Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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octubre 2012 - Artículos

Caballeros pedestres
Todo lo que es bueno para el Atlético es malo para Gil Marín. Como el que manda en el Atlético es Gil Marín, rara vez le irá bien al club. Éste necesita que la casualidad desbarate los planes de su parásito. Por ejemplo: si Simeone dispone de una plantilla relativamente abundante es por culpa de la crisis, que ha impedido a Gil Marín vender tres o cuatro futbolistas que al entrenador le vienen muy bien para oxigenar el once titular. La atonía del mercado ha frustrado la venta de los García, Costa, Godín o Adrián. Hay una demarcación, la zona ancha, donde el imprevisto superávit mejora la competitividad del equipo. Nadie ahí es un crack (aunque los turcos sepan que la pelota es redonda) pero todos funcionan más o menos. Y hay tantos porque a la postre no hubo manera de deshacerse de los transferibles cuando ya se había contratado a coste cero a sus sustitutos.

 

Por eso es completamente erróneo considerar que los tradicionales adversarios ningunean al Atleti, descreen de sus posibilidades y se mofan por lo bajini de su inesperada salud en el césped, juzgándola efímera, u optan por desestabilizarlo, envidiosos o temerosos de que bla, bla, bla... Nadie, fuera de Gil Marín, desestabiliza al Atleti porque no es necesario (lo fue en otros tiempos pero no hoy). Al revés, la prensa, mitad por aburrimiento del duopolio, mitad por adicción a la novedad, ha auspiciado la candidatura del Atleti a romper la hegemonía de los poderosos y despabilado la posibilidad (aún quimérica) de una sorpresa en el torneo liguero. Esa prensa es la misma que agigantó el valor de las copas recién conquistadas por el Atleti, aunque para la parroquia rojiblanca, habiendo perdido el rojo, que es el color de la vergüenza, y presa del delirio de grandeur, toda hinchazón y toda fanfarria se le antojasen muy por debajo del mérito acumulado por el conjunto del Manzanares.

Es verdad que los buitres trazan círculos en la vertical de Falcao, pero es el propio Gil Marín el que estimula su apetito dejando a la intemperie el cordero muerto y putrefacto: la deuda del club. La desfachatez de Gil Marín llega al punto de vincular el restablecimiento de las finanzas del Atleti, saqueado por su familia, a la venta de Falcao. Una vez fuera el ariete y clasificado el equipo para la Champions, no tardará en decir que algún otro inopinado mal ha hecho puré las brillantes expectativas. Los okupas abusan del truco sin que nadie se lo estorbe; ¿por qué van a cambiar de sistema?

De modo que el asunto consiste en averiguar si la estrella del Atleti se va o no al Madrid. Lo otro, su salida o no, carece de morbo: se irá. Pero aquí desempeñan los pactos de caballeros (que ahora llaman, a la bélica usanza, de ‘no agresión') un papel meramente ideológico. Como no se trata de un pacto entre iguales o inter pares; el acuerdo consiste en que el Real Madrid no desestabiliza al Atleti. ¿A cambio de qué? Es un misterio. Bueno, no tanto.

En realidad no hay tal pacto. El Madrid, motu proprio, no le arrebata jugadores al Atleti para que Gil Marín y Cerezo sigan en el machito y la pazguata afición colchonera desvíe su enojo hacia la nada. Claro que el puño amenazador y la injuria pueden volverse contra el futbolista que huye cuando apenas habían zurcido su nombre en la camiseta del anterior tránsfuga, para lo cual basta con que amague con pasarse al Madrid, aunque después elija una entidad de la Premier.

El lobby merengue sabe que los dos pájaros de cuenta, Gil Marín y Cerezo, garantizan un Atleti capitidisminuido y menor. Para el Real Madrid la debilidad colchonera tiene un valor estratégico; los blancos no ignoran que le deben más a los Gil que a sus providenciales presidentes, incluido el ser superior Florentino.

Y si es posible que la cosa cambie con Falcao es porque en Concha Espina piensan, con razón, que tal vez Gil Marín y Cerezo hayan acumulado suficiente carisma de campeones para otras dos décadas de crudo invierno. A su debido tiempo Falcao asumirá el aspecto de Judas y Gil Marín volverá a sacar en procesión los títulos europeos. Ya no teme a la lluvia, que nunca pasó del calabobos; dicen que se ha comprado un paraguas.