Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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febrero 2007 - Artículos

No cuela

Leo, veo y escucho y no salgo de mi asombro. ¿Acaso presencié otro partido? En mi opinión, la superioridad del Atleti sobre el Madrid hubiese quedado justamente reflejada en un tanteador de 2 a 0. El Atleti marcó esos dos goles, pero el trío arbitral le sustrajo uno. El director de un periódico deportivo utilizó una frase pronunciada en los años 20 por Acisclo Karag para explicar lo del sábado: "El Madrid es un equipo que cuando juega bien siempre gana, y que cuando juega mal a veces también gana; mientras que el Atlético es un equipo que siempre que juega mal pierde, y cuando juega bien a veces también pierde". Pero se trata de la descripción de un fenómeno, no del esclarecimiento de sus causas. (Lo que no contó Karag era que, ya por aquel entonces, árbitros y linieres tendían a proteger al Madrid).

Como he sostenido en otras oportunidades, el Atleti aborda los derbis con la aprensión de que algo extraño a la pugna irrumpirá en ella y le será adverso; el Madrid confía en la aparición de la Virgen, preferiblemente en forma de angelote negro con silbato. Ninguno de los dos suele equivocarse.

Todas las consideraciones que invocan un recóndito misterio por resolver, una especie de maleficio o tara secreta que le impide al Atleti prevalecer sobre el Madrid en los encuentros en que lo domina sobre el césped, no son sino formas de encubrir los factores que influyen realmente en los resultados: la calidad y el estado de forma de los contendientes, la fortuna y… el arbitraje. Ya denuncié en mi libro "El Rojo y el Blanco" el intento del poderoso lobby merengue de adjudicarle al cuadro colchonero una idiosincrasia de la que sería inferible su propensión a perder contra el Madrid o a fracasar en las grandes citas. La patarata tiene aplicaciones concretas, por ejemplo: el presunto canguelo de Torres ante Casillas. Nunca hubo tal, pero esas cosas se dicen para nutrir la vanidad de los blancos, siempre famélica. (Si de algo había pecado Torres en los derbis disputados hasta ahora era de precipitación, movido por un exceso de ganas, por un apetito desordenado de brillar y erigirse en héroe.)

Hablando de héroes, Casillas no salvó a los suyos, pues, si la pelota hubiese entrado en su meta en cualquiera de los tres disparos que despejó, se habría dicho: "pudo hacer más". (Parada meritoria fue la última, a tiro de Agüero, pero la dos palomitas, una a cabezazo de Jurado (si no recuerdo mal) y otra a chut de Galleti, fueron más vistosas que difíciles.

Por cierto, Galleti jugó como de costumbre, aunque estuvo algo más eficaz en los centros. (Aún así, el que le dio a Torres en el primer tanto del Atleti era un misil, cuya fuerza consiguió amortiguar de milagro el "Niño".) Galleti fue también el autor de la innecesaria y aparatosa zancadilla que precedió al gol del Madrid y desperdició una oportunidad a pase de Torres, en la mejor jugada colectiva del Atleti a lo largo del match. En cuanto a Juradito, tras un comienzo emprendedor y animoso, perdió fuelle y se desdibujó. Es un futbolista, hoy por hoy, inconsistente, pero, así como los adventistas del último día presagian la inminente llegada del Redentor, hay aficionados del Atleti que ven en Jurado al Pasador del último pase, aunque me temo que no es ni será nunca Ibagaza.

¿No tuvo suerte el Atleti? Claro que sí. Por ejemplo, el gol de Perea fue un churro. Falta que saca Galleti, Agüero se estira (pero no llega quizá porque Emerson lo agarra), el balón pega en el suelo, rebota contra la cruceta y cae a pies de Perea, que pasaba por allí. No fue la suerte quien le volvió la espalda al cuadro del Manzanares, sino Daudén y su linier, que estimaron oportuno corregir la travesura del azar. Antes de conocer que había sido Helguera el que pitó el inexistente fuera de juego, yo pensaba que Daudén había anulado el gol por precaución. Sí, no os riáis, imaginaba al juez de línea confuso por el desenlace de la jugada y preguntándose: ¿y si mañana encendemos la televisión y abrimos los periódicos y nos encontramos con Capello en un puro grito: "¡Ay, qué poco nos ayudan los árbitros!"? Voy a avisar a Daudén.

¿Más valiente Aguirre que otras veces? Ya sabemos que la Naturaleza es muy injusta y, del mismo modo que ha hecho del comentarista el ser más intrépido del orbe, ha condenado al mister a una timidez puntos menos que insuperable. El crítico ruge como un león mientras el coach tiembla como un rebeco. Ignoro por qué los clubes no ponen en sus banquillos a los que escriben y peroran. Seamos serios: Aguirre lo ha intentado todo: el rombo, el 4-3-3 (que otros llaman trivote), la inserción del mediapunta, jugar con extremos y sin ellos… Administra como puede unos recursos poco abundantes, que la propaganda magnificó y las lesiones mermaron. (Es imposible saber qué habría sido del equipo con Maxi en plena forma, pero el Real de la otra noche también tenía bajas: Sergio Ramos, Van Nistelrooy, Roberto Carlos…)

La clave del brío colchonero no estuvo en un súbito ataque de coraje del "Vasco", sino en la superioridad atlética del once local. Esta temporada, el cuadro del Calderón sólo ha aventajado en el cuerpo a cuerpo, en la lucha física, a dos conjuntos: el Villarreal de la primera vuelta y el Madrid de la segunda. De ahí su relativo éxito la otra noche en el pressing y en los rechaces. Un Madrid valetudinario, cadavérico, se vio reducido a la necesidad de cometer bastantes faltas al borde del área, pero Aguirre no dispone de un lanzador de golpes francos que haga pagar a los rivales esa pobre artimaña defensiva.

En resumen: yo creo que el Atleti fue contra el Madrid un once equivalente al que saltó al Sánchez Pizjuán, pero su adversario doméstico no era el veloz y combativo conjunto de Nervión.

La jugada que nunca existió

¿El mejor del Madrid Casillas? No, los mejores del Madrid fueron Daudén y sus mariachis, que enviaron al limbo el segundo gol del Atleti. ¿Por qué lo hicieron? Nadie lo sabe a ciencia cierta, acaso por embromar (graciosos ellos), quizá por cumplir con una vieja y arraigada tradición... He visto docenas de derbis decididos a favor del merengue por árbitros que eran de dos clases: o bribones o cobardes. Creo que Daudén pertenece a la segunda categoría.

El caradura de Valdano aventuró que Perea estaba en posición dudosa (sí, detrás del balón), y se pasó el partido disculpando o enalteciendo a su equipo: "Acusan el esfuerzo del martes" (¡eso en minuto 10!), "El partido ha cambiado de dueño" (cuando el empate de Higuaín), "Qué diagonales tira Raúl", etc., y los tres simpáticos comentaristas que lo escoltaban le dijeron a todo amén, salvo Salinas que no daba crédito a que se le sustrajese al partido la jugada que acabó en el tanto de Perea. "¡Pero hombre!, es penalti o gol" repetía incrédulo. (Al final del encuentro, una reportera se acercó al lateral madridista Torres y, cuando le comentó el asunto, el crío le guiñó un ojo. Vienen al mundo con ese gen.) El propio Salinas, ante el silencio de sus colegas, que pronto pasaron página, se puso a olvidar concienzudamente. Hacia el minuto 23 del segundo tiempo lo había conseguido: "Al Atleti le cuesta una barbaridad marcar un gol". ¡Caramba, Salinas, que ha marcado dos!

Por lo demás, el match entre un discreto Atleti y un fúnebre Madrid brindó, como era de prever, un espectáculo mediocre. Los cronistas hablan del mejor partido rojiblanco de la temporada. Discrepo. Eso sí: tuvo enfrente al adversario más flojo que visitó este año el Manzanares, pues el Real ni corrió, ni presionó, ni maniobró, ni se pasó la pelota… Se limitó a cometer faltas y a atrincherarse en torno a Casillas no bien Torres o Agüero (siempre bulliciosos) encadenaban dos incursiones. La calidad del Atleti, el afán del Atleti, el brío del Atleti, fueron los de otras noches (o sea, los justos), pero su oponente jugó fatal, salvo Casillas, que cumplió a secas, y Daudén, que estuvo sobresaliente.

Todo se redujo a tres o cuatro buenas combinaciones colchoneras, un excelente gol a cargo del "Niño", un buen tanto del Madrid (aunque Zé Castro reaccionase tarde; su problema es corporal y por tanto irresoluble) y la extraña jugada que Daudén, deus ex machina, borró de un chiflazo. En un universo paralelo, Perea marca. En éste, también, pero no vale.

Alegrémonos ma non troppo

Señales de Humo ha puesto en marcha un foro balompédico cuyo nombre, "Gaudeamus Atleti", es feliz porque invita al disfrute, aunque los tiempos no sean como para brindar con Moët Chandon, y porque impugna el sambenito de sufridores que la mofa merengue, pero también la rastrera propaganda del club, ha endosado a los seguidores rojiblancos. Murrias, las precisas.

Sin embargo, tampoco vamos a vivir de espaldas a lo que ocurre, que es desolador y amenazante, por lo que la intervención de Ildefonso Ladrón de Guevara, inauguradora del foro, estuvo salpicada de continuas referencias al mugriento hoy.

Pues la cosa arrancó con este veterano colchonero, que vio actuar (dichosos los ojos) a las delanteras de "seda": Juncosa, Vidal, Silva, Campos y Escudero, y de "cristal": Juncosa, Ben Barek, Pérez Payá, Carlsson y Escudero, rememorando las victorias y las derrotas del Atleti acaecidas en tiempos incomparablemente mejores (cualesquiera de los que precedieron a los Gil). Ildefonso, sobrino de uno de buenos presidentes que tuvo este club (Javier Barroso) rompió su abono en el año 95, harto de patanadas y groserías.

Antonio Correas, "Suki", ofició, más que de entrevistador, de cariñoso alter ego juvenil, e Ildefonso extrajo de su memoria partidos, jugadas y figuras inolvidables. No quiso o no pudo huir de la nostalgia, la cual presupone la convicción de que los días de vino y rosas quedaron atrás para siempre; pesimista con fundamento, juzga que el Atleti se está acabando. No es el único. Para mí hubo un instante conmovedor. Fue cuando Ildefonso, que parecía ensimismado, dijo casi con la perplejidad del que, habiéndose dormido príncipe, se despertó mendigo: "El Atleti ha sido un club grande, muy grande, aunque ahora nos cueste creerlo".

 

Club grande no quiere crack

García Pitarch ha gargarizado una iluminación que le vino después del desayuno, la comida o la cena: "Que una cantera produzca un Fernando Torres es difícil, casi imposible. Torres no es un jugador normal, es un crack". ¿Acaso sostiene Garcia Pitarch que los cracks crecen en las copas de ciertos árboles de Oriente o son fabricados, more Blade Runner, en secretas usinas ad hoc? Todos los jugadores, mejores o peores, surgen de las secciones inferiores de los clubes, previo paso por el vientre materno y la favela, el potrero, el descampao o el patio del colegio. (De la cantera del Atleti, por cierto, también brotó, y no hace mucho, Raúl; y de la del Ajax, equipos enteros campeones de Europa; tan imposible no será el milagro.)

"Tampoco creo que (Fernando Torres) pueda permanecer en el Atlético. Si sigue aquí es por voluntad propia, porque ha decidido quedarse. Hemos recibido una oferta millonaria, pero el club ha hecho un esfuerzo para que no salga, y él ha preferido quedarse". (He aquí un monumento a la falta de lógica de García Pitarch o de sus traductores —quizá habló en valenciano y no entendieron lo que decía—. En efecto, se tiene la impresión de que es inconcebible que Torres, siendo de la cantera, aún permanezca en el Atleti. ¿Sería la cosa diferente si lo hubiese comprado el club?)

De modo que el Atleti tiene un crack: Fernando Torres. (Bien es verdad que hasta ahora no le ha servido de mucho, aunque hay quien piensa que, sin Torres, habría vuelto a Segunda.) Sin embargo, lo importante aquí no es si Torres merece o no el rango de crack, sino el hecho de que, según colegimos de las palabras de García Pitarch, el Atleti no puede retener a su figura. Y si ese crack, que no cabe por las puertas del Calderón, ha decidido que de momento se queda, nos hace un gran honor/favor; pero ¿por cuánto tiempo? Me atrevería a vaticinar que no por mucho.

Desde hace un par de años el seguidor del Atleti asiste tan campante a un numerito de zarzuela que maldita la gracia. Sale el barítono del club y proclama: ¡Qué majo eres Torres y cuánto te queremos / uña y carne toda la vida seremos!, mientras murmura girándose hacia los espectadores: carajo, vete ya de una puñetera vez. El "Niño", en el papel del tenor, replica: ¡Soy del Atleti y siempre lo seré / y, aunque podría irme, no me iré!; si bien, mirando de reojo al palco, masculla: eh, sin empujar, que aún no me he decidido entre el Manchester y el Chelsea.

Quizá García Pitarch, siguiendo instrucciones de su patrón, sólo se limite a encarecer las bondades de una mercancía de la que está loco por desprenderse. Pero lo curioso es que, para tal operación de marketing, no le importe rebajar al club hasta volverlo indigno de dar trabajo a alguien como Torres. Porque ¿conocéis un equipo grande que no pueda permitirse un crack y sólo adquiera jugadores del montón? Es como si García Pitarch pusiera el siguiente anuncio en "L’Equipe" o en "La Gazzetta dello Sport": "Club grande busca futbolistas. Abstenerse cracks".

Estoy hasta la coronilla de semejante comedia. Pertenezco a la clase de aficionados que no cree en los amoríos, ni en los compromisos, ni en los afectos sin sólidas pruebas. Además, me pasa lo que al poeta: "no puedo cantar ni quiero al Cristo del madero, sino al que anduvo en la mar". O sea: más eficacia y menos deliquios. Torres no le debe nada al Atleti; se debe a sí mismo aprender a economizar las jugadas y a tirar. Que refine su técnica y nos ahorre sus declaraciones de amor al club, que deje de perdonarnos la vida cada junio y de avalar los niquiscocios de Gil Marín (no es asunto que le competa si hay que vender el estadio o comprar más jugadores; y, si se pronuncia sobre la actualidad del club, invocando su condición de atlético, que lo diga todo y no se calle las tres cuartas partes; de lo contrario podríamos sospechar que comulga con sus jefes).

El Atleti tampoco le debe nada a Torres, siempre que le pague la ficha cuando corresponda, y debería quedarse con el "Niño", si cree que en un futuro no muy lejano puede valer 20 ó 25 goles limpios de penaltis. Si juzga que no, véndalo enhorabuena, pero sin humillarse, ni vejar a los aficionados, salvo que el último y perverso móvil de tan estúpido reality show consista en persuadir subliminalmente al abonado colchonero de que el Atleti, propagandas aparte, es un club canijo y así seguirá. Porque es una contradicción mayúscula buscar jóvenes prometedores para desprenderse de ellos en cuanto amagan con transformarse en estrellas. ¿O se va a dedicar el Atleti a la cría y engorde del crack?

Por lo demás, la prensa, incorregible, sigue a lo suyo. Ved si no qué titulares, qué comentarios."Se agarra a Europa", ¡oh sí, con uñas y dientes, como una fiera corrupia! "El Atlético ha estado entre los seis primeros en 15 de las 21 jornadas jugadas". Amigos, saludemos con tres hurras la singular hazaña; ¡que corran la zarzaparrilla y el pan de Madagascar! "El mexicano sigue siendo el 'rey'". Tuerto rey de los ciegos, aunque para dirigir la ONCE llamarán al que escribe estas memeces. "Desde que el Atlético regresó a Primera, nunca antes había estado tantas jornadas en puestos europeos". Tenemos ya más que suficiente y comprenderíamos que el nivel de producción de la dicha bajase, no se vayan a herniar los productores. "Mista se especializa en marcar en sus antiguos domicilios" Pues que Aguirre no lo ponga, porque ya no hay más antiguos domicilios que visitar. "El Atlético ganó en el Bernabéu". Esa es muy buena y me recuerda el bochorno de Cerezo celebrando (¡a través de Movilla, al que Gil Marín había echado aquel invierno!) la victoria maña ante el Madrid, en la Copa del Rey. "El triunfo del Levante llevaba el sello de cinco ex rojiblancos". Que lo disfruten con salud. Si se hubieran quedado en el Atleti, les habría ido peor.

Todos estos noticiones triunfalistas han sido extraídos de lo que antes fue un periódico vulgar y ahora es una vulgar sección. ¿Trae cuenta, comercialmente hablando, la chaladura? ¿Se lo preguntarán ellos, los así degradados?

Un medio congénere del anterior, por contra, está en vena pesimista. Y no se sabe muy bien el móvil de tan brusco viraje: ¿habrá habido por ventura una interrupción del suministro de favores por parte del club?, ¿se racaneó esta vez en el aguinaldo navideño?, ¿o es que la medrana ante las próximas finales invita a curarse en salud?

"Las segundas vueltas, punto débil de Aguirre" . Tíos, el que avisa no es traidor. "Amorrortu es un fiasco". O sea, Amorrortu kampora. ¿Lleva cuatro meses en el club y ya ha deshecho la cantera? ¡Qué eficiente! "Demoliciones Amorrortu", le llamaremos a partir de este instante. ¿Y quién lo contrató? Adivina adivinanza. (Si Amorrortu es un fiasco, qué no será Gil Marín.)

Sin embargo, para el año que viene (según la doctrina oficial del club, el de la felicidad absoluta, el del gozo saliendo del pozo) y aunque la base del once del Calderón es sólida y con uno o dos retoques bastaría y sobraría, ya hay tres fichajes y medio: Arizmendi, Diego, Mario y ¡Arteta! ¡Y los que vendrán, y los que nos quitarán in extremis!

Medio vacía o medio llena

la botella,

el caso es empinar el codo.

Que no decaiga, beodos.

Puntos suspensivos

La doctrina según la cual al Atleti se le dan mejor los rivales fuertes y es temible a domicilio sufrió un atropello aparatoso el sábado en Mestalla. Pero hubo un momento culminante en la retrasmisión por la tele del fiasco rojiblanco. Tontorroneaba el cansino locutor los eslóganes de costumbre cuando, de pronto, casi logra una frase: "En este encuentro se enfrentan un equipo que juega para ganarlo todo y otro que…" El hombre, asustado de que la tragaperras que tiene por cabeza estuviese a punto de dar premio, enmudeció. El embarazoso impasse lo resolvieron Kiko y Salinas desempolvando un tópico de la edad de la inocencia: "Es que el Atleti es muy irregular", fórmula clásica que nunca lo describió y hoy menos que antes, porque el Atleti es un equipo regular tirando a mediocre y asaz previsible. De modo que permaneció en el limbo la oportunidad de que fuera escuchado en público y por cientos de miles de televidentes lo que es el Atleti hoy: un club que juega… para no ganar nada.

Aunque la crítica poco crítica bendijese el resultado adverso ("Era normal", "El Valencia tiene una gran plantilla", "Este Atleti tiene carácter, pero…", "Sabíamos todos lo que iba a pasar"…), hubo dos detalles que habrán producido inquietud a los aficionados más sensibles. Uno: Zé Castro, la sangre fría personificada, acabó descompuesto e imitando a Perea. Otro: pudimos ver cómo por la faz lívida de Aguirre cruzaba ese rictus (inconfundible amalgama de desconcierto, hartazgo y decepción) que antes se había posado, tal que un marabú sobre el cadáver de un búfalo, en los rostros de Luis, Manzano, Ferrando y Bianchi. Las ojeras de la derrota. Ay, amigo, nada que hacer.

Llegó la segunda mitad de la Liga, ese tramo de la competición en que el Atleti flaquea porque está desnutrido y los rivales salen del letargo invernal como osos hambrientos de gloria o de buenas clasificaciones. Nos dicen sagaces expertos que los hombres de Aguirre parecen fatigados. Pues si después de una treintena escasa de partidos y sin más deberes que disputar un match cada siete días, no pueden con las botas, que los internen en un geriátrico.

Aun así, llevamos unas jornadas confortablemente instalados en el refugio montañero de la crisis merengue. Nos han dejado un rincón con estufa, prensa y cafelito, y se está muy bien. (Por cierto, los ideólogos filocolchoneros que querían que siguiese Ramón Calderón han visto atendida su plegaria; vamos a ver lo que les dura la risa en la boca).

Por cierto, ¿bromea García Pitarch cuando declara que, con unos retoques de na, "estaremos siempre entre los cinco primeros"? No, es que a García Pitarch también le vale la UEFA. Es el listón de los listillos.