Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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junio 2012 - Artículos

Telegramas desde el Este (5)

 

"¡Histórico!", exultó uno de los bandarras que estaba al micrófono (antes había gritado otro muy merengue: !"Vamos Pepe, concéntrate!"). El motivo de tanto éxtasis triunfalista era que Ramos había tirado un penalti a lo Panenka. Los penaltis a lo Panenka, incluido el de Panenka, no son lo sublime del fútbol, sino una soberana idiotez, pero algunos porteros se tiran antes de que el ejecutante golpee el balón (le pasó a Hart, "The Brat", que le sacó la lengua a Pirlo y luego dejó la portería vacía; pero Pirlo -Italia iba perdiendo en la tanda­- quizá tratase de desmoralizar al guardameta inglés; Ramos sólo pretendía demostrar que es muy bueno). El penalti a lo Panenka es estúpido porque convierte en un farol propio del póker una acción en la que el que tira dispone de una gran ventaja.

 

De la brillante España que fraguó Luis Aragonés sólo queda la capacidad agonística. Es posible que la fatiga explique en parte el bajo rendimiento de la selección. Es posible que las ojeras del declive se insinúen ya en Xavi Hernández, pero Del Bosque también es responsable del muermo sufridor; en el plantel hay futbolistas frescos que no utiliza, y su fórmula de sacar a un extremo para que le centre balones a un mediapunta rodeado de contrarios perdurará... como un monumento a la obcecación.  

 

Soberbios los centrales de España (aunque Piqué empezó titubeante) y los dos mediocentros; pero la única gran jugada del partido, la protagonizaron ya en la prórroga Pedro, Alba e Iniesta, al que Rui Patricio ganó el mano a mano. El alargue fue de los nuestros porque el cansancio general favorece al jugador con clase y España atesora más futbolistas hábiles que Portugal.

 

Estos lusos no se parecen al Madrid sino a Mourinho, y apenas inquietaron, pero fueron un incordio pegajoso mientras les duró la gasolina. El previsible show de Ronaldo se redujo a los fuegos artificiales de un par de galopadas. Ronaldo es payaso en todo lo que hace. Así, por ejemplo, cuando tira las faltas. Calca el ritual de los pateadores del rugby, y suele mandar la pelota a las nubes, como los pateadores del rugby. Ahora bien, es esta clase de choques la que da y quita el Balón de Oro, no la brillantina en el pelo.

 

El otro futbolista portugués de renombre es Nani, un jugador autista que va por su carril como los conejos de los canódromos. Los dos centrales y los medios dieron cera a la par que protestaban y simulaban lesiones (el manual de Mourinho), pero el referee contemporizó encantado.

 

Telegramas desde el Este (4)

España también puede aburrir. Su segundo tiempo contra una vulgar Francia fue anodino. Del Bosque volvió a colocar a Cesc de nueve, prescindiendo de los delanteros, pero la razón se la dieron Jordi Alba, Iniesta y Xabi Alonso, que fabricaron un buen gol en la única oportunidad de que dispuso el combinado nacional en la primera parte.

En la segunda, el plúmbeo forcejeo hispano-galo alimentó la pesadilla de que aquello pudiese desembocar en una prórroga. Con Iniesta y Silva fuera del campo, la ventaja quizá hubiese sido de Francia, no sé. Nuestros rivales fueron a menos con la entrada de sus puntas reservas. España a más, pero sólo en un par de incursiones del guerrillero Pedrito.

Es un dolor de estómago contemplar cómo Arbeloa recibe el cuero desmarcado y con ventaja para que noventa y nueve veces de cada cien recorte hacia su propio campo y la otra centre a bulto.

Da pena ver a Xavi Hernández triste y en tierra de nadie (se diría que sobra) y a Silva confinado en la banda derecha, pero el resultado lo soporta todo.

A vencer sin lustre y con más apuros de los necesarios llama ‘oficio' Del Bosque; él sabrá.

Insistieron mucho los locutores en que no le habíamos ganado nunca a Francia en partido oficial, como si las dos selecciones fueran siempre las mismas. Los que no cambian son ellos y sus fatigosos latiguillos.

Telegramas desde el Este (3)

 

Los grandes juegan con ventaja, cuando deberían hacerlo con handicap. España hizo un penalti al final del partido que el árbitro no cobró, que diría un comentarista argentino. Antes hubo uno en cada área. El nuestro lo cometió un desquiciado Ramos, quien trató de anticiparse en una acción intrascendente y habilitó un hueco por el que prosperó el ataque rival. Allí llegó él como un caballo y se cruzó llevándose por delante el esférico y al croata que se lo disputaba.

Pero lo peor fue el barullo organizado por Del Bosque, que cometió un cambio que requería otro (o los haces a un tiempo o no solucionas el problema porque creas otro); puso a Navas por Torres, con la idea de que el sevillista desbordase y no tuviese a quien darle el pase de la muerte. Durante varios minutos se sucedieron las jugadas que exigían un delantero que les pusiera colofón rematador, pero no lo había. Volvió Cesc y más tarde Negredo. En fin...

A Del Bosque no le gustan ni Torres ni Silva, y a nada que vayan bien o mal las cosas los sustituye o los deja en el banquillo (el canario jugó poco en el Mundial). La pregunta es ¿por qué los lleva?, si los considera inesenciales.

Un día de éstos a Del Bosque se le marchitará la flor, que antes que él lució en la solapa o quizá más abajo el finado Miguel Muñoz, y entonces culpará a la mala suerte y los críticos dirán amén.

España pasó entre las bengalas de los gamberros y la cansina verborragia de los locutores. Todo el mundo habla de las semifinales, pero antes habrá que jugar los cuartos: la vieja muralla contra la que solían estrellarse nuestros afanes conquistadores. Una herrumbrosa señal de peligro aún lo indica.

 

Telegramas desde el Este (2)

Decía Ortega y Gasset que los españoles no somos especialmente envidiosos pero sí soberbios. Del Bosque hizo ante Irlanda lo que debía, pero a regañadientes, y, en cuanto el marcador se lo permitió, reincidió en su genialidad del debut, no fuera a ser que nadie sospechase que reconocía haberse equivocado. Cesc, mohíno por la suplencia, soltó nada más salir por Torres un pepinazo que casi rompe el poste; era el cuarto gol de España.

Todos contentos, incluso Torres, que no sólo marcó un par de tantos sino que se movió bien y ayudó en las jugadas. Soy de los que piensan que lo que hizo el jueves es lo mínimo que se le puede pedir. Y que hay que exigirle más concentración y puntería y menos imprecisiones en el juego corto. Los hooligans pro y anti lo idolatran o denigran con simétrica pasión; es un aburrido tenis en el que las injurias y las inmundicias verbales sustituyen a las pelotas. El día que ganan los torristas los otros acumulan enojo y munición, y al revés.

Irlanda es tierra de rugby, pero no de fútbol. Los animosos y nobles irlandeses, antaño duros de pelar, sudaron la gota gorda para eludir no ya la eliminación sino el bochorno. Su numerosa hinchada recompensó ese esfuerzo del pequeño que no se rinde y cantó durante los últimos cinco minutos del partido. Somos peores, aunque a bravura y deportividad nadie nos gana.

En la lista de padres de la gran España, que elaboró fechas atrás Valdano, sobran, a mi juicio, la Quinta del Buitre y el Dream Team (pálido antecedente del actual Barça), pero es directamente risible la alusión a los vates, que jamás hicieron nada por ningún deporte sino estropearlo con sus cursiladas y su parcialidad. Ideólogos de la grandeur, su cometido ha consistido y consiste en ensalzar al poderoso instalado y protegerlo de las inclemencias de la competición; su género es la épica, entendida como un canto, presuntamente artístico, a la hegemonía del club con más seguidores, dineros y prebendas.

Pero lo que roza la desvergüenza es la omisión de los nombres de los dos entrenadores directamente responsables de la prosperidad actual de la Selección y del Barça: Luis Aragonés y Frank Rijkaard. Es curiosa esta especie de apropiación indebida en virtud de la cual los herederos del invento y sus turiferarios acaban quedándose con la patente. Del Bosque y Guardiola son epígonos de Luis y Rijkaard; su trabajo merecerá el elogio unánime de la crítica y del público, no lo pongo en duda, pero los pioneros fueron los otros.

Telegramas desde el Este (1)

 

Pequeño fiasco de España en su debut; sin embargo, peor fue el tropezón con Suiza en el Campeonato del Mundo. La extravagante alineación de Del Bosque no deparó ninguna ventaja visible (ni siquiera la de la sorpresa) y en cambio sumió a España en la confusión táctica (los jugones se miraban unos a otros en la primera parte como preguntándose: ¿vas tú o voy yo?). Ni siquiera el tardío gol de Cesc pareció darle la razón al técnico.

Del Bosque evidenció con exceso de ruido que no confía en los delanteros. Lo normal hubiese sido alinear a Torres, pero el mister teme sus pifias en el remate. Salió el Niño y mejoró el equipo y fue más peligroso, pero el nueve del Chelsea no vio puerta. Un tanto suyo, en cualquiera de las dos oportunidades de que dispuso, hubiese resuelto la mitad de los problemas de una selección que sigue siendo favorita, pero que parece vulnerable y algo cansada. Flojos los laterales (especialmente Arbeloa, un futbolista corriente), algo alocado Ramos, según su costumbre, e irregulares los medio-centros; tampoco Xavi Hernández está en su mejor forma, si bien nunca se sintió cómodo en el dibujo de Del Bosque.

Da la sensación de que Italia es más moderna que su Calcio y que conserva la personalidad, pero dista mucho de ser una squadra invencible. Nunca lo necesitó para amargarle la vida a cualquiera o para ganar un título. Pudieron vencer los dos adversarios. La igualada no fue ni injusta ni aburrida.

Una parte maleducada del público silbó el himno azzurro.