Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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octubre 2006 - Artículos

Pasos procesionales

(I)

El locutor y el ex jugador, ambos insufribles, insistían: el primero en las buenas intenciones ("¡Qué buena intención llevaba ese centro!"), el segundo en lo difícil que es el balompié. Allá por el minuto veinticinco del primer periodo se produjo la coincidencia: el match era ¡trepidante! Pero lo mejor vino cuando uno de ellos soltó por la boca: "El Levante es la bestia negra del Atleti, y no nos referimos a Etien (un jugador negro del equipo valenciano), que nadie nos interprete mal". ¡De traca!

El campo se vació para ver a los niños. Ni la anunciada presencia del famoso mediapunta arrebatado al Madrid sedujo a los aficionados. Llovía, el alcalde había situado estratégicamente sus zanjas disuasorias y los del club habían decidido cobrar a la fiel hinchada. La gente, combatida por tierra, mar y aire, no fue.

El adversario era un recién ascendido con ocho o nueve suplentes. Ganó con todo merecimiento. En la barra del bar, un colchonero pidió la cabeza de Aguirre: "¡A Pamplona! ¡Qué vergüenza, con la plantilla que tiene el Atleti! Sin fuerzas para emprender una discusión que intuía borrascosa, murmuré: "Otro que lee demasiados periódicos deportivos". Porque si algo demostró el encuentro contra el Levante es que las excelencias de la plantilla del Atleti son una invención de los indocumentados de los periódicos.

Pronto empezarán a sacudir a Aguirre; después sonará, recio y unánime, el grito de guerra predilecto de una afición resignada: "¡Jugadores, mercenarios!" Con lo fácil que sería darles la carta de libertad a Gil Marín y a Cerezo.

(II)

Lo acaba de afirmar rotundamente Álvaro, el ex jugador del Madrid: "No hay calidad en la cantera". Se refiere a la de su antiguo club, cuyo filial milita en la categoría de plata. Por el contrario, los archifanfarrones del Calderón aseguran que las categorías inferiores del Atleti, cuyo segundo equipo se debate en los últimos puestos de la clasificación en Segunda B, viven una Edad de Oro. La cantera del Atleti es una fábrica de astros que trabaja en turnos de mañana, tarde y noche. ¿Dónde estaban ayer?

¿Qué venden las empresas? Mentiras junto con cierta cantidad de un bien o servicio, el que produzcan en cada caso. El Atleti (que es una empresa, no lo olvidemos) vende mentiras sin la contrapartida de ningún bien o servicio. Si no me equivoco, la cosa tiene un nombre poco halagüeño: estafa. Gil Marín había aprovechado el inicio bonancible y potrudo del once rojiblanco para esponjarse y gallear. (Al depresivo y deprimente Atleti de hoy lo define el anhelo de bravata. Da miedo pensar en lo que sucedería si algo le saliera bien.) Pero en Coruña el rumbo volvió a torcerse, y, así como los beatos católicos compran escapularios y estampitas del Sagrado Corazón, el Atleti adquiere los factores (y estigmas) del fracaso. A ver, póngame: cuarto y mitad de lesiones, medio de baja forma, doscientos gramos de desmoralización, cien de incompetencia y varios sobrecitos de mala suerte…

De cualquier manera, los imbéciles, a quienes basta con verse alguna vez por delante del Madrid, han tenido quince días de felicidad absoluta; que les quiten lo bailao. Lo malo es que hasta el año próximo no volverán las fiestas patronales y eso si el tiempo acompaña y la autoridad no lo impide.

Sopas bobas que no tardarán en servirnos en los quioscos: varios fichajes, un estadio nuevo, un equipo de balomano, la ciudad deportiva... ¿A cambio de qué escudan a Gil Marín los imbéciles?

(III)

El Atleti hodierno reacciona mal ante los imprevistos, pues lo hace con una mezcla de estupor, mala follá y jeremiadas. (Ahora bien, el deporte es un gran promotor de imprevistos.) El último ejemplo lo ha proporcionado la lesión de Maxi: otra pésima gestión de Gil Marín, quien se apresuró a evaluar las facturas deportiva y económica del contratiempo: 15 goles y seis millones de euros. Equivale a decir: adiós a nuestras aspiraciones en la liga y al sueño de unas cuentas equilibradas. El heredero también amagó con querellarse contra la FIFA y la UEFA por daños y perjuicios. ¡Mirad cómo tiembla Blatter!

Pero, ¿por qué solloza tan amargamente Gil Marín? Muy sencillo: ensaya la disculpa para cuando el club no logre alcanzar sus metas y el viento de marzo barra las cenizas de la ilusión. Hay otro aspecto del asunto. ¿Os habéis percatado de que, siempre que las cosas van peor que mal (van muy mal siempre; o sea, siempre hace frío, pero a veces la sensación térmica es de gelidez), y me refiero a cosas tales como la eliminación en la Intertontos, la imposibilidad crónica de jugar la UEFA, o ahora la lesión de Maxi, sale a relucir la misma cifra: seis millones de euros? ¿Será la cantidad que cada temporada sisa al Atleti el forajido? De esa manera el lloriqueo de Gil Marín significaría: ¡ojo con mis propinas: son sagradas! Ese es Gil Marín: una especie de tío penurias, tan roñoso y trincón como su padre; un licenciado en rasking por la facultad de Valdeolivas, para quien el chanchullo es un hábitat natural y la calderilla, una pasión irrefrenable. Él argumenta que el "gran esfuerzo" ha sido realizado ya, y que no hay pasta para coser el roto de las lesiones. O sea: ¡no toquéis mi hucha!

(IV)

Las plataformas a favor de esto o aquello, sin parecerme mal, me cansan porque no sirven de mucho. Su debilidad constituye un testimonio indirecto de lo compenetrados que están los hinchas con los imbéciles y el estafador. Y no hay quien rompa esa alianza viciosa. Sólo un acontecimiento nefasto (el derrumbe definitivo del club), que nadie desea, tendría el poder de electrizar a los seguidores del Atleti, pero ¡a qué precio! (Melancolía de la situación: nos obligamos a creer que mientras el perro esté vivo podrá sanar de la rabia.)

Sin enigmas: no se trata de salvar el Calderón, sino de ayudar al Atleti. Desconfiad, pues, de los que aún le encargan el boca a boca a Gil Marín (el alcalde, los periódicos, las peñas, los notables rojiblancos…), porque es una locura dejar a la desfallecida e inerme doncella del cuello alabastrino a merced de Drácula.

(V)

(Óptica para tuertos.) Leído en un diario de la capital: "A Roberto Carlos le han tenido que entablillar un dedo de la mano izquierda por culpa de Messi. El lateral brasileño, en un intento por coger de la camiseta al argentino, una vez que había superado a Cannavaro en la acción que pudo acabar en el gol del empate de Gudjohnsen, sufrió una fractura en el dedo".

No sé si ha sido suficientemente resaltada la culpabilidad de Messi. ¿Lo hizo a propósito? ¿Llevaba algún artilugio rompededos en su camiseta?

Sopa de ganso

El desdichado reportaje que publicó un periódico de Madrid, si no recuerdo mal, el martes por la mañana, incluía el siguiente notición: "Maxi y Petrov tienen ya tendones de ganso".

¿Firmante? Una señora o señorita, la cual, no contenta con exhibir su ignorancia en mayúsculas, la ratificó en la letra pequeña del subtítulo: "Se los insertaron ayer, se lo tomaron con humor y volverán en abril".

Es como si hubiese puesto: Petrov y Maxi ya tienen sus trajes de alpaca y sus gafas de carey. Imaginad el alucine del pijo: "¡Cómo mola! ¿Y son de de ganso auténtico o de imitación?"

Si la señora o señorita a la que confiaron la crónica de las dos operaciones hubiese sentido un poco de curiosidad, habría hallado refugio en Internet:

"La pata de ganso es el conjunto formado por los tendones de los músculos semitendinoso, sartorio y recto interno en su inserción distal en la cara anterior de la tibia".

No se trata pues de un material más o menos exótico, importado del reino avícola, sino de la denominación familiar (o coloquial) empleada por los traumatólogos para referirse al aludido conjunto de tendones. Digámoslo de una vez: no sólo Petrov y Maxi tienen pata de ganso, sino también la redactora y cualquier hijo de vecino que conserve al menos una de sus dos piernas, y la tienen desde que vinieron al mundo.

Es quizá el error más llamativo, pero hay otros. Tal vez mareada por el lenguaje técnico del cirujano, la redactora encadena los gazapos, las imprecisiones, las gansadas. (Sin embargo, pudo y debió sobrevivir a la jerigonza médica, y sospecho que no lo logró por pura dejadez.)

Así, ofrece precisiones ridículas (por superfluas), como el detalle perfectamente baladí de que los vendajes que les colocaron en las rodillas suturadas a Maxi y Petrov eran blancos, pero en los momentos cruciales se muestra errática. Escribe: "Villalón fue más exacto: ‘Volverán en abril’", aludiendo al pronóstico del jefe de los servicios médicos del Atleti sobre la fecha en la que podrían reaparecer los dos lesionados. Pero Villalón no fue más exacto que Guillén, el doctor que reconstruyó los ligamentos de ambos futbolistas, el cual había rehusado poner un plazo fijo al retorno de sus pacientes, sino más atrevido o audaz. O si lo preferís: la exactitud del vaticinio de Villalón depende de que se cumpla o no tal vaticinio. Habrá que esperar, pues, para pronunciarse. Si los jugadores reaparecen en abril, exclamaremos: "¡Viva el exacto Villalón!" Si no, prorrumpiremos en un dictamen bastante menos entusiasta: "¡Menuda escopeta de feria, el tal Villalón"!

También se nos escapa la sutil diferencia entre una plastia "muy tensa" y una plastia "muy firme". El inesperado matiz trasciende a que la redactora se puso a buscar sinónimos en el momento más inoportuno. ¿Han quedado las dos rodillas igual de bien? Al parecer sí, pero es algo que únicamente colegimos por la declaración del galeno.

Y, de paso, me gustaría que alguien me explicara por qué, en una situación de este tipo, siempre se nos comunica que el doctor ha quedado muy satisfecho de su labor, como si tamaña muestra de euforia bastase y sobrase para traer la salud a los miembros lastimados de los jugadores. Me temo que todas las operaciones en las que el cirujano no ha lisiado a un paciente (o lo ha dejado en el sitio) constituyen un éxito. De otra manera: aceptando que el doctor haya dicho lo que cree, lo único que significan sus palabras es que todo salió como estaba previsto, lo cual no es noticia. (Lo sería si el cirujano abriese la puerta del quirófano y declarase: "¡Me cachis!, no estoy nada contento con la operación; he tenido días mejores".)

Última entrega de esta auténtica antología del disparate:

"Los doctores indicaron que, a pesar de que nueve jugadores de la Liga se han roto los ligamentos de la rodilla en sólo tres meses, ‘ésta es una autolesión y no tiene justificación’".

La que no tiene justificación es la señora o señorita que así se expresa o hace expresarse a sus interlocutores. (Insisto: si el facultativo no habló con propiedad, la obligación de la informadora era traducir el galimatías a un correcto castellano.) Una cosa es que los jugadores se hayan lesionado sin golpe de por medio y otra muy distinta que esas lesiones no tengan justificación (la pobre quiso decir ‘explicación’, pero no atinó). Claro que la hay: Petrov y Maxi hicieron esfuerzos que sobrepasaron la capacidad de resistencia de sus rodillas. Pero, si utilizas el vocablo ‘justificación’ en semejante contexto, estás como acusando a los jugadores de haberse autolesionado a propósito. ¡Lo habéis hecho adrede y me voy a chivar!

Moraleja: meter reiteradamente la pata es la forma más triste de hacer el ganso.

Atraco a las diez

Lo he dicho en alguna ocasión: mil veces peor que perder es ganar con trampa. Por ende, usar la mano (cuando no eres el portero) es lo más contrario al espíritu del fútbol que podamos concebir. Por consiguiente, resulta capcioso el intento de remitir la acción de Agüero al estatuto mitad cursi mitad mitológico de la "mano de Dios". La mano de Dios fue una trampa de Maradona que un avispado (quizá él mismo o algún locutor) sacralizó para de algún modo rebajar su carácter de fechoría y disimular la vergüenza bajo un exceso verbal. No fue un milagro; fue una pequeña golfada.

Previsiblemente, ha sido el imbécil Gatti el primero en apuntarse al parangón. Hay cineastas que plagian a un colega y le llaman al asunto "homenaje". Según el imbécil Gatti, Agüero homenajeó a Maradona. Para colmo, asegura que el "Kun" lo había premeditado; de ahí que se pusiese unos guantes azules (sic). (Sugiero al imbécil Gatti que done su cadáver a la medicina; hay mucha curiosidad por saber la materia de que se compone su cerebro.)

Lo cierto y verdad es que, ateniéndonos a los códigos del deporte, marcar un gol con la mano es más vituperable en el caso de Maradona, porque el Pelusa era el jugador más hábil de su generación. (Él merecía menos indulgencia que los demás.) Por desgracia, se diría que, cuanto más importante es un personaje, más se nos invita a hacer la vista gorda con respecto a su quehacer. (El éxito deber ser de la naturaleza del delito porque, no bien se produce, exuda atenuantes, eximentes…)

El imbécil Gatti, no contento con homologar la trastada del "Kun" hace votos para que se multipliquen los goles como ese, síntoma a su juicio (a su nulo juicio) de la viveza de los futbolistas. Confunde al vivo con el bribonzuelo. Si prosperase el criterio del imbécil Gatti, volverían a ponerse de moda las triquiñuelas de los forajidos del Estudiantes de la Plata (los pincharratas), cuyos zagueros alternaban el insulto, la amenaza y el alfiler para intimidar a sus contrarios.

Si los críticos lo fuesen de verdad, la picaresca malviviría en los estadios porque los comités de competición obrarían de oficio, y todo el mundo se esforzaría en preservar el fair play. Agüero no es digno de una cerrada ovación sino de un castigo ejemplar y, en todo caso, de la censura de los comentaristas.

‘Pillo’ y ‘pícaro’ son vocablos que evocan a golfillos haciendo trastadas para comer caliente esa noche. Pero Agüero ya no está en el potrero o en la favela, sino en un club de fútbol de la primera división de la liga española. Cobra un salario enorme y se debe a un público que no desea ser estafado y, sobre todo, a sus compañeros y a sus rivales, esos otros compañeros.

(Posdata). El archicretino que fatiga las páginas del mismo periódico que el imbécil Gatti escribe (por decir algo): "Que el Calderón se comience a parecer al Bernabéu en el tratamiento arbitral es una señal más que positiva". La falta de luces a menudo degenera en pura malignidad. Raro es el tonto buena gente.

Zona drama

¿No es aburrido el asunto? Me refiero al del maldito balompié español contemplado a través del espejo cóncavo de su selección nacional. (Pues no hay espejo más fiel, porque los clubes son tan representativos de la cosa como los multicines o los grandes almacenes).

Dada la capacidad de análisis de los comentaristas, ¿no sería mejor optar por el silencio? ¿Y si no hubiera realmente nada que decir? Ah, pero eso es imposible. Adoptemos pues un aire solemne, como corresponde a los juicios sumarísimos con ejecución a la vista. Al parecer, los males no se acabarían con la destitución de Luis; es preciso que se pire también Villar. Lujo entre la miseria: hay dos chivos expiatorios, dos ceros a la izquierda, dos malos muy perversos. Leo que unos jovencitos increpan al seleccionador: "¡Viejo, vete ya!". ¡Los años convertidos no ya en factor más o menos incapacitante, sino en injuria! Luis está contaminado de vejez; que lo depuren.

Los periódicos azuzan a los hinchas: ¡consumid voto!, aunque advierten (recato hipócrita en letra pequeña) de que sus encuestas no son científicas. Con unos pocos de miles de sufragios crean ellos el unánime clamor popular.

Sin embargo, hay cosas en las que no repara nadie. ¿Qué se puede esperar de un fútbol que amaña los dieciseisavos de final de su Copa para que jueguen ¡a doble partido! tres conjuntos de Segunda B contra los tres mejores equipos del país? Nada o muy poco. (¿Por qué no clasifican directamente al Madrid, al Barça y al Valencia?) Y encima los muy idiotas y muy bellacos (incalificables idiotas y bellacos) presentan tal género de sorteo ¡como un Gordo que les hubiese tocado a los humildes! (No si tendrían que pagar por perder.)

En realidad, la crítica deportiva (como ya he dicho multitud de veces, usurpa tanto el nombre como el apellido) está muy preocupada por el interruptus de la exitomanía chafardera. Y teme que le agüen el marketing de la mejor liga del mundo (aunque sólo lo sea cuando la gana el Madrid). Sí, sí, muy bueno el fútbol español, pero la selección fracasa siempre.

Como en la presente oportunidad se trata de fusilar a dos enemigos públicos, no hay pólvora para gastar en salvas. Es una suerte, ya que, por lo menos, no han vuelto a reproducirse las cursis majaderías de después del mundial. "Falta cultura de selección". Es un tópico merengue que tiende a explicar por qué el as madridista de blanco es un genio y de rojo, un tipo normal. El as madridista no se emplea en el combinado español porque no tiene cultura de selección. (Podrían enunciarlo así: la selección le importa tres cáscaras de nuez, lo cual no bastaría para transformar el embuste en verdad.)

"Es que el himno no tiene letra. Y así ¿cómo va a estar el país, unido como una piña, en torno a su selección?" Parábola extraída de la vida real: en no sé Eurocopa, hubo que perseguir por los hoteles de medio mundo a los futbolistas daneses, que estaban de vacaciones (Dinamarca no se había clasificado; tampoco recuerdo el equipo que hizo forfait y al que debían sustituir los animosos nórdicos). Pues bien, los capturaron, les dieron el uniforme y las botas, se pusieron a jugar y vencieron. Ignoro si todo el país estaba detrás o delante y el grado de unión de sus ciudadanos, pero lo imagino medio muerto de la risa.

"Es que el jugador español alcanza el cenit (en cuanto a la forma física) en febrero y a partir de abril decae". (La profunda observación es de Camacho; me he limitado a ponerla en prosa.)

Punto primero: un poco de fenomenología. Inglaterra empata en Old Traford con Macedonia; Dinamarca, en Copenhague con Irlanda del Norte. Escocia tumba a Francia. El vigente campeón mundial, Italia, no para de dar tumbos…; punto segundo: carecemos de una figura o dos de primer nivel y los mejores de los nuestros no están en forma; punto tercero: algunos de los ídolos de la afición española tienen la cabeza justa para adornar la parte superior del tronco (ejemplo: Joaquín); punto cuarto: los críticos se engañan y nos engañan.

(Coda dramática.) Maxi Rodríguez, el hombre con mejor puntería del Atleti, se lesiona de gravedad en un vulgar amistoso. ¿Escenario del match? Un plantío donde se hubiese averiado un tractor, y nada tiene de insólito que le tocase el garbanzo negro a un futbolista del Atleti porque el club del Calderón llevaba más papeletas que nadie en la lotería del siniestro (seis hombres). El consejero delegado de la entidad colchonera ha dicho (sólo sirve para la demagogia) que piensa demandar a la AFA y a la FIFA. (¿Y por qué no a la Federación Española, que homologó ese césped? Muy sencillo: la temporada ha empezado bastante bien desde el punto de vista del arbitraje. Además, Gil Marín ya rifó la salud de sus jugadores en los patatales de Shangai y Coruña; allí cayó Miguel.)

Los periodistas filorrojiblancos se indignan ahora con el presidente de la Federación Española, pero antes del partido permanecieron mudos. Peor aún: en vez de denunciar el peligro que corrían los jugadores, consagraron sus inanes comentarios al autobombo (¿no superabunda la plantilla del Atleti en internacionales?).

Aún no han intervenido a Maxi. Deberían buscar una clínica en los EEUU donde operen las roturas de cruzado con ayuda de un navegador, aparato que permite dotar al ligamento reconstruido de la tensión exacta (mucha, privaría de movilidad a la articulación; poca, la dejaría demasiado suelta.)

¿La "Fiera", otro héroe frágil o malhadado como Leivinha, como Vieri, como Caminero, como Kiko, como el último Jugovic?

Urticaria

La que me produce todo cuanto rodea al fútbol. He aquí algunos ejemplos.

El verbichalado Cerezo se autodefine como un dirigente que "sabe muy bien lo que se trae entre manos" (quiso decir "entre las uñas"). Al magnate del celuloide le encantó el Atleti en el derbi, lo que revela su mal gusto y su conformismo.

Resulta que hay que darle las gracias a Undiano Mañenco por obligarnos a jugar ¡con nuestro uniforme! Los aficionados del Atleti ni ven, ni oyen, ni entienden. De lo contrario, no se explica que se sometan sin rechistar al continuo trágala que les imponen los okupas del club. Trágala con el estadio, con el uniforme, con la grimosa gestión, con la mentira perenne… ¿Despertarán alguna vez y ya no volverán a conciliar el sueño hasta que los causantes de la pesadilla salgan de la habitación por los restos de los restos? Amén.

Aseguran que en diciembre viene el sobrino de Leivinha (¿cómo Eto’o, como Riquelme, como Rosicki, como Reyes?) ¡Ah si fuera la mitad de bueno que su tío! De paso, denle la boleta a Petrov y traigan a alguien digno de jugar en este club con el once a la espalda.

Eso sí: somos titulares del mejor museo del mundo. Con tal de no acabar en él, con tal de que no se convierta en nuestro cenotafio…

El "loco Gatti" (el imbécil Gatti, aquel de las boutades racistas en el Mundial) parece dispuesto a batir la plusmarca de estupideces por minuto (en su poder o en el de algún colega). ¿Que Agüero es más un jugador para el Real que para el Atleti? Pues haberlo fichado, tío listo. Esta idea de que el Atleti no merece futbolistas hábiles sino tuercebotas es muy vikinga.

Profiere Gatti, el imbécil Gatti, que el Atleti saltó al césped del Bernabéu con menos miedo que otras veces. ¿Qué sería de los comentaristas sin los tópicos? Desde que volvió a Primera, el Atleti sacó tres empates en Chamartín y siempre le jugó al Real de tú a tú, salvo quizá el primer año (era un conjunto sin conjuntar, de cedidos y retales, que igualó de chiripa). Es en el Calderón donde no da una contra los merengues (so pollino) y tampoco se debe al amilanamiento sino a la falta de calidad. Es peor y punto. Pero qué se le va a hacer: el merengue, para fardar de temible Real Madrid, necesita pintarse a un Atlético cobardica. (Y eso que el imbécil Gatti no ignora que su club favorito estuvo cerca de 20 temporadas sin triunfar en el Nou Camp. ¿Perdió por ello un ápice de su aura heroica? Al revés.)

Expectora Gatti, el imbécil Gatti, que Agüero se atrevió a intentar la vaselina y celebra la decisión del chaval, aunque reconoce que hubiese sido más lógico un tiro raso. Yo creo que también pudo influir el hecho de que Casillas le hubiese parado un chut de esas características unos minutos antes. Vamos que quizá no fue (o no fue sólo) una travesura. En todo caso, se trató de una mala elección. Y lo que mal está no merece aplauso.

La campaña pro exaltación de Guti (ese genio incomprendido) y la denuncia del método ignominioso (y por desgracia imitable) que utilizó el Atleti para frenarlo son excesos de los hagiógrafos merengues. La lentitud del volante madridista (su empeño en imitar a Redondo y a Riquelme) coadyuvó en la mitad de las faltas le hicieron. Pero es normal que, si sólo tienes un hombre capaz de jugar la pelota, el esfuerzo defensivo de tu adversario converja sobre él. Llevo viendo a Torres cobrar desde que debutó, sin que ningún analista lo señale (o señale que chupa demasiado). Proporcionalmente, le hicieron tantas faltas a Agüero como a Guti, pero como el "Kun" no se murió en ninguna de ellas…

Luis ha tropezado con el lobby. ¿¡Cómo se ha atrevido a descartar a Raúl!? ¡Qué sacrilegio! Pero muchos de los que ahora se arrancan las barbas desesperados pedían el pase a la reserva del crack merengue. Tal vez convenga recordar que, con Raúl de superfigura, España nunca llegó a nada en ninguna de las categorías inferiores (juveniles, olímpicos o sub-lo que queráis), ni como selección absoluta creció un dedo. Ahora mismo, el zurdo Villa da más que Raúl, pues juega y golea. Todo vale para tumbar a Luis, a quien sólo salvaría una victoria o un empate muy honroso contra los suecos.

Este año, tampoco

No es la única cosa (ni siquiera la más importante) de las que han ido fatal durante las casi dos décadas del Gilato. Me refiero a los duelos con el Madrid. Si nos ceñimos a la Liga, no recuerdo más de cuatro victorias atléticas (dos en casa y dos a domicilio) en 34 ó 35 confrontaciones. Otra hazaña que agregar a la vasta colección.

Yo era pesimista antes del partido, ya que, por increíble que parezca, no estamos en mejor forma que el Madrid. Y eso que los merengues nos dieron toda la ventaja del mundo. Ensimismados en su bonita crisis institucional, no pudieron perfilar su plantel hasta muy tarde. La gira por América y un calendario exhaustivo (como corresponde a los clubes con deberes en Europa), les impidieron una precoz puesta a punto. Ahora mismo no son ninguna máquina. Pero, ¿y los nuestros? Los nuestros forman un puzzle con varias piezas por encajar. La excursión por Shanghai, de la que disfrutó una barbaridad el dueño (algo rascó, no cabe duda), supuso para los jugadores una paliza injustificable (hay futbolistas del Atleti, como Torres, que sencillamente no han tenido pretemporada). Y el interminable tira y afloja por Maniche demoró la consolidación del medio del campo.

Si nos temería el Madrid que Capello volvió a utilizar la fórmula que ya empleara cuando vino por primera vez a España: "Nuestros amigos del Atlético…". Pero entonces el Atleti era un campeón al que mareaba la cumbre (lo que prueba que su sitio no era ese) y Capello procedía por antífrasis (‘amigo’ aún significaba ‘enemigo’); ahora el Atleti es un beodo que intenta (y no siempre logra) atarse los cordones de los zapatos, por lo que ese ‘amigos’ sonaba mitad a ironía mitad a carantoña condescendiente, ¡puah! (Capello estuvo, junto con Mijatovic, en el palco del Manzanares viendo el Atleti-Sevilla. Fijaos bien en la foto que los muestra. ¿No permite colegir que se aburrían de solemnidad? ¡Pobres!)

Por si fuera poco, se repetía el tedioso ritual de otros años. Desde que el Atleti volvió a Primera, dos deslenguados pseudoinformadores (un presunto atlético y un presunto madridista) entran la víspera del derbi en singular combate de baladronadas, a fin de calentar el gélido ambiente. No representan a nadie, pero a ellos les da igual y se arrogan el papel de alféreces provisionales de sus respectivas causas. Lo que intercambian por la boca constituye el apoteosis del bla, bla, bla y el apocalipsis del sentido común. Quisieran ser provocadores y sólo provocan bostezos. El del Atleti es un notorio mentecato, al que algunos de sus colegas, cuando se dirigen a él, llaman el mítico fulanito (fulanito posee un nombre que no escribiré para no abrumar este blog con una fealdad innecesaria). Desde luego, míticas parecen su necedad, su insolvencia y su falta de compostura. Pues bien, es el irresponsable que marca el tono colchonero en el altercado palabreril. (Otra de las fatalidades que, en realidad, responden a la colusión entre los granujas del club y la prensa blanca. Cuanto más tonto el abanderado del Atleti, más útil a Gil Marín y al eterno rival.) Desde que regresamos del infierno, el tipo repite la memez de que este año toca saquear el Bernabéu. Luego pasa lo de siempre. Un día acertará por chiripa y pretenderá que le convalidemos todos los anteriores "ya lo decía yo" que se ha tenido que comer con patatas.

Pues bien, fue un partido disputado pero no bueno. Ni siquiera mediocre.

El Atleti, que tuvo alguna ocasión más en el primer tiempo, sólo se vino arriba (sin llegar a desmelenarse) cuando el Madrid perdió a Ramos.

La principal fuente de satisfacción del lobby merengue es que Torres no marcó y, en cambio, sí lo hizo el genio y mártir al que un seleccionador cruel e injusto ha colgado por el respeto (eso tiene que doler). Torres, según quieren los blancos con mal empatar, personifica la incapacidad del Atleti para vencer al Madrid. Pues por Torres pasó todo el peligro del conjunto del Manzanares: las cuatro o cinco acciones de mérito que produjo el equipo de Aguirre en el match. De hecho jugó bastante mejor que contra el Sevilla.

Los tiros de la prensa vikinga contra Torres también son vendettas por el cuento, fingido o real, del lance con Ramos. (Me explicaré: todo cuento es ficción, pero hay jugadores, el "Niño" entre ellos, que teatralizarían incluso una rotura de tibia y peroné). Sin embargo, nada la reprochan a Guti, el cual sobreactuó de lo lindo en la media docena de zancadillas que le pusieron.

No obstante, otra es la jugada que quiero comentar aquí. Torres volvió a disponer de una ocasión de gol espléndida, justo al principio del segundo periodo. Se interna Seitaridis y centra raso hacia el corazón del área. Era un pase perfecto, con la dirección y la fuerza precisas, pero el ariete colchonero, en ventaja sobre Cannavaro, ni rozó la pelota. ¿Por qué? ¿Está acomplejado ese chico o es que no ve bien? ¿Y si, en vez de llevarlo al psicoanalista, Villalón pidiera la vez en el oftalmólogo?

Tengo la sensación de que Pernía jugó para hacer bueno a Raúl. En este partido, ¿no hubiese sido mejor emplearlo de interior zurdo? (¿Hasta cuando, oh Petrov, seguirás abusando de nuestra paciencia?) A ver cuándo rota Aguirre al búlgaro y lo pone en la cuarta fila del banquillo. Luccin se entonó únicamente cuando el rival actuaba con diez y Maniche parece muy lejos de su mejor forma. En cambio, mejoró Seitaridis, que pudo con Reyes. Mista, como Raúl, el gol y gracias.

En el Madrid, Guti pareció Zidane (el viejo Zidane de las tardes macilentas en el Bernabéu, tampoco hay que exagerar) porque los medios colchoneros son bobos (Luccin) o no pueden ni con su alma (Maniche).

Cada vez que el Atleti ha de resolver el problema planteado por un equipo en inferioridad numérica, las pasa canutas, indicio de que no le sobra talento y le falta preparación. El Sevilla y el Madrid lo han demostrado. No es que se acobarde (idea favorita de los ideólogos merengues); es que aún no es un buen equipo, aunque tenga media docena de futbolistas que lo anuncien.