Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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julio 2012 - Artículos

Telegramas desde el Este (epílogo)

El fútbol da la razón a todo el mundo; o quizá se la quite, según se mire. En realidad, la cosa funciona así: para vestir a un santo hay que desnudar a otro; sólo hay un traje. La operación se lleva a cabo en un santiamén. España no pudo aburrir (y quien eso diga es un imbécil o un hereje) porque divirtió contra Italia y ganó la copa. Y no vale la salvedad "aburrió antes" o "aburrió contra Portugal o Croacia". España nos divirtió siempre y punto.

El epinicio es el género que cultiva la prensa del ramo. 'Leyenda', 'historia' y otros vocablos aparatosos jalonan las crónicas de la final, con entero olvido de que el fútbol es sólo un juego, que unas veces está muy bien y otras resulta un tostón. Los debates quedan zanjados por el último que abre la boca, quien suele ingresar en la discusión esgrimiendo el último resultado.

¿Sigue siendo España la mejor? Sin ninguna duda.  ¿Pudo haber jugado más y ganado todos los partidos? Soy de los que opina que sí.

¿Y las otras selecciones? Italia cambió su forma de hacer, pero en la final apenas compitió. La joven Alemania continúa tan pardilla como hace cuatro años; Holanda se hundió bajo el peso de su nombre; Inglaterra tenía demasiadas bajas, pero su fútbol sigue yendo por detrás; Francia busca otro Zidane; los del Este no acaban de mostrar consistencia, sobre todo Rusia...

Algunos jugadores españoles comparecieron en los festejos celebrados en su honor borrachos y no sólo de alegría. Alguien debería impedir estas exhibiciones de pura memez. El jugador no tiene derecho a comportarse como un vulgar mequetrefe.

 

Telegramas desde el Este (y 6)

 

Festín de España a costa de Italia, que, sin ser nunca gran cosa, siempre se las arregla para progresar en los campeonatos. Prandelli cambió de sistema en la final y perdió. Tengo la sensación de que daba por supuesto que España tenía menos energía y acabaría entregándose (¿para qué arriesgarse pues?), pero encajo dos goles en el primer tiempo en las tres únicas oportunidades de que dispuso el combinado rojo. Luego se suicidó sacando al mediocre, lento y leñero Motta, que es además un recordman de las lesiones. Los azzurri jugaron buena parte del segundo tiempo con diez.

Creo que jamás se ha visto una final tan fácil. Dicen que Pirlo es muy bueno y que merece el Balón de Oro. Bueno, España tiene cuatro o cinco Pirlos. Es más, creo que Pirlo juega mejor desde que se ha fijado en Xavi Hernández.

Torres, el delantero natural de esta España, apenas actuó cuatro fracciones de encuentro y marcó tres goles y dio otro. Sigo creyendo que, de haber sido alineado con más asiduidad  (de haber gozado, por ejemplo, de la confianza que Prandelli depositó en el desequilibrado e infantil Balotelli), España habría ganado todos los partidos que disputó.

Sobraron los capotazos toreros de Ramos, las banderas pueblerinas y la presencia del príncipe, de Rajoy y de Monti en el palco, pero las autoridades mendigan carisma futbolero; otro preocupante indicio.

Los lloriqueos de los que pierden. El vencido, para no ser menos que el vencedor, celebra un funeral y pone las plañideras.

Dos aforismos.Petón: "Si España tiene la pelota es imbatible", salvo que se haga gol en propia puerta. Ahora en serio: España puede ganar al ataque y al contrataque y hasta en los penaltis. Tiene mejores jugadores que los demás.

Del Bosque: "El fútbol siempre te da lecciones". Las más amargas, a los vencidos, a quienes, por otra parte, el mal trago impide toda reflexión.