rematar de cabeza.

 

Demasiadas vueltas he dado a este asunto, pues, como digo, el mal está hecho. Tampoco me preocupa Torres. El chaval ya tiene costra con estos temas. Eso sí, no me sorprende que esté hasta las mismísimas pelotas.

 

Victor Hegelman.

Blancas palomas, negras intenciones.

 

Según proclama la contraportada del Marca de hoy, a Roberto Palomar no le gustan los lunes. A mí cuando son festivos, como éste, sí. Supongo que como al citado redactor le ha tocado ir a currar, en este aspecto sus diferencias y las mías son insalvables. Lo entiendo.

 

Pero aquí no se acaban mis discrepancias con el señor Palomar. Sin ir más lejos, él escribe en un periódico de torrada nacional y vive de un público que pretende informarse. Yo, desde mi humilde y gratuito blog, me debo sólo a mí mismo.

 

Mas no se acaban aquí los opuestos entre don Roberto y un servidor, ya que al de Marca le cae mal, muy mal, el Atleti, mientras que a mí, el de Más Allá de Orión, dicho club me cae bien, muy bien.

 

Este último punto, a saber, su evidente inquina a “lo rojo y blanco” resulta determinante cuando Palomar redacta su contraportada semanal. Es hablar sobre algo cercano al Atlético y su vista y entendederas se nublan hasta límites patológicos. Referencias sobre esta actitud hay para dar y tomar en su historial, correspondiendo la última al curioso análisis que hace del gol de Torres en El Madrigal. Según el afilado comentarista Fernando “remata mal, a destiempo, queriendo picar abajo o desviar a su izquierda, girando el cuello. Al final cabecea con la tapa de los sesos. En su pifia le sale un globo perfecto, espectacular. Un churro, vamos.”

 

Voy a dar al lector unos segundos para que contenga a duras penas la náusea o estalle en calurosos aplausos (que “palomares y palomas” hay muchos en esto del fútbol).

 

Ya.

 

Es sorprendente. Miro en las páginas interiores del periódico y compruebo como ni tan siquiera la empresa que le paga sustenta sus disparates, ya que la página quince se ilustra con cuatro fotos, cuatro, recreando el gran gol (sí Palomar, gran gol) de Torres.

 

El resto de los medios tampoco ven el churro por ningún lado, e incluso Kiko en El Rondo seleccionó el tanto entre los cinco mejores de la jornada, destacando “el perfecto giro de cuello” del Niño. Pero claro, qué sabrá de estas cosas un zote balompédico como Kiko frente al archiconocido exjugador y lumbrera periodística Roberto Palomar.

 

¿Cómo vi yo el tanto, y como yo doscientos más? Les cuento. Torres ganó la espalada a Gonzalo (que no es tarea fácil), salta con gran coordinación y, dada la lejanía del arco, conecta impulsando todo su cuerpo un potente testarazo que se convierte en imparable para Viera. Ni más ni menos.

 

Señor Palomar: Torres golpea con fuerza el cuero porque es la mejor opción para marcar. ¿A qué imbécil se le podía ocurrir picar el balón o simplemente desviarlo estando a diez metros de la portería? Por lo visto, a uno.

 

Señor Palomar: ¿No va a organizar su periódico próximamente ninguna expedición al Polo Sur, esas que tanto le gustan? Creo que los aficionados al deporte de aventura y los aficionados al fútbol iban a agradecer por igual su aparición / desaparición.

 

Mientras tanto no le voy a decir que calladito está más guapo (la madre Naturaleza no atiende a silencios). Calladito y a miles de kilómetros, sencillamente, es usted más digerible.

 

Victor Hegelman.

 

 

¿Realmente es bueno Luccin?

Creo que esta misma pregunta ronda la cabeza de numerosos aficionados colchoneros. Y es que las últimas actuaciones del francés en nada tienen que ver con las que comúnmente ha venido ofreciendo desde su llegada al Club Atlético de Madrid. Porque de un tiempo a esta parte Luisín, como le llama algún cachondo, no se borra en los partidos, llegando curiosamente su mejor juego cuando le ponen un sistema que le deja sólo ante el peligro.

 

El rombo impuesto por Pepe Murcia le deja sin la cobertura de un trotón al lado, siendo su habilidad y su buena colación en el campo más determinantes que nunca a la hora de mover el balón con criterio al salir de la cueva defensiva. La lucha y la brega, por supuesto, siguen contando y mucho en el fragor de la batalla, sin embargo, estando sólo, la calidad, el oficio y el buen criterio son los que realmente ganan las batallas.

 

Mismamente ayer, en Villareal, Pellegrini presentó un sistema de triple pivote que acabó convertido en un triple pegote ante la exhibición de jerarquía del galo. Y no es el primer choque en el cual él solito se come a un enemigo más numeroso.

 

Porque realmente en la Liga española hay pocos “cincos” de verdad. La mayor parte de los mediocentros requieren sin tapujos la presencia de un perro de presa a su lado que les realice el trabajo sucio, que corra mientras ellos respiran y piensan por donde salir del atolladero. Tíos capaces de cumplir con ese triple trabajo, robar, pensar y distribuir con destreza, hay bien pocos.

 

Y entonces, una afición que hace tiempo dejó de esperar importantes logros de Peter Luccin se pregunta sin más: ¿realmente es bueno este tío?

 

Son unas cuantas las veces en las que un jugador denostado en el Calderón por su aparente abulia, ha encontrado fuera del entorno colchonero la medicina adecuada para demostrar que su reserva de fútbol no estaba agotada, sino simplemente bloqueada. Pasó, en mi opinión, con Caminero, aparentemente acabado cuando abandonó las orillas del Manzanares, pero capaz de impartir doctrina en Valladolid unos cuantos añitos más tras su marcha. Y lo peor es que el de Leganés impartía, como digo, doctrina mientras en el Calderón el libro de del fútbol descendía a la categoría del parvulito. Y qué decir de Valerón, sacado a gorrazos de Madrid y convertido en Riazor en patrón español del balompié artístico y, ojo, eficaz.

 

¿Y Luisín? ¿qué va a pasar con Luisín? Ya iba siendo hora de que despertase. Yo creo que calidad tiene de sobra para triunfar, sin embargo, la ambición no la venden en las rebajas. Y es en este punto donde el francés debe decidir si avanzar o dejarse llevar por una cómoda corriente cuya desembocadura queda lejos, muy lejos, de la fama y la gloria.

 

Victor Hegelman.    

Si te parece me echo a llorar.
Son varias las veces en que he escuchado o leído la misma frase durante el día de hoy. La última ha sido en un foro del blog “Pasando revista”. La sentencia a la que me refiero es la siguiente: “Qué calladitos están hoy los del Atleti sobre el árbitro…”. Hablan del increíble penalti a Colsa pitado por el funesto González Vázquez. La locución se repite hoy en la capital de España por aficionados madridistas siempre con el mismo tono y casi siempre con las mismas palabras, y la verdad, la oportunista afirmación me ha llegado a tocar las narices. Si te parece me echo a llorar.

¿Y es que acaso existe algún club que se lleve las manos a la cabeza y clame justicia cuando se ve favorecido por una decisión arbitral? Dos respuestas: ninguno y jamás. Todos, directivos, entrenadores y jugadores, defienden sus intereses, sean estos justos o injustos, y todos (todos digo) hablan según les va. Se indignan y vocean escándalos cuando les perjudican, callando como zorros o alegando repentina ceguera cuando el viento sopla a favor.

Sin embargo en el caso del Atleti las cosas no parecen ser así. Acostumbrados a arbitrajes nefastos secundados por los silencios pusilánimes de su junta directiva, cada vez que el trencilla de turno “facilita la labor” a los jugadores rojiblancos se encienden a toda mecha las luces de la alarma deportiva. Sólo falta pedir a los dueños junto con la Asociación de Peñas colchoneras que lancen un comunicado pidiendo público perdón.

Eso sí, cuando el Atleti es perjudicado impera el silencio en los medios (sólo hay que tirar de hemeroteca y ver crónicas de García Plaza o Izquierdo en As, o de Anaut en Marca). Muy claro tiene que ser el expolio para que la prensa se haga eco, pero sin pasarse, porque si eres colchonero y te quejas eres un llorón y un mediocre, y tratas de camuflar en el árbitro lo malo que eres.

En cambio si eres el Madrid o del Barça, dependiendo de la zona de la geografía nacional, nunca hay quejas, sólo información sobre hechos “evidentes”. Los aparatos de propaganda (As y Sport) ya se encargan de proclamar las vergüenzas del arbitraje. O de ocultarlas, según convenga.

Pues miren ustedes, los del Atleti, entre los que me encuentro (no lo he negado nunca) tenemos derecho como cualquiera a quejarnos o callarnos, ya que no hay medios de tirada nacional que nos hagan el trabajito. Y sí, creo que pese al oscuro e injusto penalti de ayer, tenemos algunos motivos para quejarnos en esta temporada. Tiremos de datos:

Partidos en los que el Atleti ha sido gravemente perjudicado por decisiones arbitrales (no cuento expulsiones ni repartos de tarjetas):

En casa:

Zaragoza: dos penaltis no pitados –uno a Torres y otro por mano-.

Real Madrid: expulsión a Antonio López en el minuto cinco (insisto, en esta temporada no he visto otra igual) y tercer gol marcado tras falta de Pablo García en el robo de balón.

Vila-real: Gol legal anulado a Kezman. ¿Motivo? A Pérez Lasa le dio pena que el portero estaba lesionado. Gol del empate superado el tiempo añadido.

Español: Hasta tres penaltis no pitados, los que hacen a Torres y Galleti, de libro.

Fuera:

Deportivo: Gol de Capdevila tras falta a Valera y una vez superado el tiempo añadido.

Real Sociedad: Segundo gol con off-side posicional de Novo que tapa la visión a Franco.

Sevilla: Dos penaltis no pitados (mano de Kanoute y zancadilla a Maxi).

Athletic: Tras lanzar un petardo a un metro de Falcón y reventarle los típanos, González Vázquez no sólo no suspende el choque sino que lo prolonga hasta que empatan.

Mallorca: Penalti a Petrov no pitado.

Real Madrid: Segundo gol madridista (el de la victoria) en fuera de juego.

Puntos de menos (sin contar el derbi de la primera vuelta dada la diferencia final de goles): 15.

Partidos en los que el Atleti ha sido claramente beneficiado por decisiones arbitrales:

Fuera:

Málaga: Penalti inexistente a Torres.

Zaragoza: Iturralde se traga dos penaltis a favor de los maños, pero anula un gol legal a Torres.

En casa:

Alaves: Penalti a favor del Alavés no pitado en la primera mitad.

Santander: penalti inexistente a Colsa, aunque al final del partido no pitan uno claro a Torres.

Puntos de más (siendo generoso y sin contar perjuicios posteriores en el mismo partido): 8.

Total, que bajo mi punto de vista y el de numerosísimos atléticos (sin ningún ánimo de ser objetivo donde otros no lo son), aun deben siete puntos al Atleti. Seguimos esperando el reintegro y al menos tres penaltis más como el de ayer para estar en paz.

Desde luego todo lo anterior es opinable y cada uno ve los partidos barriendo para casa. Pues vale, en el Atleti también pasa.

Y que no me hablen de llorones aquellos que aplaudieron a Valdano cuando bajó al vestuario sevillista a hacer recomendaciones a un árbitro en el descanso de un choque copero. O los que jalearon a Florentino cuando salió papelillo en mano amenazando con pedir la repetición de un partido del Español. O los que hablan de la Liga del Villarato. O los que hoy llaman indecente a un Pérez Lasa o se han tirado décadas hablando del centralismos y Ligas dirigidas. Vamos, que no me hablen de lloros todos aquellos que lagrimean como Magdalenas cuando no les pitan como les gusta. ¿Jesús Gil? Otro voceras y otro oportunista con el temita de los árbitros. Igual que todos estos. Aquí no hay nadie libre.

Que ya vale de muletillas...

Victor Hegelman.
Brutalidad simpática.
Lo reconozco. A veces proclamo con suficiencia que la prensa del lobby blanco ha agotado mi capacidad de sorpresa cuando la cruda realidad tarda bien poco en demostrarme que me equivoco de medio a medio. La penúltima muesca en el revolver de mis errores se ha producido en el derbi del pasado sábado. En el citadísimo partido no sólo yo, sino todo el mundo, pudo ver cómo el centrocampista merengue Gravesen, no mediando disputa del cuero, soltaba a Torres un violento golpe por la espalda cuyo postre vendría acto seguido con una colección de posteriores amenazas dignas del histrión más desequilibrado.

Lo curioso no es el comportamiento del Gran Danés (las mayúsculas no son erratas aquí), ya que desde su llegada ha demostrado en sobradas ocasiones que la elegancia y la deportividad no son sus fuertes. Lo impactante, y sobre todo alarmante, es ver la gracia que ha hecho el asunto en el entorno madridista (periodistas y numerosos aficionados).

“Torres se cagó” es el titular común de tan hilarante suceso. A mí lo que me pareció ver en la cara del Niño es un profundo desprecio, pero también, todo hay que decirlo, un comprensible miedo. Y es que a ver quién aguanta sin que se le suelte el vientre a un matón de discoteca cuyo perímetro craneal debe de rondar los 92 centímetros vociferando como un poseso a dos dedos de tu cara (con lo que le debe de cantar el aliento al pollo). Que todos somos muy gallitos viendo la jugada por la tele…

Pero en fin, obviemos los hechos (más o menos comprensibles en el fragor de la batalla) y entremos en las reacciones. Y la reacción del lobby blanco ha oscilado entre la aclamación y la ocultación. ¿Motivos? Sin duda el color de la lente observadora y una significativa pérdida de vergüenza. A lo mejor lo que pasa es que estas acciones se contemplan en el “libro de estilo”, y claro, como yo no me lo he leído no capto el chiste.

¿Se imagina alguien la indignación que se habría levantado si, por ejemplo, Zidane o Casillas hubiesen sido los agredidos y acosados? Sí. He preguntado a “alguien” y sí que se lo imagina.

Lo más gracioso (¿ves?, aquí sí le veo la gracia) es comprobar como algunos forofos incluso se han tomado la actividad mular del pelón como una victoria del Madrid sobre el Atleti. Sinceramente, si la carrera es de cabestros prefiero el subcampeonato.

Victor Hegelman.

P.D. ¿Se invocará en un futuro el espíritu de Gravesen en el Bernabéu? Me espero cualquier cosa…
Ibagaza y/o Rosicky.

No recuerdo quién lo dijo pero me pareció una opinión más que interesante. Un periodista (discúlpenme, pero no recuerdo el nombre) afirmaba que el Atleti notaba mucho la presencia de Ibagaza en el campo, pero que notaba aun más su ausencia. Por suerte, o más bien por desgracia, no puedo mostrarme más de acuerdo.

 

Y es que la llegada de Murcia ha dotado por el momento al Atlético de orden, de una dosis más de coraje, de mordiente y sobre todo de confianza. Pero los cerebros, las inteligencias superiores en el campo se siguen limitando a los chispazos del menudo argentino. Sin el Caño se puede ganar, por supuesto, pero de la misma forma en que lo hacen la mayoría de los equipos en la Liga nacional, es decir, por ganas, insistencia y acierto de cara al marco. Con eso, sin duda, también se vence. Sin embargo la creatividad, la originalidad y la imaginación no es algo que Natura conceda con especial generosidad. De hecho, estos atributos en cantidades notables tan sólo se presentan en el pequeño Ariel en el hasta ahora equipo del Manzanares. Él y sólo él tiene en mente qué va a ocurrir dos segundos después para dar el pase que rompa y sorprenda, sólo él ve huecos donde otros ven un muro de ladrillos.

 

Y resulta que el Caño termina contrato. Y resulta también que, dadas las fechas en que estamos, no parece la directiva del Club Atlético de Madrid excesivamente interesada en su renovación. La cada vez más segura llegada de Rosicky parece vaciar de sentido la continuidad de Ibagaza para las preclaras mentes rectoras de los designios colchoneros. ¿El motivo? El checo juega en la posición del argentino. Qué simple!

 

Y a mí, que me han fabricado poco proclive al aplauso fácil, me vienen a la cabeza varias reflexiones:

 

- Aunque los dos futbolistas jugasen en el mismo puesto, ¿qué hay de malo en tener dos buenos jugadores en plantilla capaces de realizar la misma función?

- ¿Realmente piensan que Rosicky y el Caño juegan igual? Aunque jueguen en la misma posición el checo es más todoterreno, más llegador, su participación se extiende a una franja más amplia, pudiendo tanto sacar el balón por delante de la defensa (ojo, no defiende bien) como incorporarse al ataque a la usanza de un segundo punta. Y el Caño es el Caño. Travieso e imprevisible, su físico le permite pocas cosas, con lo que mejor es dejarle suelto, buscarle y esperar que invente. Vamos, que checo y argentino se parecen como un huevo a una castaña.

- ¿Han investigado a Tomas Rosicky? ¿Han visto su evolución en el Borussia? Llegó como una realidad del fútbol checo esperando y deseando que explotase en una Liga mayor. Y explotó… mientras mantuvo la tensión. Cuando el medio checo está integrado, metido en el colectivo, saca a relucir una mala leche ganadora que le hace triunfar en cualquier empresa. ¿Han visto al Rosicky actual? Ojo a cuando desconecta que la mala leche sólo le sale para quejarse y ponerse en cada partido al límite de la expulsión. Eso cuando no decide pasar de todo, que también tiene partidos de esos. Recordemos que su club lo está vendiendo por menos de lo que pagó por él hace ya cuatro años.

- ¿Han pensado en el Atlético cómo se va a jugar el año que viene y quién va a entrenar? ¿Qué pasa si traen a uno que juega con doble pivote defensivo y dos puntas? ¿Qué pasa si Rosicky no es “bueno” para el sistema al igual que no lo era Ibagaza para Bianchi?

 

Me puedo tirar así toda la noche y todo para decir dos cosas:

 

- Basta de tonterías. Las platillas tienen veinte o más tíos. Las temporadas son largas. Y cuantos más jugadores buenos haya, mejor será la plantilla y mejor se cubrirá en caso de bajas (¿no han visto el último derbi?).

 

- Ibagaza es gratis. Su rendimiento en estos tres años no habrá sido el esperado pero cuesta poco que se quede pues, aunque cobre un buen sueldo, no hay que pagar traspaso. Y no es problemático en el banquillo.  Frente a la incógnita del checo el Caño es un seguro. Su traspaso no reporta un euro al club, y a mí que me demuestren que no puede jugar con Rosicky , sobre todo después de ver cómo ha salido la apuesta ofensiva de Pepe Murcia poniendo simplemente a los mejores jugadores. Los grandes equipos no se construyen normalmente con trotones.

 

Vamos, que yo lo tengo muy claro, aunque como no me llamo Toni Muñoz ni gano una millonada seguro que lo que digo no tiene ni pies ni cabeza.

 

Victor Hegelman.

De la galaxia a la taberna.
Cuando en enero de 2.003, tras haber empatado Albertini en el Bernabéu, el entonces simple directivo blanco Fernando Martín sacó a pasear el leño que lleva dentro olvidando el etéreo “libro de estilo del Real Madrid” y hablando a borbotones de atracos y robos sin aportar el menor argumento, pocos, muy pocos, o más bien ninguno, sospechaba que semejante personaje llegaría a presidir algún día el club de sus filias.

Las ironías del destino y una designación digital del Rey Sol Pérez han llevado al deseado sillón a este señor, pero las alturas no han provocado que el leño desaparezca. Todo lo contrario, parece emerger con mayor fuerza cuanto más se acostumbran sus posaderas a tan insigne ubicación. Y así, sin comerlo ni beberlo, nos hemos encontrado con una repentina ruralización del verbo y ademanes del elegante Madrid. Del discurso florentinista, catecumenal, hipócrita y arrogante, pasamos al chascarrillo bota de vino en ristre.

Y es que los primeros pasos del señor Martín, tan forrado de pasta como chabacano en su estilo, han sido para enmarcar. Primero amenazando con sacar la escoba en un vestuario de “millonarios”. Tiene gracia que utilice esta palabra con ánimo despectivo. Será que él llegó a directivo del Madrid por su virtud, no te j… Después con la foto y presentación en sociedad de la parienta y el sucesor. Habría que informarle que todavía el Madrid no es una monarquía hereditaria, pero todo se andará si le dejan. Y finalmente sacando sus chascarrillos de taberna doblados en papel de cuadrícula en la “comida de confraternización” con los directivos atléticos. Tan brillante fue su actuación que produjo el sonrojo incluso en los demás directivos blancos. Hasta Roncero habría tenido dificultades para superarle.

De todas formas, su comportamiento fue, si cabe, igual de deplorable que el de los directivos colchoneros, callados y agachados no se sabe si por vergüenza ajena o por miedo. Y es que los vínculos por pasta generan unas tragaderas impresionantes.

Cuando Jesús Gil irrumpió en la escena futbolística nacional recuerdo como en poco tiempo el número de sus imitadores televisivos se disparó. Me parece que los aparatos de propaganda blanca harán lo posible porque no ocurra lo mismo con el dueño de Martinsa. Y eso que material sí que tienen los humoristas aquí. Y del bueno. ¿Sigue currando “Marianico el corto”?

Victor Hegelman.
Sobre el derbi y los derbis.

La prensa blanca. Me llama esta mañana confundido un amigo mío. Me cuenta que ayer escuchó el partido volviendo de viaje en coche y, dada la extensión del territorio atravesado, tuvo que cambiar de emisora en tres ocasiones. Radio Nacional, Onda Cero y finalmente Onda Madrid fueron los diales. En todas ellas se hablaba en mayor o menor medida de lo injusto del resultado, ya que el dominio y las ocasiones estaban siendo del Atlético de Madrid. De hecho, los últimos minutos eran de angustia para algún locutor merengue que reconocía cómo el Madrid se estaba defendiendo como gato panza arriba, limitando su fútbol a patadas a seguir dignas del Seis Naciones. Hoy se encuentra la prensa y ve, por ejemplo, a Ortego decir que ganó el menos malo, al As seguir en su línea de estupidez hablando de gafes, y aun tal Redondo exponer en La Razón que el Madrid ganó fácil.

Yo vi lo que vi, y por lo menos a mí no me va a venir ningún forofete a manipular. Y lo que vi fue a un Ateti que no se arrugó pese a encajar un gol a los tres minutos, que tiró veinte veces a puerta (no lo digo yo, son los datos ofrecidos en la retransmisión del Digital +) y tuvo diez ocasiones claras de gol frente a las cinco de su rival (y gracias). Perdió porque metió un gol menos que el Madrid en un partido en el que dominó a su oponente embotellándole en la última media hora. Sería bueno que algunos periodistas van eliminando de sus crónicas los dicho de barra de bar y se dedicasen a contar lo que pasa. ¿Victoria fácil? Pues cómo serán las difíciles… Pero no prima la información, prima el forofismo barato y el menosprecio a todo lo que huela a colchonero.

Para concluir con este punto hoy me encuentro a los manipuladores de Telemadrid (y eso que Siro López libra los domingos) obviando en sus resúmenes ocasiones clarísimas rojiblancas como el globo de Kezman que saca Roberto Carlos un minuto después que el gol de Baptista o la internada hasta la cocina blanca de Velasco en la segunda mitad que concluyó con un tiro a bocajarro otra vez del serbio dentro del área cortado con muchos apuros por la zaga del Real. Todo eso no existió.

Recuerdo hace un par de años asistí a un enfrentamiento Madrid-Getafe en la Castellana. El partido fue similar al de ayer en dominio y ocasiones visitantes (si bien menos claras entonces). En aquel sábado nadie dudó que la justicia debería haber traído un triunfo getafense. Es lo que lo que tiene caer bien o mal.

El árbitro. Por una vez y sin que sirva de precedente (ya que en otras muchísimas no fue así) el árbitro fue determinantemente malo para todos. Beckham, que no Cassano, arranca en fuera de juego en el segundo gol, pero en la segunda parte le pitan un offside a Cassano que no era y que muy posiblemente iba a desembocar en un nuevo tanto. Asimismo, con el “famoso reglamento en la mano" Roberto Carlos pudo ser expulsado por agresión a Perea (su entrada por detrás fue eso, una agresión), pero también es cierto que Luccin acabó el partido porque Medina no se atrevió a echarle tras una más que rigurosa primera amarilla. ¿Y Gravesen? Contra el Atleti, el Getafe o el Dépor, que este gañán acabe un partido es un insulto al fútbol. Por cierto, a Perea le sacan una amarilla en la primera mitad por desplazar el balón en el saque de una falta. Al calvo madridista en la segunda, por hacer lo mismo, no.

Otro pequeño detalle. El árbitro pitó el final cuando aun quedaban diez segundo y atacaba el Atleti. Una tontería, sin duda, si no fuese que si todos los colegiados que han dirigido a los rojiblancos en esta temporada hubieran hecho lo mismo ahora el Atlético tendría cinco puntos más (uno en Riazor, dos ante el Villareal, y dos más ante el Athletic).

La tradición y los gafes. Ya estamos con las memeces sobrenaturales de siempre. El Madrid ganó porque el destino está marcado así. No. Ganó porque metió un gol más (de churro y en fuera de juego, por cierto). Y también porque el Atleti se empeñó en lanzar fuera o a las manos de Casillas todas sus ocasiones menos una. Sin más. Sería muy sencillo, recurrente e ignorante salir hablando de leyendas y pupas, pero mientras los balones se muevan por impulsos físicos me niego a creer en tonterías.

¿Miedo escénico? Algún juntaletras ha querido sacar el topicazo del terror que infunde el estadio blanco a los timoratos visitantes de cara a justificar la derrota del Atlético de Madrid. Y puede que algún día algunos conjuntos colchoneros se arrugasen en tal feudo, pero no ayer. El Atleti fue el dominador del partido en más de dos terceras partes del mismo ante pésimo Madrid, uno de los más flojos enemigos que ha tenido el Atleti fuera del Calderón en esta temporada. Le metieron un gol y se puso a jugar al fútbol buscando la portería rival. ¿Dónde estuvo el miedo? El que pasó el citado “periolisto” casi todo el partido mientras se comía las uñas en cada ofensiva atlética.

El juego del Atleti. Los rojiblancos dominaron, sí, pero más por la debilidad de un insulso rival que por las muestras de talento de sus componentes. Hoy por hoy, sin Ibagaza, el Atlético es un conjunto totalmente plano y previsible. Una defensa basada en una sencilla acumulación de hombres atrás es capaz de convertirse en un muro a poco que no cometa prácticamente errores. El Atlético rondó la portería de Casillas como el lobo que ronda tras la valla electrificada. Si ningún torpe de blanco abría la puerta la amenaza era más ficticia que real. A pesar de ello, ocasiones hubo de sobra para no haber perdido.

Los partidos del siglo. En la situación social y deportiva en la que se encuentra el Atleti hablar de partidos del siglo me parece totalmente contraproducente. El trabajo está en ganar los máximos puntos posibles y acostumbrarse a estar en lo alto de la clasificación. Contra el Madrid son tres puntos más. Recuerdo cómo en la temporada del descenso el Atleti pasó por encima del Madrid en el Bernabéu con dos goles de Jimmy y uno de José Mari. A la semana siguiente los rojiblancos no pasaban del empate en casa ante el Numancia y a la otra caían goleados 4-2 ante diez jugadores bilbaínos. Con Murcia llevan seis victorias y dos derrotas, con Europa a la vista. Esos son los datos. Ganar al Madrid, aunque cojonuda, no es más que gloria de un día, y el Atleti tiene mucho más que un día de gloria por recuperar.

Estadísticas. Después de que Albertini igualase en el Bernabéu en el último minuto de un derbi de enero de 2.003 un cachondo en la prensa proclamó que el Atleti llevaba cuatro años sin perder con el Madrid. Rápidamente saltó algún hagiógrafo del lobby para desenmascarar la tontería y decir indignadísimo que eso era porque contaba los dos años en Segunda del Atleti. Ese bienio ahora se contabiliza sin pudor de cara a ensalzar los seis años sin victorias rojiblancas. De donde no hay no se puede sacar.

La otra acera. Hace gracia ver cómo el lobby blanco proclama a los cuatro vientos la angustia del colectivo rojiblanco por no ganar en el Bernabéu, mientras que a los merengues poco menos que les da igual. Visto lo visto hoy como tantos otros días pasados, la negativa del entorno madridista a reconocer la importancia casi vital que tiene este partido para ellos apesta tanto como la burda mentira que encierra. No hay más que ver los foros interneteros y la prensa blanca (es decir, casi toda la prensa) del día siguiente. Con las aspiraciones ligueras cada día más complicadas las victorias en los derbis acaban contando casi como un título. Y eso, aunque fastidie, lo que hace es dar importancia a un depauperado Atlético que por méritos propios se ha colocado en los últimos años a una distancia del enemigo capitalino mucho mayor de la que marca la historia. Gracias de corazón por este marketing gratuito.

El Madrid. Las victorias contra el Atlético es evidente que animan mucho, pero la verdad, en mi modesta opinión, deberían fijarse un poco en la realidad, en que fueron dominados en su casa ante un equipo simple en su juego pero superior, que ganaron por un gol de carambola… y que el fútbol pone al final a cada uno en su sitio, así que, más le vale ir cambiando. Creo. Pero vamos, tampoco es cuestión de ir haciendo caso a un horrible antimadridista como el que suscribe.

El Atleti. Hizo lo que debía y, de haber tenido puntería y al menos la misma suerte que exhibió el Madrid de cara al marco contrario, se habría llevado no sólo el empate. Lo que duee es perder contra un equipo blanco tan flojo pero, como dije, su guerra es otra diferente a ganar un derbi (aunque perderlo genere, sin duda, una gran frustración). Su guerra consiste en seguir ganando al resto de rivales y volver a Europa, consiste en recuperar el prestigio lastimosamente dilapidado. Y eso se consigue también saliendo a ganar en el Bernabéu aunque te marquen de inicio. Queda temporada y la actitud a mí me parece correcta. Muy frágil sería este Atlético si esta derrota tiene influencia en los próximos partidos. El tiempo hablará.

Victor Hegelman.

P.D. Petrov y Torres estuvieron prácticamente desaparecidos. Aplica el dicho de Di Stéfano: “Se tiran pedos pero no cagan” hablando de jugadores normalmente más efectistas que efectivos.

Memoria selectiva.

La semana del “Florentino” ha hecho que me retrase a la hora de tratar un hecho que se produjo en la semana previa al partido con el Málaga. Y es que, en el diario As, nuevamente, de forma sibilina (o viperina como diría el destituido Tapia) nos vinieron a recordar el gesto de Torres al marcar en La Rosaleda en el partido de la primera vuelta.

 

Recordemos primero la jugada. Fernando, desde el minuto uno, había recibido todo tipo de insultos. Vamos, igual que siempre que se desplaza fuera del Calderón, incluso cuando no viste la camiseta rojiblanca sino la de la selección nacional. Pero aquel día en Málaga le estaban tocando especialmente las narices, por no decir otra cosa. La agresividad mostrada por el público andaluz era especialmente aguada. Por eso cuando marcó no hizo otra cosa que reaccionar, responder a una constante provocación. Su gesto fue infantil en todos los aspectos. Dedos en los oídos, lengua fuera, Fernando recreó un colegial “habla chucho que no te escucho” mientras miraba a los que llevaban una hora atacándole y mentándole a sus figuras más sacras. ¿Insultó al respetable? Ambos vocablos, insulto y respetable quedaban demasiado grandes en esta acción.

 

Y parece que Torres se está volviendo contestón. Recientemente en el Camp Nou todos vimos cómo se echaba la mano al oído tras colar su segundo tanto de la noche dirigiéndose a los que segundos antes coreaban un sonoro “Torres maricón”. ¿Provocación o reacción? ¿Quién provoca aquí? El debate sería largo y casi bizantino.

 

Lo que más me fastidia de todo esto es ver la mala intención, el trato desigual y tendencioso que se suele dar a estas acciones. Ejemplos hay a montones. A bote pronto: vimos a los brasileños del Madrid hacer la cucaracha mientras apalizaban a un equipo del fondo de la clasificación y a muchos les resultó simpático en vez de prepotente; vimos a Raúl mandar callar al Camp Nou y no sólo no se observa provocación sino que además los poderes públicos piensan en hacer un sello con la foto; vimos a un tal Leandro simular una micción contra la grada del Vicente Calderón y a Valdano, su entrenador, le entra una repentina nebulosa mental y no opina y si bien, en su momento algunos reprobaron la acción, sí, a nadie se le ocurrió venir con el cuento seis meses después; también vimos a Roberto Carlos en un derbi en el Calderón retirar de una grosera patada las flores que homenajean a Pantic  en uno de los corners y nadie habló ni tan siquiera de falta de respeto. Etcétera.

 

Se recuerdan cosas durante años, eso sí, como los acomodamientos genitales de Hugo en el Camp Nou, el corte de mangas de Giovanni  o el del Schuster  con la azulgrana en final de Copa contra el Madrid. Bueno, de esta última se olvidaron mientras vistió de blanco, como se olvidaron siempre que pudieron del “blancos, llorones, saludad a los campeones” de Figo.

 

La mala leche inunda la memoria y a hace salir a flote sólo cuando interesa. Trataron de meter presión y Fernando cascó dos goles en diez minutos. Eso sí, consiguieron avivar el odio y Torres cobró, si cabe, más de lo corriente, pero terminó entero y sin tarjetas. Misión no cumplida. Otra vez será.

 

Victor Hegelman.

Las mentiras sobre el Atlético Aviación: El equipo del régimen.

Las mentiras sobre el Atlético Aviación: El equipo del régimen.

Muchos son los que comentan o acusan directamente al Atlético Aviación de haber sido el equipo del gobierno franquista, poniendo en tela de juicio cualquier logro conseguido por el Atlético en la posguerra sin aportar el más remoto argumento contrastado. Y no es este un mal que azota sólo a los indocumentados interneteros citados en el primer capítulo de esta serie de artículos. Algunos presuntos historiadores (o como les llama Bernardo de Salazar, “historietadores”) se lanzan sin paracaídas al terreno de la malintencionada sugerencia. Así, mendaz y cobarde se muestra Carlos Fernández Santander: “Curiosamente o no, la Liga y la Copa han sido en este primer año para dos equipos de clara significación pro-régimen: el semi-militarizado Atlético Aviación (sic), que de estar descendido a Segunda ha pasado a campeón de Primera, y el Español, representante de las esencias españolas en Cataluña”. En una línea muy similar proclama Duncan Shaw: “no es sorprendente que el Atlético Aviación (sic) ganase las dos primeras ligas después de la guerra civil; quizá lo es más que el apoyo oficial no le ayudase a ganar más trofeos antes de recuperar su independencia y su nombre original en abril de 1946(sic)”. Es decir, sugerencias, elucubraciones, ataques velados, sin pruebas de ningún tipo, tan sólo intuiciones.
Vamos a tratar de repasar un poquito la historia (lo que ni los “historietadores” ni los mentirosos directos han tenido la decencia de hacer) y vamos a intentar ver hasta dónde llegaban para el Atlético esas presuntas ventajas que podían conducir a considerarle una especie de “Steaua ibérico de los 40”.
Nuevamente agradezco sinceramente a Fernando Sánchez su desinteresada colaboración en la redacción de este artículo.
Lo cierto es que llamaban al Atlético Aviación en los primeros 40 el “equipo de los millonarios” (así lo atestigua el gran lateral Aparicio), aunque no precisamente por tener millones en el banco. La participación en su dirección del Ejército del Aire le otorgaba algún privilegio como uso ilimitado de vehículos y gasolina en sus desplazamientos, y el derecho de elegir a cualquier jugador que sirviese en el Ejército del Aire, con opción sobre los del Ejército de Tierra. Además, como otras tantas entidades dependientes del Ejército, recibió una subvención del ministro general Yagüe. No fue, de todas formas, el equipo colchonero, el único club de fútbol en recibir en los 40 ayudas estatales, pero ese es otro tema.
No hay que dudar, en cualquier caso, que los “cables” recibidos por los aviadores eran interesantes sobre todo en unos tiempos en los que España estaba en ruinas. De hecho la ventaja de los desplazamientos en vehículos militares no era cosa baladí, ya que las condiciones en las que viajaban otros equipos (muchos en trenes regulares y no precisamente en primera) eran sin duda más complicadas.
Bien, el Atleti no era rico pero sí “económicamente viable”. Pregunto sin respuesta: ¿es eso motivo suficiente como para considerar que ganó dos Ligas gracias al poder fascista? Sigamos.
Se habla también de la influencia del equipo aviador de cara a mover los hilos en la Federación. Una vez descartado cualquier tipo de beneficio a la hora de acceder a un puesto en la máxima categoría nacional (ver anterior artículo sobre su derecho a jugar en Primera), tan sólo hay una referencia en la que no se demuestra un trato de favor, pero sí un cierto peso rojiblanco a la hora de recabar apoyos oficiales a favor de sus intereses. Estoy hablando en particular del caso del pase del cántabro Germán del Racing al Athletic Aviación-Club tras la guerra. Y es que las intensas gestiones del directivo rojiblanco Cesáreo Galíndez contaron con la inestimable mediación de la Federación Castellana de Fútbol. Y nada más. Defendieron los intereses de uno de sus clubes frente a los de un club de otra federación regional. Conforme a la ley y sin, por ejemplo, adaptar o modificar normas con urgencia para que pudiesen entrar jugadores en nuestra Liga en clubes poderosos. Hablo de los casos de Kubala en el Barça y Di Stéfano en el Madrid (aquello sí que era tirar de influencias…). Sigamos.
Me pregunto: si el Athletic Aviación-Club era el equipo del Gobierno, ¿cómo se explican sus dificultades para tener un campo propio tras la guerra? Me explico. Con el Metropolitano destruido al Athletic le quedaba la opción de Vallecas, sin embargo, el campo vallecano, según Salázar, era de tierra lo que impedía de acuerdo con las normas federativas que pudiese utilizarse para albergar partidos de Primera. Tocaba replantar, lo cual supuso que los aviadores no dispusiesen de su propio estadio (su segundo estadio, ya que el Metropolitano se estaba reconstruyendo con bastante parsimonia por sus dueños) hasta la última jornada de Liga. Ante tal situación tuvieron los rojiblancos que solicitar al vecino Madrid que le cediese su campo de Chamartín para los partidos locales atléticos. Los blancos aceptaron si bien con la condición de que sus socios entrasen gratis a todos los partidos de los rojiblancos. Durante toda la temporada los jugadores del Athletic Aviación Club sufrieron las iras y abucheos de los hinchas madridistas que animaban ruidosamente un domingo sí y otro también a los rivales de los colchoneros, fuesen cuales fuesen. La situación llegó en ocasiones a enfrentamientos entre los jugadores voladores (presuntamente locales) y el público merengue, lo cual llegó a suponer sanciones para los contrariados jugadores (p.e. Elícegui y Blanco tras partido contra el Betis en Chamartín recibieron multas de 100 pesetas por sus gestos groseros al iracundo “respetable”). Tan patente era el ambiente hostil que tenía que soportar el Athletic (meses después Atlético) en sus enfrentamientos caseros que la Federación Castellana llegó a condenar (sin sanciones, eso sí) tal situación. Así decía un estracto de una de sus notas: “Este apasionamiento de alentar al tercero en discordia cuando su triunfo no beneficia ni indirectamente al nuestro y la hostilidad al equipo de casa en beneficio exclusivo del visitante, infiere grave daño al fútbol regional (castellano)”.
Me pregunto de nuevo: para ser el equipo del Gobierno fascista no parecía que todas las cosas estuviesen demasiado fáciles, ¿no?
Otros episodios puntuales tampoco parecen avalar la teoría del equipo gubernamental. Hablo del oscuro y sorprendente encarcelamiento de su entrenador Ricardo Zamora en el año 40 como consecuencia de haberse ausentado de España saliendo de la zona roja más tiempo del que permitía la ley durante la guerra (dos meses). Esa es la versión oficial. La oficiosa y publicada así en algún periódico de la época era que le encerraron “por rojo” o más claramente por ser amigo de rojos, que para el caso en aquellos años venía a ser lo mismo. Zamora durante unas semanas tuvo incluso que abandonar su cargo de entrenador.
Sorprende por tanto ver cómo en este caso el Gobierno franquista actuó con mano de hierro y dudosa justicia contra su “presunto equipo”.
¿Y en el campo cuáles eran los beneficios? Como digo, mucho se comenta sin argumentos las posibles ayudas a favor del Atlético Aviación para ganar dos Ligas. Lo cierto es que ambas las ganó el Atleti, como diría Maradona, “cagando”, sufriendo conforme a su historia. Incluso en la primera los jugadores terminaron su último partido pensando que no habían ganado el campeonato ellos sino el Sevilla que jugaba en Alicante e iba ganando. Sólo una llamada minutos después les confirmó, para su sorpresa y alegría que el Hércules había conseguido empatar al final dándoles el título. En el siguiente año también ganaron en la última jornada, si bien esta vez dependían de sí mismos. Mucho suspense me parece para tratarse de Ligas ya asignadas de antemano…
De hecho, si eran los jerifaltes fascistas los que asignaban los campeonatos, ¿por qué no ganaron los aviadores las Copas del Generalísimo y las siguientes Ligas para mayor gloria del Movimiento? Lo cierto es que siendo de Aviación el Atleti no volvió a ganar ningún título siendo los campeones de las cuatro Ligas siguientes Valencia, Atlético de Bilbao, Barcelona y Sevilla. ¿También eran fascistas o estos sí ganaron en buena lid? Incluso en esta época hubo dos temporadas (42-43 y 45-46) en las que el Atleti sudó la gota gorda para mantener alejada la promoción. ¿No decían que ganaba por decreto?
En fin, muchas tonterías se han dicho sobre el Atlético Aviación y casi todas sin ningún tipo de documentación, tirando del hispano “difama que algo queda”.
¿Porqué entonces ganó las dos Ligas siguientes a la guerra el Atlético? Traigo aquí unas palabras de Francisco Vivés, primer presidente del Athletic Aviación-Club dando su opinión sobre tal extremo:
“El At.Aviación resultaba ser fácil de llevar, pues al ser, militares o asimilados sus jugadores, no cabían discusiones de ninguna clase y la disciplina resultaba algo innato con sus ocupaciones diarias”. “Con la fusión se hermanaron el Ejército del Aire y el Atlético de Madrid, de tal modo que las primeras estrellas del Atlético Aviación (sic) serían los Germán, Vázquez, Campos, Aparicio, Arencibia... procedentes de soldados de Aviación. Se puede constatar igualmente, mediante documentos oficiales de la época, que los mandos del Ejército del Aire dieron difusión entre sus componentes acerca del At.Aviación para que aquellos que voluntariamente quieran cooperar al engrandecimiento del deporte, se inscriban como socios de este club, que funciona bajo los auspicios del Ejército del Aire [...] El equipo se movía en autobuses del Ejército del Aire. Todo se hacía bien y los resultados eran perfectos”.

Ni una crónica y ni una prueba de mafias, robos u otras conductas arteras a favor de los aviadores. En esta serie de tres artículos están (muy resumidos, eso sí) los hechos. El que quiera que siga inventando o mintiendo, el que no, que lea y se documente.


Victor Hegelman.
Las mentiras sobre el Atlético Aviación: Su derecho a jugar en Primera.
Volvemos hoy nuevamente para desmontar otra de las acusaciones que sobre la historia del Atlético Aviación y, por ende, del Atlético de Madrid. Periodistas con reputado pasado, pero nulas dosis de información y objetividad han vomitado al mundo la siguiente mentira: “En 1.939 se inventó una promoción contra el Osasuna con el objetivo de poder meter al Atlético Aviación en Primera”. Con otras palabras pero la misma desinformación y mala leche publicaba en 1.990 Francisco Yagüe en Diario 16 su incalificable artículo: “Efemérides para olvidar”. Después extendieron su “obra” unos cuantos más. Otros han ido más allá en la idiotez y denuncian: “Para meter al Atlético Aviación en Primera se obligó al Oviedo a renunciar a la plaza que le correspondía”.

Después de respirar unos minutos (tal avalancha de tontunas son difíciles de ingerir sin anestesia) vamos, como siempre, con los datos contrastados en los libros de historia.

Antes de comenzar quisiera dar las gracias por su ayuda tanto para confirmar datos como para ampliarlos y enriquecerlos a Fernando Sánchez, doctor cum laude en periodismo por su tesis: “Fuentes documentales deportivas aplicadas a la historia de un club deportivo español: Historia del Club Atlético de Madrid”.

Como dije en la anterior columna el Athletic Club (de Madrid) había descendido a Segunda división en 1.936 y esa era la categoría que en principio correspondía al Atlético Aviación al reanudarse la competición en 1.939. Sin embargo, ante una cierta sorpresa general, el Oviedo pidió una especie excedencia solicitando a la Federación, dada su desastrosa situación económica, social y deportiva, una prórroga para su reingreso en la competición. Es conveniente recordar como, antes de la Guerra Civil, el Oviedo, si no un grande como tal, era un equipo plenamente asentado en Primera, cuarto clasificado en la Liga del 36 y contaba en sus filas con Isidro Lángara, la gran figura hispana goleadora de preguerra (máximo anotador liguero en la 33-34, 34-35 y 35-36). Al finalizar la contienda bélica el Oviedo había perdido a una buena parte de sus jugadores (la lucha en Asturias fue especialmente cruenta), el propio Lángara había huido fuera de España con la selección de Euzkadi, y tenía su campo de Buenavista literalmente destrozado, con la tribuna arrasada (las maderas se arrancaron para hacer fuego) y una gran trinchera que partía el campo de juego en dos. Sin medios para reanudar su actividad, fue por tanto el club astur el que solicitó que le excluyesen temporalmente de la renacida Liga.

La Federación Española, ante la baja del Oviedo, confeccionó el calendario liguero con once clubes (uno descansaba cada semana). Sin embargo, el Club Atlético Osasuna reclamó su derecho a jugar en Primera en base a un acuerdo tomado por la Junta Directiva de la Federación, el 26 de junio de 1938, que otorgaba una plaza en la categoría de oro al equipo osasunista como agradecimiento a los servicios prestados por el pueblo navarro al bando nacional durante la Guerra Civil. Esta curiosa decisión fue refrendada por la Federación en la primera asamblea celebrada tras la guerra. Eso para los que hablen de “equipos del gobierno”. A ver cómo les cuentan ahora esta historia a los Indar Gorri…
Claro, si por una razón así se podía entrar en Primera, no es extraño que llegasen también reclamaciones de Coruña, Vigo y Ceuta enarbolando la bandera del “pa´ franquista el que suscribe, que yo también estuve a tortas con los rojos y merezco estar en Primera más que nadie”.

Sin embargo, estos méritos eminentemente bélicos chocaban frontalmente con los reglamentarios y deportivos, porque, al renunciar el Oviedo, el equipo que había tenido mejor clasificación en la última temporada no era otro que el Athletic Club (de Madrid) penúltimo en Primera en 1.936, correspondiendo el farolillo rojo al “promocionable por las armas” (valga la expresión) Osasuna.

Los directivos aviadores rojiblancos movieron sus influencias en la Federación (que no eran pocas) reclamando su mejor derecho conforme a la normativa puramente deportiva, y, tras varias deliberaciones, se decidió que el aspirante político (Osasuna) y el deportivo (Athletic) dirimiesen la plaza en primera en un partido de promoción a celebrar en campo neutral. Dicha decisión “salomónica” despertó una gran polémica, y no a favor del Ahletic-Aviación Club, que era el que realmente cedía su derecho deportivo frente a intereses ajenos totalmente al mundo del fútbol, sino a favor de Osasuna que presentó un recurso al Consejo Nacional de Deportes. Se llegó incluso a dudar del “franquismo” de los miembros federativos que tomaron la decisión, de ahí que el fallo de Consejo a favor del partido de promoción añadiese en su texto unas curiosas explicaciones finales:

“Resolución por unanimidad:

La Comisión ejecutiva, después de un detenido estudio de los antecedentes que se citan, resuelve por unanimidad:
PRIMERO. Que confirmado el acuerdo recurrido, el puesto vacante circunstancialmente en la 1ª División de la Liga de clubs de fútbol se decida a favor del que resulte vencedor del partido a celebrar entre el CLUB ATLETICO OSASUNA y el ATHLETIC-AVIACION, en Valencia, el día 26 DEL CORRIENTE MES.
SEGUNDO. Que es condenable y debe ser sancionada debidamente la campaña pública llevada a cabo por elementos extraños y con fines absolutamente ajenos al deporte.
TERCERO. Que son calumniosos y dignos igualmente de sanción los ataques inferidos a la Federación Española de Fútbol, y a sus dignos componentes, de cuya honorabilidad, responde plenamente la COMISION EJECUTIVA, así como el de su adhesión absoluta al glorioso MOVIMIENTO NACIONAL”.

Resumiendo, que la promoción “inventada” (según los indocumentados) en favor del Athletic Aviación-Club resultó en realidad ser una cesión por parte de los aviadores rojiblancos de su legítimo derecho deportivo a favor del Osasuna, cuyos méritos se reducían a su arrojo en la lucha en pos de la victoria de las tropas de Franco. Ni más ni menos.

Para completar la información sólo queda decir que el partido de promoción celebrado en Mestalla el 26 de noviembre de 1.936 terminó con un 3-1 favorable a los madrileños con dos goles de Enrique y uno de Vázquez que remontaban el inicial de Vergara, refrendando en el campo de juego lo que la política había puesto en duda: su derecho deportivo y reglamentario a jugar en la máxima categoría nacional.

Victor Hegelman.

PD. Por cierto, al Oviedo se le guardó su plaza y se reincorporó a la Liga de Primera División en la temporada 40-41, pero esa es otra historia.
Las mentiras sobre el Atlético Aviación. Su nacimiento.
Nacimiento del Atlético Aviación.

Como dijo aquel, empecemos por el principio. Algún ignorante valiéndose de internet ha lanzado al mundo la siguiente frase: “el Atlético Aviación (actual Atlético de Madrid), un club creado durante la guerra civil por el ejército fascista y que luego se valió de las ayudas del gobierno franquista para ganar dos ligas. El Madrid quedaba en la capital como el equipo republicano”. Dado que la acumulación de tonterías en tres líneas es ingente voy a ir poco a poco, y en esta ocasión responderé a la pregunta: ¿de dónde sale el Atlético Aviación? Prepárense porque aunque intente resumir no prometo nada.

Comencemos por el Atleti. ¿En qué situación deportiva llega a la guerra? El Athletic Club (llamado de “de Madrid” como identificación de la ciudad a la que pertenecía que no por ser parte del nombre) jugó en la temporada 35-36 en Primera división para finalmente descender a Segunda tras un dramático partido contra el Sevilla en Madrid que termina 2-3 (el del famoso –para los que mienten, desconocidísimo- penalti fallado por Chacho en los minutos finales).

Durante la guerra el Athletic Club, como los otros clubes, reduce su actividad al mínimo, si bien juega algunos partidos benéficos, por ejemplo, ante un equipo creado por los militares republicanos llamado “Batallón Deportivo”.

Lejos de Madrid y por su cuenta, otro equipo creado durante la contienda bélica, el Aviación Nacional, nace en Salamanca en la base aérea de Matacán a mediados del 37, contando con soldados voluntarios y de reemplazo, y con la finalidad de jugar encuentros benéficos con otros equipos militares, obviamente del mismo bando.

Sin embargo, en verano de 1.938 la Batalla del Ebro motiva el traslado del Cuartel General del Generalísimo a Zaragoza y allí se va el equipo aviador. Allí juega amistosos con el Racing de Santander, Alavés, Zaragoza y Real Unión entre otros, y además empieza a jugar partidos oficiales actuando, digamos, como un “club de verdad” . Así, participará en el Campeonato Regional de Aragón proclamándose campeón tras vencer insisto, en partidos oficiales, primero al Recuperación de Levante, luego a la 80ª Compañía de Automovilismo y para rematar, en la final, al Real Zaragoza en su antiguo campo de Torrero. Nótese que el Aviación Nacional no era precisamente el único equipo militar o representativo de los nacionales creado en la Guerra Civil, y es que tres años dan para mucho, no siendo tan raro que en una sociedad en la que la población civil bastante tenía con escapar y sobrevivir de cualquier manera, fuera en el seno del ejército donde pudiesen desarrollarse actividades deportivas.

La victoria voladora en el Campeonato Regional le permite participar en la I Copa del Generalísmo en la que eliminó al Betis en octavos de final, cayendo ante el Sevilla en cuartos con un arbitraje en el partido de vuelta en la ciudad andaluza que algunos cronistas de la época calificaron como favorable al equipo sevillano. De hecho el “referee” marcó el final con algunos minutos de antelación ante la invasión de campo que se produjo al marcar el Sevilla el cuarto gol que daba la clasificación a los locales. Un poco raro esto último tratándose del equipo de Franco que recibía favores para ganar, ¿no? Pero sigamos.

La guerra termina el 1 de abril de 1.939 y el Aviación Nacional, lejos de querer disolverse, establece su sede (o sencillamente domicilio) en Madrid, en el Paseo Martínez Campos 30, siendo la persona de contacto el Alférez Salamanca.

Evidentemente existe un problema. Con la guerra terminada el equipo aviador no tiene donde aterrizar y, aunque haya participado en la I Copa del Generalísmo no le pueden meter sin más, por ejemplo, en Primera o Segunda División. Hubieran podido empezar desde categoría regional y emprender el tortuoso camino de los ascensos para llegar a la élite, si bien esa idea ni se pasaba por la cabeza de los directivos azules. Era necesaria una fusión con otro club ya existente.

Y lo cierto es que la idea de juntarse con el Aviación Nacional no sólo era interesante para los militares, sino también para los principales clubes capitalinos. Tanto es así que el primer club que corrió a presentar sus respetos y a pedir relaciones duraderas a Martínez Campos, 30 fue el Madrid Club de Fútbol (el Real se lo quitó del nombre durante la II República) a través de uno de sus prohombres más destacados, don Pedro Parages. Surge la pregunta, ¿pero no era el Madrid, según el indocumentado internetero, el equipo republicano? Pues no, mire usted. Corrieron como gamos a juntarse con “la aviación fascista”, hecho que, por otro lado, era la primera y gran opción que se pasaba por la cabeza de los militares de azul.

Sin embargo, el acuerdo no llegó a cerrarse. Las razones en nada tenían que ver con el presunto republicanismo madridista. Según cuentan, la principal fue las altas imposiciones de los voladores, sobre todo en lo referente a la presencia de sus oficiales en la directiva merengue, algo por lo que no pasaban, insisto, no por falta de afinidad al régimen (que la tenían y mucha) sino porque la fusión suponía demasiados gallos (con uniforme y sin él) en un mismo corral. Molestaba también la posible presencia de la palabra Aviación en el nombre del futuro club, desplazando el Madrid a un plano secundario, así como la posible modificación del escudo con la inclusión de emblemas del Arma de Aviación, aunque estos puntos eran menores con respecto al anteriormente mencionado..

La renuncia del Madrid abre dos nuevas opciones de integración para el Aviación Nacional. La primera que se baraja es el Nacional de Madrid, equipo de Chamberí. Las ventajas de esta alternativa son evidentes: el Nacional tiene campo propio (“El Parral”, relativamente cerca de la Plaza de Toros de las Ventas) y en cuanto al nombre, los militares no tendrían ni tan siquiera que cambiar el suyo original (quedaría en Club Aviación Nacional).
La otra opción es el Athletic Club (de Madrid). La guerra, indudablemente, había terminado de destrozar a un club en crisis tras el descenso a Segunda del 36. Por no tener no tenía ni campo dónde jugar ya que el Metropolitano había sido arrasado al ser primera línea en el frente de Moncloa y la Ciudad Universitaria durante el asedio a Madrid. Sin embargo, ofrecía un puesto en Segunda, algo que no tenía el Nacional. Ofrecía además una larga experiencia de sus directivos, y una plantilla en la que todavía contaban importantes jugadores de antes de la guerra como Guillermo, Mesa, Gabilondo, Elícegui o Arencibia. Otros muchos eso sí, estaban inutilizados, valga la expresión, al estar pendientes de clasificación en campos de prisioneros o escondidos tras haber luchado a favor del ejército republicano (coño, pero ¿no era el Atleti el equipo de los fascistas?), o huidos con la selección vasca (caso de Urquiola) o caídos en combate (Ángel Arocha).

Los aviadores aportarían su organización madurada en la guerra, algunos fondos propios (no demasiados como el tiempo demostrará), infraestructrura del ejército, que no venía nada mal en una España destrozada (autobuses para desplazamientos, comida para dietas…) y un equipo deportivo más que interesante, con el famoso Ricardo Zamora como entrenador, y un buen número de jugadores que llegarán a leyendas del fútbol español: Germán, Machín, Aparicio, Campos, Vázquez, etc.

El interés por tanto era mutuo, si bien para los rojiblancos era una auténtica “cuestión de Estado”. Los directivos atléticos Touzón, Fernández Cabello y Galíndez exponen a los demás socios que en caso de no llegar a un acuerdo con los voladores existe un peligro real de desaparición. Las posturas se acercan y finalmente, el 4 de octubre de 1.939 en los locales del Athletic de la calle Alcalá se firman los acuerdos protolarios por los que se crea el Athletic Aviación-Club bajo la presidencia del comandante Francisco Vivés. El nombre de Club Atlético Aviación llega un año después, tras prohibirse los vocablos extranjeros en los nombres de los clubes de fútbol (nacen, entre otros, el Atlético de Bilbao, el Real Gijón o el Real Santander).

En las próximas semanas iré desgranando nuevos aspectos que desmontan las absurdas teorías de los que insultan la historia colchonera sin haber tenido la decencia de consultar un solo libro de historia.

Victor Hegelman.
Las mentiras sobre el Atlético Aviación. Introducción.

 

Esto de Google está muy bien. Necesitas información sobre algún asunto y no tienes más que teclear un nombre relacionado para encontrar enseguida numerosa información. Pero, ¿es realmente información lo que se encuentra? A veces sí y otras muchas, no. Es abrumadoramente fácil transmitir una mentira, una falsa acusación o sencillamente una imbecilidad en Google, porque el gran problema de este buscador es que no posee detector de ignorantes.

¿Por qué todo este rollo? Hay motivo. En las últimos semanas me he ido introduciendo cada vez más en este mundillo de los “blogs periodísticos” (si se les puede llamar así), y dentro de las múltiples discusiones que se montan una de ellas ha devenido en acusaciones de lo más variopintas sobre la historia del Atlético de Madrid, en particular sobre la fase posterior a la guerra civil española (1.936-1.939) en la que el conjunto colchonero pasó a denominarse primero Athletic Aviación-Club y después Club Atlético Aviación. En los próximos días voy a ir publicando columnas con las que, una vez informado y documentado, intentaré arrojar luz sobre este tema. Y no es mi intención la de aclarar ningún punto a los mentirosos, pues cuando se acusa con mala fe y sin tener ni puñetera idea pocas ciencias son válidas. Mi explicación se encamina a aquellos que lean esta serie de columnas sin prejuicios, para que cuando oigan a un tonto lanzar patrañas sobre el Atlético Aviación, puedan rebatirlo con lo que aquel no presenta: argumentos.

Victor Hegelman.

P.S. QUE NO SE ME OLVIDE. Las fuentes consultadas para la redacción de esta serie de columnas son:

- Libro: “Las grandes mentiras del fútbol español” de Bernardo de Salazar y Félix Martialay, principalmente en su capítulo “Rojiblancos con alas”.
- Historia de la Liga española, auspiciada por MARCA (1.989).
- Dos historias del Club Atlético de Madrid publicadas, una por AS y otra por MARCA a principios de los años 90.
- Historia del Centenario del Atlético de Madrid, escrita por Bernardo de Salazar, publicada por diario AS en 2.003.
- Historia del Centenario del Real Madrid escrita también por Salazar y publicada por el Diario AS (2.001).
-Algo importante: testimonios directos de descendientes de jugadores de aquel tiempo. Me reservo los nombres.

¿Pueden los mendaces acusadores aportar una mínima bibliografía?

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