Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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noviembre 2006 - Artículos

La transparencia

El animal más venenoso del planeta es una medusa transparente. En los reportajes del National Geographic se puede ver cómo narcotiza y devora a los peces de que se alimenta. De la escena del pez varado en el estómago de la medusa se desprende tal quietud, que se diría que Jonás ha ido a una cura de reposo en el vientre de la ballena; pero en realidad está siendo digerido, y, si el espectador se armara de paciencia, comprobaría como, al cabo de unas horas, del pez no queda ni la raspa.

¿Son transparentes Gil Marín y Cerezo? Por supuesto; son diáfanos y muy venenosos. Se sabe lo que quieren y los procedimientos que utilizan para salirse con la suya, pero ¿quién está en condiciones de impugnar sus fines y contrarrestar sus medios? En cierto modo, lo preocupante es que hagan las trampas sin apenas disimulo. Su depredación del club es, de hecho, un show al que asisten multitud de espectadores comiendo pipas o palomitas.

Según la prensa, las cuentas del Atleti arrojarán a finales de diciembre un saldo positivo de 3,4 millones de euros. A mi difunto amigo Enrique Indeguy, que solía andar sin blanca, le gustaba mucho la broma consistente en llegar a una tasca y decir, tirando sobre el mostrador un duro con ademán generoso: "¡Mesonero, ahí va un pavo. ¡Vino y mujeres hasta que se acabe!" Gil Marín exhibe la calderilla para que no se note tanto su rapacidad. Ahora bien, el equilibrio presupuestario no es cosa fácil; para alcanzarlo, el club ha vendido 30 ó 40 millones de la mal llamada ciudad deportiva (en efecto: no hay tal ciudad). O sea: un día se pulen un cachito del estadio; otro, alguna hectárea del solar de Alcorcón…

Por lo demás el equipo ratea. ¿Son los comentaristas gafes? Lo pregunto porque, no bien afirmaron que la alineación simultánea de Torres y Agüero garantizaba la victoria, el equipo empató en casa contra el colista, sin que el dúo de jóvenes promesas brillara lo más mínimo. El mejor fue ¡Luccin!, aunque algunos despistados (incluidos los locutores de la Sexta) le otorgasen la palma a Galleti, que no pasó una sola pelota en condiciones (incluso la del gol era un melón pocho). Galleti es un destajista impreciso, o sea: el clásico remedio que agrava la enfermedad.

Quienes leyeron mi anterior columna habrán sonreído después del match del sábado. ¿De modo que el Atleti debe luchar por el título? Ja, ja, ja. ¡Diantre!, ¿no lo hizo la Real hace pocos años? ¿Y acaso era un superequipo o poseía una plantilla fabulosa? No soy tan iluso como para pensar que el Atleti se ha transformado de ayer para hoy en una potencia del balompié español, pero un cuadro joven, alegre, en forma, bien conjuntado y descansado, ¿no podría desempeñar el papel de outsider? Qué menos.

El gag es vetusto (¿Búster Keaton, Charlot?) y consiste en dar propina mediante un billete atado a una cuerda casi invisible de puro sutil; y, cuando el taxista o el camarero se lo guardan, el pícaro disfrazado de señor tira de la cuerda y el billete escapa del bolsillo incauto y vuelve a poder de su anterior dueño. Los desaprensivos de los periódicos lo practican con asiduidad. Quaresma, Wagner, Veloso, Lucas: caramelos que atan a un cabo, para halar de él cuando el forofo bobalicón se los quiera meter en la boca. El forofo bobalicón pica siempre; ¿será un pez fascinado por las medusas?

 

Forraje

(Aspiraciones.) Si yo mandara en el Atlético de Madrid, prohibiría a los jugadores y al mister toda mención de la UEFA. Disputarla nunca fue un objetivo digno de este club. En los viejos tiempos, un mal año abocaba al Atleti a jugar la UEFA, situación poco atractiva para los socios, aun cuando el torneo reuniese a algunos de los mejores cuadros continentales (hubo ediciones en que el elenco de participantes era superior incluso al de la Recopa o al de la propia Copa de Europa.) Pero hoy disputan la UEFA una miríada de perfectos desconocidos, y es una desvergüenza que nos presente una rifa de barrio como si fuese el euromillón.

Es más: el Atleti tiene una oportunidad única para luchar por el título de Liga, pues ha sobrevivido al desbarajuste originado por la absurda pretemporada que ideó Gil Marín. (Soy incansable en la denuncia porque otros callan ominosamente o concentran el fuego sobre el entrenador.) Ahora es un conjunto en forma y no tiene compromisos europeos. Además, de todas las bajas lloradas por las plañideras de los periódicos y Gil Marín, la única sensible desde el punto de vista deportivo es la de Maxi. ¿Debería fichar algún jugador en enero? Quizá, lo que nos lleva al siguiente punto.

(Fichajes.) Del atado y bien atado sobrino de Leivinha nunca más se supo. Después, el que venía fijo, el que ya estaba aquí, era Cuaresma. Pero el extremo portugués acaba de confirmar su inequívoco propósito de enrolarse en el Atleti con un clamoroso ¡NO!, audible en toda Europa y parte del extranjero. Otra bofetada en la mejilla de los informadores (pero las encajan sin pestañear, como los clowns de los circos). Un poco antes, interesaba Higuaín, que había impresionado al gran ojeador Muñoz, el mismo que ha dejado las secciones inferiores del club para el arrastre. Sí, ya sé que todas esas extraordinarias y veraces nuevas fueron lanzadas cuando el hundimiento parecía inminente y ahora somos quintos, loados sean los dioses.

(Albardas.) La insistencia en que Aguirre se ha bajado de la burra es propia de asnos vanidosos y resentidos. Pero hay que comprender a los pobres de espíritu que regañan al "Vasco": como nunca tienen razón, las pocas veces en que los hechos parecen dársela (un simple efecto óptico), cambian la pezuña por la cresta y se engallan: ¡si sabremos de fútbol y tendremos influencia que hasta el mister del Atleti ha tenido que claudicar!

Sobre sistemas y críticos

También en la cháchara táctica se percibe que vamos por detrás. Nuestros ideólogos y críticos imitan las tabarras de sus colegas merengues de hace un lustro y se aferran a conceptos que poco o nada significan: el trivote, el mediapunta, los extremos puros, la pausa... Pero el Madrid usa el trivote y nadie le reprocha nada a Capello. También el Barça pone tres futbolistas casi clónicos en esa zona del campo y no digamos el Chelsea… Ninguno de esos equipos juega con extremos puros y, en cuanto a la pausa, el que se toma un respiro lo suele pagar caro.

Sacchi vino al mundo del balompié para demostrar que un equipo o es dinámico o no es nada y que el campo no se ocupa sino que se transita por él. Sigue habiendo porteros, defensas, medios y delanteros, pero los porteros, además de parar, utilizan los pies tanto como las manos, juegan dentro y fuera del área, e inician el contraataque; los defensas marcan y se desmarcan, suben y bajan, despejan y disparan; los medios distribuyen, achican, cortan y rematan; y los delanteros golean, presionan, defienden y elaboran… El fútbol de hoy, más que el de otras épocas, exige un jugador multiusos. Sacchi utilizaba una expresión para definir al equipier que prefería para sus conjuntos: alguien que actuase "a todo campo y en todo tiempo".

El crítico deportivo suele ser holgazán, y, como no se siente seguro de su función, se ha vuelto forofo; ahora va con los hinchas a fin de confundirse con ellos. Pero los hinchas no saben nada de fútbol (los dioses les libren de toda tentanción), por lo que al crítico le basta con sintonizar con un estado de ánimo para convertirse en el alférez provisional de la hinchada para la que perora. (Ya los críticos son reclutados de entre los meros forofos, con lo cual tampoco les hace falta adaptarse.)

Los críticos odian al entrenador porque la palabra "talento", noción talismán y suma ciencia de los que todo lo ignoran, deja indiferente a cualquier mister. El problema no es tener o no tener a Agüero, sino cómo sacarle el mejor partido, como aprovechar sus cualidades, como enriquecer al futbolista con lo que éste no posee aún, cómo atenuar sus defectos y acentuar sus virtudes. Además, la alineación de un jugador depende del resto del conjunto. El medio del campo del Atleti hasta hace un par de jornadas era física y tácticamente endeble; por eso Aguirre tendía a reforzarlo. En los dos últimos encuentros adquirió robustez por tres vías confluyentes: la mejor forma física de Maniche y Seitaridis, la inclusión en la zaga de Ze Castro (un central que pasa la pelota) y, last but not least, la sociedad de los zurdos Pernía y Antonio López.

De modo que ahora sí puede jugar Agüero desde el principio, sin que tal alineación suponga que el "Vasco" haya cambiado de parecer. Pero el comentarista de turno, para quien el Atleti es Agüero, Torres y nueve más, asegura que Aguirre "se ha rendido", aunque aún sufra "ataques de cobardía". (Se refiere a que, en el transcurso del match contra el Levante, sacó del campo al "Kun" para poner a Costinha, cuando aquél daba muestras de cansancio, cobarde expediente que permitió a Maniche una mayor libertad.)

Lo admito: es más fácil darle una colleja al coach o perdonarle la vida que preguntarse por qué toma tal o cual decisión. El mismo comentarista ha concedido a Luccin los galones de mariscal, pero (también sucedió el domingo ante el Levante), justo antes de que el árbitro expulsara a César, al francés se le escapó la pelota y, en vez de asumir su distracción, estiró la pierna, metió la plancha y le hizo una entrada muy fea al rival. Tenía una amonestación y muy bien pudo haber sido expulsado. Los mariscales del balón no cometen esos errores.

No hay un crítico que no se sienta mil codos por encima de cualquier entrenador, pero entrenadores los hay de diversos pelajes, caracteres y condiciones. Los críticos, en cambio, salen de fábrica con idéntico equipamiento de serie: chaladura, suficiencia e irresponsabilidad. ¿Quién los diseña?

Sostiene Gil Marín...

Sostiene Gil Marín que "la administración valenciana entiende lo que supone un club como el Valencia, lo que significa que este equipo esté presente en competiciones europeas y que el Valencia es parte del ocio y esparcimiento de los valencianos".

¿Acaso insinúa que la Administración de Madrid no entiende todo lo que entiende su homóloga levantina? Pues sí entiende, ya lo creo, lo que supone un club como el Madrid, lo que significa que el Real esté presente en las competiciones europeas, etc., etc. Cosa distinta es el Atleti. Ahí Gil Marín llora, con hipócritas lágrimas de cocodrilo, en vano. La Comunidad y el Ayuntamiento son madridistas y por eso saben lo que significa que el Atleti fracase una vez sí y otra también: da esparcimiento y ocio a los incondicionales sufridores y a los adversarios.

Sostiene Gil Marín que está dispuesto a que un interventor nombrado por el alcalde supervise la venta del estadio. Un brindis al sol, una finta más; se está poniendo nervioso. ¡Pobre máximo accionista okupante del Atleti! No contaba con el alud de escándalos inmobiliarios que mantendrá medio enfangada la vida pública hasta los comicios de primavera. A Gallardón le importa una uva pasa lo que ocurra con el Atleti. Es más, si por él fuese, le daría carta blanca a Gil Marín, porque no ignora que, en sus manos, la entidad del Manzanares está bien, pero que bien… fastidiada (por decirlo de un modo suave). Pero aunque no fuera blanco blanquísimo el primer edil de la capital, ¿tendría por ello que ser idiota? Gallardón no quiere pactar con Gil Marín y que después algún fleco de la Operación Malaya o cualquier otra fruslería judicial se lleve por delante al crack de Valdeolivas y, de refilón, al que le estrechó la mano.

Hay seguidores del Atleti que sólo ven el bulto del dinero. A esos hipnotizados hay que explicarles que el peligro no está en la venta del Calderón en cuanto tal, sino en el uso de las plusvalías. ¿Cuánto destinaría el club (o sea, Gil Marín) a enjugar sus débitos? Y sobre todo, ¿a quién pagaría y a quién no? ¿Y si una parte nada despreciable de su enorme deuda la hubiese contraído el Atleti con empresas cuyo titular es Gil Marín o algún testaferro, hombre de paja o factótum suyo?

Aquí se evaporaron de la noche a la mañana sumas fabulosas: los dineros de Van Dorn, las crecidas facturas de la remodelación de un estadio cinco estrellas que ahora no sirve, el importe de traspasos de los jugadores de la primera plantilla (cuando el oportuno descenso a Segunda autorizó a desmantelarla)… Sospechamos (los fiscales, también) dónde fueron a parar los maletines repletos de billetes.

Un ejemplo. En la web MaTA-dor y con fecha de 21 de febrero del año en curso aparece la siguiente información recordatoria que me permito reproducir casi en su totalidad:

"A raíz de la intervención judicial se hicieron públicas las siguientes cifras correspondientes a los traspasos pagados a los holandeses de van Dorn para que vinieran Dani Carvalho, Dragan Ciric, Mirsa Hibic, Toni Jiménez (ay que me parto) y Alessandro Nesta. El estafador Gil Marín adujo algo así como "¿quién es la fiscalía para decirme cuál es el precio de un jugador?"

Sin embargo, el informante no consigna las cifras prometidas (tengo entendido que la broma ascendió a unos 10.000 millones de pesetas, 60 millones de euros, y eso que Nesta y Ciric jamás pusieron los pies en el Foro). Pero, a cambio, nos ofrece otras no menos suculentas, representativas de todos los enjuagues gilianos:

"Jiri Rosicky (el hermano malo del otro, del que no vino este año) (1996, 800 millones de pesetas = 4,8 millones de €);

Bejbl (1996, 1.328 millones de pesetas = 8 millones de €);

Prodan (1997, 857 millones de pesetas = 5,2 millones de €);

Andrei Frascarelli (1997, 1.940 millones de pesetas = 11,7 millones de €);

Rade Bogdanovic (1997, 2.935 millones de pesetas: 17,7 millones de euros);

Njegus (1998, 2.335 millones de pesetas = 14 millones de €.);

Christian Díaz (1998, 1.031 millones de pesetas = 6,2 millones de €.).

Y además está el multitraspaso de Maximiliano de Oliveira, Limamou Mbengue, Abass Muyiwa Lawal y Bernardo Matías Djana (1998, 2.700 millones de pesetas = 16,2 millones de euros.), por el que el TS condenó a Miguel Ángel Gil por estafa…"

Me he tomado las siguientes libertades: cambiar algún punto o alguna coma, modificar en parte la redacción (sin menoscabo del sentido de las frases) y traducir a millones de euros lo que entonces eran millones de pesetas.

O sea: 13.926 millones de pesetas, equivalentes a 83,8 millones de euros. Hablamos únicamente de lo que costaron algunos de los paquetes cuyo ingreso en el club nada o muy poco tuvo que ver con el fútbol, empero cuya utilidad fue la de permitir que saliesen de la tesorería del Atleti considerables fondos con destino a… Estos de Van Dorn ¿quiénes eran?

Y aún se pregunta Gil Marín por qué Gallardón se muestra tan remiso a fotografiarse con él.

Ni lo recordábamos

Es lo de siempre: los comentaristas creen que saben más que los entrenadores, salvo que los entrenadores tengan la labia de un Valdano o de un Menotti. Vox populi: el coach es un enemigo declarado del talento. Y ¿qué es para ellos el talento? La mera habilidad con la pelota. Por eso Valdano les cae bien cuando dice aquello tan profundo, ¿cómo es?, ah sí: "En el principio fue el balón", perogrullada estupefaciente que olvida que los principios no son los finales ni lo que ocurre en medio y que finge la originalidad por medio de una cuca apelación al origen.

Viene este largo exordio a cuento de lo que habría demostrado la victoria del Atleti contra el Villarreal, a saber: lo muy equivocados que andan por la vida Aguirre y Luis Aragonés. (El primero a causa de la suplencia de Jurado y de Agüero y el segundo por haberse atrevido a desconvocar a Torres para el match contra Rumanía).

Pero si el sábado el Atleti jugó un buen partido (quizá el mejor desde que volviese a Primera), ello tuvo que ver más con el desempeño de los secundarios que con la actuación supuestamente estelar de los jóvenes ídolos. Seitaridis, Maniche, Pernía y Luccin, sin olvidar a Antonio López y Ze Castro, fueron los principales artífices del interesante Atleti que emergió la otra noche. Lógico: el equipo empieza a estar en forma, y, si no la alcanzó antes es porque Gil Marín antepuso sus operaciones pequeño-especulativas en Extremo Oriente al necesario entrenamiento durante julio y agosto.

Sin piernas y pulmones, no hay talento que luzca y el balón deviene en la ingobernable sandía que deploraba Dirceu. Para incluir a Agüero en el once desde el pitido inicial era menester que los centrocampistas, liderados por Maniche, mordiesen, y la denostada alineación de Costinha era imprescindible mientras su compatriota "O Motor" ratease. Pero la auténtica novedad el sábado fue la titularidad simultánea de Pernía y Antonio López, pareja que se antojaba de hecho después de la lesión de Petrov, pero que no convencía a Aguirre, acaso por las razones antes apuntadas. Contra los Forlán, Riquelme y Cani, el lateral argentino se pareció a su sosias del Getafe. Y en fin, Ze Castro, aunque algo dubitativo y despistado al comienzo, ayudó a sacar el cuero jugado y marcó un gol. (A poco que mejore en las faenas destructivas, hará carrera.)

El sábado los colchoneros se pasaron el balón con rapidez y exactitud, tuvieron agresividad, velocidad y ritmo. Ya no recordábamos el fútbol en el Manzanares. Ojalá que no se trate del sueño de una noche de otoño.

A media voz

A veces uno grita porque cree hallarse en presencia de un interlocutor duro de oído, cuando el problema no está en sus orejas sino en su voluntad. El noventa y nueve por ciento de los informadores deportivos (y me quedo corto) no quieren comprender o asumir los deberes que comporta su trabajo; de ahí que no hallen incompatibles informar y soñar. Informar es un ejercicio deliberado de despiertos para despiertos. Soñar, una operación involuntaria de algunos animales cuando reposan. Por omitir tan elemental distinción, la mentira y la injusticia rampan, como los leones de los escudos nobiliarios. Intentaré reunir serenidad suficiente para explicarme sin gritos, no vaya a ser que los sonámbulos vuelvan en sí y fallezcan del susto.

Leo en un periódico que el Atleti y el Ayuntamiento deliberan sobre qué precio poner al solar del Calderón. Es una inexactitud, porque ese precio lo determinará el mercado en función del régimen legal del terreno. Si fuera edificable (cosa que depende de la concejalía de Urbanismo), alcanzaría un valor: el que fije la ley de la oferta y la demanda, no el que escriban en un papel Gil Marín y los ediles.

El Calderón no entraba en los planes urbanísticos de la zona, pero tampoco los rascacielos de oficinas o los inmuebles de apartamentos. Del concurso de ideas que convocó en su día el Consistorio surgió la de hacer un parque donde ahora se levanta el estadio. Un parque no tiene ni por asomo el mismo valor comercial que los bloques de viviendas, pero puede que sea lo que la ciudad necesita. (La cantinela que cundió con motivo de la operación para enriquecer al Madrid, según la cual lo que es bueno para un club de fútbol es automáticamente beneficioso para la urbe donde se domicilia éste, constituye una colosal falacia.)

No sé si el equipo de Gallardón ha mudado de parecer y ahora desea que la iniciativa privada gestione el suelo que iba a pasar a dominio público, a cambio de una cantidad bastante menor que la hoy barajada por los soñadores. Pero dar por sentado que, si el Atleti percibiese la cifra más alta posible por abandonar el Calderón, se convertiría ipso facto en un club pudiente, es algo absolutamente gratuito. E inferir que, con el bolsillo lleno, volvería a la elite (notad que son dos cosas diferentes), una completa insensatez.

En primer lugar, lo gastado en los últimos años en fichajes mediocres no ha salido ni de las finanzas ruinosas de la entidad colchonera ni de los bolsillos de sus incapaces y trapaceros dirigentes. ¿De dónde pues? Del estadio, que ya no es del Atleti, (al menos no en su totalidad), sino de los promotores que le han adelantado la pasta a Gil Marín para que éste presuma de esfuerzo. La pregunta es: ¿cuánto Calderón le queda todavía al equipo que juega allí? Lo ignoro.

De modo que, en el supuesto, de que el alcalde acordara liberalizar el suelo del Calderón y éste alcanzase en el mercado el precio de 350 millones, el Atleti sólo percibiría una parte de esa suma. ¿Qué parte? La resultante de restar a los 350 millones lo que ha ido gastando a cuenta Gil Marín.

Pero con esos mermados fondos habría que acometer tres empresas: construir otro campo, saldar una deuda descomunal y configurar una plantilla de primer orden. ¿Cómo diablos iba el Atleti a afrontar simultáneamente las tres con 200 ó 250 millones a lo sumo? Es imposible, aun en el caso de que el más riguroso acierto presidiese todas y cada una de las acciones de quienes, hasta ahora, sólo han cometido fechorías y estupideces. (Índice de lo rematadamente mal que están las cosas es el hecho de que, ni siquiera cuadrando las cuentas de la lechera, acabarían las penurias del club.)

En segundo lugar, ningún desembolso, por grande que se nos antoje, garantiza la victoria. Si los dormilones que odian atar cabos tuvieran razón (que no la tienen) y al Atleti le lloviera el dinero de Jauja, y los bandidos lo respetasen, nadie en la faz de la tierra le podría asegurar los títulos.

Los vendedores de humo lo saben. Entonces ¿qué pretenden con la propaganda triunfalista? En mi opinión (como ya he expuesto en varias oportunidades), disipar el enojo de los seguidores del club, impidiendo que se acumule y les estalle en la cara, y ganar tiempo. La quiebra a corto plazo es inevitable, pero, si la especulación del estadio prosperara, los okupas tendrían por delante otros diez años (o siete, o cinco) para seguir con sus turbios negocios a costa de la entidad. En ningún caso hay porvenir para el Atleti, no con Gil Marín y Cerezo al mando.

El Allianz Peineta
Circula por ahí una trola que ha difundido la brigada de esparcir  chaladura, ese teatro de títeres que dirige Gil Marín, cuyos muñecos al parecer son licenciados en ¡Ciencias de la Información! Érase un club de fútbol, arruinado y desprestigiado, al que el alcalde va a regalar por Reyes una cantidad de dinero fabulosa y un solar para construir un estadio.

Veo la decepción pintada en vuestros rostros. Os suena la historia, ¿verdad? Pero lo bueno de la nueva versión son algunos pormenores que enriquecen la antigua, ¡oh, sí! Prestad atención y contened la carcajada, si podéis. El estadio será olímpico pero ¡sin pistas de atletismo!, ¿¡no es una idea genial!? Es cierto que su aforo se antoja algo pobre (65.000 localidades), pero la obra se inspirará en el Allianz Arena de Munich, lo más de lo más.

Hay un inconveniente: el Ayuntamiento, a cambio de permitir la erección de un estadio olímpico sin pistas de atletismo (que es como decir, una silla sin patas ni respaldo), se reservaría la potestad de exigir la demolición parcial del graderío en caso de que Madrid fuese la ciudad designada para organizar los Juegos del año 2016. Claro, ¿dónde diantre iban a correr si no los atletas? (¡Curioso modo de propiedad, que sujeta al propietario a unas obligaciones tan inconcebibles y onerosas! Es como si edificases un chalé con piscina en un terrero tuyo y viniera un extraño y te conminase a rellenar la piscina para hacer una cancha de tenis. Y tú fueses y obedecieras.)

Otro pero insignificante. Se nos dice que el Allianz Arena ha costado 280 millones de euros y, simultáneamente, que el club sólo invertiría en La Peineta la tercera parte de los 320 ó 350 a ingresar por la recalificación del Manzanares. (Advertid que el precio del Calderón no ha cesado de crecer en la fantasía de esa carne de frenopático.) De modo que el Atleti ¡va a construir un Allianz Arena de 300 millones por unos 100! Pensaréis: qué quiere este hombre, ¡son de letras!, las cifras les resbalan. Pongo en duda que sean de letras o que calculen así debido a daños irreversibles en sus cerebros. Ocurre más bien que, si el Allianz Peineta entrañara un desembolso superior a 100 millones, no quedaría dinero para otros dos conceptos capitales: la rebaja de la deuda y la elaboración de una plantilla maravillosa. (Rico, bien instalado y campeón contemplan al Atleti la propaganda del club y los eternos becarios de los periódicos.)

El disloque era previsible y lo pronostiqué días atrás, porque conozco el modus operandi de Gil Marín. Los reiterados fracasos deportivos, que confieren a los próximos encuentros de la entidad colchonera el carácter de angustioso match ball (¡y sólo estamos en el inicio de la temporada!), en vez de provocar el análisis y la crítica sin contemplaciones, nos han deparado otra semana de exaltación del futuro rojiblanco, vaca de ubres prodigiosas de las que mana inagotable la felicidad. Gil Marín, que hubiera querido cortar la racha de derrotas con un económico ¡detente! (llegó a vaticinar con aires proféticos, el muy idiota, el triunfo en el último partido), arrollado por los acontecimientos, ha tenido que desempolvar otra vez la quimera del oro.

El cuento chino es la bebida isotónica de los pseudo-profesionales de la información, quienes, en vez de darle a Gil Marín con la puerta en las narices o de reírse en sus barbas, se prestan a divulgar podridas falsedades. Esbirros y cómplices, contribuyen a hundir el Atleti, pues en virtud de noticias como la del Allianz Peineta, todo, absolutamente todo, cobra de súbito un aire de relajada festividad. Se trata de que la afición no reaccione, catatonia que hace de ella la mejor del mundo. El beticismo, que le disputaba ese dudoso honor, acaba de tirar por los suelos una trayectoria de lustros, y ahora  abronca a Lopera, otro prócer como los Gil. Somos únicos, y nos moriremos antes.