Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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diciembre 2007 - Artículos

Duelo de segundones

Agüero, probablemente irritado porque ha perdido la excelente forma que le deparó el Mundial (y también porque le zurran a modo sin que los árbitros tomen cartas en el asunto), se revolvió contra un tipo que lo aferraba y le había puesto la zancadilla, prácticas todas ellas de curso legal… en el rugby. El subsiguiente conato de agresión (más aparatoso que lesivo para la fisonomía del zaguero, aunque éste fingiera contarse angustiado la dentadura) mermó al Atleti en el minuto 29 de la primera mitad. (Diremos que es joven, diremos que pecó de inexperto, diremos que un error lo comete cualquiera. Y no diremos que en el sueldo del "Kun" va la paciencia para soportar las tarascadas y los caprichos de la forma.) Hasta aquí el Español había dominado a un rival sin pilas y sin luces. Pero a partir de entonces todo se redujo a ver en qué minuto consumarían los periquitos su superioridad técnica, física y ahora numérica; no obstante, el que se adelantó fue el conjunto de casa merced a un free kick que ejecutó con virtuosismo Simao. El segundo tiempo nos trajo reminiscencias del sitio de Numancia, con victoria para las legiones de Valverde en el rush final (perdón por el anglicismo tomado a préstamo de la hípica). Era el enésimo envío al hueco de De la Peña que, sin oponente que lo marcase, encimara, molestara o tosiera, dio un cursillo acelerado de pases. Nadie con mejor toque que "Lo Pelat", y si montase una academia de fútbol, yo matricularía en ella a Perea, a Pablo, a Eller, a Pernía, a Jurado, a Valera... El segundo club de Barcelona es mejor que el segundo (o tercero) de Madrid, entre otras cosas porque dispone de suplentes como De la Peña, con más clase e inteligencia que muchos titulares rojiblancos. Precedió al recital de "Lo Pelat" un despiste del cegatón Abbiati, en cuyos esquemas no figura interceptar los balones que transitan por delante de sus narices.

Antes del match supimos que Maniche tiene pie y medio fuera del club. Es una pésima noticia porque Aguirre no dispone de un volante mejor. Dicen que a ‘O Motor’ le falta compromiso, manera cursi de sugerir que no es un buen profesional. Me gustaría conocer las verdaderas razones (probablemente le deben dinero) de esta nueva espantada o reticencia de Maniche (que el "Vasco" no ha sabido negociar, para alivio de los cobardes dirigentes que se parapetan tras él), pero lo peor del asunto es que otorga a Cléber un puesto en el once. Aún la víspera del partido contra los griegos (primos hermanos de los que aplastó el Bayern) mi esperanza de que el ex del Santos fuese útil pervivía, aunque tan débil como la llama de una vela moribunda; después la llama murió. Santana es blandengue y juega una velocidad por debajo de lo que exige Europa. Con él y Raúl García, el Atleti cobra un falso aire de conjunto sólido, ilusión de los sentidos curiosamente creada por la lentitud de ambos. Esa lentitud les impide enlazar con Agüero y Forlán, y el equipo sólo produce (si bien gota a gota) por el ala de Simao (empleado del mes en diciembre) sin que el sistema defensivo gane en consistencia.

Las expulsiones de Agüero y Pernía, como otras veces la bondad del resultado, tapan las carencias de un plantel hecho sin criterio y llamado a fracasar, como de costumbre. (El mal de altura, la extraña dolencia que los periódicos diagnostican al Atleti, no es más que falta de calidad.) Y eso que algunos de los co-aspirantes a la pedrea de la Champions están sumidos en algo que jamás padece el Atleti: una crisis. Pero el Valencia (si sobrevive a Ruiz) y el Sevilla reaccionarán, mientras que el Atleti, salvo que fiche (contened la risa si podéis) dos o tres hombres importantes en el mercado de invierno, pagará muy caras su falta de organización en los despachos, la demagogia de los okupas, la ignorancia de los críticos y la chaladura de los feligreses nihilistas (su dios es la nada) que pueblan el Calderón, quienes jamás se cansan de perder.

Vicio y cruz

Daudén le ha tomado gusto a birlarle al Atleti los goles que marca. Sucedió la temporada anterior frente al todopoderoso Real Madrid, y este año, frente al humilde "Recre". Es un feo vicio el de Daudén que nadie le va a corregir. Y yo un día de estos acabaré yéndome al cine cuando los del maldito PPV retransmitan un partido del Atleti. No soporto a la parejita de comentaristas que nos ha tocado en desgracia. Son monótonos, son ignorantes, son insufribles; carecen por completo de recursos expresivos y no rigen bien de la azotea. Mi curiosidad se pregunta: ¿qué les pueden pagar a estas dos perfectas calamidades por aburrirnos de una manera tan absoluta? ¿Quién los contrató?, ¿por qué motivo?, ¿con qué pérfido propósito?

La jugada de la tarjeta a Maxi es típica del fútbol moderno: el delantero llega antes, toca lo justo el esférico y luego se esfuerza en minimizar el impacto con el guardameta, el cual circula por el carril de su prisa como un tren con retraso. A veces, el delantero sobreactúa y el portero pica (pero en el balompié apenas habría faltas si nadie llegase tarde al balón). El locutor insiste: "Maxi se desentiende de la pelota". ¿Y acaso la busca el guardamenta, pedazo de cretino? Y si no ha sido penalti, pedazo de burro con orejas de onagro, ¿hay alguna razón para anular el subsiguiente gol de Forlán?

Y conste que el empate entre el Atleti y el Recreativo de Huelva fue lo que merecieron todos los jugadores que saltaron al Nuevo Colombino, salvo uno: don Diego Forlán que anduvo por todas partes consciente y orientado. Cortó, combinó, chutó, estimuló a sus compañeros, ayudó atrás… El resto de los integrantes de ambos equipos estuvieron al nivel del mar, aunque siempre por encima del árbitro y de la cháchara de los dos tristes loros con que el PPV nos crucifica, sea Semana Santa o la natividad del Señor.

Color exceso

El extraordinario ajedrecista Akiba Rubinstein, que floreció en la primera década del siglo XX, sólo se sentía contento de un triunfo cuando él y su adversario jugaban una "partida lógica". A Rubinstein le hubiese gustado el equilibrio del Atleti de los 70 y le horrorizaría la vesania del actual que, a falta de algunas virtudes esenciales, se entrega con furor al caos. Todos los rivales del Atleti parecen equipos (mejores o peores, pero equipos), mientras él semeja un mero agregado de futbolistas de perfil irregular, que se vienen arriba o abajo en el transcurso de pocos minutos, y que alternan acciones asombrosas con otras deplorables. Es un conjunto (por conjuntar) que tira la moneda una y otra vez, insatisfecho de que no caiga de canto.

El domingo, por ejemplo, firmó una excelente primera parte Simao, convertido por fin en un interior como el fútbol de hoy exige: regateó lo justo, pasó cuando debía, profundizó… (¡Qué extraño que lo cambiase Aguirre!) Empero ya es imposible saber si Maxi está o no en forma; en cuanto al muy alabado Forlán, (alabado porque de momento mitiga la ausencia de Torres) alterna los conatos de lucidez con los fundidos de plomos, la actividad frenética con el pasotismo; e incluso los que idolatran a Raúl García tendrán que reconocer que es demasiado proclive al balonazo y tente tieso.

Sin embargo, el otro día se erigió en epítome de lo que es hoy el Atleti su portero Abbiati. Es grande y no salta; es fuerte y está sano, pero parece griposo (su cabezota y sus ojeras evocan las de Nosferatu). Durante el primer periodo alimentó a la medular del Getafe con sus febles y erráticos despejes y, aunque mide dos metros, jamás salió a por los balones que sobrevolaban su área chica. Sin embargo en el segundo, después del conceder un corner desternillante se picó consigo mismo, y el morto in piedi empezó a salir y a parar y a italianear (se revolcó por la hierba en una jugada para que el tiempo corriese).

En resumen: el Atleti del "Vasco" consiste en una función de variedades: ahora actúa el mago prestípedo; ahora, el invidente tragafuegos; ahora, el trapecista sin red... Todo muy color exceso.

Una palabra para el "Kun". Ya sé que sólo se tira cuando no tiene ninguna posibilidad de alcanzar el balón, mientras otros lo hacen por sistema, pero no debería fingir en ningún caso. Y si no es capaz de entender la ética del deporte, que prescribe la lealtad hacia el oponente, y si considera que cada match es un día en la jungla, que reflexione sobre lo que voy a decirle. Sólo los cracks en el apogeo de su gloria (Maradona) o las figuras de los clubes más poderosos pueden permitirse engañar a un árbitro sin pagar un alto precio por ello. Y cuando un futbolista adquiere reputación de tramposo, los colegiados se vengan de dos maneras: permitiendo que los zagueros rivales se ensañen con él y escamoteándole un penalti tras otro. A la larga, la honestidad es un seguro.

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(Ortografía baldada. Autocapón.) Nos sentimos mejor representados por nuestros aciertos que por nuestros errores, cuando unos y otros nos pertenecen por igual. En Vigo, bajo un sol enfermo, vi con mortificadora nitidez el mayúsculo fallo: un "… de valde (¡sic!), que decoraba con bellaquería mi último artículo: "Omertà locuaz". Que un simple paseo por la playa disipase las tinieblas, que juntó el azar y varias lecturas correctoras inadvirtieron, era ya de por sí misterioso (la esperanza de que se tratase de un falso recuerdo fue desde el principio muy débil; en la playa no imaginé el error, ¡lo vi ante mis ojos!). Con todo, el principal enigma subsistía: ¿cuántas veces habré escrito la palabra "balde", o la locución adverbial: "de balde", sin baldar la "b"?, ¿cien?, ¿doscientas? Una amiga sugirió: "Estabas pensando en Valdano y sufriste el típico cruce de cables." Yo conjeturo más verosímil la hipótesis de que la imagen física del balde (objeto cóncavo) fuese la subrepticia instigadora del cambiazo. No obstante, creo que el lapsus calami (pues lo cometí al correr de la pluma) jamás se habría producido si hubiera escrito yo a pluma o a lápiz el término. A quienes guardamos memoria subliminal del vocablo escrito de nuestro puño y letra, el ordenador, al emancipar de la caligrafía la escritura, nos gasta estas bromas pesadas.

La cosa tenía remedio (por fortuna, esa especie de imprenta virtual que es Internet permite las rectificaciones), pero no inmediato, por hallarme lejos de casa y sin las contraseñas y salvoconductos electrónicos que me hubiesen permitido remediar el gazapo (esta vez, conejo y crecidito) desde un cibercafé. Inútil añadir que lo primero que hice a la vuelta del viaje fue restaurar con todos sus derechos la "b" al frente de "balde". Pido disculpas a los lectores.

 

Omertà locuaz

(1.- Je, je., ji, ji) Txema escribe en Señales de Humo una carta abierta a cierto comunicador de la radio, de esos que se toman demasiado en serio las cuitas de todos los clubes excepto uno: el Atleti, hacia el que observa una cosa que, disfrazada de condescendencia humorística, se parece mucho a la omertà, esa institución siciliana. (El destinatario de la carta abierta de Txema es en realidad la prensa deportiva en su conjunto y no sólo el personaje al que Txema remite su misiva, personaje que no es el único adicto a la omertá; sus colegas, también la profesan. De hecho, bastaría para hacer añicos esta ley del silencio curiosamente verborreica con que uno solo la desobedeciese.)

Toda actividad con cierta dimensión pública interesa a los medios de comunicación, que son, por así decir, los intermediarios entre los acontecimientos relevantes y la ciudadanía. Y aquí, en efecto, hay algo que no cuadra: mientras que el comunicador objeto del enojo de Txema refiere y juzga (a veces en términos muy duros) lo que hacen ciertos personajes públicos (insisto, públicos) vinculados al deporte, como Piterman, Soler, Lamikiz , Villar, etc., mira para otro lado cuando se trata de referir y juzgar lo que hacen los dos pájaros de cuenta que anidan en el Atleti desde hace 20 años, en comparación con los cuales los arriba aludidos son verdaderos filántropos y almas de la caridad. ¿De dónde provendrá ese privilegio del que disfrutan Cerezo y Gil Marín, quienes son tratados como personas estrictamente privadas, lo cual, a efectos de la opinión pública (insisto, pública), significa ‘invisibles’? Porque no me digáis que no se parecen al personaje de Wells y que no se aprovechan como él de la invisibilidad para cometer sus fechorías. (¿Cómo, si no fueran invisibles, habrían podido Gil Marín y Cerezo atravesar indemnes dos décadas de okupación y saqueo sistemático de la entidad rojiblanca?)

Las sentencias judiciales, incluso si nos atenemos únicamente a las relacionadas con la administración del Atlético de Madrid (aunque ¿quién duda, por ejemplo, de que, si el patriarca viviera aún, estaría en la cárcel, como sus amiguetes, acólitos y empleados de la "Trama Malaya"?), y los pésimos resultados deportivos son indiscutibles y abruman por su contundencia. Sin embargo, aún se discuten y no abruman a nadie. (Así, del locutor que tanto indigna a Txema, recuerdo que sólo se sulfuró contra Gil –el rebote le duraría un minuto– cuando el Atleti iba en el furgón de cola de la segunda división. Debió de intuir que el gran salto hacia atrás –de la primera a la segunda B en dos temporadas– era demasiado potente y elástico, incluso para él, tan dado al je, je y al ji, ji a costa del Atleti.)

Los detectives de las novelas policíacas, y también los que trabajan en muy reales comisarías, suelen preguntarse: Who profits from the crime? ¿Quién se beneficia del crimen? (y, consecuentemente, ¿quién practica la omertà cómplice?). Sacan tajada de la situación calamitosa del Atleti los señores Cerezo y Gil Marín, verdaderos artífices, junto con el difunto patriarca, de su ruina y desprestigio hodiernos. A los dos compinches no se les ocurriría ni por lo más remoto declarar la verdad, aunque tampoco se pueda afirmar que permanezcan calladitos. Al contrario, hablan por los codos, aunque su cháchara futurista (se han especializado en un tema: el risueño porvenir del Atleti) sea un miserable harapo que apenas cubre un esqueleto.

Desde el punto de vista institucional, el principal beneficiario del formidable estropicio que los okupas y sus secuaces han causado al Atleti es desde luego el Real Madrid, que nunca se vio en otra tan estupenda: el Atlético más débil en un siglo, dirigido por unos individuos que, en tanto que hombres públicos, son unos perfectos idiotas y, en tanto que dirigentes deportivos, unos auténticos ceros a la izquierda. Hay gente muy hábil para los negocios (turbios o no) y muy negada para lo demás.

No, nunca dos dirigentes rojiblancos cayeron tan bien en Concha Espina como los actuales, y se comprende el porqué: al madridismo le interesa que los okupas sigan sacrificándose y desviviéndose por la entidad colchonera. (Nota bene: la debilidad del Atleti tiene un valor estratégico para el Real Madrid, pero no viceversa. Esto es: al Madrid podría irle mal sin que al Atleti le fuera mejor, gran novedad que trajo la okupación y que suministra una idea exacta de la magnitud del daño infligido por los golfos al Atleti.)

Los malhechores y los beneficiarios indirectos de sus fechorías profit from the crime, pero los administradores de la omertà locuaz son los medios de comunicación. La prensa de Madrid es madridista y trabaja, no para informar, sino para fortalecer al merengue: es el puntal más conspicuo del lobby blanco. En la prensa de Madrid laboran una docena de sujetos que presumen de colchoneros (entre ellos, el locutor de Txema), los cuales no pueden, por motivos obvios, salirse de las pautas establecidas para toda la manada. Ahora bien, ¿lo harían si no pesase sobre ellos una amenaza –me refiero a perder el favor de las audiencias– peor que la del despido fulminante? La pregunta no es retórica porque domina la sensación de que los comentaristas e ideólogos del Atleti son los peores: los más botarates, los más cínicos, los más intoxicadores, los más sumisos a la consigna de la omertà locuaz. Pues bien, la respuesta acertada es ‘no’. Y conste que no hablo de ayudar al Atleti, cometido enteramente ajeno a la labor de un periodista, sino de informar sobre el Atleti, por lo menos al mismo nivel cicatero para con la verdad de que gozan otros clubes: el Bilbao, el Betis, el Valencia… (Soy de los que firmarían el siguiente trato: todo el marketing para el Real Madrid; una migaja de información para el Atleti.)

En los años 60, una carta de Saporta a Bernabéu (documento que exhumó Bernardo Salazar para su historia del Real Madrid) probó que los periodistas de entonces figuraban en la nómina del club de Chamartín y le costaban ¡más que su sección de baloncesto! (Saporta, quizá intuyendo que podían mentir gratis, le rogaba a Bernabéu que redujese gastos.) ¿Los que ahora callan con muchas palabras (y todas necias) ante los destrozos de los okupas lo hacen de balde o a cambio de algún favor, bien, servicio o momio? Es la única circunstancia que queda por esclarecer de este vidrioso (y, sin embargo, transparente) asunto.

(2.-Estadística bribona.) El informe apareció en un periódico especializado —como los demás— en arrojar tinieblas sobre lo que sucede y en volver tarumba a un público ya medio imbécil. Aparentemente objetivo, entraña una alegre naturalización de la injusticia, del tipo "el mundo es como es, y no hay que darle más vueltas". Me he limitado a poner los (sic).

"Temporada 2003-04: el Barcelona realiza una memorable remontada en la segunda vuelta de la Liga (adelanta al Madrid, que le sacaba 18 puntos, y no alcanza al Valencia por los pelos) a pesar de sufrir 14 expulsiones (récord del club azulgrana en una Liga) y de lanzar sólo tres penaltis. Temporada 2004-05: el Barcelona conquista el título de Liga (el primero desde 1999) en dura pugna con el Madrid después de sufrir apenas dos expulsiones (su mejor cifra desde 1989) y de lanzar diez penaltis.

Entre una y otra campaña, además de perfeccionarse el juego de un equipo que se iba a convertir en poco tiempo en el mejor de Europa, el cambio drástico (sic) en los datos arbitrales coincidió con el apoyo de Laporta a Villar en las elecciones a presidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) que se celebraron en el otoño de 2004. Mientras, el Madrid, gran rival del Barcelona y acusado de favores arbitrales desde hace décadas, recibió un trato de equipo vulgar (sic), como cualquier otro de Primera, y tuvo que penar, por ejemplo, con 21 expulsiones entre las temporadas 2005-06 y 2006-07.

Pero las cosas han cambiado (sic) en la Liga en curso para regocijo de los mal pensados (sic). El Madrid vuelve (sic) a recibir el trato de un equipo grande al tiempo que sus relaciones con la RFEF han mejorado tras la dimisión de Florentino Pérez, el triunfo de Ramón Calderón y el acercamiento del nuevo presidente blanco a Villar, que necesita más ayuda que nunca para ganar las próximas elecciones.

Los errores (sic) arbitrales han facilitado que el Madrid resolviera dos partidos en el Bernabéu, ante Almería y Mallorca, que en temporadas recientes habría perdido sin discusión (sic). Además, le favorecieron ocasionalmente en otros encuentros debido a este nuevo (sic) respeto (sic), que le ayuda a mantener el liderato. El Barcelona está atravesando una crisis (es tercero a cuatro puntos del líder) y eso que también ganó dos partidos en su campo con la fortuna (sic) de su lado, ante Athletic y Almería.

Ahora, los datos se han nivelado, incluso benefician al Madrid, con 3-1 en expulsiones y 2-0 en penaltis en esta Liga (2-2 y 3-3 para el Barcelona en estos apartados). El equipo azulgrana destaca en tarjetas amarillas (34-21 a su favor). Habrá que seguir la evolución de los acontecimientos (¡SIC!)

Oficio
Un adarme de oficio (ya era hora) mostraron algunos de los jugadores del Atleti en Sevilla frente al Betis (algo insólito porque lo normal es que actúen como niños de primera comunión). Pablo, Pernía, incluso Eller (que sólo un cometió error de bulto, subsanado con prontitud por Motta), fueron por una vez los veteranos que indican sus respectivos documentos nacionales de identidad. Claro que delante se plantó un adversario duro y correoso, sí, pero muy corto de talento, lo que siempre facilita la tarea. El Atleti fue mejor, excepto un largo rato del segundo periodo en que sus hombres perdieron la serenidad y la coordinación. Durante 20 minutos, el cuadro de Cúper zarandeó a su oponente e hizo que crujiera su, otras tardes, frágil armadura. Algunos críticos hablan de la siesta del Atleti y describen los poderosos ronquidos, pero yo no vi tal siesta ni escuché tales ronquidos, sino que presencié como se vaciaba en pos del triunfo un Betis codicioso y con la soga al cuello (el adversario también juega). Sí, los arriba citados supieron comportarse. En especial, Pablo y Pernía, amén del portero, al que estos partidos jamás sacan de la lista de los sospechosos habituales, sin que sea posible averiguar la causa. (En mi criterio, desde Molina, no ha habido en el Atleti otro guardameta tan sobrio y de fiar como Leo Franco.)

Las tribulaciones del Betis son el incomestible fruto de la pésima gestión de Lopera (demagogo del corte de Gil a quien la afición de Heliópolis ha dejado de idolatrar, y tenía razón el seguidor que desplegó una pancarta en la que todos pudimos leer: “Otro Betis es posible”. El joven, a quien, por cierto, nadie osó importunar; al revés de lo que sucede en el Manzanares con los contestatarios, lo expresó atinadamente porque muchas personas no imaginan otra realidad que la que hay, y la que hay llega a parecerles buena sólo porque se les antoja inevitable. Un audaz comentarista de Madrid diagnosticó sin bajarse del autobús que, si este Betis está abocado a la lucha por la supervivencia, no es precisamente por culpa de sus entrenadores. Es el mismo que soporta las mangancias de los okupas del Atleti sin un carraspeo o un susurro. Pero claro, las cuitas del Atleti residen en su naturaleza, en su idiosincrasia: de ahí que sean ineluctables; las del Betis, por contra, se arreglarían con el trueque de un puñetero salvador por un presidente normal. Son las ventajas de no tener carácter, ni tan siquiera sino.