Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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junio 2006 - Artículos

Rescoldos

Una vez le pidieron a Di Stéfano que se describiese como jugador. Él, con la reticencia a hablar de sí mismo característica de la gente de antaño, apenas abrió la boca para murmurar: "Decían que tenía rapidez y aguante". Nada agregó sobre la inventiva, la genialidad, el carácter o la técnica. Los doña calidad, facción dominante en la crítica de hoy, dan por supuesto que al balompié se juega con el cerebro y no con el cuerpo, con la imaginación y no con las piernas, con la mentalidad y no con los pulmones. Pero incluso para proteger el balón tan bien como lo hacen Zidane o Riquelme no basta con la clase; hay que tener un físico poderoso, protector. El caso de Francia, pese a su relativa vejez.

Muchos analistas se han dejado, como de costumbre, confundir por el score. Así, para la mayoría España fue superior en el primer periodo e inferior en el segundo. Yo no vi tal cosa. Fuimos (en un partido yermo, pues apenas hubo buenas jugadas) un poco peores casi siempre.

La posesión de la pelota no es un fin en sí misma; además, retenerla exclusivamente en la zaga contraproduce. Así, en cuanto el balón ingresaba en el medio del campo, Francia nos lo arrebataba o provocaba el error de los hábiles pero comparativamente débiles centrocampistas españoles. Sólo Ramos, Torres y los centrales ganaron algún balón dividido; y tiramos dos veces a puerta: cuando el penalti y en el golpe franco de Pernía. Esto por lo que respecta a la primera parte.

Por contra, en el segundo tiempo, poco a poco creció el espacio útil en el centro del campo. Hacia la mitad de ese periodo, el partido (hasta entonces dominado por la fortaleza de los azules) pareció que podía virar al rojo, merced a la fatiga de Makelele, Vieira, Zidane, incluso de Ribery. Pensé por un instante: "Si llegamos a la prórroga, son nuestros". Pero no llegamos…

La hipótesis, en virtud de la cual la anulación de Henry era la victoria, también se reveló equivocada. No cometimos errores en el fuera de juego y Henry apenas intervino, y sin embargo…

Supongo que todos los entrenadores quieren un equipo de demonios que jueguen como los ángeles. La España de Luis es un equipo de diablillos con algún angelote incrustado. Los diablillos difícilmente crecerán; confiemos en que, cara a futuros compromisos, los angelotes críen la suficiente pezuña.

¿Continuará Luis? El actual seleccionador, pese a cierta reputación de hombre áspero, ha sabido ganarse la confianza de la prensa y nadie le ha discutido las alineaciones. (Hemos llevado lo que tenemos; hemos sido lo que somos). Yo le pondría (por chinchar, más que nada) algún pero: la insistencia en Pernía, porque un defensor ante todo ha de saber defender y el hispano-argentino corta pocos balones; y su inclinación por Cesc en el primer tiempo contra Francia, cuando todo indicaba que el match contra los galos iba a ser una batalla de desgaste. ¿Por qué no Senna al principio?

Un mes antes de la Copa del Mundo, España no producía ni frío ni calor. Después, en parte por la inercia de la publicidad, en parte por el efecto del último amistoso y del primer partido en Alemania, se produjo la marabunta. El patrón recuerda al de las grandes catástrofes, en las que un mínimo gesto de temor desencadena el pánico general. También la euforia tiene ese poder de contagio. ¿Será una peste o un terremoto?

Los recalcitrantes y la excepción

No tienen arreglo. ¿Qué preferís? —nos proponen— a Drogba y 36 millones o a Van Nistelrooy y 30? ¡A Drogba, a Drogba!, responde el eco de los sin voz. O sea, ellos hacen las preguntas y se las responden, ¡no tienen cara! Un par de tantos más en Alemania y Torres valdrá ¡40 kilos! ¿Y por cuántos va Maxi?

No obstante, sus argumentos insultan a cualquier especie de razón. Razona el as de los memos: ¿no ha obtenido grandes triunfos el Sevilla vendiendo jugadores? (Llama grandes triunfos, en plural, a una mísera UEFA en la que no había un solo equipo decente). Pero es lógico: si el Atleti hubiese quedado sexto en la Liga, él habría puesto a repicar las campanas. Y como le han otorgado una patente para mentir y otra para ignorar, osa sostener que, gracias a la venta de Peiró, el Atleti hizo un gran conjunto en la segunda mitad de los sesenta. Falso como los sellos de Forum. Aquel dinero apenas sirvió para echar algo de hormigón al campo que el Atleti construía en la ribera del Manzanares.

Ahora no les sirve Ibagaza, después de haber instado por vía de apremio a su renovación. Y nos comunican que Gil Marín, el cual hasta ayer mismo se jactaba de la salud financiera del Atleti, anda por ahí en afanosa procura de la cantidad que el 30 de junio debe aflojarle a la plantilla. (¡Cómo se deja la piel por el club, el pobrecillo!; sólo que algunos ingratos no se lo reconocemos bastante.)

Estas dos o tres últimas temporadas, a cada bochorno rehacían ellos el virgo del eterno proyecto con un lema: "Hay base". Pero ahora la base peligra porque Torres, Maxi, Pablo y algún otro son transferibles.

En realidad, la base son ellos y su arsenal de tópicos adormecedores y groseras patrañas: la grandeza del Atleti, la mejor afición del mundo, el orgullo rojiblanco, la cantera prodigiosa, los anuncios geniales… Ejercen la servidumbre a mansalva.

O la ejercían hasta ayer mismo. Hoy nos hemos desayunado con un texto que asombrosamente rompe con la retórica chusca según la cual no son contradictorias la pose del águila y las costumbres del ciempiés. El señor Díaz-Guerra lo ha puesto blanco sobre negro en su periódico. Si venden a Torres, a Pablo o a Maxi, que se quiten los galones y devuelvan la pasta de los abonos. ¡Ah si el ejemplo cundiera y más gente les tomase la palabra!

¡Qué pelmas!

Los locutores de la radio y la televisión antideportivas no son más malos porque no se entrenan. Bueno, sí son cada vez más malos; colijo, por tanto, que se someten a un entrenamiento concienzudo.

Rivalizan en majaderías, en cursiladas. Por ejemplo, estoy hasta las narices de la expresión "La pone". Los lapones, señores míos, son un pueblo del nordeste de Europa. Este año cunde otra estupidez: "Fulanito se dispone a inventar". No veo por ningún lado la habitación mal iluminada, los cachivaches en desorden y la melena canosa del sabio absorto.

"Se la da de primeras" (En su día fue una innovación de Héctor del Mar, pésimo locutor que introdujo en España el alarido prologando en los goles; a Héctor del Mar el castellano nunca se le dio de primera). Hay que decir, ¡oh atolondrados ignorantes!, se la da (pasa, entrega o envía) al primer toque.

Algunos preferirían narrar un partido de rugby ("Balón sobre la línea de tres cuartos".) Y no son menos insufribles los amigos de los conserjes ("Fulanito recepciona el balón").

No es inverosímil que, despistados por culpa de una cháchara pseudohumorística que únicamente les hace gracia a ellos, acusen a un jugador de no intervenir ("Menganito está desaparecido"), cuando Menganito lleva una hora subiendo y bajando por su banda, sin perder un balón o disputándoselo con denuedo a los rivales.

La ola del público (bastante más telegénica, a lo que parece, que la mejor de las jugadas) y el sms (histérica intentona de superar la velocidad de la luz a paso de tortuga) son los géneros que marcan la pauta. Leed unos cuantos sms y comprobaréis el avanzado estado de descomposición cerebral que padecen los comentaristas.

El sms no es un órgano de expresión del pueblo soberano, sino un ardid para vaciar los bolsillos del consumidor soberano, al cual incitan a soltar lo primero que no se le ocurre (porque no se le ocurre nada). Así, la Selección es estupenda o una porquería; Luis, un fino estratega y avezado psicólogo o un absurdo anciano a medio afeitar; Raúl está acabado o es el mejor; ganaremos el Mundial o perderemos en octavos por goleada, etc. Depende del momento del match en que nos sople el gran espíritu. (Aquí no se juzga en base a un criterio sino por ventoleras.)

Hace tiempo que en el fútbol y otros deportes ya no se puede hablar de pasión sino de meras pulsiones, cuando no de tics. Cuanto más aburrido es un match, más gritan los sumos sacerdotes de la chaladura. El miedo al silencio basta para decretar el ruido. Los muertos están callados, ¿no? Pues muera el silencio.

Y yo, ¿puedo saludar?

(El partido.) Dijeron esos idiotas bastante granujas: "Mala suerte, nos ha tocado Francia". Pues yo me felicito de que nuestro rival sea Francia, que tiene un buen conjunto y la aureola del campeón. Hay que medirse a los mejores, pues sólo los mejores te miden.

Es un encuentro con muchas tramas: jóvenes (pero no bisoños) contra veteranos, consagrados contra aspirantes, fuertes y hábiles contra hábiles nada alfeñiques, altos algo más lentos contra bajos algo más veloces, estrellas que se despiden del fútbol contra figuras noveles que ansían brillar. Ojalá sea un buen partido y gane el mejor.

El garito

¿Debe o no alinear Luis a Torres en el intrascendente partido contra la Arabia Saudita? No es fácil decidirse por una opción u otra, aunque el seleccionador haya elegido la segunda sin vacilar. ¿Razones para que el "Niño" jugase al menos un tiempo? Está en racha y no conviene que se enfríe; además, el aliciente de quedar Pichichi es un poderoso estímulo para un chaval como él. ¿Razones para que no juegue? Evitar que el cansancio se acumule en sus músculos y en su cerebro y eludir el riesgo de lesión. Yo le daría 45 minutos, pero también me convence el criterio de Luis.

Hablando de Torres. Cerezo y Gil Marín son como el poli bueno y el poli malo, aunque quizá fuera más riguroso hablar aquí del forajido bueno y del malo. (No obstante, creo que me equivoco cuando me refiero a Gil Marín y Cerezo como si pesaran lo mismo los dos. Desengañaos, Cerezo no es más que el ministro portavoz del otro; eso sí, con licencia para las grandes palabras hueras de hechos que las respalden. Pero en el Atleti es el hijo del Difunto el que deshace a voluntad.)

Cerezo declara que los seguidores rojiblancos no tienen por qué echarse a temblar cada vez que Torres marca un gol en Alemania. Es inútil que grite hasta quedarse afónico; a los aficionados la camisa no les llega al cuerpo. La oferta al "Niño" para que prorrogue su contrato con el Atleti (sólo por una temporada más y con una sensible rebaja de la cláusula de rescisión), que demostraría el interés del club por el jugador, es en realidad, por su cicatería, otra invitación a que se vaya.

Tanto intriga en la sombra el bandido malo para que Torres se quite de en medio, que hasta los aspirantes al sillón de fatuo en jefe (perdón, presidente) del Madrid blasonan de llevar en su candidatura al "Niño". Al final, los simplones hinchas del Atleti se conformarán con que no se fugue al Real, peligro imaginario del que nos salvará el tunante de Gil Marín vendiéndolo a un conjunto italiano o inglés. Se las sabe todas ese prócer, todas menos organizar un club que no parezca una cutre casa de apuestas.

El ansia, la trampa y la bravata

(Desquite aplazado.) Las canteras del balompié mundial son Brasil, Argentina y África. De África vienen los diamantes en bruto; de Argentina y Brasil, ya pulidos. En el continente que fue la cuna de la Humanidad, los árbitros ya no pitan a caballo, ni el público invade el terreno de juego para resolver los partidos, sin dejar que los diriman en paz los jugadores, pero aún al astro que marra un penalti con su selección pueden quemarle el coche...

La mayoría de los cracks africanos enloquecen en los Mundiales y rompen la disciplina del equipo, lo que no se atreven a hacer cuando actúan con sus clubes (generalmente europeos). Tienen unas cualidades atléticas magníficas y son hábiles (salvo quizá en el chut), pero no saben jugar...al fútbol. U olvidan lo que saben. Anhelan ser los héroes exclusivos. Su patriotismo es aún tribal: se sobreexcitan, se emocionan más de la cuenta. Millonarios y felices, les ilusiona creer que atenúan el hambre y el infortunio de sus compatriotas cuando marcan un gol. Y lo quieren hacer de bandera. Quizá por eso chupan. En fin, otro año será, salvo que los dioses tutelares de Ghana dispongan lo contrario.

(Subasta pública.) Gil Marín no pretende vender al "Niño" porque no necesita el dinero. Y como no pretende venderlo, le ha puesto precio: 35 millones. Peiró (otro veterano que contemporiza con los desmanes de Gil Junior) dice que, después de que Barroso lo traspasara ("Nunca se viera mayor desatino: traspasar Peiró al Torino", escribieron unos aficionados colchoneros en su inútil pancarta de protesta), el Atleti siguió ganando. Le flaquea la memoria: durante un trienio, el que media entre 1962 y 1964, el club del Metropolitano decayó hasta el punto de que el entonces desconocido Vicente Calderón tuvo que sustituir a Barroso. Claro que Gil Marín bien podrá afirmar después de la pública subasta de Torres: "Antes no ganábamos y ahora tampoco. ¿Veis, tontitos, como nada ha cambiado?"

(Perfil). No es muy grande, ni tampoco muy ducho. Fuera del área no da pie con bola; dentro, dista mucho de ser infalible. Se cabrea cuando no le salen las cosas, que es casi siempre, y lo paga con las tibias del adversario. Padece de intemperancia crónica: tiene mal perder, no carácter. Empero, dice de sí mismo que es un ganador (sic), lo cual no significa que gane sino que le gustaría ganar (rarezas que tienen algunos deportistas). Se llama Kezman, un peso muerto en la plantilla del Chelsea que Toni Muñoz trajo al Atleti tras meses de intensísimas negociaciones. ¡Lo que cuesta hoy adquirir un petardo!

Por el rabillo del ojo

(El favorito.) Debutó Brasil y pareció más fuerte en la zaga que en el ataque. Sus estrellas —salvo Robinho— son todas vigorosas y luchan, pero es un equipo sin demasiado ángel y bastante mayor de medio campo para atrás. ¿Es Brasil un coloso dormido u oxidado?

(Telepredicadores.) Los locutores de la televisión ni narran ni informan. Antes peroraban; ahora, también; pero han añadido a su mísero repertorio una especie de ulular desagradable que recuerda a un coche de bomberos pirómanos; se diría que hacen la ola con la voz. Y algunos de los comentaristas rozan lo freaky (el "loco" Gatti, sin ir más lejos). Los mensajes oscilan entre lo guapos que somos y lo muy felices que son quienes nos contemplan. Es increíble la cantidad de tiempo que dedican unas y otras cadenas a la autopropaganda. Mira que tenían difícil superar la chaladura de las radios, pero van camino de lograrlo con creces. ¿Qué hacen los periodistas poniéndose en pie cuando suena el himno? ¿Acaso no teníamos bastante con la mandíbula legionaria de Raúl?

Volviendo a Gatti, sus comentarios despectivos hacia los jugadores africanos ("los morochitos, los negritos esos"), que prodigó durante todo el match entre Argentina y Costa de Marfil, no merecían la risa complaciente de su jefe sino una invitación a pasar por caja y largarse con viento fresco.

(El tópico.) Sostienen algunos cursis que a España le falta "cultura de Selección", y, si nuestros futbolistas únicamente se emplean en el Madrid o en el Barcelona, es porque sólo les importan los clubes y pasan del combinado nacional. De modo que no destacan en los mundiales porque no quieren.

Ahora bien, han bastado cuatro goles en el partido inaugural para que se declare una epidemia de entusiasmo: esta vez sí nos peta; somos puro espectáculo; el nuestro ha sido un comienzo histórico (sic); esta Copa es pan comido; nunca se vio un hambre de balón semejante; los contrarios tiemblan; a mí Sabino que los arrollo…

Se trata de ver quién es más idiota y quien suelta la mayor enormidad. La pugna promete ser reñida.

(El necio.) Un borrico, la víspera del España-Ucrania: "Ojalá me equivoque, pero creo que va a jugar Shevchenko". Sin comentarios. A los inútiles hay que dejarlos por inútiles.

(Aprensión.) ¿A qué tenía miedo Luis antes de empezar el campeonato? Barrunto que a una sola cosa: la falta de puntería. Por eso escogió el once del debut atendiendo a la habilidad rematadora de sus pupilos. Desconfiaba de los delanteros, y puso a los dos que suelen acabar en los lugares altos de la tabla de goleadores; pero los escoltó con gente no del todo inhábil ante el marco enemigo. De ahí que alinease a Pernía, que este año había marcado 10 tantos (cantidad respetable para un tres); o que sacase a Luis García, anárquico jugador que propende al barullo, pero al que le encanta chutar; también optó en el medio por Xavi Alonso y Senna, ambos titulares de una considerable pegada desde la frontal. Sí, creo que el tiro era la faceta del juego de nuestra selección que más inquietaba a Luis.

Pero, una vez superada esta aprensión inicial, nada me extrañaría que hiciese un par de cambios, cara al próximo encuentro. No me acaba de convencer Pernía en el corte ni, en general, como defensor; tampoco el bullicio errático del punta del Liverpool. ¿Hará el míster un último intento para incorporar a Raúl? ¿Meterá a López de lateral zurdo? Lo veremos por el rabillo del ojo, que es como se debe mirar la televisión.

¡Fuera! ¡Fuera! ¡Fuera!

Abrigaba el firme propósito de no ocuparme del Atleti hasta después del Mundial, pero lo que leo en algunos sitios me llena de inquietud, por no decir de indignación. Hay un periódico empeñado en que Torres se vaya al Manchester (a sus pésimos redactores les encanta la idea de cambiar al "Niño" por unos 20 kilos y Van Nistelrooy, un delantero en la treintena, con un largo historial de lesiones y que cobra tanto o más que el propio Torres), y disfraza dicha eventualidad de cosa inevitable y semihecha, a poco que el rubio ariete brille en Alemania.

Es el viejo truco del almendruco. Los sicofantes que trabajan para Gil Marín pretenden que la afición rojiblanca se acostumbre a la idea de perder a su ídolo y renuncie a verlo jugar al lado del "Kun". Por eso insisten en que la decisión última depende del futbolista, el cual ya está —según ellos— medio seducido por los millones y el pachulí a gloria de Old Traford (no sé qué teatro de no sé qué sueños). Y el Atlético, que le paga y con el que mantiene contrato en vigor, nada podría hacer para sujetarlo. O sea, Gil Marín nunca le dirá a Fergusson: "La cláusula de rescisión importa equis. Págala, si quieres a Torres".

En cambio, el presidente del Osasuna le ha comunicado al mandamás rojiblanco que Raúl García cuesta 22 millones (la cantidad que figura en la cláusula del juvenil pamplonica y que contribuyeron a fijar el indiscreto interés de Gil Marín y los reiterados elogios de su tocayo en la televisión).

Pero en este caso no se arguye que, si el jugador se lo propusiera, el Osasuna se vería en la necesidad de dejarlo ir. No, a García no lo está mareando ningún Fergusson, y Patxi Izco no es como su homólogo del Manzanares (más quisiéramos).

Conclusión: los que tratan de vender a Torres son los fulanos del club que, junto con los fulanos de los diarios, orquestan desde hace tiempo una campaña destinada a desmoralizar a los seguidores del Atleti y tal vez al propio jugador, quien lo único que debe de percibir con nitidez es lo loco que está Gil Marín por desprenderse de él.

De modo que nuestra última oportunidad de retener a Torres es que haga el ridículo en el Mundial, en cuyo caso nos lo quedaremos, previamente destruido por el lobby blanco.

Si el infierno fuese un cielo al revés, a la izquierda del Diablo se sentaría el rey de los zoquetes de la prensa deportiva madrileña quien, después de dar por casi perdido a Torres, escribe la siguiente gilidez: "Pero que nadie olvide que el Atlético es muy grande y al final llegará otra figura, por ejemplo Agüero, que nos permita ilusionarnos cada año. Las entidades y los seguidores nunca mueren en el fútbol."

¡Serás imbécil! Las entidades se mueren y los seguidores también (destino común a cuanto se agita bajo la capa del cielo); además no existe ningún club grande cuya principal misión en la vida sea la de servir de cantera a otros, maldito besugo. Si el Kun fuera el caramelo con el que endulzar el amargor de ver irse a Torres, ¿qué ilusión —¡pedazo de idiota!—, le iba a quedar al aficionado rojiblanco? ¿La de esperar a que Agüero destaque para que venga otro club y se lo birle al Atleti? ¡Serás pollino!

Por suerte, Aguirre, dando muestras de sensatez y haciendo gala de firmeza (es lógico; se trata de un tipo sagaz y no ignora que los manejos tendentes a desestabilizar la institución suelen partir del propio club o de sus aledaños) ha declarado que Torres se queda, igual que Pernía, López y los demás. Y ya es triste que tenga que ser un recién llegado el que salga a interceptar los embustes y vaticinios funestos que, como ocurre una temporada tras otra, le siegan la hierba bajo los pies al Atleti incluso antes de que empiece la competición.

Yo espero que Aguirre no pierda esa rectitud de criterio y ese carácter y que dimita, si Gil Marín osa hacerle la cama, que se la hará con ayuda de sus torpes fámulos.

Vísperas ucranianas

Dicen que para fallar un penalti hay que tirarlo; estoy de acuerdo: hay que tirarlo... mal. La otra noche Torres lo tiró fatal porque le enseñó al portero el sitio por donde iba a ir el balón y luego no disparó con la dureza requerida. Ahora bien, si no intentas engañar al portero, al menos chuta fuerte y colocado; es lo suyo; es lo que pide la pena máxima. Por fortuna para él y para la Selección, Torres marcó un precioso tanto cuando se mascaba el empate. Hizo una cosa entre el recorte y la cola de vaca (¡ay, aquellas grandes rebanadas de césped que cortaba Romario da Sousa Faría, "O Baixinho"!) y fusiló al meta rival de certero zurdazo.

Con Torres (y también con Joaquín) nos pasa que hay días en que los mataríamos y días en que los convidaríamos a lo que quisieran. No es infrecuente que ambos impulsos nos acometan dentro del mismo match. Resulta inaceptable, por ejemplo, que un futbolista con la velocidad y el harte (aspírese la hache) de Joaquín se arrugue cuando va a rematar de cabeza (¡demonios, que la pelota no muerde!). Frente a Croacia, Joaquín trabajó, enredó y tuvo más repertorio que otras veces, pero marró dos oportunidades pintiparadas. ¿Trae cuenta alinearlo? Sí y no, o al revés.

No acabamos de producir al futbolista completo. En achaque de balompié, el español que maniobra con inteligencia no tiene una gran capacidad física y al que la posee le suele faltar un tornillo.

Os habréis fijado en que España combina mejor en el segundo tiempo que en el primero, jueguen los que jueguen de entrada. En la primera parte, si Luis pone a los jugones, como el rival está aún intacto desde el punto de vista de la condición atlética, nuestros hábiles pero livianos centrocampistas no logran imponer su fútbol; y si alinea a Albelda y Senna, España no distribuye el cuero con suficiente velocidad y precisión. En el segundo periodo, los equipos que nos aventajan en facultades pierden gas y nosotros tenemos en el banquillo a tipos astutos y técnicos que, al saltar al campo, hallan al oponente con la lengua fuera.

Por eso se equivocan los que consideran que Luis no saca a los jugones desde el comienzo por puro conservadurismo. La estrategia de Luis (dictada por las características de sus hombres) consiste en madurar a los adversarios durante los primeros 60 minutos (procurando salir vivo de la refriega), e intentar a partir de ahí imponer la calidad de nuestros suplentes. (Con todo, yo pondría en el equipo inicial a Xavi Alonso y Senna, porque el donostiarra pasa y chuta mejor que su homólogo valencianista y no desmerece en el apartado físico.)

Pero para que Luis se salga con la suya, los delanteros han de ver puerta, y la línea que inspira menos confianza a priori es precisamente la de los atacantes. Si uno solo de ellos sobresaliera en el Mundial, aumentarían las posibilidades del conjunto de Luis.

Lo bueno del último amistoso fue que España ganó aun fallando un penalti y autogoleándose. Estos infortunios (o meras torpezas) con final feliz robustecen la moral y la Selección la necesita de hierro.

El eterno retorno de la idiotez

Lo he dicho en más de una oportunidad: el Atleti es el mejor equipo del mundo entre campeonatos. Si fuese un ejército, ganaría todas las batallas… en tiempo de paz. La valía de los jugadores destaca sobre todo cuando no hay competición; entonces (ay, pero sólo entonces) se antoja indiscutible. Más tarde, surgen los problemas derivados de la necesidad de competir, maldito sea el fútbol.

Vuelven las presentaciones a la americana, al objeto de que los hinchas corran a renovar sus abonos. ¿No es una temeridad hacer de Agüero un as antes de que empiece el campeonato? ¿No es peligroso rodearlo prematuramente del aura que emana del crack? ¿Es que acaso no hemos aprendido nada de Torres y de su forcejeo casi angustioso para romper el cascarón y eclosionar como gran figura? ¿No es un contrasentido asegurar que queremos proteger al "Kun", dada su tierna edad, mientras organizamos numeritos hollywoodienses en torno suyo. (Y si es así de bueno, ¿quién ha sido el simple que le ha puesto una cláusula de rescisión tan baja?)

Por desgracia, el fichaje de Agüero (jugador sobre cuya calidad no me pronunciaré porque no lo conozco) no inauguró una época de contrataciones veloces y discretas. Poco ha tardado el club en retomar su táctica desiderativa: deseo a éste, deseo al otro, deseo al de más allá. Raúl García, Silva, el Lucero del Alba…

Mientras, se importuna a preparadores que han tenido alguna relación con Costinha y Seitaridis para que encomien su adquisición. Costinha y Seitaridis son cualquier cosa menos "impresionantes", como dicen que ha comentado el míster del Zaragoza. El lateral griego destaca por su físico y el medio portugués por su disciplina y sentido del orden. Son hombres de club, no estrellas, y ojalá sigan en el estado de forma que exhibieron en la Eurocopa de 2004, extremo del que me permito dudar.

Creo que con Costinha se pretende el desquite de lo que sucedió con Donato, al que, algún listo colocó en el Coruña porque, con 30 primaveras, los técnicos del Atleti lo consideraban viejo. En Riazor permanecería nueve ejercicios, de largo su mejor etapa como futbolista.

La retórica del gran esfuerzo que Gil Marín estaría realizando para reforzar el conjunto del Calderón es otro podrido embuste que denota pequeñez. Nadie va por ahí presumiendo de haberse gastado 30 kilos de nada en divos del deporte rey. El Chelsea acaba de pagar casi 50 por un "nueve" y, cuando terminen las elecciones en el Madrid, lo normal es que el vencedor saque la billetera e irrumpa en el mercado sin demasiados aspavientos. (Además, no son 30 millones sino bastantes menos, porque las condiciones de pago del fichaje del "Kun" distan de ser tan duras como las que el Dortmund exigía para vender a Rosicki. Por eso, los que contabilizan el montante del traspaso del "Kun", como si el Atleti lo tuviera que satisfacer íntegramente ahora, faltan a la verdad, según su costumbre.) Por último, el dinero del gran esfuerzo a buen seguro que no ha salido de las cuentas corrientes de los esforzados. ¿O sí?

De modo que el culebrón Raúl García es inaceptable. Gil Marín dice que no tirará "la casa por la ventana" (o sea, va a contentarse con amagar la compra del mediocentro del Osasuna). Pues es justo lo que debería hacer: tirar la casa por la ventana. Si Aguirre ha pedido a García, traigan a García. El Atleti necesita poner toda la carne en el asador, jugarse el todo por el todo. (Y si esperan a que los merengues elijan nuevo hombre providencial, otra suerte de vicario de Bernabéu en la Tierra, les quitarán al prometedor junior delante de sus narices.)

Claro que si el objetivo es quedar sexto para entrar en Europa, como el secretario técnico de la entidad, Julián Muñoz, ha proclamado con negligente desfachatez (en sintonía con las consejas de su patrón), quizá no haga falta reforzar el centro del campo del Atleti, tanto más cuanto que, según el tal Muñoz, "cualquier jugador del "B" está perfectamente capacitado para actuar en el primer equipo" (sic). (La fanfarronada tiene como finalidad ahorrarle parte del gran esfuerzo prometido al heroico Gil Marín, no vaya a ser que se hernie.)

El objetivo de la institución, señores míos, debe ser ganar la liga. Y no hay tiempo para resignaciones disfrazadas de paciencia, ni para veleidades a costa del emputecido porvenir. El año que viene, el Atleti será, por séptima temporada consecutiva, un conjunto confinado en el torneo nacional. ¿Por qué no aprovecha tan indeseable prisión para despegar como un cohete en la liga? El calendario le favorece (menos encuentros, menos distracciones, menos necesidad de dividir las fuerzas…). Es bastante sólito, que los grandes clubes, cuyos jugadores regresarán del Mundial ahítos de fútbol, y que afrontan una agenda muy cargada, comiencen a competir titubeantes. El Atleti debe acumular talento y hambre de balón. Si disponer de un cuadro con posibilidades de triunfo supone gastar 10 ó 12 millones más de lo previsto, háganlo y se los ahorrarán a la campaña siguiente. Permitan que los colchoneros comparezcan armados, seguros de sí mismos, intrépidos y con moral de victoria. Jueguen a ganar el premio gordo y no a fijarse listones tan bajos que los pueda superar un rengo sin muletas.

Lo demás es ruido y ganas de confundir a la afición: la vieja retahíla de vetustas y depravadas sandeces, que configurarían un eterno retorno de la idiotez si no fuera porque la idiotez quizá nunca se haya ido.

Nudos en la madeja

Nudos auténticamente marineros. Antes que nada os pido disculpas por recurrir a la pura especulación, pero nadie nos informa de cosa alguna que merezca la pena, por lo que nos vemos reducidos a atar cabos cruzando las mentiras, los silencios y las tergiversaciones.

No es más que una conjetura, aunque la creo bastante verosímil. Opino que, en septiembre, Gil Marín y sus consejeros habían llegado a una conclusión firme sobre Ibagaza: no sirve y no debemos renovar su contrato. (No me sorprendería que incluso le hubiesen participado a Bianchi la postura del club: prescinda del "Caño" que está con un pie fuera de la entidad.)

Como pensaban dejarlo ir al final del ejercicio (o incluso en enero) empezaron a buscar un sustituto. En diciembre surgieron los nombres de Rosicki y Maniche, cuya incorporación parecía urgente (el centro del campo hacía agua y se antojaba sensato reforzar el once). Pero esos nombres fueron aireados (como de costumbre) para calmar a la afición, porque las cosas iban muy mal, fatal, y se temía una reacción contundente de la grada.

Sin embargo, la enemiga de cierto sector de la prensa para con Bianchi y el disfavor del público, dócil a las consignas de los medios de comunicación, facilitó un recurso mucho más económico para frenar el disgusto del graderío: echar al entrenador. Y hete aquí que la destitución del "Virrey" y las primeras victorias de Murcia, con Ibagaza en el equipo titular (también lo había puesto Bianchi cinco veces consecutivas, ante el pobre desempeño de Gabi), sacaron del apuro a Gil Marín y Cerezo. (Maniche se fue al Chelsea y lo de Rosicki se aplazó hasta la campaña 2006-2007.)

Ahora bien, fue tal el coro de los que insistían en la renovación del "Caño" (la prensa, el público, el secretario general de la ONU, diversas ONG’s…) que el club cedió, máxime cuando el equipo parecía enrachado. (Si os acordáis, lo mismo había hecho Florentino con Solari la temporada precedente, esto es: firmarle otro año a petición popular, aunque los técnicos no lo recomendaban; después tuvo que marcharse al Inter.)

Amortizado Bianchi como chivo expiatorio, el problema era qué hacer con Ibagaza. El equipo había vuelto a la senda de la derrota (tal y como ya pronosticase en las maduras el propio Leo Franco) y el "Caño" nunca se había ganado la confianza de Gil Marín y sus consejeros (con Ruiz a la cabeza).

Volvió a sonar Rosicki, en parte como recambio natural de Ibagaza, pero también (y sobre todo) para desactivar la tormenta ante los resultados adversos.

Y en estas, llegó la noticia de Agüero. ¿Por qué Agüero? ¿Por qué esta vez Gil Marín optó por una contratación fulminante? (Entre paréntesis: ni uno solo de los gacetilleros se malició el fichaje hasta que éste era una realidad. El caso Agüero prueba que es fácil conseguir un jugador sin que la prensa se entere. En el gremio abunda el individuo demasiado perezoso para averiguar las cosas por su cuenta, que prefiere inventarse las exclusivas o que aguarda al otro lado del teléfono los soplos que parten del propio club. Gil Marín es la garganta profunda del Atleti).

Agüero es otro Niño, y aún no sabemos si viene para sustituir a Torres en el corazón de los forofos o para satisfacer una petición vehemente de Aguirre (los elogios hacia el Kun que ponen en su boca, si no son otro invento de la prensa, indicarían que el "Vasco" quizá no fue del todo ajeno a ese fichaje…) Ahora bien, el Kun cuesta dinero y en el Atleti no sobra. Pagar al Independiente pudo haber exigido no pagar al Borussia de Dortmund. Es lo que probablemente ha pasado, no le deis más vueltas.

Ahora bien, si el Atleti, por las razones que sean, ya no estaba tan interesado en Rosicki como en otros jugadores, ¿por qué aceptó pasar por idiota antes que reconocer abiertamente su cambio de criterio?

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Otro nudo es el interminable affaire del estadio. Pese a las continuas promesas de luz y taquígrafos, lo cierto y verdad es que se suceden las declaraciones contradictorias, las fintas y las tácticas del despiste. Este exceso de desinformación persigue (según creo) la indiferencia absoluta de la gente, harta ya de tanto tira y afloja, de tanta ratificación y desmentido. Hoy toca Campamento; mañana, Alcorcón; pasado, Cuatro Caminos; al siguiente, La Peineta…

Claro que hay cosas que no se pueden decir ni en broma y, sin embargo, se dicen con total desfachatez. Así, la enormidad de que La Peineta será del Atleti pero ¡sin que oficialmente trascienda dicho patrimonio hasta 2016, para que no se entere el COI! (Es una de la mayores estupideces que uno ha leído jamás y prueba que los periódicos se las tragan de todas las índoles y tamaños. O sea, a Gil Marín no habría que preguntarle de quién es el estadio ¡hasta bien entrada la próxima década, para no perjudicar a la candidatura de Madrid a los JJOO! Y cuando Gallardón afirme que La Peineta es de la Comunidad y del Consistorio, debemos traducir para nuestro coleto: es del Atleti, sólo que no lo puedo decir en público. Entretanto, a fin de que Hacienda y el propio COI no vuelvan en sí y sigan pensando en las musarañas, ¡se les informa a voces del sigiloso tejemaneje!

Uno saca en limpio esta sospecha: el Atleti no va a tener estadio propio, pero no se sabrá hasta dentro de unos años. (¡Ojos que no ven, cerebro que no piensa!) Y el día en que los aficionados se percaten del asunto, será tarde e inútiles las protestas y la indignación. (A lo mejor, para entonces, ya se ha ido con la cartera bien forrada el maravilloso gestor – okupa, que ahora tiene el rostro de pedir 10 años de amnesia en lo concerniente al estadio.)