Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

Recursos Sindicaciones

enero 2010 - Artículos

Calderilla

(El milagro.) Un equipo cuyo presupuesto roza o supera los 120 millones de euros elimina de la Copa a un conjunto de Segunda que lleva dos meses sin ganar un partido en la categoría de plata, ¡y lo llaman “milagro”! Aseguran que es la primera vez que el Atleti remonta un 3 a 0 en la Copa. ¿Había sido goleado antes en la ida por un rival tan flojo?

(Pureza de linaje.) Uno de los hechos escamoteados por los comentaristas que glosaron el ridículo de Huelva fue el de que más de un tercio del once de Sánchez Flores era canterano. De Gea y Domínguez caen bien porque son de los nuestros. Reyes y Jurado caen mal porque son de la acera de enfrente. De Gea salió el jueves en falso tres veces (en dos de ellas dejó la portería vacía) y sacó mal (corto y al adversario) en un par de oportunidades. En cuanto a Domínguez, nada en él anuncia una figura, pero es diligente al taponar los centros laterales, se entiende con A. López, no se coloca mal, es zurdo… ¿Está cumpliendo? Quizá, pero sin alharacas. Claro que mucha gente, acostumbrada a considerar estándar el rendimiento de Perea, ve en Domínguez un proyecto de Beckenbauer. Reyes es también zurdo y, sin ser un crack, es rápido y tiene clase. Si despabila fuera del campo, quizá le dé tiempo a coger el último tren en el campo. Y Jurado (el feble y amanerado revenant de la Quinta del Buitre) ha hecho dos partidos bastante aceptables contra el Valladolid y el Huelva. Es igual; ni Reyes ni Jurado son Camacho, un prototipo del paladín que no interviene en las batallas y que cuando lo hace deja la impresión de que ha salido otro jugador en su puesto; Camacho ya es un ídolo (como corresponde a un colchonero de pura cepa). Otro hombre que goza del favor de los amigos de la cantera es el navarrico Raúl García, que llegó de chaval y al que se le suponen los valores de la raza (pundonor, carácter, aptitudes para el liderazgo…). Pero García, incluso en sus buenos partidos (pocos, muy pocos), regala el balón demasiadas veces y no por escasez de técnica o por despiste. Su problema, de constitución y por tanto sin arreglo, es físico: nada ágil en los giros, cuando quiere reaccionar para escapar de la presión de los rivales es tarde. (Nueve de cada diez espectadores confunde la lentitud -una característica corporal- con la desidia -un rasgo del temperamento o de la psique-.) Si García pacta con este defecto suyo y desarrolla virtudes compensatorias, si es alineado en una demarcación en la que se sienta seguro, si es rodeado de compañeros veloces, entonces, a lo mejor, quién sabe…

Luego está Forlán, maldecido por unos e idolatrado por otros, cuando resulta evidente que exhibe las mismas virtudes y defectos que en temporadas anteriores: es veloz, se mueve bien y chuta, pero rifa la pelota. (No es que sea egoísta; es que le falta un tornillo; al ariete uruguayo le flaquea el criterio como a otros las piernas o los pulmones.)

(Sangre fría.) El mister, que escenificó un globo monumental después del papelón onubense y que acertó a convertir esa sonrojante derrota en un revulsivo, no estuvo feliz anteayer porque con el 4 a 0 pudo y debió reforzar el centro del campo donde el coloso del primer tiempo (Assunçao) daba señales de fatiga. ¿Qué diablos le ocurre? ¿Por qué no reacciona?, pensaron numerosos aficionados. Pues que se le acumulaban los contratiempos: el patatús de Agüero, la voltereta de Reyes, los dolores de Domínguez, el azogue o el baile de San Vito de Perea… Quizá decidió esperar a ver qué pasaba. Pero el dictamen del hincha fue sumario: no tiene ni zorra. (Sánchez Flores es otro que estuvo en el Madrid.)

(Sufridores.) La idiotez (¿y cuál no?) se ha popularizado: la gente del Atleti es sufridora. (Lo increíble del asunto es que los así motejados, al parecer, están felices con el mote; acaso crean que es otra seña de identidad.) Ahora bien, los que llaman sufridores a los aficionados colchoneros no se refieren a su lastimosa pasividad ante los okupas. (Si los aguantan es porque quizá congenien con ellos; o porque tanto “Atleti lo, lo, lo, lo” -un cántico que condensa la estupidez como pocos- les ha vaciado el cerebro de materia gris.) No, lo afirman por las alternativas dramáticas en los duelos contra el Huelva. Pero, por ventura, ¿no son sufridores los forofos de los cuadros que más encuentros decisivos disputan? El Barcelona y el Sevilla han sufrido mucho últimamente. Los culés que contemplaron cómo Iniesta clasificaba en el último suspiro al Barça frente al Chelsea en el descuento sufrieron como condenados. Los del Chelsea, viendo cómo Terry tenía en sus botas la Champions y se la donaba al Manchester, también. Y los del Manchester, a punto de ser ejecutados en sus asientos por el citado Terry, ni que decir tiene. El juego con la incertidumbre, una de las gracias del deporte, es ese sufrimiento que la muy obtusa grey de los locutores futboleros malinterpreta una vez y otra.

(Salvio.) Los vídeos muestran lo mejor de cada futbolista y ocultan lo peor. Por eso no conviene fichar por vídeo. Los vídeos de Salvio no muestran ninguna excelencia, ni con la pelota ni sin ella, lo cual es muy sospechoso. Hay videos de Agüero, de cuando actuaba en Argentina, que son un primor (goles después de varios regates que indician el fenómeno). Lo visto de Salvio sólo da para el marketing de un Pedro León o de un Álvaro Novo, aquel ocho del Mallorca que se ahogó en el Manzanares. Si es argentino, será listo y tendrá amor propio. O yes, pero Gil Marín y Cerezo se las han arreglado muy a menudo para hallar tuercebotas hasta en Brasil. Así consiguen que la plantilla esté siempre por cerrar y el trasiego de jugadores sea constante. Una vez adquirido, el futbolista ya no sirve para nada, salvo para ponerlo en el mercado otra vez.

(El arriero indecente.) De pocas cosas puede uno estar tan seguro como de que en este preciso momento Cerezo está pensando o profiriendo alguna parida, pues así como Odiseo era “fecundo en ardides”, Cerezo es la Cabra Amaltea de la memez. Uno de sus antiaforismos preferidos: “Los futbolistas juegan donde quieren”. Falso. Agüero quiere seguir jugando en el Atleti, pero no se lo permitirán Cerezo y Gil Marín. La siguiente tampoco es de nuevo cuño: un arriero compra un burro cojo; el arriero sostiene que la culpa no es suya, sino del que se lo vendió, de quien le advirtió que cojeaba o del propio burro. Cerezo puede entregarse impune al bla, bla, bla porque los representantes de la opinión pública (los periodistas deportivos) son un hatajo de asnos. Y no es difícil adivinar de qué pata cojean.

Los picapiedra

El nuevo viejo caramelo, que los okupas del Atleti y los friquis que los secundan y arropan han introducido en las fauces melladas de la afición, es la cantera. Según uno de los más imbéciles periodistas deportivos, se trataría de estimular el surgimiento de otro Fernando Torres. ¿Y para qué? ¿Para regalárselo otra vez al Liverpool? (El borderline es dañino porque la falta de luces degenera fácilmente en bellaquería. El tonto es desconfiado por sistema y abriga malas intenciones para con un mundo que no comprende.)

Ahora se celebra un cuarto puesto en un torneo para niños de primera comunión como el síntoma de que hay brotes verdes en la cantera rojiblanca. Por desgracia muchos aficionados le siguen el juego a los okupas, y respaldarían la inane operación de cambiar a los fracasados elementos de la plantilla actual por otros no menos incompetentes pero de la casa. (Un ejemplo: de los cuatro mosqueteros valientemente alineados por Quique Sánchez Flores ante el tremebundo Recreativo de Huelva, el tal Domínguez es un defensor corriente que no da un pase a un compañero así lo aspen; el punta africano luce una exhuberancia física huera de control, técnica y luces; el mediocentro mañico corre de acá para allá, pero no es rápido y le falta clase, y el guardameta, caballero de fina estampa, está aún por hacer.)

Acorde con la nueva consigna de los picapiedra, el idiota de guardia anuncia: "Habrá limpia el año que viene". (¿Y para cuándo una limpia en las redacciones de los periódicos o en la zona innoble del club?) El tipejo alude al despido de los mercenarios y a su sustitución por colchoneros de pura sangre. Mi consejo es, lo sé, poco o nada promisorio: el que tenga una hernia de ilusión que se la sujete con la mano o que pida la baja y se haga operar. Depositar el anhelo en mocosos de 12 a 18 años implica darles otro lustro de tregua a los inicuos bergantes que minan el club, quienes, envalentonados por la pasividad de la gente, juegan sin ningún rubor a esa forma de la pederastia consistente en manosear alevines, infantiles, cadetes y juveniles para engañar el hambre de títulos y la ausencia de gloria.

Cerezo y Gil Marín no quieren en el Manzanares aficionados al fútbol; quieren palmeros, mariachis que fanfarroneen en las derrotas (y ya no hay victorias, ni las va a haber en adelante) y exhiban una adhesión granítica a unos colores que ellos han transmutado de pinturas de guerra en señas de identidad del fracaso. (Hay pseudoperiodistas que se ajustan a este patrón de un modo tan perfecto que más que profesionales parecen ectoplasmas o clones del sueño kitsch de Cerezo y Gil Marín.) La frase del heredero: "El club debe estar por encima de los resultados" es algo más y de peor índole que el producto de una mente habituada a los embustes. Gil Marín, sobre tener la cara muy dura, es un tipo rastrero, sin otro oficio ni beneficio que el salario escandaloso que le sablea al club y las fraudulentas comisiones que han deparado la bancarrota de la entidad. Gil Marín pretende eliminar la exigencia sin que mermen sus ganancias. Es el marketiniano por antonomasia, el ideólogo que se oculta tras las faldas de la Señora Rushmore, al igual que la Conferencia Episcopal se travestía de Señora Francis. ¿Y qué es un marketiniano? Un ser dispuesto a vender desperdicios al precio de bienes de primera necesidad, sin que nadie pueda tacharlo de vulgar estafador. El marketing es la piedra filosofal de nuestro sistema de producción y consumo, y nos ha habituado a una formidable cantidad de patrañas, oneroso bulto que amenaza con hundir la realidad. Nada se nos muestra ya sin revestir con cinismo una apariencia de mera apariencia, y se diría que lo importante no es el caramelo ni el papel de plata que lo envuelve, sino el hecho de haber sido envuelta una apariencia de golosina en una apariencia de papel de plata. Con el Atleti se ha llegado al extremo de envasar la nada al vacío. Lo han convertido en un equipo perdedor, y por fuerza ha de haber demanda de derrota. ¿Acaso no hay masoquistas?; pues también, adictos al ridículo futbolero. Unos centenares de miles de tan extrañas criaturas, que tiran el caramelo y pagan por reciclar el papel del envoltorio, colmarían la ambición de los okupas.

Como jamás la bicefalia acéfala fue más acusada, ambos bribones dicen lo mismo y acoplan sus voces para hacerse eco el uno al otro. Es lo último en tecnología de la provocación. Así Cerezo aconseja a los "negativos", esos pocos miles de aficionados normales que aún le quedan al club, que no vayan al estadio. (La desfachatez de este majadero es insondable; según él, la alternativa a pagar y aplaudir sería pagar y quedarse en casa.)

Bueno, quedarse en casa es lo que hace ya Gil Marín, que sólo se acerca al club para firmar cheques a su nombre. Ahora bien, me sorprende que no haya sido creada "ipso facto" la peña "Los negativos", precisamente para darle gusto al provocateur Cerezo. (En su lugar alguien, no es difícil adivinar quién, ideó una peña Jesús Gil, lo que equivale a agradecer con una misa haber contraído el tifus exantemático o el cólera morbo).Claro que quizá Cerezo sea el "negativo" de un buen dirigente; sólo que, lejos de contentarse con destruir el Atleti, aspira al aplauso, aunque un duro negociador le haría conformarse con la ausencia de toda discrepancia.

Parecerá una anécdota baladí en medio de tanta categoría, pero los hechos le han conferido un relieve insospechado: tanto Gil Marín como Cerezo fueron madridistas de niños (y no de tan niños); y en el propio consejo del Atleti se sientan merengues que no tienen empacho en proclamarlo. La historieta de que a Miguel Ángel Gil Marín lo llevaba al Calderón o al Metropolitano su tío es una trola más, o lo sería si no fuera porque los okupas han ejercido a la perfección el papel de Quinta Columna del Madrid en el Atleti. Ningún plan para demoler el club hubiese sido tan efectivo como confiar su gobierno a unos delincuentes sin otro horizonte que forrarse a costa de la entidad que parasitan. Los informes acerca del Atleti suelen omitir lo principal: los doscientos y pico jugadores contratados, los cuarenta y pico entrenadores despedidos, las sentencias judiciales, etc.; otro dato demoledor en el que nadie repara: de los 22 años de okupación siete (¡casi la tercera parte!) han transcurrido en torno al monótono drama de la Segunda: tres promociones eludidas in extremis (años 94, 95 y 98), un descenso consumado (año 99), dos ejercicios en el infierno y aún queda por ver qué sucederá en la vigente campaña. Pero como no quieren que nada cambie, los análisis al uso finalizan con el diagnóstico de que lo que le pasa al Atleti es en buena medida "un misterio". Ahora bien, aquí tampoco hay derecho a mirar para otro lado: es la alargada sombra del lobby merengue la que protege y refresca a los okupas y les permite deshacer y saquear a discreción. El enemigo está en casa; es un gorrón con ínfulas de amo que recibe un inmoral apoyo de los que quieren derruir el modesto edificio. Y la mayoría de los inquilinos se muestran imperturbables aunque cualquiera puede ver los bulldozers aparcados en la plaza. Oirán las almádenas romper las paredes y aún se preguntarán qué diablos ocurre. Nunca los ciegos estuvieron más sordos.

Propinas.

1.- (Inocentes.) Fueron a por un dos y les iban a colocar un tres al que apodaban "El hazmerreír del Calcio", cuyo "tres" se fue al Stuttgart, pues hasta para el hazmerreír del Calcio el Atleti es un club poco serio. En el Atleti, el 28 de diciembre dura todo el año, y el que no sepa aguantar trescientas sesenta y cinco bromas pesadas que se vaya del pueblo.

2.- (Héroes.) La frase: "El Atlético tendrá que tirar de épica" para remontar el bochornoso marcador del estadio Colombino es ignominiosa y cursi a partes iguales. Escribí en mi libro "El Rojo y el Blanco" una cosa llamada "Épica para Goliat" que expresa la nausea que me produce el hecho de que los birriosos críticos deportivos de este país glosen humedecidos de placer la no gesta consistente en que el poderoso le sacuda al humilde. Si el Atlético superase al Huelva lo único que haría es cumplir con su obligación de club de Primera que se enfrenta a otro de Segunda. No habría ninguna hazaña, como no la hubo en la carnicería de malteses que años después se reunieron a celebrar los integrantes de una olvidable selección española.

3.- (Inverecundia.) El pseudo-debate pijo sobre si los árbitros perjudican (¡sic!) al Barça o al Real (ayudan y mucho a los dos) tiene la virtud de probar que en el fútbol español y su industria del triunfo únicamente son visibles las dos poderosas instituciones citadas. El resto es como si no existiera y, claro, difícilmente se puede damnificar al que no existe. E'too afirmó el año pasado que ni los merengues ni los culés tenían derecho a quejarse de los árbitros, pero son los que más pían con abrumadora diferencia, efecto reforzado por la circunstancia de que sólo sus lobbies poseen voz. De modo, que la pregunta sería: "Descontando a los infelices espectros que no son el Real Madrid y el Barcelona, ¿a quién cree usted que perjudican más los árbitros? Pues bien, aún así la pregunta rezumaría falsedad.