Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

Recursos Sindicaciones

enero 2008 - Artículos

Nunca os cansaréis de perder

Y por eso la derrota os será deparada sin medida.

(1)

Mucha gente odia pensar y no por falta de materia gris, sino porque es lo más cómodo. Pensar lleva casi inevitablemente a extraer algunas conclusiones inesperadas, las cuales o bien arruinan algún tópico o lugar común en el que tranquilamente nos arrellanábamos (como si la cabeza fuese el trasero y el tópico, más cojín que almohada), o bien nos invitan a actuar en consecuencia. Es la poltronería y no la estupidez la que suele paralizar los cerebros. O si lo preferís: nueve de cada diez veces, la estupidez no es más que un efecto de la pereza. Verbigracia: lo más fácil, cuando vienen mal dadas, es negar lo hechos o su gravedad y después, si el dinosaurio continúa tercamente ahí, encogerse de hombros y rezongar: "¡Qué podemos hacer!". A esa vagancia llaman unos "fidelidad", otros "candidez", otros "paciencia", otros —en plan guasón—, "masoquismo"… Y no es así: es galbana, también cobardía. Nunca supuse que ser colchonero vendría a simbolizar, con el correr de los años, el deseo de dormir a pierna suelta. Será que del colchón, de su idea pura o platónica, ya emana una invitación mórbida al ronquido.

En esto del deporte, las estadísticas que nunca se esgrimen son las únicas que poseen cierto carácter indiciario, o sea: las únicas que podrían arrojar alguna luz sobre lo que pasa. Ellas explican que el Atleti con los Gil al cargo del club ha vencido cinco veces al Madrid en 38 derbis ligueros (¡se dice pronto!): una con Menotti, una con Ivic, una con Luis, una con Antic y otra con Ranieri. Algunas de las ocasiones en que empató o perdió, pudo y debió ganar o empatar, respectivamente, pero, aun contando con las arbitrariedades de los referees, la cifra de triunfos es exigua (ridícula, diría yo) y tendría que mover al sonrojo antes que a la exultación. Otro dato: desde que el Atleti se fugó del Hades, ha habido 12 partidos de la máxima (o de la mínima), con ocho victorias merengues y cuatro igualadas. En el Calderón, el Atleti sólo ha sido capaz de marcarle dos goles al Madrid (tres, con el de Perea que Daudén borró de las actas) en ¡540 minutos de juego!

Una afición consciente y normal habría emprendido hace muchos años una campaña implacable en pro del desalojo de los okupas. Sin embargo, la afición del Atleti es inconsciente y anormal. Y peca de exhibicionista: ha convertido los fracasos del club en un espectáculo de despecho triunfal que da vergüenza ajena, donde lo único transparente es la adhesión inquebrantable a la dieta de fiascos y embustes que le han prescrito los insignes doctores Gil Marín y Cerezo. La afición del Atleti no le ha vuelto la espalda al club, pero tampoco da la cara, salvo para hacer aspavientos, muecas y visajes bochornosos. El peor: aquel que transmuta la derrota en victoria de boquilla o en un triunfo inverso; sobraban los cánticos de la otra noche.

Hay cuatro clases de seguidores del Atleti: los que, por increíble que pueda antojársenos, aún le rezan al Jesús del Gran Joder; los que, fatalistas y pupistas, asisten de manos cruzadas a la demolición del club; los que, si bien comprenden lo que ocurre, opinan que las calamidades son pasajeras (pero todo es pasajero, empezando por la vida) y nos recomiendan ser positivos y no desmayar; y la peor representada de las cuatro (dos o tres centenares de personas a lo sumo), la de los que saben que, con semejantes patrones, el club no tiene la menor posibilidad de resurgir, pues quienes han sido tan torpes y golfos durante 20 años no van a desplegar de improviso una inteligencia con la que la Naturaleza no los dotó y a criar la honestidad que perdieron en la alta o en la baja infancia. No estamos en el reino de los insectos sino en el de los seres humanos; aquí no hay feas larvas que se transformen en lindas mariposas.

O sea, la inmensa mayoría de los seguidores rojiblancos defiende su presunto derecho a la inocencia y a la ilusión (léase: a la ignorancia y a la pasividad). Este año los okupas, que han percibido en las trayectorias del Sevilla o del Español la oportunidad de un farde a bajo costo (son tan imbéciles que creen factible copiar instantáneamente la fórmula del éxito de esos equipos oscuros pero ambiciosos), esperaban entretener al personal con los partidos basura de la competición europea, con las eliminatorias de la Copa (que suelen descuidar el Real Madrid y Barcelona, con una clasificación en la Liga algo mejor que la de las últimas temporadas y poco más. Aquí se pretende compaginar las metas de un club pequeño con las ínfulas de un club grande. Por eso los partidos contra el Madrid adquieren un valor probatorio de primer orden, aunque sólo sea porque desbaratan los tejemanejes propagandísticos, el aparatoso armazón de mentiras que protege a los okupas. Después de tardes como la del último domingo, las preguntas brotan con naturalidad: ¿dónde está la gran plantilla?, ¿dónde el ciclo feliz?, ¿dónde los estupendos jugadores prometidos?, ¿dónde el buen fútbol?, ¿dónde el estadio y la ciudad deportiva?, ¿dónde la salud financiera? ¿dónde la prosperidad anunciada?

Es verdad que los okupas ya apenas tratan de disimular la magnitud del hundimiento del club bajo su catastrófica y (según los jueces) delictiva administración, y se conforman con ganar tiempo: el que necesitan para pulirse el Manzanares. Ahora bien, la desaprensión, la total falta de escrúpulos, con la que aún se atreven a ofertar improbables conquistas de copas o uefas, clasificaciones honrosas y ciclos bonitos a unos seguidores de los que se han mofado y a los que han estafado de todas las maneras habidas y por haber, merecía otra respuesta por parte de la hinchada; pero los incondicionales, con la necia avidez de un perro sin olfato, prefieren saltar en pos de huesos de madera.

(2)

Claro que este auténtico recital de despropósitos no sería posible sin la magnífica labor de los medios de comunicación, los cuales invierten no pocos esfuerzos en tapar, tergiversar o falsificar lo que pasa. (En el fondo ya están cansados de ser simples intermediarios entre los hechos y la opinión pública; aspiran a producir la realidad, y en el deporte ya lo han conseguido en gran medida.) Así, un joven locutor de Telemadrid: "Mientras que en el Atleti todo va bien…" (¡Sic!)

Otro ejemplo: "Viniendo de donde viene el Atleti, más vale morir cosido a tiros, que de asco detrás de la tapia, con la cabeza gacha y el orgullo por los suelos. Ya sé que puede resultar gratuito, casi insensato, porque además no será a mí a quien echen (o eso espero). Será a usted. Pero si eso ocurre, se marchará del Manzanares con la cabeza alta. Como llegó. Con esa pinta de ser un tipo directo, valiente, con las cosas claras. Sabiendo hacer buen uso hasta de un par de tacos bien dichos en cualquier sala de prensa".

Sea osado, por favor. Hace más de cuarenta años que Madrid y Atleti no se pelean entre ellos por un título, cara a cara. En la temporada 64-65, Miguel Muñoz se lo llevó a Concha Espina. Un año después, el trofeo se vino al Calderón de la mano de Domingo Balmanya. Más reciente, hace quince años, fue aquella en la que pugnaban ambos y, al final, les pasó el Barsa por la derecha, previo derrape de los blancos en Tenerife.

Es el momento, fuera cobardías. Hay Liga y, ahora, lo suyo parece de verdad. Salir con todo. Acabar un partido con toda la caballería volcada al grito tan ministerial de "antes partíos que doblaos". Ya me conozco de memoria aquello de que cada partido es una historia. Pero la del Atlético, desde hace ya demasiado tiempo, siempre era sosa y gris. Ahora, ya no sabes nunca cómo va a acabar. Pero divierte siempre. Y eso, a la ciudadanía rojiblanca le pone una barbaridad".

Este es el tipo de comentarista que fomentan los periódicos: indocumentado, chalado, mentiroso, desmemoriado, más pelota que el esférico oficial de la liga, baladrón, irresponsable, conformista, radicalmente memo… ¿Acaso no los hay de otra pasta? No, o han sido reducidos al silencio u obligados al disimulo. Con bardos así se explica que sea tan fácil no ya embaucar sino mantener indefinidamente somnolientas a las muchedumbres del fútbol.

He aquí, sin embargo, una arenga de muy distinto tenor:

"Sintiéndolo sobremanera debo recalcar que para mí no hay, como no lo hubo nunca, auténtico duelo Madrid-Atlético, por la sencilla e hiriente razón (para los atléticos) de que ambos equipos no compiten por los mismos objetivos. Y sí, claro que el Atlético, que tiene todas mis simpatías, puede ganar al Madrid en cualquier momento, pero los duelos del Madrid han sido, son y serán con el Manchester, el Inter, la Juventus, el Bayern, el Milan y el Barça. Ahí sí duele. Pero el Atlético no, jamás.

El Madrid supone en sí mismo todo un sistema de pensamiento, mientras que su rival es una anécdota sangrante, una agonía demorada hasta el éxtasis. Sería como comparar, filosofía mediante, a Hegel con nuestro J.A. Marina, qué quieren que les diga... O, puestos a hablar de literatura, a Shakespeare con nuestro no menos insigne Sabina, que no podía ser otra cosa sino atlético... A pesar de ello, voy a hacer autocrítica: a los madridistas se nos acusa de chulos. A veces lo niego, pero ahora mismo ya me está saliendo el chulillo redomado, porque hasta se me antoja pelín vejatorio redactar este artículo hablando de «duelo». ¡Qué diantres duelo! Es el Atlético el que vive en duelo permanente. El Madrid aspira a todo y todo está obligado a ganarlo. El Atlético sueña, a lo sumo, pasearse por Europa hasta octavos o cuartos. Es un duelo mediático, de piques en los bares, entre churros y porras, poco más. Así son las cosas y así seguirán siéndolo.

Y conste que ideológicamente me encantaría ser colchonero. Alguna vez, impelido por el alcohol, llegué a escribir que me gustaría ser culé. Falso. Los culés son ruines de espíritu, y su esencia, miserable. Son lo peor: los eternos segundones que, de tanto en tanto, aciertan. El Atlético, ni eso, de modo que me inspiran una profunda lástima...Javier García Sánchez es escritor.

Otro día comentaré el texto del escritor madridista, tan típico de cierta mentalidad. Hoy sólo me interesa una cuestión: ¿son más saludables para el porvenir del Atleti estas patéticas desconsideraciones o las hipócritas, o respetuosas, o cariñosas palabras de Raúl y de Luis Aragonés? (Según Raúl y Luís Aragonés, el Atleti habría vuelto a ser un grande). ¿Qué le hace más justicia a la situación actual del Atleti (y no tan actual, que la cosa ya dura dos décadas), los salivazos displicentes por una esquina de boca de García Sánchez o la afirmación de Forlán (lleva poco tiempo aquí y es parte interesada) según la cual el Atleti es un "gigante dormido"? ¿No será más bien un enano con la enfermedad del sueño?

Opino que el suelto de G. Sánchez, bien utilizado, podría obrar como una especie de Bálsamo de Fierabrás que nos vaciase el espíritu de tanta indigesta falacia, de tanto futuro perfecto, de tanto mañana espurio, de tanto tal vez, un día, quizá…Por eso habría que clavarlo (o pegarlo) en las puertas del Calderón, donde moran los granujas que lo han convalidado.

(y 3)

Los cristianos datan el tiempo a partir del nacimiento de Jesús de Nazaret; los musulmanes, a partir de la Hégira (o huida) del profeta camellero Mahoma; los chinos lo computan desde el año en que nació su primer emperador (el Hijo del Cielo), mientras los budistas se atienen a la promoción de Buda al Nirvana. Los hebreos sostienen que Yahvé hizo los días junto con el mundo, etc…. Estamos pues en el año 2008 de la era cristiana, en el 1385 de la era musulmana, en el 5769 de la era judía, en el 2551 de la era budista y en el 4706 de la era china; ¡Ah!, lo olvidaba: según Gil Marín, estamos en el ¡tercer año de la era posjudicial! Y sabemos por un periódico que brinda sus páginas a analfabetos funcionales y a bribones redomados (admito la objeción: la pista no es gran cosa porque todos o casi todos que hacen lo mismo), que el consejero /delegado del Atlético de Madrid no asiste a los partidos y, antes que acudir al estadio, prefiere dar vueltas en su Porsche Cayenne por la M-30 atiborrado de pastillas, mientras escucha a Pavarotti. Yo creo que Gil Marín miente. No va al estadio porque no le gusta el balompié y porque abriga un temor: que lo identifique esa burriciega afición con la que nos han maldecido los dioses y se las haga pagar todas juntas.

El paleto y el patán

-Ande abuelo, quédese.

-Me quedaría si el Madrid perdiera, pero al final ganará. Y el abuelo abrió la puerta de la tasca y salió al relente de la noche. Había visto cómo Agüero y el árbitro eliminaban al Valladolid, y se conoce que tenía bastante. Quizá el penalti sin sanción en las postrimerías del match copero le habían amargado algo (no mucho) la cerveza y la clasificación, pero no parecía triste. Me dispuse a imitar su ejemplo. Pagué mis tés y, cuando iba a enfilar la salida, la voz de antes me detuvo:

-Hombre, no te vayas; Maxi, ponle un botellín... Vamos a ver un ratito al Madrid, carajo. Dudé unos instantes, pero tampoco me esperaban grandes negocios, y me dije: "No le hagamos un feo; en vez de ir en tren, cogeré un taxi". Astuto, puse una condición:

-"Bueno, pero en cuanto marquen los blancos me voy". Nunca lo dijera.

En la tasca (una de las pocas de esta ciudad donde, si coinciden los partidos del Atleti y del Real, televisan al Atleti) permanecíamos unos cuantos clientes colchoneros y dos o tres madridistas en ronda por los bares del barrio (un vino aquí, una caña allá...). Primero acuden a sus reductos y después, si la cosa promete, al nuestro. Era ostensible que esta vez querían (dando por descontada la victoria) que los contemplásemos en toda la extensión de su actual suficiencia, esto es: chulearse. El Mallorca no podía no claudicar y el bocazas de Manzano no podía abandonar el Bernabéu sin haberse tragado sus impertinentes palabras.

Estamos ya creciditos, pero pertenecemos una generación que nunca madurará. De modo que, para mortificar a los invasores, empezamos a protestar todas y cada una de las decisiones de Medina Cantalejo, que fuera de las áreas dejaba hacer al Madrid, y a burlarnos de los finos loros que el PPV le pone al club de Concha Espina, quienes juraban no haber presenciado desde agosto un mejor fútbol del once de Schuster, aunque cualquiera podía ver el trotar desmayado de Guti, un artista que, cuando da el pase más obvio, proclama con el cuerpo: "¡Qué bueno soy!").

Fueron transcurriendo los minutos, y uno de los locutores profetizó: "Hay equipos que se encierran y aguantan casi todo el partido y, cuando al final caen, se quejan de su mala suerte sin ninguna razón". El otro también sudaba optimismo porque las cámaras enfocaban a Raúl y a Velázquez (el estupendo diez de la segunda mitad de los años 60 y la primera de los 70), y en aquellos rostros el locutor percibía la oronda, la orbicular, serenidad de los que nada temen. En estas, Marcelo le estampó un bofetón a Jonás y el árbitro salió a escape de allí, y nosotros parecíamos unos putos locos (muertos de risa, seamos francos): "¡Buuu! ¡Cucaracha! ¡Qué vergüenza! ¡Así gana el Madrid!", etc. Uno de los invasores interrogó con bastante gracia: "Maxi, ¿han venido de visita tus primos de Mallorca?"

El match entró en los minutos de la acostumbrada proeza, de la previsible hazaña, que los dioses reservan al heroico merengue, pero el cuero se resistía a horadar el marco bermellón; de modo que empezaron las lipotimias de los delanteros locales y sus protestas y dramáticas poses, sin que el árbitro, lívido, se atreviese a picar, y, en el único contragolpe mallorquín decente, ¡zas!, vaselina de Ibagaza y... ¡Gol! ¡Gol! ¡Gol!

En el palco, Calderón le dio un golpecito congratulatorio al presidente del Mallorca, lo cual prueba que no tiene mal perder, todo lo contrario que Schuster, de quien luego oí que había felicitado a Manzano del siguiente modo: "Te has salido con la tuya, ¿eh? Enhorabuena, paleto". Ignoro si su colega le contestó: "Gracias, patán". ¿Los merengues de la tasca? Encajaron el revés desdeñosos: "¡Bah, la Copa es para los fracasados!"

Pero me percato de que apenas me referí al Atleti. Si tuviese que volver ahora a los pormenores del encuentro en Zorrilla no sabría cómo hacerlo de una manera ordenada. Ofreceré impresiones dispersas: el "Kun" es un fuera de serie (¿hay algún delantero preferible a él en cualquiera de las grandes ligas?), pero Forlán, nervioso y agotado, falló un par de goles. Reyes se lesionó solo, después de un fenomenal centro (desde la posición del interior zurdo) a Luis García, y éste vagó por el campo como excursionista dominguero sin brújula. Valera, por una vez, cumplió en el lateral; no obstante, Pablo Ibáñez, que había salvado un gol en la primera parte, comenzó acto seguido a dar síntomas de demencia senil; junto a él, Perea no falló un solo pase... al rival. Pernía, otro espectro, combinó muy bien con uno del Valladolid en el empate de los pucelanos. En cambio, Falcón transmitió la seguridad que no inspira Abbiati. Los del medio apenas jugaron (son risibles quienes insisten en que buena parte de las posibilidades colchoneras de acabar la temporada en un puesto digno dependen de la salud de un jugador que colecciona lesiones), y el Valladolid tuteó al Atleti y lo agobió al final. (Mendilibar puede quejarse de la pena máxima que no señaló Iturralde, pero no de la leña repartida por Motta -el hombre de las rodillas chungas- porque los suyos plagan de faltas los partidos.) 

Como la alegría dura poco en casa del pobre, pero mucho menos aun en casa del necio, me declaro pesimista sobre el resultado del derbi. Aportaré razones que juzgo sólidas: el Atleti es peor que el Madrid hasta Agüero (siendo generosos, hasta Forlán). Además, no está en mejor forma, y, por si fuera poco, Muñiz tiene coartada para inclinarse hacia el fuerte el domingo: el débil robó ayer.

Baraca

(DRAE: "En Marruecos, don divino atribuido a los jefes o morabitos".)

Agüero cazó un obsequio de Hildebrand (que debería apodarse como la cabra más loca de Heidi) y el Atleti se quedó con los tres puntos. A la vista de lo sucedido en el primer tiempo, cuesta creer que el Valencia no vaya último; y a la vista de lo acaecido en la segunda parte, lo inverosímil es el puesto que ocupa el Atleti. El match consistió en la agonía de dos agonizantes: un tostón lento como un funeral de Estado, con las dos aficiones agarradas a sus escapularios y al borde del jamacuco, también llamado sinflús (dos términos del argot de la calle que significan ‘síncope’, aunque el jamacuco esté más próximo a la alferecía).

El Atleti, mientras les dura el frescor a los del medio, empuja algo, y, si el balón lo traslada Simao hacia la jungla donde viven Agüero y Forlán, parece como que juega. Lejanos ya los festines goleadores, el cuadro del Manzanares se diría estabilizado en torno a una cierta capacidad de resistir o de sufrir. Está mal, pero otros están peor. O lo que es lo mismo: el Atleti es el tuerto con una nube en el ojo sano, cuando muchos de los otros ya venden cupones.

El Valencia, sin ir más lejos. Su motor de ayer, Baraja, ¿a quién no le recordó una tartana de ejes chirriantes en lastimero tránsito por un barrizal? (¡Cómo sería la cosa que salió el recién llegado y juvenil Banega y parecía un general en jefe!) No entiendo que Koeman no alinee a Zigic, cuya mole produce huecos y siembra la inquietud en las zagas rivales, ni la extravagancia de colocar a Arizmendi en un lateral.

Sobre las cabezonerías de Aguirre tampoco me extenderé: para poner a Reyes de interior diestro es mejor dejarlo en el banquillo y jugar con diez. La titularidad de Maxi es un regalo del coach y la de Abbiati, dos. Prescindir de Maniche cuando la alternativa es Santana constituye una temeridad, y no multar a Eller por su manía de arrimar la cebolleta en los marcajes, una dejadez de funciones. Aunque mientras le dure la flor al "Vasco"… En fin, el domingo se verá si la baraca de Aguirre es superior a la de Schuster. Claro que a los merengues pudiera bastarles con Muñiz. Ellos lo llamarán fortuna, pero tiene otro nombre.

En Babia

Hasta el minuto 40 del primer tiempo nada había sucedido, salvo una colección de despejes, patadas a seguir, zepelines en llamas, misiles sin dirección adivinable… El partido a veces parecía de futvoley porque la pelota no caía al césped. Y entonces llegó la internada de A. López que culminó Forlán. Entre ese minuto y el de la magnífica acción de Agüero, regresó el intercambio de balonazos, en el que lo más parecido a un pase semejaba un petardo buscapiés. Y entre el tanto del "Kun" y el remate de cabeza de Jurado, más de lo mismo. Hablamos de un match en el que prácticamente todos los minutos fueron los de la basura.

Se nos había informado de que el Coruña era un buen conjunto sin gol, en el que destacaba un zurdo compatriota de Aguirre. El de ayer en Riazor fue un pseudo-equipo sin defensas, sin medios y sin delanteros. Gobiernan su centro del campo Sergio y un canadiense de tez negra y apellido español (De Guzmán) incapaz de dar una patada a un bote. (El único futbolista blanquiazul merecedor de ese nombre fue el lateral brasileño Filipe Luiz.) En suma: el peor once coruñés desde la época en que los gallegos eran un club ascensor; huele a cadáver y, de hecho, sólo inquietó cuando a Abbiati le entró el telele. (Abbiati es un guardameta inseguro y cantarín, como demuestra siempre que lo ponen, pero cae bien a los comentaristas.)

En el Atleti las mejores noticias siguen viniendo del exterior: el coma profundo del Valencia (que el próximo domingo en el Manzanares puede despedirse de sus escasas opciones de salvar año) y el posible traspaso de Alves al Chesea, que dejaría al Sevilla sin su gran figura; pero también sobran motivos de preocupación. La medular cada vez crea menos y Maxi está como ido; Reyes y Luís García no suman; la banda derecha no aporta nada al ataque rojiblanco y la defensa es la por todos conocida.

Con todo, la fea expresión "Estamos en Champions" ha retornado a los titulares. Suena a "Estamos en Babia", y me malicio que con ella intentan los incompetentes y quienes los secundan escamotear a los aficionados la verdadera situación del club, el cual, recordémoslo, juega de alquiler en su propio campo, expropiado por los okupas, quienes pretenden mudarlo a ese hogar del pensionista que es La Peineta. Cerezo, que durante la temporada pasada afirmó: "El Atleti tiene que quedar siempre entre los cinco primeros" (no hace falta poseer un oído muy fino para percibir que le era indiferente que el Atleti se clasificase cuarto o quinto), escribe este año una carta petitoria a los Reyes Magos de Oriente: "Quiero la Copa y la clasificación para la Champions". Él cree que los grandes desdeñan la Copa del Rey y no ignora que en la UEFA está el Bayern, por eso simula preferir el primer galardón al segundo: ve más factible el triunfo doméstico que el internacional.

Al olor de una clasificación pelín decente, enseñan el hocico las hienas optimistas: "Para luchar por la Liga, un campeonato en el que impera la regularidad, no veo a este Atlético todavía suficientemente armado, pero sí para llevarnos la UEFA o la Copa del Rey. En estos torneos en los que cualquier cosa puede pasar, tenemos efectivos más que suficientes para llegar muy lejos. Hay ilusión, las aburridas palabras de muchos agoreros tópicos están quedando en el olvido (¡sic! ¿Aludirá a su memoria de infusorio?) y ver las evoluciones en el campo de este renovado equipo empieza a ser un ejercicio visual y emotivamente placentero…". Que los dioses le conserven el tacto porque lo que es la vista y el gusto... Los cómplices de los okupas, famélicos de chatarra, llevan una década pronosticando el resurgir del club. Si el Atleti acaba en mayo cuarto (o sea, sin saber si va a jugar contra los grandes de Europa o contra los pequeños), reclamarán un monumento al grito de "¡Ya lo decía yo!". Su chaladura y su incapacidad constituyen una parte del problema y no la menor.

Circo Mundial

Por Navidades hablan el Rey y el Papa; también, el dúo que ha convertido al Atleti en el Circo Mundial: Cerezo y Gil Marín. Son dos "dj" (abreviatura de disjockey; pronúnciese [dillei]) de lo más aburrido. Uno pone el vinilo rayado del nuevo proyecto, mientras el otro nos da la paliza con el rap del güen (o bonito) ciclo inminente. He aquí un once que sale todos los años a quedar cuarto y no queda ni sexto, señal infalible de que está a punto de alcanzar su humilde meta. ("Algo viene que tarda", decía socarronamente mi amigo Gonzalo G. de Fernando cuando el mazo de la baraja parecía haberse tragado los ases, pero eran únicamente 40 naipes y los ases no podían haberse ocultado en el fondo del mar).

Afirma el redomado caradura del güen ciclo (su estupidez y su desahogo serían cíclicos si no fuesen permanentes) que 2007 ha sido espléndido para el Atleti. Pero lo dice porque se sabe al frente no de una entidad deportiva, sino del principal garito de su cadena; además, el Difundo y su vástago compartían la propensión a no distinguir el Atleti de ellos mismos, de Marbella o de Imperioso. Deducid, por tanto, lo espléndidas que han debido de ser las mordidas, sueldos y comisiones que Gil Marín se embolsó a lo largo de 2007, un año tan penoso en lo deportivo, ruinoso en lo económico y desmoralizador en lo institucional (hablo del Atleti) como tropecientos de los anteriores.

Pero el okupa alcanza las cotas más altas de la desvergüenza cuando insiste en apuntarse al fulgor de Torres, indicio nada pequeño de que las mejores noticias del Atleti son las que provienen de Inglaterra, a donde fue a ganarse la vida y aprender English el único del pueblo con estudios; sus paisanos, resignados a la eterna insipidez del terruño natal (donde nunca pasa nada), se consuelan con los progresos del mozo en la rubia y ya no pérfida Albión.

Según Gil Marín, Torres es un referente para los rojiblancos. ¿Pero qué refiere Torres? Que el Atleti es un club tan, tan, tan, tan, IMMENSAMENTE GRANDE que no puede dar trabajo a un chaval que brotó de su magra cantera y que va para figura.

El último en salmodiar el nauseabundo eslogan de la referencia ha sido Abraham García, el mister del Atleti B, a quien las premisas: "Torres es uno de los mejores delanteros del mundo", "A los clubes grandes les interesan los mejores delanteros del mundo" y "El traspaso de Torres ha sido beneficioso para el futbolista y para el Atleti" no le permiten concluir el silogismo: "Luego el Atleti es un club del montón". Claro que el entrevistador nunca socorre al entrevistado con alguna pregunta aclaratoria; un suponer: "Pero dígame, Fulano, ¿cómo llegará alguna vez el Atleti a ser competitivo si renuncia siempre a los mejores jugadores?" (Sobre la incapacidad del gran Atleti de los Gil para fichar o retener a profesionales de auténtica talla bastará con señalar que renunció a las siguientes parejas de delanteros: Ronaldo-Kiko, Ronaldo-Raúl, Raúl-Torres y Torres-Agüero. ¡La de Raúl y Torres le hubiese salido gratis! Esto da una idea de lo que ha sido es y será el club del Manzanares con los parásitos del güen ciclo al timón.)

Así pues, esta familia de probos e inteligentes directivos, no contentos con haberle regalado (a través de Raúl) unos 360 goles al Madrid, ahora presumen de haber reincidido, esta vez con un club británico que también tiene unas cuantas Copas de Europa en sus vitrinas. (Y el único motivo por el cual Raúl no es un referente del Atlético es que no dejó nada en la tesorería de Marbella, perdón, en el bolsillo de un Gil). Torres lleva 16 goles con la elástica del Liverpool, sin haber tirado un solo penalti. ¿Sabéis cuántos marcó en toda la temporada pasada para el Atleti? Quince, tres de penalti. (Y el Liverpool no es más que el cuarto equipo de la Premier.)

Se podrá pensar que Twistface quiere presumir a costa del Liverpool y de Torres, pero no o no tan sólo. Lo que Gil Marín quiere de verdad es grabar a fuego determinado mensaje subliminal en el caletre de la afición: el Atleti nunca tendrá grandes cracks; por tanto, vayan acostumbrándose los sufridos seguidores a apoyar incondicionalmente a un club nodriza y a disfrutar con los éxitos o fracasos del prójimo. (Si, por ejemplo, alguna vez se tropezasen en cualquier competición el Liverpool y el Atleti, nos conformaríamos con que "The Kid" no celebrara los goles que pudiera marcarnos, aunque nosotros nos sintiéramos íntimamente felices, oh yes!)

Esta ufanía antes las victorias alógenas (¿recordáis la intensa dicha de Cerezo, muy orgullecido él de que Movilla, ¡con la camiseta del Zaragoza!, le hubiese hecho pupa a los merengues en una final copera?) hasta le debe de parecer un poco ridícula al okupa del güen ciclo, quien ha filtrado a sus secuaces de los periódicos la especie de que el traspaso de Torres está siendo beneficioso para el Atleti de un modo muy concreto: cada 15 goles del ex "Niño" y cada 20 partidos como titular en la Premier hay 250.000 eurillos extra para el Atleti. Estas bonificaciones tendrían un límite: la bonita suma de 36 millones (lo que le costó el tractor Essien al Chelsea hace unos años y bastante menos de lo que aflojó el propio Abramovic por un punta en declive: Shevchenko.) La versión de Benitez, manager de los Reds: "Hemos pagado por Torres 24 millones de euros y Luis García" es o pudiera ser compatible con la versión de los tunantes y la chusma que les lleva el portafolio (para otra cosa no sirven los muchachos de la prensa), pues la diferencia en las cantidades se explicaría por el concepto "a cala y a prueba". Esto es: hay un fijo y unos pluses (lo que de paso sugiere que Gil Marín pudo haber mendigado a Benítez el traspaso de Torres: -"Rafa, te lo dejo baratito; ¡joder, me urge el dinero que tengo en la puerta a Solbes!"

-"Bueno, Miguel Ángel, pero no te puedo dar más de 24 kilos".

-"¡Caray, la cláusula es de 40! No seas rata, Rafita".

-"Las ratas son los yankies que me pagan, Miguel Ángel, pero se me ocurre algo…"). Que Torres no se lesione de importancia porque Twistface dejará de cobrar.

Por eso, la noticia de que Gil Marín ha doblado la cláusula de rescisión de Agüero, al existir un precedente (lo sucedido con el propio Torres, cuya cláusula primero subió y subió y después bajó y bajó y aún así nadie la tuvo que pagar), lejos de parecer una medida prudente, se antoja una nueva treta de los okupas para fingir que velan por el club. Ya Cerezo se ha apresurado a sugerir que si viene alguien con la pasta poco se podrá hacer, con lo cual insinúa que el jugador nunca optará por quedarse porque sentiría truncada su carrera y de paso confiesa que el Atleti jamás será el club donde aspire a militar un divo del balompié. Sus palabras constituyen una invitación a que alguien tome la iniciativa lo antes posible (cualquiera puede ver ahí el enunciado un deseo y no de un temor), pero ni la Juve, ni el Milán, ni el Chelsea necesitan apresurarse porque saben que no tardará mucho en volver Hacienda, y a los golfos les quemará el jugador en las manos.