Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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junio 2007 - Artículos

El sueño de las marmotas (o la gran engañifa)

Cronológicamente hablando, la ofensiva empezó con un obús: "Esta vez va en serio" (¡sic!, ¿y antes no lo iba?), lanzado con rugiente desahogo por los malignos tarugos de costumbre. "El club y el jugador se frotan las manos" (¿Y los abonados del Atleti? Se frotan los ojos.) Y aunque el "Niño" declaró públicamente que no pensaba marcharse, ellos no interrumpieron su campaña artillera: "El Arsenal y el Liverpool competirán por Torres". Y empezó el alud de ofertas irrisorias (cantidades insultantes que sólo se pagan hoy por medios defensivos o por juveniles portugueses) que, para más inri, incluían el desembarco en el Calderón de jugadores que cobran mucho y hacen poco: Luis García (en el caso del Liverpool) y Reyes (en el caso del Arsenal). Y así hasta hoy.

El dirigente más superfluo y dañino que existe en el balompié mundial reúne a sus sicofantes infiltrados en cierto papel periódico para comunicar esta sabiduría: "Nadie somos imprescindibles" (sic), pues el muy bribón no goza si no estropea la gramática. Ahora bien, las intenciones de Gil Marín (alias: "Twistface", alias: "Garganta Profunda", alias: "Calam", por "calamidad", remoquete que le impuso su progenitor) son las de costumbre. (Alguien me dijo la otra tarde en Neptuno que Gil Marín habría proferido el siguiente juramento: "Venderé a Torres y el Calderón aunque tenga que ir por la calle en tanqueta". ¿Blindará su Porsche con cargo al presupuesto del Atleti?

Ahora bien, si él no es imprescindible, ¿qué podríamos afirmar de los granujas que le guardan las espaldas? Se diría que "Twistface" los tiene en la nómina del club y que por ese motivo han tomado como asunto personal (déjalo de nuestra cuenta, Miguel Ángel) el desahucio de Torres. ¿A cambio de qué, de la primicia?

Por de pronto, son tan torpes que no saben contar ni con los dedos de los pies. A Neptuno destacaron al inútil de su promoción con menos aritmética, y al pobre le salieron 180 disidentes, cifra que otros diarios nada afines a los insumisos colchoneros elevaron a 300 y 350. (Por cierto, las letras de algunas de los canciones que la gente coreó en Neptuno fueron censuradas por esos adalides de la libertad de expresión: "¡Delincuentes, delincuentes!" (y no señalaban a nadie), "¡Salta a la vista, la prensa es gilista!", "¡Cerezo, Marín, os quiero en Alhaurín!", y una versión del himno en la que se remataba el "¡Atlético de Madrid!" del estribillo con un contundente y exacto "¡Sin Gil!"

La otra cabeza pensante del ente bicéfalo que nos expolia, el tal Cerezo, había afirmado poco antes de que su colega decretara la insoportable levedad del ser: "No podemos hacer nada si viene un equipo y paga la cláusula de rescisión de Torres". Pero la cláusula bajó precisamente para que alguien viniera a por Torres y no pudiésemos hacer nada para evitar que se fuera. Y aún así, ni el Manchester, ni el Chelsea, ni el Liverpool parecen dispuestos a aflojar los 40 millones de euros. Con todo, los okupas no renuncian a desprenderse del único jugador con el que los seguidores rojiblancos se identifican. (¿Temen el cariño que la afición le profesa a Torres?)

Entre los hipócritas no han faltado los que claman para no se corte la trayectoria del futbolista, los que le dan las gracias al chaval por todos estos años, los que comprenden su postura, etc., etc. Ese adjetivo posesivo tiene truco. Platón acusó a los poetas de mentir demasiado. Pues bien, cierto poetastro refitolero nos quiere convencer de que Torres se va por iniciativa propia y de que su camino de Damasco fue la noche de la debacle a pies del Barça. Él, con sus propios ojos, fue testigo de cómo la cabeza de Torres "hacía clic" (sic) tras el seis a cero. ¡Triple imbécil!, ¿acaso quien ha decidido marcharse se molesta en convocar a los medios de comunicación para decir que no se va?

No acaban aquí las fabulosas noticias: los que ya dan por perdido al capitán del Atleti, los que preparan la "era postorres" (sic; ¡cuánta palabrería para disfrazar de entusiasmo la resignación!), nos dicen que Gil Marín y Cerezo van a tratar de convencer a Riquelme de las bondades del siguiente gran proyecto rojiblanco. ¡Un equipo alrededor de Riquelme, cuando no lo quisieron (o supieron) organizar en torno al "Niño"! Y enumeran el pedazo de plantilla que los ineptos okupas, esta vez sí, estarían configurando cara al próximo curso: el mencionado Riquelme, Luis García, Forlán, Quaresma, Abbiati, Cléber Santana… Cómo será la cosa que hasta "Indi", que se disponía a romper el carné, ahora está radiante. (El día menos pensado comprará diez abonos. A lo mejor ocurre precisamente eso: que la campaña de renovación de los abonos no marcha como esperaban los okupas y su fiel claque de marmotas.)

¿Pero no quedamos en que el 90% del plantel de este año continuaría en el club? ¿No quedamos en que la base era inamovible? ¿No quedamos en que el único futbolista que sentía los colores del Atleti era Torres? Y desde el punto de vista deportivo, ¿no eran centrocampistas lo que necesitaba el once del Calderón? ¿Para qué quiere el Atleti cinco atacantes: Diego, Mista, Luis García, Agüero y Forlán?

Gil Marín y Cerezo se sienten tan poco concernidos por lo que anuncian, por lo que prometen, por lo que expectoran a la buena de Dios como Goebbles y Hitler ("No queremos la guerra", "No invadiremos Polonia", "No atacaremos a Francia", etc.) ¿Estarán tramando (y que me perdonen la frivolité los judíos) una Solución Final para el Atleti?

Me pongo mi disfraz de secretario técnico: Forlán: 28 años, goleador irregular y harto propenso a las rachas, con predominio de aquellas en las que le falla la puntería. Pasó desapercibido en el Manchester. Tuvo un año espléndido en el Villarreal, pero después decayó. ¿Y por un crack que les costó a los valencianos tres millones se dispone a pagar 20 el Atleti, poco menos de lo que abonará el Liverpool por el "Niño"? Claro que el chaval les salió aún más barato a los okupas. Luis García: 29 años, chupón, anárquico, se lesiona con facilidad… Sale un Aguilera y contratan a otro: Galleti; sale un Galleti y contratan a otro: Luis García. Riquelme: 29 años; aunque buen jugador, es muy lento e impone su lentitud al equipo. Sin embargo, tira las faltas y los corners. Pero no vendrá, perded el cuidado. Abbiati: portero gigantón, suplente de Dida en el Milán (y Dida no es mejor que Leo Franco.) Cléber Santana. Sobre el futbolista del Santos había yo emprendido una pequeña investigación, de esas a las que no condescienden los periódicos (¿para qué, si su trabajo no consiste en informar?) Ofrezco íntegramente el resultado de las modestas pesquisas. Me apoyaré en lo leído aquí y allá. "Santana tiene 25 años y es una de las joyas del fútbol sudamericano". ¿Una joya y sigue en Brasil con esa edad? Tampoco es internacional, detalle revelador. "Juega de mediocentro, una de las posiciones que desde el Atlético se habían propuesto cubrir para la próxima temporada…Su máxima virtud es lo bien que se incorpora al juego de ataque y su capacidad goleadora". ¿Un mediocentro cuya principal virtud es la incorporación al ataque y el gol? Qué raro. Además, ¿no se dijo todos estos meses de atrás que el Atleti buscaba un medio de enlace? Como las marmotas no informan y fundan sus juicios en las terceras o cuartas versiones del primer bulo que empieza a circular, indago en Internet. Un diario de Sao Paulo publica un suelto, que traduzco para vosotros: "Comenzó 2007 y Cléber Santana decidió hacer goles. Con libertad, en plena forma física y muy bien acompañado en el campo, el ex del Vitoria de Bahía tuvo un primer bimestre increíble y, hubo un momento en que parecía capaz incluso de ser el máximo goleador del campeonato paulista. Pero aquel momento pasó, los adversarios subieron de nivel y el fútbol de Cléber prácticamente desapareció. Pretendido antes por clubes fuertes de Europa, entre ellos el Atlético de Madrid, ahora aparece en el once inicial del Santos sólo porque es mejor marcador que Tabata o Pedrinho, que tampoco son una maravilla. En siete de los diez últimos partidos, que jugó como titular, no acabó el encuentro. Desde el 8 de abril no consigue un gol. Por eso hay que evitar precipitarse en los análisis futbolísticos. Tras media docena de buenas actuaciones contra rivales de calidad dudosa, mucha gente pedía ¡Cléber Santana, selección! Hoy tanta o más cree que debería ser suplente en el Santos". ¿Optó Santana por no arriesgarse a una lesión que hubiese impedido su traspaso o se disponen los okupas a enrolar otro Moacir?

En resumen, se trata de que los seguidores del Atleti admitan esta mayúscula contradicción: Torres debe irse porque el Atleti no es un club grande, si bien el Atleti es grande, grandísimo, aunque se vaya Torres!

A Gil Marín y Cerezo les gusta el zoo de los diarios deportivos y de todas las jaulas su predilecta es la de las marmotas. Allí prodigan los cacahuetes; los animalitos se ponen muy contentos y, con la panza llena, no tardan en dormirse. ¿Qué sueñan? Una invariable secuencia de fracaso, ilusionismo, chaladura y engañifas. El Atleti vive en el día de la marmota desde que los Gil okuparon el club.Roncan su destino las criaturas más vagas y con menos seso del parque.

Aniversario

Hoy, exactamente hoy, se cumplen 20 años del comienzo de la claudicación. Dos décadas de ignominias, de bochornos, de disparates, de groserías, de embustes, de algún ralo éxito, que fue como engordar para morir. Veinte años marcados por un modus operandi monótono: el trapicheo perenne con futbolistas y entrenadores y una administración opaca y calamitosa. La leyenda dice que los males empezaron cuando la Justicia intervino el club, falacia que repiten como discos rayados, como meros robots, los valedores y acólitos de Gil & Cía (o sea: la prensa especializada en camelos, que opera como satélite del club). Pero lo cierto es que el año antes de que el juez dictara el famoso auto que apartaba momentáneamente a los Gil de su presa, la entidad del Manzanares había rozado la promoción. Y que en el 94 y en el 95, o sea: en vísperas del doblete, también había frecuentado los lugares más angustiosos de la tabla. No hablaremos de las clasificaciones mediocres, la tónica bajo semejantes personajes, ni de la antihazaña que representó el descenso y permanencia en segunda, un fracaso balompédico de antología.

Pero así como para los mangantes y sus mariachis hay un antes y un después del secuestro legal del club (expresión utilizada por algún demagogo feroz), muchos aficionados creen que la fecha divisoria es el doblete. Se equivocan, porque si bien los títulos (tres copas y una liga) se sitúan en los nueve primeros años de la era Gil, nunca hubo una gestión diligente y eficaz antes o durante el doblete, y tan estúpido es suponer que los problemas con los tribunales trajeron las desdichas posteriores como imputárselas al destino, a la idiosincrasia del club o al mal fario. No, los años que precedieron a la inyección de moral y fondos que debió haber supuesto y no supuso el desenlace de la temporada 95-96 se caracterizaron por las mismas artimañas, fintas y torpezas que son habituales hoy. (Siempre han hecho lo mismo y siempre lo harán; por eso urge su expulsión.)

Yo propongo un antes y un después menos engañosos o románticos: el antes y el después de la Ley Bosman. En efecto, el alto tribunal de Luxemburgo falló en diciembre de 1995 que cualquier club podía contratar a los profesionales de la UE que le apeteciese, sin que importara el número. A partir de entonces, la anterior política de los okupas (idéntica a la actual, insisto), centrada en el saqueo metódico del club, ya no bastó para mantener a raya a los rivales domésticos de mediana o pequeña envergadura, los cuales podían crecer, libres de los estorbos de antaño. La ley Bosman abrió un caladero virtualmente inagotable a cierto tipo de pesca, y los más astutos cargaron sus redes.

El Atleti de los últimos 10 años ha perdido una cantidad escandalosa de terreno no sólo ante el Madrid o el Barcelona (frente a quienes, bajo los Gil, no quiso ganarlo nunca; eso es lo que significa la cantinela del tercer club de España) sino ante el Valencia, el Coruña, el Sevilla, el Zaragoza, el Villarreal… Y su ocaso como club coincide con el tiempo que lleva en vigor una normativa destinada a incrementar la rivalidad en el balompié del Viejo Continente. Los que mejor entendieron los cambios, progresaron; los que no, se fueron a pique.

Los Gil nunca han sido más que unos especuladores por cuenta del Atleti, a los que un simple cambio en las leyes que rigen el fútbol profesional en Europa puso en evidencia. Pero a ellos les importa una higa, y el Gil que queda sigue a lo suyo: vivir muy bien del desguace de un club. A las pruebas me remito.

(Posdata.) Escucho Radio Real Madrid. El locutor (un pájaro loco pero de cuidado) informa de la concentración contra Gil y Cerezo de esta tarde, omitiendo la hora. Después de entrevistar brevemente a uno de los convocantes del acto de protesta, el tipo, que exhala un tufo a ideólogo merengue que hiere la nariz a cien kilómetros, se pone a editorializar sin escrúpulos: ¡toma partido por los Gil! El muy granuja, que no hubiera soportado que al club de sus amores le rozase la piel ni la milésima parte del granizo que ha llovido sobre las costillas del Atleti, llega a decir que Gil Marín y Cerezo hacen todo lo que pueden (¡sic!, ¿tarados? ¿impotentes?), e insinúa que, si bien cada cual es muy libre de manifestarse cuando le venga en gana, los que acudan esta tarde a Neptuno no tienen razón y se quejan de vicio. ¿Es imbécil? ¿Cobra? ¿Cobra por ser imbécil?

¡A por ellos!

Me atrevería a recomendar un par de cosas a los inversores que lidera el señor Camuñas y cuya intención es comprar el Atleti: hagan pública su oferta (para que Gil Marín y Cerezo no osen negarla) y, cuando los otros la rechacen, quédense entre la afición en un lugar bien visible; no regresen al anonimato; no se vayan por donde vinieron; eríjanse en un punto de referencia para los detractores de Gil Marín y Cerezo. No imiten a Alfonso Camba, quien, después de lanzar Iniciativa Atlética, para que lo arropase en su propósito de adquirir el club, la disolvió ante la negativa a vender de los okupas. Obró así porque a su juicio el asunto crucial era la titularidad de las acciones. Él creía que, puesto que el Atleti es una sociedad anónima, todo cuanto no se ajustase a una eventual transacción mercantil sobraba; reducía así la entidad a un bien tangible como otro cualquiera, con sus dos dimensiones privadas: el valor de uso y valor de cambio. En tiempos normales, Camba habría tenido razón, al menos en parte, ya que se hubiese tratado casi de un negocio como otro cualquiera (es lo que ha sucedido con las compraventas del Manchester o del Liverpool, actos estrictamente privados, aunque de cierta repercusión social). Pero los tiempos que corren en el Atleti son asaz anormales y difíciles: el club bordea el abismo; está en las últimas; de ahí el error estratégico de Camba.

El Atleti, dado el momento tan delicado por el que atraviesa, concierne más que nunca a la totalidad de sus seguidores, a la afición colchonera en su conjunto, y quienes aspiren a reemplazar a Gil Marín y Cerezo deberán convencer a los abonados y simpatizantes de que su entrada en el club es tan necesaria como funesta la continuidad de aquellos. Camuñas y los suyos nunca constituirán una alternativa sin el visto bueno de la opinión pública, pero jamás lograrán que les cedan las acciones si no se constituyen previamente en alternativa a los actuales propietarios.

Ahora bien, si fuesen capaces de explicar ante todos lo que piensan del Atleti de hoy, exponiendo su plan para rescatarlo del caos y la ruina, se ganarían el corazón de la masa social y sus posibilidades de éxito aumentarían, pues, por mucho que los okupas se aferren a la entidad, nadie puede administrar un club de fútbol con los aficionados de uñas. Hasta ahora la gente no se ha sublevado, pero quizá esa mansedumbre se deba, entre otros motivos, a que, al mirar alrededor, no ha visto a nadie lo suficientemente conspicuo como para depositar en él la confianza que no merecen los okupas. Gil Marín y Cerezo temen (no pueden no temer) que tarde o temprano surja alguien con fondos, ideas y ambición, una figura que aglutine el descontento rojiblanco y lo use como un ariete contra ellos. Prueba directa de que mi afirmación no es un dislate es el trabajo que se toman los dos compinches para acallar -o sofocar antes de que estallen- las tibias protestas, cuando la realidad del nuevo fracaso perfora la mentirosa propaganda que envuelve al club, para no hablar del nerviosismo que se apodera de ambos cuando perciben la más leve pancarta hostil en el Calderón. Saben que, el día en que el público se harte de sus argucias y les haga frente, sus horas como saqueadores del Atlético de Madrid estarán contadas. Ya veréis como entonces se avienen a firmar los documentos requeridos en la soledad de un despacho.

Podredumbre gris

(El minuto.) Una vez hecho público el plan para lo que restaba de campeonato, a saber: que el Madrid no ganase la liga y que el Atleti volviese a Europa por el grandioso postigo de la UEFA, e impartidas las consignas por los soñadores / roncadores que tienen en nómina Garganta Profunda y su socio, el magnate peliculero, ¿qué otra cosa podía advenir sino el fiasco? Y eso que los traviesos dioses sólo izaron muy al final el velo que oculta el destino. Llegó el minuto 90 y la felicidad se trocó en desdicha. No bien enuncian un temor (perder 10 millones, por ejemplo), comparece el hombre del saco. No querían el triunfo merengue; pues nada, dos tazas llenas.

(Banderillas de fuego.) La afición colchonera, que es lo que los taurinos denominarían un ‘manso peligroso’, sólo respinga cuando se produce una derrota del Atleti combinada con una victoria del Madrid (el éxito del Madrid es esencial). Su acendrado sentido del deporte no le hubiese impedido celebrar el sexto puesto del Atleti y un eventual triunfo culé como si fuera propio. El domingo (justo castigo a su tontería) apurará otra sobredosis de cicuta: la procesión a Cibeles.

A buenas horas!)Unos pocos seguidores se enfadaron con el traspié ante el Celta. Pero al ser el último partido de la temporada en el Calderón (y bien que hemos procurado llegar hasta aquí sin que se alborotase el gallinero, eh granujillas de la prensa), el brote de enojo no alcanzará a los okupas.

(Atleti for never.) Nos define el "Juli", una eminencia: "El Atleti es como Curro Romero". ¡Qué original! En tiempos se dijo que era como Cagancho, un diestro de antes de la guerra civil capaz de salir a hombros y de la espantá más inopinada. Pero al Atleti de los Gil lo define el mero desastre. Asombra su incapacidad de sorpresa: siempre falla. Lo honrado sería cerrar el chiringo de los golfos y refundar el club. Sin embargo, hay ideólogos que prefieren remontarse hasta las postrimerías de los años 70 para datar la crisis. Quieren trascender las dos décadas de gilideces y encontrar para los infortunios actuales una causa más honda que la que todo el mundo puede ver, hasta el más ciego o mentecato. No señalan: "¡Ahí están los incompetentes!". Su ambigüedad tiene por objeto introducir la sospecha de que el mal reside en el gen tonto del destino, gen que portaría el club en la masa de su sangre. Que no os engañen estos fulanos. No son analistas, sino pelotas que, en la hora de la amarga evidencia, quieren quedar bien con todos: los bribones y los estafados por los bribones. El Atleti de los 80 no ganó nada (apenas una copita), pero nunca avergonzó a sus incondicionales.

El que no conoce el significado de la palabra ‘vergüenza’ es el presidente accidental del Atlético de Madrid. Leed si no sus declaraciones. "Una cosa es el 'Frente Atlético', que tiene sus cosas pero se comportó fenomenalmente… En efecto, los gamberros (educados y financiados por Gil) hicieron su trabajo, aquel para el que han venido al mundo: quemar contenedores e injuriar a los futbolistas. "Pero hay otros personajes que no merecen ni que se les dé más protagonismo. Son unos descerebrados, y no quiero dedicarles ni una palabra". Les dedicó alguna bastante incivil, pero considerad que también a él le puso escuela el Difunto."No voy a hablar porque el Atlético está muy bien, no tiene ningún problema, salvo los resultados". Tiene un pasivo de 400 millones y fracasa una y otra vez en el campo. Por lo demás, ¿qué entenderá por problema Cerezo?, ¿algo de óxido en el escudo?, ¿unas pocas cucarachas en los urinarios? "Llevo 20 años en el Atlético y puedo ir con la cabeza muy alta y doy la cara porque ninguno me llega a ningún lado (sic). Además, no tengo nada que ocultar en el Atlético". ¡¿Ah, en otros sitios sí?! (La primera frase es incomprensible, como si el despecho no encontrase las palabras. Probablemente quiso decir que le resbala lo que piense el público.) "Este año nadie nos puede poner ningún pero a la directiva (sic). Seamos sensatos, hemos tenido mala suerte. Hemos hecho todo lo posible para estar arriba". ¡Este año! ¿De modo que los otros no? "¿Yo meto los goles, tiro las faltas,...? Que me lo cuenten a mí, que hicimos una plantilla fenomenal con un técnico cojonudo". Pobrecito Cerezo. Él no mete los goles; contrata a quien no los mete. Él no tira las faltas, pero ficha a los que no saben tirarlas. El entrenador es cojonudo, pero con Aguirre nos va tan bien como con sus predecesores. "El primer perjudicado, el que más lo sufre soy yo. Yo sufro todo desde lo deportivo a lo económico". Puro Gil.

Conversa con Cerezo otro de esos alfeñiques sin gramática ni sindéresis que tanto abundan en los periódicos:

-Los aficionados dicen que Cerezo y Gil Marín deben irse, que ustedes son los grandes culpables...

-Son una minoría inexistente (¡sic!) y querían perder antes de empezar el encuentro, únicamente por perjudicarnos (sic) a título personal (sic).

¿Quién era el descerebrado? Personas que no existen pero que quieren esto o aquello, sobre todo que el Atleti pierda para perjudicar a título personal a Cerezo y Gil Marín. ¿Desde cuándo un simple deseo tiene ese poder damnificador? ¿Hay algún modo de que quien persigue el mal de fulano y mengano no lo haga a título personal? ¿Ha leído Cerezo algún guión de los muchos que llegan a su productora? ¿Están esos guiones tan repletos de errores y estupideces como nos da a entender su nulo sentido del idioma?

-Quizá sea un poco injusto, pues ustedes tampoco son los que juegan...

-Nosotros ponemos el dinero. Salgan bien o mal las cosas nos jugamos nuestro patrimonio. Ojalá hubiera mucha gente para decir (sic) que ha puesto dinero. Yo me estoy jugando mi prestigio y mi dinero.

¿Por qué el entrevistador le practica una fellatio al entrevistado? ¿Por qué ambos dan la impresión de tener la cabeza llena de serrín de váter?

-¿Tiene fe en una hombrada (¡sic!) en Pamplona?

-Hemos podido aspirar al máximo y no lo hemos hecho. Ahora hay que ganar en Pamplona y esperar. Lo triste es que tengamos que esperar.

¿Es lo mismo aspirar que lograr o se conformaba Cerezo con aspirar de boquilla? ¿Por qué pronuncia ‘al máximo’ y no ‘a lo máximo’?

-La afición rojiblanca está cansada, Enrique...

-Igual que piensa ella, pienso yo. Después de tantos años están hartos, pero al inicio de Liga todos los jugadores que vinieron parecían buenos.

Resumo el galimatías digno de un cotolengo: los inexistentes aficionados anhelaban que el club perdiese para que se fastidiasen Cerezo y Gil Marín, sin tener en cuenta lo injusto que es atacar a un prócer que pone dinero y que, al fin y al cabo, no juega. Ganar en Pamplona sería una hombrada y Cerezo piensa lo mismo que los inexistentes aficionados, aunque los jugadores parecían buenos antes de que empezase a rodar el balón.

En medio de tanto ruido, una noticia de agencia: "Torres, Leo Franco, Antonio López y Petrov, ausentes del entrenamiento. Los cuatro futbolistas tuvieron que ir a declarar como testigos en el juicio contra la asociación ‘Señales de Humo’ por el presunto uso indebido de la imagen del club rojiblanco, mientras el resto saltaba al césped de la ciudad deportiva atlética".

Los bribones se querellan contra la gente honrada a fin de intimidarla y disuadirla de su empeño opositor y no vacilan en utilizar a los profesionales del Atleti, quienes, en vez de prepararse para el próximo partido, acuden a declarar a propósito de no se sabe qué. Es una querella sin ningún fundamento, mediante la cual determinados clientes habituales de la Justicia se dan el gusto de demandar (por cuenta del club) a los ciudadanos que no comulgan con sus embustes y artimañas. (Para colmo se ríen de jueces y fiscales. Faltaron a la primera vista porque les surgió ¡un ágape de hermandad! Y esta vez tampoco asomaron la jeta, ignoro el motivo alegado, que no será mucho más noble.) ¿Cuándo se va a legislar con toda dureza contra los que incoan este tipo de procesos, que únicamente contribuyen a atascar unos tribunales ya de por sí al borde del colapso?

Hay una enfermedad de las vides que se llama la podredumbre gris (aunque curiosamente deja un rastro como de tableta de chocolate: el color de las heces humanas). Es la podredumbre del club colchonero: una mediocridad que indicia la descomposición.

Marrullerías

Un periódico propone: "¿De quién debería prescindir el Atleti la siguiente temporada?" (¿La siguiente a cuál? Se dice la ‘próxima’, queridos). Y ofrece dos cabezas de turco: Aguirre y García Pitarch. ¿Por qué no una tercera opción: Gil Marín y Cerezo? Aunque hubiese que retocar ligeramente la pregunta, se brindaría a los lectores la oportunidad de comprobar si el apoyo a los mandamases del club es tan sin fisuras como dan a entender por omisión los diarios, aunque nadie se fíe de los sondeos. Es raro que no se le haya ocurrido a ningún medio de comunicación un referéndum -siquiera bufo- sobre la gestión del Atleti (Y qué mejor pretexto para hacer balance que el 20 aniversario de la victoria en las urnas de Gil.)

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No recuerdo qué agencia difundió días atrás un flash en el que constaba el presunto interés por el Atleti de un grupo de inversores (entre los que figuraría el propietario de los Portland Trail Blazers, el equipo de la NBA). La embrionaria noticia intentó venir al mundo sin lograrlo plenamente. Uno de los tres periódicos deportivos que se distribuyen en Madrid la ignoró. Los otros dos se limitaron a reproducir el texto y el mentís de los okupas. (Cerezo afirmaba dos cosas: que no había recibido ninguna oferta y que no vendía. Extraña no venta a un comprador inexistente, aunque el fuerte de Cerezo y de quienes traducen sus palabras nunca fue la lógica).

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"La vuelta de José Manuel Jurado al Real Madrid amenazaba desde hace tiempo con ser uno de los temas del verano en la actualidad del Atlético de Madrid. No lo será. Afortunadamente para los aficionados colchoneros, este culebrón no se emitirá en los próximos meses".

¿Qué era lo que amenazaba, a quién y con qué efectos? ¿Quiénes son los afortunados que se han librado de una buena? Los del Madrid, que no quieren a un interior o mediapunta dotado de un chut prodigioso. Ellos se lo pierden.

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"El Atlético se juega este sábado entrar en UEFA después de siete años sin lograrlo, lo que le daría prestigio deportivo y también rentabilidad económica. El departamento económico del club ya ha hecho unos cálculos de lo que supondría volver a Europa: diez millones de euros limpios de beneficios". Me temo que la torpe redacción del párrafo no haya sido accidental y que, en efecto, se trate de limpiar otros 10 millones -el año pasado eran seis- de las arcas del club. ("Limpios de beneficios" significa, pedazo de alcornoque, "sin beneficios".)

La prensa no trabaja para contarnos lo que ocurre, sino que deambula de aquí para allá, en un vaivén frenético. ¿Con qué propósito? Lo sé: es una pregunta retórica.