Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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marzo 2007 - Artículos

Los belfos de Delfos

Lo bueno de que no exista el periodismo deportivo en cuanto tal es que los hombres públicos vinculados al deporte se nos aparecen como seres del más allá y, aunque no los preceda una columna de fuego, un eclipse de sol, un terremoto o el pánico de las bestias, su locuaz avenida es similar a la de los dioses: abren la boca, farfullan lo primero que se les pasa por el magín, los micrófonos recogen lo que dicen, nadie les hace la menor pregunta incómoda o pertinente y la cháchara insustancial pasa ipso facto a decorar las ediciones web de la prensa basura (versión hodierna de las tablas de la ley.) Puro espectáculo, oiga.

Ved si no la última entrega del oráculo del Atleti: "Tío Cerezo", quien ha vuelto a conceder unas declaraciones sin que los hogazanes sacerdotes del templo, sobre cuyo altar tuvo la jeta de asomarse, juzgaran oportuno interrumpir el sosegado flujo de desvergonzadas majaderías que profirió.

Y eso que cualquiera con un mínimo de documentación y algo de seso se habría sentido sacudido, provocado, por afirmaciones tales como: "Quaresma es un fichaje que se pudo haber hecho. Hace días que no hablo con Pitarch del tema, pero ahora mismo está olvidado" (…) Nosotros tenemos grandes jugadores, pero otros fichajes se han fastidiado por filtraciones en momentos inoportunos".

¿Y quién es el filtrador, tunante? Tu socio "Garganta Profunda" Gil Marín, quien engatusa a los oligofrénicos de los periódicos con falsas noticias y rumores descabellados, que el tiempo ni se molesta en desmentir (sucedáneos de una información que nadie suministra a la opinión pública, se los zampa el olvido sin más).

"Después de seis años de intervención en el club, el Atlético goza de buena salud. Si hubiera caído en otras manos, la entidad habría desaparecido". ¿¡Manos!? Dirás mejor "garras". El mito, urdido por pillastres y consumido por mentecatos, quiere que la intervención judicial sea el origen de todos los males del Atleti y también que esa intervención haya sido fruto de una arbitrariedad del Gobierno. Es como si la "Operación Malaya" no estuviera revelando que el añorado, homenajeado y santificado Gil montó en el Ayuntamiento de Marbella una academia de bribones. (Del Atleti, mejor no hablar.)

En cuanto a la salud del club, ¡oh sí!, es inmejorable. Jamás vivió una época tan áurea como la presente, contigo en el palco y el otro en las oficinas. Los trofeos se suceden y el club rebosa prosperidad, como nadie ignora. A "Tío Cerezo" le formulan, con un hilo de voz, una pregunta de becario: ¿Cree que la crisis del Atlético ya pasó? Y Delfos responde con esta frase enigmática: Las crisis de los equipos suelen duran cinco o seis años. Por ejemplo, antes de estos dos años, el Barça estuvo cinco sin ganar ningún título. El Madrid lleva cuatro años sin lograr nada y pasarán dos más para que vuelva a ser un equipo grande.

Desde luego, Cerezo es toda una autoridad en la materia. De hecho, el Atleti lleva tumbado cuan largo es diez años consecutivos (dos de ellos en Segunda), lo cual supera con mucho la suma de las crisis padecidas por el Madrid y el Barça (dos de las peores en un siglo de existencia). Pero notad que, lejos de poner fecha al fin del puperío del Atleti (¿para qué, si Cerezo y el otro pájaro de cuenta viven estupendamente de las desdichas rojiblancas), el rey del desahogo ha puesto plazo fijo al regreso del Madrid a la cumbre del balompié: dos años le quedan al club de Concha Espina para volver por sus fueros, siempre con el permiso del okupa del Atleti, cuyos vaticinios y premoniciones, como es fama, se cumplen inexorablemente. Es conmovedora esta preocupación por la suerte del eterno rival, pero, qué queréis, la situación del conjunto del Manzanares es tan espléndida que sus dirigentes se pueden permitir, a guisa de distracción, una mirada de reojo a las cuitas de los demás. ¡La vida es tan tediosa en el Olimpo!

¿Qué tiene Delfos? Un exceso de belfos.

*

(Para los coleccionistas de estupideces.) Un quídam de cierto diario bautizó avant match la cita liguera del Atleti en Zaragoza como "La batalla de las Termópilas" (sic). Otro necio matoncillo, de los que se permiten regañar a Luis por haber dicho que Torres no progresa, publica un reportaje en el que se nos informa de que 250 voluntarios trabajan para el Atleti por la patilla (¿estará él entre ellos? No, él seguro que cobra). Sabía que éramos una ONG para nuestros rivales, pero no que Gil Marín y Cerezo explotaran el candor de unos cuantos mozalbetes. ¿A que no se les ha ocurrido ponerlos a fregar los asientos del estadio? Harían algo útil.

Homenaje a Peret

Hoy voy a jugar con ustedes / vosotros a los números y a las frases. Los números son míos (pero sólo en la medida en que el enunciado de validez universal: 2 + 2 = 4 necesita de cabecitas particulares que, por así decir, lo actualicen); las frases son ajenas.

Hasta la presente jornada, los tres delanteros del Atleti: Torres, Agüero y Mista han conseguido juntos menos tantos que el "nueve" del Zaragoza. El "Niño" y el "Kun" pasan por cracks; Milito, por un futbolista interesante. Los dos interiores colchoneros, que fueron promovidos a la titularidad por las tempranas lesiones de Petrov y Maxi, no suman entre ambos más goles que el ausente Maxi (el cual marcó lo suyos en apenas cuatro partidos) y, en ese aspecto del juego, van incluso por detrás de los centrales Pablo y Zé Castro. Pues bien, el uno habría cerrado la boca de sus numerosos detractores, tras no sé qué inconmensurable actuación, y al otro lo seguiría boquiabierto el Madrid, ansioso de recuperar a tan insigne figura. (Galleti gusta al aficionado al que deslumbra el bullicio y Jurado, al que prefiere un deambular estiloso.)

Lo cierto y verdad es que el Atleti carece de punch y que todos los equipos que lo preceden en la tabla poseen un goleador, entendiendo por tal a un hombre capaz de llegar siquiera a las 20 dianas en 40 partidos. Tomemos como referencia lo que sucedió en La Romareda, donde los jugadores del Atleti presuntamente habrían actuado con falta de empuje o carácter (algún pseudocrítico se atrevió a asegurar que los dos cuadros no parecían jugarse nada, demostrando con tamaño dislate que carece de la más elemental noción balompédica y que va por la vida burriciego o beodo). Ni fue tan malo el match, ni el Atleti flaqueó. De hecho sus hombres se vaciaron, pero no dieron más de sí, sobre todo cara a la portería rival. (La actitud de los futbolistas rojiblancos es inmejorable, como ejemplifica cada semana Torres, a quien habría que decirle, en todo caso, que, si no eres Di Stéfano y te empeñas en hacer de Di Stéfano, perjudicas a tu equipo. Lo importante no es estar en todos lados, sino estar bien.) Al Atleti le cuesta marcar, punto. (El encuentro frente a los maños, con un par de golitos a favor, habría saciado a los paladares más exigentes de la prensa filorrojiblanca y habría reducido al tamaño de una cabeza de alfiler la pupila de los lerdos que sacan conclusiones precipitadas del score.)

Ahora, unas cuantas frases de las que se pronuncian alegremente y sin justificación alguna: El Atleti es un equipo que juega peor en casa que fuera. Falso. Al Atleti se le dan mejor los equipos grandes que los pequeños. Falso. La UEFA es Europa. Más falso que verdadero. La UEFA, que antaño fue una competición importante, hoy es un torneo para clubes del montón; sin embargo, Gil Marín y Cerezo se aferran a ella al objeto de eludir el cartel que les acompaña desde que parasitan el Atleti: FRACASADOS. Pero si podemos llamar "éxito" a quedar en la sexta posición, ¿a santo de qué los continuos sollozos? ¿No vamos precisamente en la dirección marcada por el sagaz dirigente, quien no hace mucho recomendaba: "despacito y buena letra"?

Las grandes efemérides se le indigestan al club que tiene la osadía de festejarlas. Falso; el caso del Atleti no es extrapolable. El de Zaragoza era el partido de la temporada; el del Mallorca, un encuentro trascendental. Falso y gafe. Cada vez que Cerezo, Gil Marín o los borriquitos como tú, tururú del papel impreso señalan un match con tan chunga etiqueta, el Atleti pierde. Creo que obran así a propósito. El Atleti es un club que funciona en los despachos, pero no en el terreno de juego. Falso. No funciona en ningún sitio y muy principalmente en los despachos, a menos que por funcionar se entienda ahora el metódico trasvase de parné desde la institución a la cuenta corriente de Gil Marín. Y no funciona porque su política deportiva está subordinada a los negocietes del consejero / delegado, quien todo lo ignora y neglige, sueldos, dietas, comisiones y porcentajes aparte. Además, ¿no se dice que lo que ocurre en el césped es reflejo, por lo general, de la labor en los despachos? ¿Iba a ser el Atleti una excepción a dicha regla?

Ha faltado ambición en los jugadores y en el preparador. Falso. La falta de ambición es consuetudinaria a orillas del Manzanares, desde que la tropa de Giles y Cerezos sentaron plaza allí. No anida en los profesionales o en el cuerpo técnico, sino en las altas esferas del club. ¿O acaso el pregonado objetivo de "volver a Europa" a través de UEFAS o Intertontos, cinco años después de regresar a la División de Honor, no es el conformismo hecho eslogan?

Y, en mi nada modesta opinión, poco hay que reprocharle al mister. Su talante es perfecto y atina por lo común cuando habla y actúa. (En los foros, calderas hirvientes de atolondrados, empieza a desperezarse el típico cabreo fin de temporada y, como era de prever, los más brutos tiran contra Aguirre. ¡Tiene 10 internacionales! ¡Le han fichado todo lo que ha pedido! Aquí es patente el influjo devastador que, sobre la percepción de la realidad, ejercen las sistemáticas mentiras del coro de castrati que salmodia las consignas de Gil Marín. Aguirre sólo pidió a Raúl García y no se lo trajeron.)

En definitiva, ¿tiene alguien la culpa de que ciertos tontainas se hubiesen lisonjeado con la idea de que nos íbamos a clasificar para la Copa de Europa dejando al Madrid en la estacada? ¿Deben pagar los jugadores y el entrenador un tributo a esa quimera reducida a añicos? ¿Hay derecho a encubrir una extrema incompetencia profesional y una no menos absoluta indignidad acusando a Aguirre y a sus hombres de falta de compromiso? (No soporto esa expresión que trasciende a ideología propia de los tarados como Salva Ballesta y de la que hoy se abusa cuando las cosas salen mal). ¿Con quién están comprometidos los peleles que presumen de los 26 internacionales con que cuenta la casa, o los que agitan el trapo fantasmagórico de los 600 millones de euros que no tardarán, Dios mediante, en llover sobre el club, o los que arrullan a la afición con cantinelas como la de las 120 peñas fundadas desde el año 2000, o los que se adormecen en las noches de insomnio contando los 50.000 chinos que nos siguen con el corazón en un puño desde Shanghai? ¿Cuándo admitiremos que la risoterapia es perjudicial (o únicamente aprovecha a aquellos que se mueren de risa con nuestra forma de decir y proceder) y que al Atleti lo está matando ese tour de force de la chaladura?

El Atleti no es un equipo grande. Por fin una verdad; la ha musitado Maniche: el rey está desnudo. ¿Su recompensa? Un rumor de facas y curvos puñales. Los sicarios de Gil Marín (esos ilusos) afilan sus hierros con ánimo de apuñalar al portugués; quieren rajarlo por haber rajado (¡qué atrevimiento!) a propósito del tamaño real del Atleti, risible para todo el mundo, salvo para los palmeros de Peret, que no saben ni la ‘u’, tururú.

Descomposición

Cada vez hay menos deporte, pero no importa porque el espectáculo sigue in crescendo. El negocio florece y da trabajo a multitud de profesionales. Algunos de éstos, una rala minoría, son portadores de un residuo de fair play; los otros ya pertenecen por derecho propio a la farándula. Astros que se niegan a jugar o que no saben comportarse en público; una ética del malevaje según la cual el adversario es un enemigo contra el que son lícitos la patada, el codazo y la comedia; presidentes que rivalizan por acaudillar a los hinchas más fanáticos; comentaristas hooligans, que se amarran sin que sus jefes pongan coto a la demasía. (No discuten: riñen mostrándose los dientes; intercambian ladridos, no pareceres; semejan mastines, no personas…) En fin, aficiones que sólo conocen dos estados de ánimo: la euforia rabiosa o la amargura amenazante.

Lo que le está ocurriendo al deporte de masas no es fruto de la buena fe de los más y el activismo delincuente de unos pocos. No son sólo cuatro los violentos infiltrados en una fiesta, que transcurría con placidez hasta su inopinada irrupción, ni cuatro los indeseables que pervierten la inocencia de la cosa, ni cuatro las manzanas podridas que echan a perder el cesto. Es el orbe entero del deporte el que gira alrededor a un único asunto: la asignación de prestigio a las masas a través de la victoria, religión del éxito que exige sacrificios humanos (con el sentido común como primera víctima).

Tiempo atrás a un futbolista que se hubiera negado a jugar, como ha hecho Eto’o, le habrían puesto una multa formidable, amén de confinarlo en la grada una docena de partidos, porque un profesional que desobedece las órdenes de su entrenador merece ser apartado del equipo ipso facto. Pero hoy las estrellitas son intocables. (Y no son de ego grande, como se nos quiere hacer creer, sino que lo tienen del tamaño de un niño de corta edad. En esos egos únicamente cabe yo, yo, yo…)

¿Y qué opinar del puñetazo de Navarro? Yo creo que es un ultra que no debería volver a poner sus pies en un estadio ni adquiriendo la entrada; sin embargo, le han caído siete meses y muchos encuentran excesiva la sanción.

Por eso, cuando surge un campeón renitente a participar en este pandemónium concelebrado por curas irresponsables y devotos enloquecidos, la toman con él. Fernando Alonso cae mal a la prensa porque no comulga con el triunfalismo impostado de los medios de información (¿median?, ¿informan?, ¿entre quiénes?, ¿de qué?). Durante el invierno, la industria de la chaladura había ideado una treta para que no fuesen distinguibles las prácticas y ensayos de la verdadera competición (al igual que ocurre con el fútbol y sus fanfarrones veranos). La salida de pista de Hamilton en Cheste (chaval, ¿ves lo que te ha pasado por medirte a un superclase?), los problemas de Ferrari, la orfandad de Renault, que ahora tiene pilotos mediocres… Se diría que estábamos en plena temporada y que nos iba muy bien. Uno de esos sochantres de la majadería inventó la siguiente: "Alonso tiene un plan. ¿Cuál? ¡Un coche tan rápido como el de sus rivales!" Para un quídam tan pollino como éste (y sus colegas no le van a la zaga), Alonso es el enemigo público porque no se compadece de la necesidad del forofo que trabaja en un periodicucho (cuyas páginas no valen ni para empapelar las paredes de un cuarto trastero), al que no han confiado la tarea de narrar, explicar o evaluar, sino otra mucho más elevada: vender, sea lo que sea y cueste lo que cueste. Alonso es un aguafiestas (y en cuanto empiece a perder se las cobrarán todas juntas) porque se resiste a la adoración y al magreo de los aduladores y porque no suelta expresiones del tipo "a morir", "fe ciega" y demás mecánicas brutalidades difusoras de un retraso mental que es ya atmosférico (está en el aire) y que le viene muy bien al PIB, pero fatal al deporte. La culpa no es de todos, pero se ha vuelto demasiado común: proliferan los necios y los bribones.

Tarde de subalternos

No es la peor noticia para un equipo imponerse en un encuentro gracias a la actuación de sus jugadores secundarios. En este caso Galleti, que el domingo fue como si se hubiese puesto la elástica del Zaragoza, pues nos permitió evocar al exterior ratonero y astuto que militaba en el equipo maño. (Pero no hagamos de él un crack porque no lo es. También Aguilera tenía noches estelares.)

Con un Maniche y un Luccin concentrados y trabajadores (no entiendo los desmedidos elogios al galo y los reproches constantes al portugués, que se vacía y es tan seguro en el manejo de la pelota como el otro), Galleti incendió su banda y Torres las zonas del campo por las que transitó (que fueron casi todas). Es una pena que Torres, cuyo despliegue físico raya en lo ciclópeo, se ofusque cerca del área y en el área misma. Falló un cabezazo sencillo, marró un pase a Agüero que era gol. Hizo reversos prodigiosos y pifió paredes sencillas… Con dos tantos hubiese quedado como un príncipe, pero no tuvo suerte, ni equilibrio, ni puntería y nos dejó ese sinsabor especial del quiero y no puedo de Torres, quien es como el pollito que, una vez eclosionado el huevo, anda todavía por ahí con un trozo de cáscara pegado a salva sea la parte.

Atrás lo mejor fue el debut de Eller, al que aún le faltan algo de preparación y sitio, pero parece inteligente y no maneja mal la pelota.

El público, en el que calan todos y cada uno de los latiguillos de la prensa, pitó el cambio de Jurado. Era una decisión valiente, como la de prescindir de Agüero, porque Jurado (me pregunto cuándo verá puerta) acababa de abusar del balón una vez más, sin provecho para el conjunto, y el "Kun", en un partido caótico, apenas hizo nada.

*

(El colosal clásico.) Un encuentro del montón con algunos goles magníficos, especialmente el último. Me alegra coincidir con Cruyff, que no ha puesto los ojos en blanco (o en blaugrana) a la hora de juzgar el match. Pero los críticos merengues, que padecen diplopía crónica (ven doble por sistema), aún no salen de su estupor. A todas sus leyendas les es inherente el hilo de saliva colgando de la boca entreabierta (normal, las redacciones de los periódicos semejan cotolengos).

Por cierto, tan penalti fue el de Guti como el que sufrió Ronaldinho, pero Undiano tampoco quiso perjudicar al muy damnificado Real Madrid.

*

(Palabrería.) Messi afirma que, sobre el césped, él no piensa, se limita a actuar; pero los críticos no computan tales aseveraciones de los profesionales. Para ellos un delantero hábil es una mezcla de Einstein, Rafael Sanzio y arcángel del Señor.

 

La perversidad del espejo

Cuando se produce una derrota, Gil Marín emerge de debajo de los escombros, una vez sí y otra también, con algún estudio que demuestra que la vida nos sonríe,… especialmente a él. El pasmoso descubrimiento del último informe estriba en que, según los ecónomo-fabuladores untados por el club para elaborarlo, perder y perder y perder pudiera ser perfectamente compatible con ganar, ganar y ganar. Me explico: las miserias deportivas del club no tendrían por qué mermar su caja de caudales. No hay pócimas maravillosas; el asunto depende de la habilidad con la que vendas la marca "Atlético de Madrid".

El okupa del Atleti entresueña una versión de la piedra filosofal: transmutar el hierro de la derrota en oro para él y los suyos. Diréis: ¡menuda novedad!, es lo que ha hecho siempre; sí, pero ahora promete el tocomocho a otra escala. Gil Marín, que tantas veces nos aburrió con la mentira: el fútbol no da dinero, mi padre y yo somos unos pobres sacrificaos, ahora se atreve a decirnos que no sólo lo da cuando ganas sino, sobre todo, cuando pierdes. Temblad, porque eso significa que el aluvión de fracasos de las dos últimas décadas responde a un plan minucioso.

Veámos los atributos de la famosa marca que ya no necesita ser el nombre de un club de fútbol célebre por sus éxitos para arrasar en el top manta.

"El estudio revela que la esencia de la marca Atlético de Madrid cuenta con varias cualidades valoradas con ochenta puntos sobre cien, como es que ‘es luchadora (de sumo, que no en grado sumo), atrevida (¿no bajó al Infierno?), fuerte (sobre todo en las segundas vueltas de los campeonatos), líder (del pelotón de los torpes; hace un lustro ganó la liga de Segunda), auténtica (¿son falsas las de los demás?), diferente (es cierto: come basura con la delectación que otros reservan para los manjares exquisitos), con encanto (el de los muertos incorruptos, el de las violetas marchitas, el de los lobos disecados), criterio (lo prueban el tino a la hora de los fichajes, la recta política del club, su prosperidad material y deportiva…), que cautiva (cautivos los abonados, disperso o huido el sentido común, el ejército rojiblanco, etc., etc…), sociable (y no como sus huraños colegas, a quienes competir arruga el entrecejo), amigable (nos vamos de copitas con el Osasuna, un suponer, y pagamos nosotros), divertida (el hazmerreír de España; de Europa no hablo porque allí ni los más viejos recuerdan quién fue el Atleti) y socialmente respetada (como los tontos de los pueblos y por las mismas razones), un valor en auge (esto es: una bicoca para sus dirigentes y sus adversarios)’."

Tan imparcial y objetiva descripción provocó el arrobo de Gil Marín, máxime cuando la directora de estrategia de Young and Rubicam (el chiringuito mercadotécnico responsable del embustero retrato), después de guardarse el cheque, corroboró: ‘el Atlético tiene algo, es especial (ayudadlo a caminar), es pura pasión (con los sesos de un mosquito). Es un club abierto y cercano (abre para que otros cierren negocios). Es una marca que conoce todo el mundo y que cuenta con una de las aficiones más fieles (¡salta y hopea Canelo!)…’. El estudio revela que el perfil medio de la masa social del Atlético es "un público de carácter dinámico (oh sí, hace muy bien la ola), abierto a nuevas ideas (a los subterfugios de los malandrines que lo saquean) y nuevas tecnologías (aplicadas al latrocinio y a la estafa, ¡viva el progreso!)

En definitiva: es un club familiar (o sea, de la familia Gil y secuaces), diferente (prefiere fracasar) y que cae bien (un equipo definitivamente simpático, en la medida en que todo el mundo le gana.) (Los paréntesis, en efecto, son míos.)

El Atleti ha decidido mirarse no ya en los cristales cóncavos y convexos del callejón del Gato (que inspiraron el esperpento a Valle Inclán), ni en el espejito mágico causante indirecto de las tribulaciones de Blancanieves, ni en su ombligo, proverbial tic de los narcisistas; sino en el culo de esa sartén que le ha propuesto Gil Marín y que no brillaría ni con un kilómetro de estropajo. Romped ese espejo y tendréis 70 años de buena suerte.

(Estrambótico.) La plantilla ideal según Gil Marín: cuatro o cinco jugadores mediáticos (o sea: de los que llevan su perro al estilista y se horadan la nariz o la punta del glande. Como da lo mismo lo que rindan, sugiero incorporar a Victoria Beckham, a la Kournikova y a Paris Hilton), media docena de mocosos de la cantera y cuatro o cinco futbolistas que sepan competir (¡sic!). ¡Y el muy listo se da carrete por otros dos años, pues hasta 2009 dice que no piensa duplicar el presupuesto! Nos quiere en Segunda otra vez. Id haciendo acopio de confeti y papel higiénico.

Leído por ahí: "Fiesta del Atlético en la cárcel". ¿Será una premonición?

Cante tosco

La escolanía de los críticos futboleros (¡oh dioses!, ¿quién los habrá corrompido cuando aún eran unos simples becarios?) recuerda a los tiovivos que chirrían por pereza del feriante, y acostumbra a girar monótonamente (mono-tóntamente) en torno a un lugar común: la falta de entrega y ardor (actitud, dicen hoy) de los jugadores, o la cobardía del mister (fórmula predilecta del gacetillero a lo Miles Gloriosus), o la misteriosa tendencia de ciertos conjuntos a regalar el primer periodo de los partidos que disputan. (Así el Barça al Liverpool, en Amfield Road, o el Atleti al "Recre", en Huelva.)

Pero nadie regala nada, y tanto sentido tiene decir que el Barça o el Atleti le regalaron el primer periodo a los reds o al cuadro onubense como que éstos le regalaron el segundo a los culés o a los rojiblancos.

Sí, los periodistas deportivos son los únicos seres capaces de extraviarse en un laberinto de una sola galería. Topos sordos y sin olfato, con legañas como adoquines, no captan lo que es palmario para el más lego en la materia, a saber: hay una cosa que se llama vigor y que no es sustituible por la técnica (como la clase tampoco lo es por el músculo).

Ciñámonos al cuadro del Manzanares. Es un equipo ni muy fuerte, ni muy veloz, ni muy técnico… Leo Franco, desde que reapareció con sus rastas, apenas interviene (señal de que le chutan poco), pero se diría que ha perdido algo de intuición y de fortuna; Seitaridis tiene cuerpo y toque, pero poca cabeza; Antonio López, que no tiene mucho cuerpo, está (o es) gris; Pablo y Perea se cruzan, pero no juegan; Zé Castro juega, pero no se cruza (su lentitud al revolverse es incorregible y por eso Mouriño no se lo llevó al Chelsea); Pernía es como el caballo de la sabana: está viejo y cansado de la sabana; Luccin y Maniche cumplen con agobios, porque siempre se baten en inferioridad numérica; Jurado va y viene, no lo discuto, pero se desorganiza, chupa y no dispara, salvo tiritos; Galleti es la reencarnación de Aguilera; Mista, un armario de Ikea; por último, el rendimiento de Torres y de Agüero (sobre todo el de Torres) depende de la fase de la luna, de la humedad relativa del aire, del vuelo de los pájaros… (Nos informaron la semana pasada de que el "Niño" consintió en permanecer de corto después de uno de los entrenamientos, a fin de mejorar sus controles y sus disparos, ¡todo un cuarto de hora con sus quince minutos! ¡Qué afán de superación! ¡Qué forma de aprovechar el escaso tiempo de que dispone una figura del balompié!)

No, queridos, el Atlético no regaló la primera parte de su match contra el "Recre", como afirman los que abren la boca por no mantenerla prudentemente cerrada. Un adversario trabajador y con las fuerzas intactas no le dio respiro, y el cuadro del Manzanares apenas logró quitarse tan engorroso pegamento hasta la segunda mitad. Sólo cuando su contrario se cansó, pudo el Atleti maniobrar con cierta holgura. Otra insensatez recurrente: sacar a Costinha en vez de a Gabi habría sido fruto del planteamiento medroso de Aguirre. Gabi es un jugador de técnica mediocre, con poca personalidad y no muy rápido. El domingo (cuando saltó al Colombino) hizo unas cosas bien y otras mal, pero si no desentonó es (insisto) porque el oponente no era ya el de la fase inicial del encuentro.

También hay comentaristas (los mismos que ayer profesaban un amor sin límites al control de la pelota) que piden para el once de Aguirre un juego directo, sin tantos pases; pero la noche de marras, en los segundos 45 minutos, el Atleti no incurrió, por suerte, en precipitación alguna, pero fue la suya una fluidez sin éxito en el encare y en el remate (y aquí a Aguirre sólo se le puede exigir que decrete dos horas suplementarias de adiestramiento en cada sesión para los puntas y los interiores). Otro hándicap: cuando el Atleti consigue empujar al adversario y meterlo en su trinchera, los zagueros rivales no vacilan en cometer una falta tras otra. Saben que, a balón parado, el Atleti es una madre y no de las de alquiler. ¿Las reclamaciones? Al secretario técnico.

En resumen: el proyecto del Atleti marcha viento en popa, o sea, como el del Huelva, el del Zaragoza, el del Getafe... Con una diferencia: los Cazorlas, Uches y Sinamas salieron gratis y a nosotros competir de tú a tú con esos honrados jornaleros del balompié nos cuesta la ruina.

(Miniepílogo.) Ya anunció Cerezo que ganaríamos al Sevilla, al Madrid y seguramente el campeonato. (Sí, cuando el río sea navegable y tú pesques lucios en sus aguas.) No contento con ello, el infalible acaba de vaticinar la clasificación del Atleti para la Champions. Se acabó lo que se daba, amigos.

No me hable, amigo

Me pregunta un amable lector cómo va mi volumen "Abrazados a la miseria" y cuándo lo terminaré. La obra se compone de los artículos publicados en diversos medios de comunicación ("El crack 10", "La voz del deporte", "Don Balón") y de las columnas que escribí para Señales de Humo en la anterior etapa de la web. Contiene así mismo numerosos inéditos y concluye con las dos primeras colaboraciones para este blog. Ya he corregido y ordenado el texto. Ahora lo único que hace falta es encontrar un editor. ¿Lo hay? ¿Existe? Las experiencias con "El Rojo y el Blanco" y con "Pitágoras dejó el estadio" no fueron muy alentadoras. Tuve que publicar a mi costa el primer título y el segundo (un pequeño ensayo sobre el deporte) yace en un cajón, aunque procuro que no acumule demasiado polvo. De Pascuas a Ramos lo llevo a Correos, pero invariablemente me lo devuelven, al cabo unas semanas, con una tarjetita en la que pone: "Muchas gracias por su interesante… etcétera, etcétera, pero, lamentándolo mucho,… etcétera, etcétera."

No me puedo quejar: he vendido por ahora casi 900 ejemplares de "El Rojo y el Blanco" (recuperé lo gastado y gané algo de dinero); quizá se os antoje una cantidad modesta, pero me aseguran los que entienden de tales asuntos que está bastante bien, tratándose de una autoedición. Conjeturo que, si me hubiese respaldado una editorial, esa cifra se habría multiplicado como poco por 10.

Creo que no soy un completo desconocido en los ambientes que rodean al fútbol. No obstante, ningún reputado director ha tenido a bien abrirme las páginas de su periódico. (Les sobran los colaboradores sagaces y gramaticalmente competentes y por eso desdeñan a uno con las luces y la prosa justas.) Suerte que hay Internet y Señales de Humo.

Un par de redactores jefe de humildes diarios fueron más benévolos y me dejaron enredar en una esquina. Me consta que, a cambio, recibieron de todo, salvo felicitaciones. Sólo he cobrado dos artículos de los tres centenares que urdí desde que me inicié como free lance. Trabajo por las gracias, que es una pésima costumbre.

En fin, no pretendo aburriros con cuitas de autor que tampoco son originales, pero no quería parecer borde contestando a la pregunta de mi corresponsal con un seco: "No me hable, amigo".