Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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abril 2007 - Artículos

Triángulo de las Bermudas

Los parásitos tejen su red de incompetencias y bribonadas, okupan el centro geométrico y funcional del club. Los equipos que improvisan (con una mordida para ellos por cada fichaje, que si no de qué) son, como era de presumir, endebles y perdedores. Los comentaristas no saben una palabra de fútbol, pero, por si acaso, jamás la toman con los okupas, que, gracias a ellos, sobreviven a todos los bluff y hacen pingües negocios con las calamidades del Atleti. (Aprovecho la oportunidad para decirle al idiota resabiado que acusa a los jugadores de no ser conscientes de lo mucho que representa la entidad —el tal FJ Díaz, sin ir más lejos—, que los futbolistas la defienden mucho mejor que él y los mendrugos de la prensa especializada que rivalizan con él en servilismo. ¡Así los quiere Gil! Si hubo un jugador del Atleti en Anoeta que hizo el ridículo fue Perea, el hombre más voluntarioso y entregado del mundo mundial y uno de los practicantes del balompié más torpes de que guardo memoria.)

Por último, la afición (entre nosotros, la peor de España y parte del extranjero) se cruza de brazos y calla dócil, sumisa, borreguil (o borre-gil, como prefiráis); sólo abre la boca para bostezar o para increpar al último mono, olvidándose de los primates que, a toda prisa y por los atajos, conducen al clan hacia el despeñadero. Dirigentes, críticos e hinchas: un triángulo tan fatídico como el de las Bermudas, que se tragará al Atleti sin dejar rastro del club.

(De récord.) No hay marca que el cuadro del Calderón no pueda superar, si se lo propone. Considerad si no el brillante registro de haber visitado Anoeta 14 veces para cosechar 12 derrotas y dos igualadas. ¡El peor conjunto que ha visitado el coqueto estadio donostiarra! Nadal dice que tarde o temprano perderá un partido en tierra batida. Gil Marín y Cerezo, que algún día ganaremos en San Sebastián. El tenista colecciona copas; los dos compinches, bestias negras, en casa y a domicilio.

(La escuadra y el cartabón.) No me irrita que Torres falle goles cantados, sino que chute mal, más aún, que su postura a la hora de golpear el balón sea, a menudo, completamente defectuosa. Hace un par de semanas, vimos una foto de Ronaldo, en el instante supremo de rematar a puerta. Aunque era imposible comprobar el resultado de su disparo, intuimos que sería casi milagroso que no hubiera terminado en gol. (Sorprende lo cerca del mentón que llega a situarse la rodilla diestra en pleno chut.) Torres no se dobla nunca hacia delante ni utiliza el empeine o, más bien, la zona del empeine contigua al tobillo. Suele tirar con el interior del pie, demasiadas veces con su canto o borde inferior.

(Indocta cháchara.) Quienes especulan con reforzar al Atleti a base de De la Peña, Angelito y un nueve tanque no tienen ni pajolera idea. Para que De la Peña y el goleador que surgiría de la Premier (¿gratis, o es que los pichichis ingleses no cuestan dinero?) pudiesen jugar, habría que prescindir de Torres y de Agüero. "Lo Pelat" es viejo, pequeño y feble desde el punto de vista táctico. En cuanto al killer del área, háganle caso a Luis Aragonés: el nueve del Atleti es Torres. Saldría más barato ponerle un profesor de tiro (¿por qué no Pantic?) y prohibirle bajar del medio del campo, para que no malgaste fuerzas.

¿Comprar a Raúl García? Sí, pero a condición de que no sea una nueva fantasmada, miserable especialidad de Giles y Cerezos. Ah, y yo traería a Alves en vez de a Ángel. ¿Que valdría una fortuna? Hagan caja vendiendo a Galleti, Seitaridis, Perea, Jurado, Mista, Pernía, Petrov…

(Diana cazadora.) El año pasado Florentino amagó el plante y el recurso a la justicia ordinaria; éste, los esbirros del Real han puesto precio a la cabeza de un árbitro. Distintas estratagemas conducentes al mismo fin. Porque a esos redomados granujas no les importa tanto Turienzo como sus colegas de profesión. He ahí un mensaje que hasta el más obtuso captaría: ¿acaso quieres acabar en el centro de una diana, muchacho? ¡No, por favor!

Las patadas en el culo de Turienzo constituyen una advertencia para sus restantes colegas. Pero, como hoy no existe solución de continuidad entre la hipocresía y el cinismo, lo mejor es repartir los papeles. Así, mientras los matones le hacen mobing a Turienzo y Mijatovic lo lincha, Calderón, Raúl y Casillas ¡defienden a los árbitros! A la luz de estos hechos y como no vamos a poner en tela de juicio el vetusto y acrisolado lema: "El Madrid siempre ha sido un club señor", empiezo a contemplar de otro modo el incidente que le costó al Atleti un tanto, en su último enfrentamiento con el Real Madrid. Helguera estaba mejor situado que Daudén; vio el fuera de juego de Perea y lo pitó, en beneficio del espectáculo y de la limpieza del torneo.

(Messidona.) El gol de Messi al Getafe fue estupendo, pero, a mi juicio (no sé lo que opinarán otros aficionados), peor que el de Maradona a Inglaterra en el segundo mundial de México. Menos arduo, ergo menos hermoso. Inglaterra no dio tantas facilidades como el "Geta". Messi sortea a dos contrarios en la divisoria y luego se lanza por una tierra de nadie (huera de enemigos) hacia la frontal; allí, con un simple quiebro y la correspondiente aceleración, se deshace de los tres defensores que, en vez de escalonarse, lo esperaban en línea. (Cayeron como los bolos de un bowling, los pobres.) Luego, desborda al portero y remata a puerta vacía. Creo que el gran mérito de esa jugada está en el inicio y en la conclusión. Al "Pelusa", en cambio, los ingleses le salieron al paso de uno en uno, sin darle respiro. Su insuperable eslalon, que días después repitió con algún regate menos contra Bélgica (curiosamente de este golazo no se habla nunca), fue una acción magnífica de principio a fin.

(Sin gas.) El motor del Barça ratea y los culés pueden perder la liga. Y todo por culpa de las pachangas caniculares, las giras, los mundialitos, las supercopitas y los amistosos, en suma: por culpa de las payasadas. La forma es un estado de gracia sumamente lábil. Y sin forma, el talento es un boxeador que golpea al aire.

(Semifinal.)¡Por fin, un auténtico match de fútbol! Un Manchester-Milán digno de felice recordación. Una lucha de poder a poder, emocionante, bella, con hundimientos y resurrecciones, con espectaculares jugadas y pifias, con cuatro goles preciosos (el primero fue una cantada de Dida.) Yo me quedo con Kaká y Rooney y no con Cristiano Ronaldo (traslada la pelota espléndidamente, pero es muy chupón y pirotécnico.) Para los cronistas embusteros, el Manchester, pletórico de generosidad y fe en la victoria, fue el héroe, y el Milán, un villano mezquino y gazapón. Nada más estúpido e infundado. Los transalpinos no permitieron que el error de su guardameta los desconcertase y defendieron su suerte con astucia, aplomo y técnica. Es una pena que el Milán haya dejado de interesarle a Berlusconi (un Gil de primera división; en efecto, Gil nunca pasó de ser un Berlusconi de cuarta categoría). Que su cabeza está en otra cosa lo prueba el hecho de que haya negligido refrescar un buen once al que siempre le faltó un palmo para alcanzar la altura de la temible squadra que forjó Sacchi. Maldini, Gatusso, Ambrosini, Pirlo (¡y todavía anda por ahí Cafú!) merecían una vejez más plácida. Los rossoneri, por pura fatiga, regalaron en los últimos tiempos un par de Copas de Europa, pero hace años que Berlusconi amortizó el Milán.

Entre bostezos

(I)

A lo mejor es defecto de un servidor, pero a mí el Atleti no me mata, me aburre. Así pues, el domingo vi un encuentro vulgar donde otros presenciaron una contienda de cierta envergadura. (Aunque me pregunto, si no habrán sido los tantas veces engañosos efluvios de la victoria los que han alterado la percepción de la clase periodística.) Vi, por ejemplo, cantidad de jugadas que empezaban, continuaban y terminaban por la banda, como si el campo se redujera a ese listón de césped. Vi excesivos balonazos de los centrales y carreras del crack Perea sin ton ni son; vi a Gabi y a Luccin alternar buenos pases con pifias infantiles; vi también un Villarreal mecánico y ceniciento. (Sin Riquelme, es un conjunto relativamente veloz, pero se ofusca y apenas crea peligro.)

(II)

Los que presenciamos el soso forcejeo por la tele pudimos comprobar cómo el apacible Lázaro Albarracín discutía con sus anfitriones en términos que uno intuía nada corteses. Fue después del extraño gol de Eller, la acción crucial del partido. Le dijeron, al parecer, que el Atleti es un equipo de sinvergüenzas, y el hombre se sulfuró. Quizá Roig no se refiriese a los futbolistas.

Los críticos valencianos fustigan a Agüero. Son los mismos que glosan a menudo las gestas del Villarreal y del Valencia, conjuntos que llevan tiempo descollando por múltiples motivos, ajenos todos a la deportividad o la nobleza. Los del Atleti, por contra, barren para casa. El comentarista debería ser imparcial y no verter jamás sus opiniones en defensa de un club, pero casi nunca sucede.

El gol. Si lo hubiésemos encajado nosotros en el Manzanares, habríamos puesto el grito en el cielo. A mi entender, Guille Franco no simuló una lesión. Lo colijo de la siguiente circunstancia: la pelota ya no estaba por allí; ahora bien, los comediantes del calibre de Alves miran de reojo y, cuando comprueban que el peligro ha pasado o que la triquiñuela ya no es necesaria (haya surtido o no efecto), resucitan como si tal cosa. El árbitro pudo y debió intervenir, pero se inhibió.

(III)

Los cambios de Aguirre nada tuvieron que ver con la cobardía, contumaz acusación que levantan contra él los chicos de la prensa. Resulta que Jurado fue incapaz de contribuir a un solo contraataque decente (pésima noche la suya) y que el chiquitín tampoco estuvo en vena de aciertos. De modo que lo prudente era retirarlos del campo antes de que fuera demasiado tarde.

En cambio, no lo hizo mal Torres, pero no sabe tirar los penaltis, cuyas leyes son pocas pero infrangibles. Primera: ocultarás hasta el último momento por dónde va a ir el disparo. Segunda: nunca chutarás a media altura. (Hay una distancia mayor desde el guardameta a las dos escuadras y a la base de los dos postes y, por consiguiente, más hueco.) Torres no parece haber meditado sobre estos asuntos. Yo, si fuese el mister de un equipo de balompié, haría durante la pretemporada un torneo de penaltis (10 por inscrito en cada sesión preparatoria); en septiembre ya sabría quién o quiénes los chutan mejor. La razón por la cual Aguirre aún no ha destituido a Torres como lanzador es porque no quiere que sus magras cifras de goles disminuyan y se desmoralice, pero algo habrá que hacer al respecto, porque la solución que propone algún cabeza de chorlito ("Por mí como si falla 1.000, que los siga tirando") adolece de un pequeño inconveniente: es impracticable.

La solemnidad de los bobos

He aquí otra vez el efecto doppler del triunfalismo. Fijaos en que hace sólo una semana las expectativas rutilaban como los muslos de una miss. Hoy en cambio vuelve la pomposa y aburrida ceremonia de dar rienda suelta a un mosqueo más fingido que veraz. Toca llevarse las manos a la cabeza y azuzar a la masa para que pisotee a los jugadores y al entrenador, esos bellacos que cobran un dineral por caerse. En realidad, se trata de sintonizar lo antes posible con la parte menos reflexiva de la afición (la más numerosa), al objeto de que no se percate de la estafa de la que ha sido víctima por enésima vez, fraude al cual han coadyuvado por activa y por pasiva los bufones de la prensa especializada, sin los cuales no sería posible este cansino dejá vu. (Descontados el déficit mental severo de los desinformadores y su propensión al auto-embuste, la complicidad consciente de los mass media en el desaguisado es innegable.)

Y, cómo no, al frente de la manifestación, el presi. Al igual que antaño Gil, Cerezo está pero que muy enfadado, pues no se explica lo inexplicable (que consulte y le haremos un croquis). Él y su socio se sacrifican y desviven por el club, derrochan buena voluntad, pierden tiempo y dinero, etc., etc. O sea, los padres del ridículo son otros. Pero la autocrítica tampoco es el fuerte de los comunicadores, algunos de los cuales siguen insistiendo en el que el Atleti posee indiscutiblemente (¡oh sí!) un gran plantel, con muchos nombres cotizados (Mista, Jurado, Galleti, Pernía, Perea, Valera, Gabi…¡Uf, qué cracks!) Se trata creo yo de acendrar los siguientes tópicos: los jugadores son siempre vagos e irresponsables; el entrenador, cobarde e incompetente y los okupas, dos individuos muy trabajadores y capaces pero sorprendidos, como la afición, en su buena fe por una banda de niñatos. Los cheerleaders y los dirigentes se desgañitan y desloman, pero los futbolistas y el mister no están a la altura del esfuerzo realizado por la institución. Ergo: los jugadores valen (que yo sé mucho de fútbol) y los que los contrataron, cumplieron con creces, pero en el vestuario hay un complot para que nada funcione.

"Ahora se va a ver quién tiene ambición y quién no", proclama Cerezo. (Caramba, ¿no es un poquito tarde?) Pero en el tono conminatorio de Cerezo se insinúa que los futbolistas no quieren ganar los partidos o pasan porque no sienten la camiseta (¡qué curioso!, como el 90% de sus predecesores. Y el otro 10% debería estar bajo sospecha, ¿o ya nadie guarda memoria de cómo abandonaron la entidad los muy amantes del escudo Simeone y Kiko? Simeone nos dejó por la pasta del Lazio y Kiko a duras penas logró escapar injuriado por los ultras.)

"¡Hace falta un goleador!", proclama uno de los borderline que más chillan en los naufragios para no perder su sitio en el bote salvavidas (mientras intenta, eso sí, que sus patronos sigan incólumes. Porque Cerezo y Gil Marín, contraviniendo toda ética marinera y deportiva, son los primeros en saltar del proyecto que se hunde para subirse a otro recién botado). De pronto falta un artillero, aunque hasta ayer lo que faltaba era un mediapunta que abasteciese de balones al "Niño" y al "Kun" y mañana faltarán dos centrales, tres medios, un guardameta y dos arietes. Lo de costumbre.

De modo que el primer ¡sálvese quien pueda! lo ha gritado Cerezo. El que por la mañana no renunciaba a nada, por la tarde renunció a todo. En apenas unas horas, la fe ciega en el éxito (vamos seguro a la Champions, quizá como campeones de Liga, y, lo que es mejor aun, el Madrid a la puñetera UEFA) se agrietó y dio paso al plañir oportunista de todos los finales de temporada. Los perros, no bien deponen (DRAE, octava acepción del verbo deponer: "exonerar el vientre"), se apartan de sus excrementos; de un modo análogo, los dos mandamases del Atleti se desentienden de sus actos y declinan toda responsabilidad. Y así, por las mismas fechas en que los canadienses ajustan cuentas con sus focas, los verdaderos culpables del bochorno, travestidos de fiscales de la Audiencia Nacional, imputan a los componentes de equipo rojiblanco desidia, falta de coraje y desapego. Abierta la veda, ésta sólo se cerrará cuando el marketig invente los hitos de la próxima chaladura, justo hacia las postrimerías del campeonato, para que la gente no tenga tiempo de incendiar el Calderón con sus protestas.

(Penúltima payasada.) Acuerdo entre los Atlético Villains y los Cleveland Cavaliers, con el propósito de exportar la imagen del Atleti a los EEUU, un país que adora a los derrotados. ¡Pero si Gil Marín y Cerezo no valen ni para de hacer del Coyote en un anuncio del Correcaminos! Yo los pondría en el draft, pero no creo que me lo permitiesen.