Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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mayo 2007 - Artículos

Orgullo y perjuicio

Cometo esta paronomasia con el título de la novela de Jane Austen: "Orgullo y prejuicio" porque estoy harto de la palabra "orgullo" (de su noción), cuya nefasta influencia en la política y en el deporte me parece obvia. Ciñéndonos al deporte, ¿es lícito que el orgullo tenga su origen en la hazaña de otros? Y de ser así, lo cual juzgo sumamente discutible, ¿no ha de transformarse en vergüenza, cuando se produce un resultado como el del match contra el Barça? Toda pretensión al orgullo tras haber perdido por 6 a 0 denota falta de luces y no escasa desfachatez. Quienes, ante un score así (probablemente el peor, cualitativamente hablando, de la historia del Atleti), aún sacan pecho, no sólo les roban el traje y las muecas a los payasos sino que además postergan la hora de admitir la calamidad y de ponerle remedio; peor aún: con su actitud suplican nuevos desastres.

Y complacerse en evocaciones y reminiscencias que si algo subrayan es lo poco o nada que nos parecemos a quienes fuimos, estará bien para un enfermo desahuciado, no para alguien que espera reponerse. ¿De qué nos ha servido la postura del "ahí me las den todas" o la de refugiarnos en las proezas de otro tiempo?

El Atleti NO ES UN GRANDE; lo era cuando jugaba en Europa y vencía en los torneos del país, y lo era no a priori, no por definición, sino porque competía y destacaba; había pruebas materiales de su grandeza. Si hemos de respetar el criterio que permite dirimir el asunto de los tamaños, HOY ES UN CLUB CANIJO. Por eso, aferrarse a los eslóganes al uso y difundir la propaganda de la entidad, que miente un porvenir risueño, cuando el más miope puede ver el montón de escombros que nos ha deparado la era Gil -cuya sombra oscurece todo mañana-, sobre insultar a la inteligencia de los aficionados normales, le infiere al club un perjuicio enorme.

El Atleti es una institución deshecha, en la que no hay nada sano, que cuenta con los dirigentes más marrulleros e incapaces del orbe y la afición más panoli y conformista de Europa. Lo que le pasa al Atleti no tiene justificación, tiene causas, que se resumen en una: LOS GIL. Jugar a la grandeur de pacotilla (a imitación de lo que sucede en alguna radio, donde una caterva de imbéciles se dicen unos a otros "gran fulano", o "gran mengano" y donde al más bruto lo condecoran, como a los reyes de burlas del carnaval, con el sobrenombre de "El mítico") constituye algo indecoroso y, a la postre, suicida.

Porque el Atleti se aleja de toda especie de grandeza a la velocidad de la luz. (Si nos referimos al palmarés internacional, ya ha sido rebasado por el Valencia, y en breve darán cuentan de él clubes como el Sevilla, antiguo compañero de infortunios en Segunda.) El regreso al tercer puesto en el podio del balompié nacional, ambicioso objetivo que, cara a la galería, se marcó Gil Marín, ha devenido, bajo las presentes condiciones, en una ilusión quimérica. Sobran, por tanto, la verbosidad, la adhesión sin límites y las protestas de amor eterno, que sólo alientan el maltrato por parte de un maltratador indiferente (se excluyen hipótesis más sádicas).

Rojiblancos de boquilla que colaboráis en la prensa: si no tenéis nada interesante u oportuno que decir, guardad silencio. Si sois incapaces de emprender una acción justa o de pronunciar las palabras que la pudiesen traer al mundo de los vivos, si os faltan el criterio y la voluntad que la situación exige, manteneos al margen y no divulguéis pavadas. Os tengo muy calados. Jamás censuráis ni atacáis a los okupas. Vuestro fatalismo o vuestro entusiasmo son simples poses. Si no os conociese, diría que teméis perder el dinero de la colaboración.

Espabilados

No hay nadie más ufano de sus pocas luces y de su ignorancia que un periodista deportivo. Titular: "¡Atleti, espabila!", y añaden los redactores: "Espabilar: verbo transitivo: hacer pasar a alguien del estado de modorra o sueño al de vigilia y actividad". Serán burros. Precisamente, si tomamos la acepción empleada en el rótulo, es intransitivo y puede utilizarse como pronominal: "Espabile, (o espabílese), oiga, si no quiere llegar tarde". Para que fuera transitivo habría que decir: "Espabilad al Atleti", en el sentido de "Espabilad la vela, que se apaga".

"Inzaghi regala la Copa de Europa al Milán". ¿Era suya? ¿Jugó él solo?

Los dos tontainas de Antena 3 que retransmitieron la final de la Copa de Europa, merengues sin mácula (de los que guardan en un cajón su cédula de limpieza de sangre), llevaron de comentaristas a Del Bosque y Laudrup. Dijo uno de los locutores, el más bobalicón: "Gatuso no pases que no es lo tuyo". Y Del Bosque: "Yo no menospreciaría a Gatuso". El otro, cuya audacia radica en el indudable magisterio de Michel, reculó: "Hombre no he querido decir…". Del Bosque: "Acaba de dar un pase al primer toque muy bueno".

Gatuso no es un exquisito, no tiene la técnica de Kaká, pero en cuestiones tácticas le queda poco que aprender. No es únicamente un jornalero del fútbol; se mueve con más sentido que los otros (bastante mejor que Pirlo, por ejemplo.)

Leo en "El País": "El Milán enriquece su leyenda". Debió decir su palmarés. Fue un partido poco legendario, tirando a vulgar, diría yo.

"Pirlo juega; Inzaghi marca". ¿Pirlo juega? Leo al cronista:

"Pirlo. Afortunado en el saque de la falta que supuso el 1-0, dirigió con precisión el juego del Milán como medio centro. Todos sus compañeros le buscaron para que jugara el balón. Le dio salida y profundidad al equipo, conectó con Inzaghi y se ofreció siempre ante la marca que sufría Kaká. A un toque, le puso un balón de gol al brasileño, que controló de forma genial antes de que el árbitro pitara un inexistente fuera de juego. Fue desequilibrante".

Yo vi al otro Pirlo: llamativa incompetencia la suya; regaló casi siempre la pelota al adversario; jugó con todo el mundo (hasta con el referee), menos con sus compañeros. Dio dos o tres pases a un amigo en todo el match; ni tejió ni estorbó; está acabado; chutó (creo que mal) la falta en la que el cuerpo de Inzaghi rectificaría la trayectoria del esférico.

La tierra ya ha dejado de temblar (a lo sumo se perciben las tenues réplicas del terremoto). De improviso, la casa, que había permanecido en pie de puro milagro, se desploma.

Terna para sustituir a García Pitarch: "Ruiz, Esnáider y Santi Denia". No son secretarios técnicos, sino firmantes de facturas. El primero ya mostró su ineptitud; a los otros dos se les supone.

El Atleti y el Osasuna andan a la greña por Raúl García. El presidente de Osasuna acusa a Gil Marín de querer engañarlo. ¡No! ¡Imposible! ¡Tiene que haber un error!

Gil Marín nos abre su corazón: el domingo pasó vergüenza y no sé que otra cosa. Miente. Pasó miedo. "¿Me desenmascarará este resultado?", tuvo que decirse al concluir la masacre. Luego recordó que le había salido gratis bajar a Segunda y permanecer en Segunda, y recuperó el pulso, el ánimo, la color…

(Pobreza de espíritu.) Ahora lo comprendo: toleramos los bochornos a condición de que al Madrid no le vayan bien las cosas y preferimos ridiculizar a un portero joven, sin suerte y de nombre poco feliz, antes que tomarla con los que lo han fichado o promovido. La resaca de la noche más afrentosa me devuelve dos imágenes: la de los aficionados que, vueltos hacia la presidencia, se quedaron como pasmarotes sin atreverse a sacar ni un triste pañuelo, y la del célebre cantante que desfiló, antes de que terminara el sarao, con ostensibles gestos de disgusto y que declaró a la salida: "He venido por última vez", sin explicar las razones de tan abrupta decisión. Notad que no hay un solo personaje público que censure a los okupas en público.

¡Guau!¡Guau!

A Diógenes de Sínope sus contemporáneos le llamaban "perro" porque despreciaba el mundo (los usos, convenciones y reglas del mundo) y hacía sus necesidades a la vista de todos. Los imitadores de Diógenes recibieron el epíteto de cínicos ("perrunos"), que la costumbre sustantivó después.

Pues bien, el Atleti sería algo así como el perro de Diógenes, un chucho sucio, maloliente y con pulgas. El domingo alzó la patita y se orinó en su uniforme, aunque el presi (que sería el perro del perro del perro: un cínico a la tercera potencia) declarase que igual da perder por uno que por seis. Otras mascotas radiofónicas apenas consiguieron disimular su júbilo: "Un accidente sin importancia", soltó el triple imbécil de "Indi", muy ilusionado de que el Atleti mordiera el polvo para que se fastidiase el Madrid, como el subnormal que desplegó la pancarta en el graderío: "No me jodáis la quiniela que tengo un dos". (Malas noticias para ellos y su bellaco jefe, el experto en cuotas de mercado: el Madrid se llevará la liga. Y casi estoy por poner el champán a enfriar.)

Cuando uno aspira a vencer, no siempre consigue el triunfo; pero cuando el cuerpo le pide derrota, la derrota le es deparada con largueza. El Atleti (tal era el empeño de buena parte de la afición rojiblanca) sucumbió, pero no honrosamente, sino con estrépito y ante un Barça que lo trató como a su propio juvenil B en la pachanga de los jueves.

Un periódico publica los siete peores resultados en casa del Atleti desde el año 1903. Cuatro corresponden a la era Gil. Y el peor, con mucho, fue el del domingo. Así también se hace historia. Claro que mientras hay vida hay esperanza, y no me cabe la más ligera duda: los parásitos lograrán superar ese bochornoso récord, quizá esta temporada, quizá la que viene.

"¡Jugadores mercenarios!" Es un grito necio e inútil. Propongo estos otros: "¡Gil, bribón, deja el Calderón!" "¡Cerezo, mochales, fuera del Manzanares!"

Hace una semana, Garganta Profunda nos comunicó que Aguirre se quedaba, aunque el Atleti no lograse la clasificación para la UEFA, y, con él, 22 de los 24 miembros del primer equipo. Hoy, al parecer, ni Torres tiene el puesto asegurado, y se insinúa que Aguirre y García Pitarch no continuarán. Los parásitos harán lo que sea para que nadie los responsabilice de las hecatombes pretéritas y presentes, mientras organizan las futuras. Y son ellos (sólo ellos) los que prostituyen el club.

Claro que algún fulano de la prensa, para protegerlos, insiste en los 51 millones que emplearon en reforzar la plantilla, de los cuales 24 se habrían ido en adquirir a Agüero. Pues me consta que el Independiente únicamente pidió 13 millones por el "Kun" (a pagar en cuatro plazos). ¿Cómo lo sé? Porque conozco a alguien de toda confianza a quien se lo contó Toni Muñoz delante de testigos. O sea, cuando los plazos terminen, al Independiente le habrán llegado 13 millones, ni un céntimo más. ¿Y los otros 11? Preguntádselo al perro: ¡Guau! ¡Guau!

Un campeón y dos bergantes

Estuve a punto de irme a la cama después de la expulsión del zaguero periquito. Ya no había nada que ver en la final, hasta entonces espléndida. Es lo que tiene el deporte: un buen match de cualquier cosa requiere un cierto toma y daca para ser emocionante. Aguanté el alargue (que dicen los argentinos), pero no quise presenciar los penaltis porque no son fútbol. La prensa andaluza llamó héroes a los jugadores del Sevilla, pero un equipo que juega con un hombre más durante una hora ciertamente no ha de renunciar al trofeo, pero sí al aura del héroe. Heroico fue el Español, que logró el empate cuando más derrotado parecía. Luego no pudo ni con su cansancio ni con Palop. El guardamenta de los andaluces quizá haya sido el mayor artífice del segundo triunfo de su club en la UEFA.

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Aunque el Barça ya no jugará la final de la Copa del Rey, las necias e irresponsables declaraciones de Michel Salgado, quien sostuvo que, si se clasificaba el conjunto blaugrana, el partido no debería disputarse en el Bernabéu porque un eventual triunfo culé mortificaría a los forofos merengues, lejos de recibir una respuesta contundente por parte de los comités de disciplina y de la gente del deporte, cayeron como algo natural, comprensible, incluso digno de elogio. Al fin y al cabo, ¿no ponían de manifiesto un gran amor hacia el Real?)

Algunos profesionales (mediocres y en el declive de sus carreras) buscan la prórroga de sus contratos haciendo la pelota al club que les paga, pero el tal Salgado ha ido demasiado lejos, erigiéndose en portavoz de la mentalidad troglodita que solemos atribuir a un centenar de exaltados, pero que, dueña hace tiempo de la calle, se respira en las redacciones de los periódicos.

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Dicen que el Atleti concibe la cantera como una escuela de fútbol. ¿En qué difieren? La cantera es gratis. La escuela, un servicio por el que se cobra. Un ejemplo: tienes un hijo que apunta condiciones. Ir a verlo evolucionar al Cerro del Espino te cuesta tres euros. En los otros campos la entrada es gratuita.

Pero Gil Marín no se limita a sablear a los padres de las futuras estrellas. También curte para la vida a los mocosos. A no sé qué reciente torneo de benjamines, celebrado en Ibiza, en el que participó el Atleti,  todos los equipos acudieron en avión, salvo el colchonero que lo hizo en barco. Me cuentan que los pequeños vomitaron durante la travesía y que nada más llegar a puerto hubieron de competir. ¿No es un genio el okupa? Pero habría que encerrarlo en una botella y tirar el envase al mar.

¡Que vote el Calderón!

A ver, amigo rojiblanco, ¿quien prefiere usted que gane la liga? ¿El Barça? ¿El Sevilla? ¿El Valencia? ¿El Innombrable? Si no lo sabe bien, si en el fondo le da igual e incluso le extraña que le hagan la pregunta, aún conserva usted un adarme de sentido común y de espíritu deportivo. El desenlace del campeonato, por desgracia, no es asunto del Atleti y, en tiempos normales (ya remotos), uno asistía a temporadas así esperando que acabaran lo antes posible y sin mirar de reojo la clasificación.

Pero el okupa número uno del Atleti tiene doctrina al respecto. Y ha publicado una encíclica sobre quién le conviene al Atleti que triunfe: él va con el Barcelona. Gil Marín intenta razonar lo que sus habituales loros graznan (esto es: "¡Nunca el Madrid!"), y arguye: "porque nos quitaría cuota de mercado" (sic). ¡Qué poca vergüenza! La distancia en trofeos y adeptos entre el Madrid y el Atleti es sideral, hasta el punto de que llamarlos grandes a los dos supone un uso absolutamente laxo e impropio del adjetivo. (El Atleti, desde que se convirtió en sociedad anónima, es el noveno o décimo club de la liga, pero hay que insistir en que es grande para halagar a los idiotas, quienes infieren de esa falsa premisa que, antes o después, volverá por sus fueros.)

Además, si los dioses atendieran la plegaria de esos bobos, ¿no aumentaría la distancia también con relación al Barcelona? (Pero el Barça es otro club que ni nos ve de puro enanos.) Según Gil Marín tampoco es deseable que el Sevilla o el Valencia triunfen porque "peligra el tercer lugar" de los colchoneros en la jerarquía del fútbol español. Mejor haría preguntándose ese perfecto incapaz ¿en qué han contribuido él y su parentela a dicho tercer puesto?

Al Atleti, la cuota de mercado se la sisaron (se la sisan) un año tras año los okupas, con su política granuja y atolondrada, no los éxitos de los demás equipos. Pero donde brilla con luz propia el absurdo de todas estas miserables cábalas es en el hecho de que, gane quien gane, los miles de panolis que aún escuchan a Gil Marín sin partirse de risa tendrán motivos para felicitarse. Si vence el Barça porque se cumplirán los deseos del caradura y su claque. Si triunfan el Sevilla o el Valencia, porque no lo hará el Madrid; y si los vencedores son los merengues, porque nuestro sitio en el escalafón quedará a salvo.

Hay gente del Atleti para la que el Barça se ha convertido en el segundo equipo de sus amores. Me recuerdan a esos españolistas que son merengues y no lo saben o lo disimulan. ¿Hay periquitos en Barcelona? No, hay madridistas disfrazados de periquitos. Quizá una vez fueron periquitos, pero, con el discurrir de los años y las decepciones, se hicieron del conjunto que más incomodaba al equipo al que ellos no podían superar. Y ahora, cuando les dicen que el Español es algo así como el Madrid B, ni se inmutan. Carecen de entidad propia: son blancos y antibarcelonistas; por eso será difícil que el Español levante cabeza.

En el Manzanares, bajo los Gil, se han coreado los nombres de demasiados conjuntos que no eran el de casa (Juve, Milán, Bayern…), otra confesión de impotencia, pues ha ido creciendo en el graderío rojiblanco la íntima certidumbre de que el Atleti no puede valerse por sus propios medios. Es una suerte de discapacitado y necesita que otros compitan por él.

Yo desearía que perdiesen los okupas (porque así ganaría el Atleti) y que los dos retoques en la plantilla para la temporada que viene consistieran en sendas patadas en los culos de Gil Marín y Cerezo. ¡Que vote el Calderón!

Vendidos

Un contragolpe comme il faut es así: alguien recupera la pelota, levanta la cabeza, ve el desmarque de un compañero y se la envía en profundidad, con el ritmo y la fuerza justas: "de dulce", que diría un castizo. El otro corre detrás del balón, se lo acomoda y remata. ¡Gol! Con medios muy económicos, se inflige al rival un daño considerable. ¿Qué hace falta? Visión, técnica, rapidez y sangre fría. Al discreto Atleti de anteayer lo salvaron sus excelentes contragolpes. Le bastó para doblegar al Getafe (animoso y bien conjuntado pero agotado o satisfecho) reunir dos actuaciones felices: la de Maniche interpretando la suerte, la de Torres desbordando y rematando. El portugués, que también marcó, se dio unos tironcitos en la camiseta, como si reivindicara ma non troppo su derecho a pertenecer al equipo. (Los demagogos se quieren cargar al mejor centrocampista colchonero, pero así es la prensa deportiva: un nidal de ignorantes. Maniche ha cumplido (quizá un poco por debajo de su capacidad, pero lo trajeron tarde y no estaba en forma cuando vino; luego se lesionó); lo que no pueden decir los otros hombres de la medular: Costinha, Gabi y Jurado. (Ni esos tres ni Luccin, que por momentos se da aires de medio de cierre, han logrado marcar un gol en toda la temporada; ya les vale.)

Si finalmente llegara Raúl García, ¿por que prescindir de Maniche? El Atleti necesita sumar, no un intercambio de cromos. (Mejor dos pasadores que uno, mejor tres que dos, mejor once que diez.)

Y Torres fue el ariete que algunos pensamos que aún puede ser. A veces uno percibe cierta evolución en su juego, en su técnica. El Torres de Vigo y el Torres de Getafe (o el Torres del Calderón contra el Madrid) son figuras, no así los de otras tardes. Si supiera lo que nos alegran sus goles, entrenaría dos horas diarias (no diez o veinte minutos) el disparo, el remate de cabeza, el manejo en corto del balón. (En el primer tanto contra el Getafe, golpeó con el talón la pelota, que no se marchó fuera de milagro, y hubo un córner en el que todavía no sé cómo se las arregló para marrar el testarazo.) Digan lo que digan los sabios merengues (que fingen preocuparse por el destino de Torres), el "Niño" está en un lugar idóneo para aprender. Como se ve obligado a actuar de hombre orquesta, unos días toca el violín, otros el piano y otros la tuba, y extrae de la diversidad de sonidos una destreza interpretativa que le será muy útil en el futuro.

Pese a lo satisfechos que dicen estar los comentaristas con la defensa rojiblanca, ninguno de los cuatro centrales me convence: Zé Castro por blando y lento, Pablo porque no evoluciona técnicamente, Perea porque no sabe jugar al fútbol. Y Eller (quizá el más completo o el más regular) porque le falta cuerpo y no le sobra clase; además ocupa plaza de extranjero.

Los laterales tampoco producen el menor entuasiasmo. Seitaridis parece mejor cuando sube, pero atrás se ofusca, López está triste y Pernía es un zurdo corriente. Sumad a lo dicho, el flojo quehacer de Galleti, Costinha, Petrov, Gabi y Jurado (¿por qué él y no Agüero en el equipo titular?) -y el nulo o pernicioso de Mista-, y hallaréis que la teoría de que "con dos retoques todo solucionado" no es más que un eslogan. El plantel del Atleti está mal hecho a conciencia y exige fondos, probidad para administrarlos y talento inversor. Nada de eso tienen Gil Marín y sus adláteres, lo que nos deja una vez más vendidos.

¿Super o infra?

Lo prometido es deuda. Hablaré hoy de las supercopas. Son poco más que boato triunfalista ¿Quiénes se miden en ellas? Dos campeones de muy disímil calidad que generalmente se enfrentan en la pretemporada, cuando aún están en rodaje. ¿De cuántos partidos constan? De uno. Por todas esas razones, su valor deportivo es muy escaso. Ya el prefijo "super" se nos hace sospechoso: delata un vulgar afán de hinchar el perro. (Pero tampoco hay que tirarlas a la basura, como hizo Gil con total desvergüenza, poniendo en juego un título que ya había ganado el Atleti.)

¿Y entonces la Intercontinental? Por la época en que el Atleti derrotó al Independiente, la Intercontinental al menos tenía el mérito de que enfrentaba a dos partidos a los campeones de Europa y de América (donde aún había clubes fuertes). Sin embargo, el Atleti no debió jugar aquel match porque no había ganado la Copa de Europa. De ahí que el triunfo nos supiese a consuelo poco consolador. Lo disputó gracias a que el Bayern no quiso en aquella oportunidad arriesgar la salud de sus jugadores. En la vuelta del Estudiantes – Milán del año 69 se habían producido unos incidentes tan penosos (a raíz de los cuales fueron suspendidos el arquero y el central de los "pincharratas": Poletti y Aguirre Suárez —el primero a perpetuidad y el otro por tres años), que algunos clubes europeos (Ajax, Bayern, Liverpool, Nottingham…) renunciaron a disputar el entorchado en años sucesivos. Así que en varias ediciones o no hubo enfrentamiento o lo hubo entre el vencedor de la Libertadores y el finalista derrotado en la Copa de Europa. (Eso sí, el único sustituto del campeón del Viejo Continente que logró doblegar al campeón de América fue el Atleti.)

En fin, se trata sobre el papel de grandes trofeos que en realidad son copitas, cuya finalidad no es otra que extender la euforia, porque la euforia no será coalescente como proclaman los demagogos (no acerca a las personas, ni une a los pueblos), pero atrae como hoguera en páramo oscuro y helado. Los forofos quieren presumir, sentirse importantes. De ahí que los mercaderes del éxito estimulen la bulimia de las hinchadas, siempre hambrientas de prestigio.

No obstante, hay que reconocer que en las supercopas pervive todavía un resto de fútbol (al fin y al cabo, deben ser disputadas), cosa que no ocurre en todos esos ridículos honoris causa del Balón de Oro (según la FIFA, la UEFA, L’Equipe…), que hoy proliferan, los cuales carecen de la más mínima razón de ser.

La discusión vino por el Barcelona, club del que se dijo que afrontaba este año nada menos que seis competiciones. Pero sólo los coleccionistas de chatarra atribuyen el mismo valor a la Liga y a la Champions que a las supercopas y al mundialito. Tampoco la UEFA y la Copa son ya lo que fueron. Un medio de revitalizar la UEFA sería establecer que el campeón se clasificara directamente para la Champions y el subcampeón para sus eliminatorias previas.

La Copa pareció resucitar bajo el formato del puro knock out, a un partido y en casa del equipo más débil, pero las protestas de los grandes han vuelto a diluirla.

El recurso de los cabezas de serie (que indigna a Javier) quizá sea defendible como medio para equilibrar los grupos clasificatorios, pero usar el criterio de la historia (que no refleja la fuerza actual de los equipos, ni su desempeño en la temporada anterior) indica que carecen de otro propósito que no sea el de robustecer la candidatura de los grandes a la gloria. (Porque según el consenso triunfalista, si no ganan los conjuntos que desean la mayoría de los aficionados, el campeonato queda deslucido, parece peor.)

En cuanto a la Liga Europea (asunto por el que también me preguntaba Javier), el G-18 no es más que un club de pudientes que premeditan organizar una especie de NBA sin draft ni tope salarial. Y si hasta ahora no ha prosperado esta golfada es porque la gente aún siente apego por las competiciones nacionales, los derbis, etc. (Un Sevilla-Betis, un Juve-Torino, un Liverpool-Everton, incluso un Madrid-Atleti, atesoran todavía cierto atractivo.) Pero antes o después, la afición entrará por el aro. Ya se encargará la mercadotecnia de que pase el camello por el ojo de la aguja.

Top-mantas (o el grado sumo de la incapacidad)

Los comentaristas se hacen ahora los locos y dicen no comprender lo que le pasó al Atleti el domingo. Y acuden en busca de explicación a Perea, que no anda sobrado de luces. Pues es muy fácil: perdimos con un equipo de nuestro nivel, poco más o menos, que estaba fatigado, como el Sevilla, pero que no se enfrentaba al Madrid. (Las comparaciones con los merengues, tan del gusto de los periodistas colchoneros, son estrafalarias. El Madrid tiene en casi todas las zonas del campo mejores hombres –o en mejor forma– que el Atleti, amén de otros activos: el miedo de los árbitros, el apoyo de la prensa, etc. Que algunos insensatos preguntasen hace un mes "¿Dónde está el Madrid?", dando a entender que era pan comido, únicamente certifica la muerte cerebral de tales zombis, aunténticos top-mantas de su profesión.)

El conjunto de Aguirre no saltó sonámbulo al césped de Montjuïch, como afirmó el propio mister; pero puso dos medios (no tenía otros) sin las suficientes clase física y personalidad. No obstante, Jurado se vino arriba en el segundo periodo (sobresalió en esa fase de la contienda) y las inclusiones de Maniche, Maxi y Petrov, junto con el cansancio del Español, nos dieron el dominio del match. Sin embargo, no hubo un nueve que resolviese o ayudase a resolver. Peor aún: hubo un nueve rémora: el tal Mista. (Es increíble que nadie se haya percatado del paquete que ingresó en el club allá por agosto, gracias a la sabiduría de García Pitarch y Gil Marín.) Es lento, es torpe, es sucio... Para colmo, una flojedad suya en el centro del campo nos costó el segundo gol, tanto en el que Cuéllar tampoco estuvo feliz. (Por cierto: Cuéllar haría bien en borrar de su camiseta el estúpido "Pichu" que la adorna. Nadie con ese apodo puede llegar a figura.)

Sí, Mista fue el mejor defensa de los "periquitos", y contra él se estrellaron todos los esfuerzos atacantes del Atleti. Aunque hubo otras cosas, como por ejemplo un penalti en el área del Español que no fue señalado. (Las derrotas más simples se componen de aciertos del rival y desaciertos propios, en una proporción que puede variar; en las complejas intervienen también la mala suerte y los errores arbitrales, que sólo cuando son fortuitos forman parte de la mala suerte.)

Eso sí, no os preocupéis. Ahora asistiremos al warm up (que dirían los locutores de la Fórmula 1) del partido contra el Barça, estupenda finalísima en la que blancos y blaugranas se juegan más que nosotros, cara a la cual la atronadora propaganda merengue echará el resto. ¿El papel del Atleti? El de los últimos 20 años: tonto útil.

Hoplita desanimado

Amigo Javier: el optimismo es un género que no trabajo. Debe usted dirigirse a los periódicos, las radios y las televisiones. Allí lo hallará en abundancia. Pero no crea que soy de los que ven la botella medio vacía. Después de dos décadas de bochornos y gilideces, no hay opiniones sobre la administración del Atlético de Madrid; hay datos y hechos irrebatibles, abrumadores, los cuales permiten concluir, sin ningún género de duda, que el Atleti está dirigido por una familia (en el sentido siciliano del término), cuyos miembros viven del declive del club. Y las cosas irán de mal en peor para la entidad mientras que tales sujetos continúen al mando. ¿Quién los podría ahuyentar o expulsar? La afición, pero no lo hará porque la gente precisa para rebelarse que alguien razone las causas de los reiterados fracasos, explique la ley que rige tanta ineptitud y desvergüenza y formule el disgusto. Eso sólo lo pueden hacer los medios de comunicación. Y bastaría con que alguno de tamaño regular informase de lo que sucede para que la existencia de los especuladores fuera bastante menos plácida de lo que ha sido hasta hoy; sin embargo, no es verosímil que tal cosa ocurra, en parte por motivos de índole general (que no son del caso exponer aquí) y en parte porque la catastrófica situación del Atleti beneficia a terceros, no necesito indicarle a cuáles. Los medios de comunicación de la capital de España protegen al Real Madrid y estiman que es bueno para los merengues que se perpetúen en el Atleti los belitres que lo okupan. (No por casualidad el Grupo Prisa colabora en el memo-erial de Gil, un individuo que representaba bajo cualquier punto de vista lo más opuesto a los principios, inclinaciones, tendencias, gustos y modales que defienden "La Ser", "El País", "Cuatro"...)

"Una banda" fue el diagnóstico del aficionado donostiarra que seguramente había visto la actuación del Atleti en Anoeta el domingo anterior. Yo tampoco opino que el cuadro de Aguirre en cuanto tal sea una banda. Es más, sostengo que lo más sano de la institución, con diferencia, son sus profesionales (muy por encima de los forofos, de los comentaristas y, no digamos, de los dirigentes). Pero cuando el conjunto colchonero compite se nota (puede parecer una sutileza pero no lo es) que detrás no hay un club, sino un tinglado, y el once degenera fácilmente en banda porque en los despachos de la entidad (con los Gil, meros cubiles) imperan la improvisación, los embustes y las fintas: un desgobierno turbio favorecedor de los niquiscocios con los que se lucra Gil Marín. (Últimos casos: Diego y Arizmendi. ¿De qué va a jugar el año que viene el primero, un desconocido que ni siquiera es titular en el cuarto equipo del campeonato portugués y por el que –aseguran– ha pagado el Atleti tres millones? Con toda probabilidad, de nada (o, como se decía en mi niñez, de "medio metro fuera del campo"). ¿Y Arizmendi? Un día afirman que se trata un magnífico fichaje para el curso próximo y otro que su destino es el Valencia, aunque sólo si (¡agárrese usted!) el Coruña ¡consiente en perdonar una cláusula del contrato de recompra, introducida ad hoc a fin de evitar el truco consistente en recuperar al futbolista para revenderlo, justo lo que se trata de hacer! Estas operaciones revelan tal ausencia de sentido común y tan pocos escrúpulos que únicamente pueden ser referidas con desparpajo por los peores cabezas de chorlito de la prensa.)

Usted pregunta si existe alguna posibilidad de que con tales gestores el Atleti sea campeón. ¡Pero si ya lo fue! ¿O no recuerda el doblete? ¿Y de qué sirvió? De nada; peor aún: sirvió para hundir más al club, elevándolo a un nivel que no se correspondía con los proyectos y planes por entonces en marcha (el saqueo sistemático). Para colmo, el doblete nimbó a Gil con la aureola de los triunfadores. ("¡Que bote Jesús Gil!", pedían los mentecatos durante la celebración de aquellos títulos. Botó, vaya si lo hizo, pero sobre el club y a fe que le sobraban arrobas.)

Y olvídese de que el Atleti retorne a las manos de sus socios. Malo sería que aconteciese esa devolución porque sólo nos lo entregarían cadáver, como hicieron con el balonmano (¡qué iluminadora es la entrevista a Juan de Dios Román en "Señales de Humo"!). El Atleti necesita que uno o varios empresarios con fondos, inteligencia y cariño por la entidad releven a los mangantes que están demoliendo el club, pero ¿quién o quiénes les podría allanar el camino? Los seguidores, la afición. Despídase usted hasta que el graderío no estalle en una protesta multitudinaria y tenaz contra Gil Marín y Cerezo, catarsis liberadora que, por las razones arriba apuntadas, dudo que lleguemos a presenciar. Disculpe si parezco un hoplita desanimado. Lo soy y a mucha honra.

Dejo para la semana entrante la contestación a sus otras preguntas.

Una banda, pues

El infalible profeta del club había decretado una finalísima contra el Betis y bajó al vestuario para exigir la victoria. Empate a cero. También a Aguirre en la víspera se le había calentado la boca: "No renunciamos a nada". Pero lo que es comprensible en el mister (aún recuerdo aquel bufido de Luis: "¡Joder, vamos a jugar la Champions!"), pues se trata de una inocente bravata para insuflar ánimo en sus hombres, en Cerezo se antoja grosera contumacia de demagogo. Es un presidente cantamañanas. Cree que los hinchas están amargados (pero yo opino que pueden soportar perfectamente otras dos décadas de desastres) y sabe que los borricos de los periódicos han perdido la cara por enésima vez (se la partieron los acontecimientos). Él se suma a las decepciones para que nadie lo conecte con ellas. Procede como el pirómano que, junto al edificio en llamas, pide indignado el castigo de los culpables. Además, la afición y los informadores adoran que se riña a los profesionales (¡póngalos firmes!), que son unos vagos y siempre cobran más de lo que merecen.

Pero las arengas son inútiles porque el once rojiblanco anda mejor de espíritu de lucha que de otras cosas. Su actitud es perfecta, pero las ganas no son la clase. A las pruebas me remito: Torres se lesionó en una jugada sin porvenir. Harto de que no le llegase una pelota en condiciones, forcejeó con un oponente y cayó en mala postura. Tampoco cuesta incluir en el recital de quiero y no puedo las innumerables galopadas de Seitaridis y el extenuante trabajo de Galleti. Hasta aquí el pundonor.

Vamos ahora con la calidad. Volvió Petrov, y ese público panoli que hoy infesta el Manzanares, haciendo alarde de amnesia e ignorancia, lo ovacionó como si quien regresara fuese Pelé. Y el búlgaro correspondió al estentóreo recibimiento fallando un gol cantado y arrugándose en un remate de cabeza que pudo y debió acabar en las mallas de la portería de Doblas. ¡Y aún aseguran que su presencia fue un revulsivo!

Jurado actuaba en su posición favorita. Como era previsible, no dio una hasta bien entrado el segundo periodo. Luego intentó alguna cosita en la frontal (su especialidad es el escarceo) y envió el balón no quieras saber dónde, en un remate franco. Y como Costinha es un ex-jugador y al merengue le viene grande la titularidad, Zé Castro, no bien el Betis se replegó, tuvo que desempeñar dos papeles: el de mediocentro y el de líbero. Pero su elegancia y su criterio supieron a poco.

Así el panorama, todavía existen comentaristas cuyo principal temor es que los seguidores ¡se divorcien del club! (¿Entra por fin en sus cálculos que la emprendan con los dirigentes y les quita el sueño esa eventualidad?)

Vi el encuentro en un café de San Sebastián. A mi lado, un grupo de jóvenes preguntó en la barra: "¿Quiénes juegan?" "El Atlético y el Betis", respondieron los camareros. Uno de los chavales puso cara de fastidio: "¿El Atlético? Es una banda". Encajé impávido la displicencia y la completé para mí coleto: "pues".