Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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junio 2008 - Artículos

Peltastas contra hoplitas

Danzando bajo la lluvia, España se clasificó para la gran final. Los hombres de Luis ejecutaron una suerte de ballet en el segundo periodo que perdurará en el recuerdo de los buenos aficionados al fútbol. Hiddink prefirió para Rusia un conjunto liviano y jugón a otro que sobresaliese por su corpulencia o por sus facultades físicas (excepción hecha del ariete); ahora bien, nuestros pequeños poseen una inteligencia, una capacidad de maniobra y una técnica insuperables. Además, contra los rusos aparecieron por fin Iniesta y Sergio Ramos. Nunca creí, lo confieso, en las virtudes de Silva y Senna, pero han sido dos hombres importantísimos. El inmigrante Senna, con su cara naufrago recién llegado a la costa, ha estado muy por encima de su sosias, el eficiente trabajador que barre y ordena en el Villarreal. Es el mediocentro del campeonato; tiene pulmones, una brújula en la cabeza, sangre fría, y sabe disimular el agotamiento; y el canario Silva, ha logrado enriquecer su conocido repertorio técnico con una buena dosis de destreza táctica. Otro detalle alentador: en el cuerpo a cuerpo, no es tan débil como auguraba su tamaño.

España se ha defendido sin patadas; España ha protestado al árbitro menos que nunca; España ha tenido varios jefes en el césped, y en cada partido, sobre el buen hacer del conjunto, siempre hubo un hombre o dos capaces de brillar con luz propia: Villa, primero; Xabi Alonso, en el tercer match; Senna, contra Italia; Cesc, Ramos, Iniesta y el propio Senna, ante Rusia… Nuestro portero está en una forma magnífica y los dos centrales, sobre cuya presunta endeblez tantos ríos de tinta se vertieron, han cumplido como el que más.

Y aún nos queda en la funda un revólver: Torres, al que dejó casi sin munición su extenuante año en la Premier y en Europa. Ojalá aún le quede una bala de plata en el tambor. (Espero que Luis trabaje su amor propio de aquí a que empiece el encuentro; yo, si fuera el seleccionador, recorrería con el "Niño" el perímetro del Prater, con el público ya en las gradas, y le diría la clase de cosas que tienen la virtud de encender el ánimo más apagado.)

Mañana es el día, señores: contienden el viejo campeón y el aspirante talentoso y hambriento. Ya no hay otro partido; (más aún: todos los anteriores confluyen en éste); ya no hay fuerzas que economizar. ¿Podrán los peltastas derrotar a los hoplitas? ¿Prevalecerá la infantería ligera sobre la infantería pesada? ¿Demostrará el combinado español que vale más que su homónimo alemán? Confiemos en que así sea.

El coloso invisible

Los periódicos de Madrid, que hubiesen querido azotar el trasero de Aragonés con el gato de nueve colas por no llevar a Guti y a Raúl, pero que tuvieron que disimular su enojo para seguir vendiendo histeria (ellos prefieren decir ‘historia’), no han retrocedido ante ningún exceso: "Casillas lleva a España a las semifinales", "Casillas acaba con la maldición de los cuartos", bla, bla bla. O sea, ¿qué es España? Casillas y diez más: un gigante de oro y marfil y diez enanitos de barro). No obstante, el artífice de la clasificación no fue el estupendo portero merengue (quien, por otra parte, tampoco había estado precisamente enorme en los primeros partidos) sino un extranjero de color y 32 años, oriundo de Brasil y que se ha puesto una docena escasa de veces la camiseta nacional: Marcos Senna. Él solo oscureció y aburrió a De Rossi y Aquilani y condenó a los azzurri al balonazo frontal desde el área propia o a buscar la cabeza del grandullón Toni desde los costados. (Saquen un vídeo con lo que hizo ayer ese hombre y llévenlo a las escuelas de balompié.)

Había transcurrido buena parte de la segunda mitad y uno de los cuatro inevitables madridistas de la locución siseó entre dientes: "Pues Senna lo está haciendo bastante bien". ¡Bastante bien! Cortó, robó, pasó, ahogó, se fajó, enlazó, chutó, serenó, marcó su penalti y dio un cursillo acelerado sobre cómo debe moverse y actuar un mediocentro; vamos, el perfecto antihéroe. Pero se fue del Prater sin que nadie le dedicara a su gesta ni dos minutos de encomio.

Por lo demás, Italia, que mejor o peor (y esta vez no era muy buena), siempre exige a sus rivales un gran rendimiento, probó que nuestros puntas no son cracks. Torres con España sigue pareciendo un junior y, al igual que contra Rusia, mostró una pobreza de recursos en el juego corto que ojalá pueda corregir algún día (desde el punto de vista técnico, estuvo no mal, sino fatal, y los ralos contraataques de Italia vinieron por estúpidas pérdidas de balón del "Niño" y de Ramos, otro que no aprende); y el crecido Villa se enredó en regates inútiles, que podrán confundir a los suecos o a los rusos pero nunca a los avispados zagueros transalpinos. El último pase de España fue casi siempre defectuoso y, cuando lo hubo boyante, el tiro nos salió por la culata. (Es casi imposible decidir y rematar peor.)

En frente, Donadoni, que había logrado solucionar los problemas de su defensa, por el procedimiento de sentar en el banquillo a ese gorila de discoteca que es Materazzi, no se atrevió a quitar al alabadísimo bigardo Luca Toni (el ogro que poblaba las pesadillas de Maldini y Camacho), quien no sólo no marcó sino que despejó un centro al área de Casillas que se disponía a reventar Grosso. No están los tiempos como para jugar con un ariete mastodonte, que fijará a los centrales adversarios, no lo pongo en duda, pero que también condena a los suyos a una vulgar ofensiva de sota, caballo y rey. Aunque al embotamiento del filo italiano, no me cansaré de repetirlo, había contribuido más que nadie Senna, el omnipresente adalid de España anoche, el cual, impidiendo que el cansancio o la desmoralización partiesen al combinado de Aragonés, nos condujo con firmeza hasta los penaltis. Y luego allí sí, allí los italianos fallaron uno más que los españoles. ¡Tres hurras por Marcos Senna!

Cabezazos contra la pared

Somos de flaca memoria, porque no es la primera vez que el asunto (el debate entre los periodistas y los atléticos de Señales) se va de las manos, si por irse de las manos (¿y quién lo sujetaba entre ellas?) entendemos pequeños contrastes de pareceres en tono algo acalorado y sin que la cosa, ocioso es decirlo, pasara a mayores. La vez anterior (cuando acudieron Iñako Díaz Guerra y otro periodista cuyo nombre he olvidado) el público cortó e interrumpió a Díaz Guerra, entre otros motivos porque Díaz Guerra desplegó el mismo arsenal de zarandajas que la otra noche desempolvaron él y sus pares: las noticias felices, el desinterés por cuanto no comporte una visión idílica del porvenir, la importancia del merengue, el periodismo de club, el negocio…; en suma: la media docena de subterfugios que utilizan los chicos de Deportes para justificarse por no informar. (De hecho, en aquella sesión, convocada por Alternativa Atlética, Díaz Guerra estuvo una hora escasa y se abrió –o piró– con cara de ¡uf!, dejando al otro más solo que la una.)

Pero me gustaría reclamar vuestra atención sobre un detalle: el ultimo día, vinieron no dos sino cinco redactores (entre ellos el citado Díaz Guerra, al que, por lo visto, el amargo precedente no logró ahuyentar); y vinieron no porque sean amiguetes o porque las gestiones para persuadirlos de que nos visitaran hubiesen sido en esta oportunidad más eficaces que en la precedente, sino porque Señales de Humo, pese a todos los intentos de ningunearla, ha sobrevivido y forma parte del paisaje.

Pero no sólo había más invitados, sino muchas más personas en el patio de butacas (ahora somos 200; antes, no llegábamos ni a la cuarta parte), por lo que cierto guirigay estaba servido de antemano. (Que ellos temían la marejada lo puso de relieve su actitud inicial, patente en el "Que pregunten ellos" y en la pereza con la que comenzaron a abrir la boca, cuando Raúl Ávila les instó a que se explicaran.)

Ahora bien, no se insultó a nadie, ni hubo una especial hostilidad hacia nadie. Los escasos tiros lo fueron por elevación y tenían como blanco los medios para los que los periodistas trabajan. El único momento delicado fue cuando Matallanas se puso digno con lo del "no admito la insinuación de sobornos". ("¿Qué os dan Gil Marín y Cerezo?", se le había preguntado; era una pregunta retórica, como cuando un amigo nos dice que bebe los vientos por una muchacha fea y borde y nos preguntamos qué le dará la tal muchacha a nuestro amigo; es decir: dónde está la clave de la atracción.) Matallanas se puso digno porque esas defensas del buen nombre del gremio siempre quedan bien cara a la propia galería (aunque el espontáneo paladín sólo podía hablar por él) y sirven para eludir las preguntas, cambiando ligeramente de tema; pero, como insistiese demasiado en la probidad de los redactores, Bernardo Salazar le recordó que el gremio no había sido siempre tan incorruptible.

En resumen: la soirée quizá salió algo embarullada (y entono el mea culpa por la parte que pudiera corresponderme, pues acaso contribuí al barullo más que otros), pero en cierto modo era algo inevitable, y los comparecientes debieron de sentir que la prensa deportiva como tal no goza de aprecio en Señales de Humo.

Sin embargo, en uno de los foros de nuestra web he leído cosas como esta: "Y a lo mejor no estaría de más que hiciéramos otra reflexión. Que puede que Méndez tenga razón en que citar a los periodistas y que la voces cantantes de nuestra parte pierdan las formas y se comporten de una manera inapropiada no sea la mejor estrategia. Algunos de los que estuvimos presentes no salimos precisamente orgullosos. Y acabamos con la sensación de que así será difícil conseguir algo.". Y también: "Si el objetivo, más cabal en mi opinión, era saber qué piensan al otro lado de los medios, cruzarlo con lo que pensamos nosotros y reclamar un mensaje más justo, creo que nos pegamos un bonito tiro en el pie. La impresión de los ponentes con los que he hablado, que creo que son casi todos, es que recibieron muchos palos (no de parte de todo el mundo y todo el tiempo, claro) de forma algo extemporánea y algo injusta, que la impresión que causó la concurrencia fue mala y que las ganas que se les han quedado de ser receptivos a los argumentos de la oposición a la directiva del Atleti son entre muy pocas o ninguna". (Los subrayados son míos.)

Son noticias tan malas que está uno por entrar en el baño y abrirse las venas. La estrategia del "Ayúdalos a ayudarnos" o la de poner la otra mejilla, o la de gastar una paciencia a prueba de cualquier mala fe, o la de responder con versallescos modales al áspero desdén y a las marrullerías de los periódicos, es perfectamente inútil, si no contraproducente, porque lo que les impide prestarnos auxilio no es que no nos conozcan lo bastante, ni que les caigamos mal, ni mucho menos los no incidentes del Foro Gaudeamus (que parte de los asociados de Señales ha decidido magnificar hasta poco menos que el casus belli), sino la política de los medios para los que trabajan.

¿Para qué sirvió entonces la reunión con la prensa? ¿Fue la gran oportunidad perdida, como lamentan algunos? Desde luego no sirvió para crear neoconversos, ni para hacer ver a los ciegos, de invidencia inducida y autoimpuesta, pero sí quizá para que algunas cosas fuesen dichas en público, que no es igual que murmurarlas en petit comité o en privado. Y si alguien me hubiera asegurado que había una especie de metaobjetivo subyacente, a saber: el acuerdo entre plenipotenciarios de Señales de Humo y de los periódicos (para ver si de algún modo… tú ya me entiendes…, lo pasado, pasado está…), acuerdo nuncio de un tiempo mejor, me hubiese reído en sus barbas. Los que piensan que contemporizando suman o atraen, corren el riesgo de deshacerse de lo único que los distingue. En el caso que nos ocupa, Señales de Humo se distingue del resto de la aturdida afición de este club en que no comulga con ruedas de molino. (Y, si se trata de comulgar con ruedas de molino, ¿por qué no acercarse directamente a los okupas? Acaso con buenos modales, poniendo al mal tiempo buena cara, siendo positivos y haciéndonos preceder por la banda del Empastre –que la música y el humor amansan a las fieras–, lográsemos un cambio de actitud. ¿O es que la prensa es recuperable y reinsertable y Gil Marín y Cerezo no?

Yo no quiero para el Atleti la ayuda de los medios de comunicación, porque no es ese su cometido. Su cometido consiste en informar; así ayudan indirectamente a que cristalice una opinión pública merecedora de tal nombre, algo de suma importancia para el desenvolvimiento de las sociedades abiertas, y ello en todos los órdenes, también en el insignificante de los espectáculos deportivos. Que los periodistas cumplan con su deber NO ES NEGOCIABLE. Recién hemos visto cómo un locutor de radio ha tenido la desvergüenza de hacer chantaje público a Gil Marín (o me das lo que quiero o tiro de la manta), amagando con divulgar… ¡la verdad! El sujetillo chalaneador, como era de presumir, volvió a estafar a sus oyentes, señal de que su petición (o sea, su extorsión) había sido atendida. En los tiempos que corren es cada vez más habitual el bandido que, en lugar de esconderse, sale a nuestro encuentro y nos alarga la mano: "¡Hola, soy un bandido!" Y a esta clase de bribones quieren hacerle frente algunos ¡con un poco de urbanidad y otro poco de relaciones públicas!

Creo en la amistad, pero también en el enfrentamiento. La fuerza de Señales de Humo reside en que tiene razón. Hay que resignarse a tener un poco de razón y obrar en consecuencia. Y si os dais de cabezazos contra el muro de las lamentaciones o contra la pared de vuestros dormitorios, procurad, queridos, que vuestros cráneos no suenen a hueco.

Majando en hierro frío

"Si lo supieran, se rebelarían".

(Noam Chomsky)

 

I. Los necesitados

Como el resto de los asistentes al Foro Gaudeamus sobre el Atleti y la Prensa, salí sin que nadie me hubiese explicado por qué Peterman es un indeseable que merece el presidio y Jesús Gil, un prócer acreedor a homenajes; por qué Soler es un pésimo gestor y Gil Marín y Cerezo, dos estupendos dirigentes, por qué los okupas del club rojiblanco tienen licencia para fracasar y delinquir y los de otras instituciones no. Son preguntas sencillas, cuyas respuestas están al alcance de cualquier fortuna, pero a las que nadie respondió de manera convincente.

En el foro Gaudeamus los machacas de los periódicos, además de la tradicional cantinela: "El Madrid es el Madrid", repitieron otro archiconocido mantra: "¡Esto es un negocio!". Lo que no aclararon es si el negocio consiste en mentir o en informar. Bueno, a su manera, confesaron de plano. El negocio es el embuste, pero con una particularidad: la trola de uno arrastra a los demás, que la reproducen y amplifican; todos emulan al vecino; no hay contraste de opiniones; si hubiera pensamiento, éste sería único, lo que en la práctica significa que, en materia de deporte, no existe la libertad de prensa o nadie la ejerce.

Después de aquella tarde, leí en Señales de Humo que algunos de los presentes habían interpelado a los invitados en un tono poco amistoso, observación que implica un reproche: la actitud del público no habría sido la mejor posible. También leí que los periodistas (¡ay!) tienen mujer (o marido) e hijos; han de ganarse el pan, las habichuelas, la manduca. Visión patética: los informadores se disponen a dar una noticia veraz y pertinente, por ejemplo: el Atlético de Madrid juega de alquiler en su propio estadio (¡900.000 euros le cuesta la broma!), pero en ese momento acuden a su magín dos bebés famélicos y una mujer llorosa y suplicante, y entonces los informadores, con harto dolor de su corazón, tiran la noticia al cesto de los papeles, y en su lugar, difunden urbi et orbi que el Atleti acaba de inaugurar un Instituto Universitario de Investigación. (Y no falta el alma de cántaro que nos invita a comprender —o sea, a transigir—, pues quienes perpetran el cambiazo lo harían por causa de fuerza mayor. Lejos de mi intención abogar contra la supervivencia de nadie, aunque se trate de un periodista deportivo, pero sí estoy y me declaro en contra de la perversa doctrina que sostiene que vivir entraña fatalmente vivir del cuento. Que se ganen el pan, pero en el Circo Price.)

II. El periodista como parásito de la actualidad.

Ahora bien, incluso abrazando la tesis del negocio (que subordina el relato más o menos fidedigno de la actualidad a lo que enriquece a las empresas de comunicación y alimenta a sus empleados), ¿alguien duda de que la nueva según la cual el Atleti carece de estadio no sólo reviste más interés para la opinión pública que la bobada esa del instituto investigador, sino que, por ende, sería más leída o escuchada, y vendería más? ¿Entonces?

Los periodistas deportivos se dividen en dos clases: los forofos con carné de prensa y los ideólogos. Los forofos son chalados sin luces y sin gramática. Su carencia de sentido común corre pareja con una zafiedad expresiva que se ha vuelto general y a la que pocos, poquísimos, escapan. Y los ideólogos, que tienen alguna luz más y estropean menos el idioma, han asumido como propia la tarea de consejeros y valedores del gran club cuyos intereses defiende a ultranza el medio en el que desempeñan su extraño cometido. Los ideólogos son, para entendernos, los alféreces provisionales del negocio y los forofos, una carne de cañón no menos entusiasta y embustera.

Porque, si pensamos en las 10 ó 12 nulidades (es superfluo citar nombres) que cubren la información del Atlético de Madrid, advertiremos que no se limitan a recoger las migajas de pan y las colas de los langostinos que caen de la mesa de los magnates futboleros, para llevárselos a todo correr a su desfallecida prole. El tipo que entrevista al presidente accidental del Atlético de Madrid y se dirige a él en los siguientes términos: "Enrique, dile algo a la afición…", no está al borde del desahucio por impago de la hipoteca; su actitud es la quien se arroga un papel protagonista y nos deja entrever que posee línea directa con la zona noble del club. Pues bien, son precisamente estos pobres diablos los más perjudiciales, pues con su majadería vaniloca no sólo están contribuyendo a destruir un club de fútbol sino que envilecen su profesión.

En Gaudeamus hubo, como es natural, más forofos que ideólogos. Uno de ellos le espetó a un circunstante que le recriminaba haber hecho caso omiso de la sentencia judicial y no haber extraído las mismas consecuencias que cualquier ser humano en sus cabales: "Eso que sabes tú, ya lo sabe todo el mundo; es ocioso insistir". La verdad es que algunos hemos llegado a saber lo que sabemos con respecto al Atleti pese a este sujeto y sus colegas, que han trabajado de lo lindo para preservar nuestra ignorancia. Ved si no. Los medios que se hicieron eco en su día de la sentencia que probaba MÁS ALLÁ DE TODA DUDA RAZONABLE dos extremos: la okupación del club y las maniobras para descapitalizarlo, colocaron todo el énfasis en la particularidad de que el Atleti seguía en manos de los Gil y de Cerezo, los cuales no iban a ingresar en la cárcel; la condena en sí, que luego ratificaría el Supremo, era un mero tecnicismo legal. Después, los periódicos, las radios y las televisiones han venido respaldando las mangancias del dúo de los proyectos, y ni siquiera se han preocupado de constatar si la sentencia había sido acatada o no por los okupas, quienes fueron condenados a restituirle al club el dinero que no desembolsaron en su día por las acciones.

El lince del todo se acaba sabiendo tarde o temprano (que, para más inri, funge de independiente y crítico), comentó días después de la reunión de Gaudeamus que algunos vivimos tan obsesionados con Gil Marín y Cerezo que preferimos que el Atleti se hunda a que los golfos prosperen (¡sic!). No hay nada personal contra Giles y Cerezos; hay la certidumbre, avalada por un experimento que ya dura 21 años, de que el Atleti ha caído en poder de unos especuladores sin entrañas, los cuales, en contra de lo que simula opinar un tal Abasolo, que les ayudó a eludir in extremis el presidio, tienen un plan que parece más bien una idea fija: explotar el club hasta que desaparezca... fruto de su rapacidad. (Gil Marín y Cerezo no abrigan la más ligera duda ni discrepancia sobre cómo debe ser administrado éste su querido garito.) Pero claro, es mucho más fácil y resultón decir, por ejemplo: "La bicefalia fagocita al Atleti". ¡Bicefalia fagocitante, no te amuela! Los que fagocitan al Atleti son dos redomados bribones que actúan de consuno para beneficio propio y de terceros.

III. El festín

En efecto, tratándose del Atleti, lo que explica la ausencia de toda información relevante a propósito del club y su situación es el dividendo mayúsculo que algunos extraen de la incapacidad rojiblanca para competir. El equipo de Álava es el Alavés; el de Valencia, el Valencia; el de Bilbao, el Athletic,…¿Y el de Madrid? Por supuesto, el Real Madrid. Alrededor de estos conjuntos se teje la habitual y espesa red de patrañas y exageraciones triunfalistas (según su tamaño y poder), pero cuando pintan bastos, los males pasan a situarse en lugar bien visible. Es más puede que incluso sean agrandados y exagerados, a fin de provocar la adopción urgente de remedios. Con el Atleti no sucede igual. Aquí los males, ya crónicos, han pasado a formar parte de la idiosincrasia del club, son un rasgo inconfundible de su carácter, y se da por descontado que proseguirán indefinidamente, o se subsanarán en un futuro siempre por venir y, en rigor, más allá del tiempo.

En realidad, el destino del Atleti recuerda los del Torino y del Everton, instituciones que fueron grandes, pero que ahora vegetan (¿definitivamente?) a la sombra de sus otrora íntimos enemigos: la Juve y el Liverpool. Al Atleti se le ha indigestado el merengue y el merengue manda en el Foro. Pero en todo este asunto, lo decisivo no es el prodigioso declive del Atleti, sino el escamoteo de esta realidad por los medios de comunicación. Aunque claro, si el público hubiese sido puesto al corriente de lo que se tramaba y ejecutaba, tal vez la bancarrota no hubiera llegado a producirse.

No, el problema del Atleti no es la bicefalia de su directiva, sino la oportunísima y clamorosa acefalia de los gacetilleros que se inventan tamañas sandeces. Y no nos enfrentamos a unos idiotas cualesquiera ya que hay motivos importantes por los que tal cerrazón mental está blindada contra toda especie de razonamiento. Mencionaré dos: la formidable presión para que todo el mundo coadyuve a la estrategia de reforzar a un club y debilitar al otro; y el que dicha presión la sufran los menos aptos para resistirse a ella, que son los más ineptos para informar.

Y es de ilusos abrigar la esperanza de que un buen trato a esa canalla incremente las probabilidades de que se corrija. También lo es confiar en ellos porque son del Atleti. Ellos utilizan al Atleti para recubrir sus informaciones con un envoltorio que las haga aptas para el consumo de los aficionados colchoneros (su dedicación al Atleti es una ventaja profesional, amén de un sucedáneo de especialización), pero desde el punto de vista de la actualidad, DE LO QUE PASA Y ES DIGNO DE MENCIÓN PÚBLICA, sus noticias y comentarios son en un 99%, y me quedo corto, irrelevantes o ficticios. (El llamado periodismo de club, en virtud del cual el que informa sobre un equipo ha de ser un hincha más de éste, constituye un pretexto para difundir tonterías y mentiras con perfecta impunidad, como si ser del Atleti, del Madrid o del Puertollano FC autorizase a tergiversar los hechos, a fabricar bulos, en suma: a desinformar.)

La pasividad de la gente es adquirida, no innata. Si el público del Atleti no se rebela contra los okupas, es porque nada sabe, y, si nada sabe, es porque los medios de comunicación invierten no poco esfuerzo y verborrea en mantenerlo en la inopia. No obstante, la única forma de que el periodista no se convierta en un parásito de la actualidad es que contribuya con su labor a que la gente se forme un juicio, siquiera aproximado, sobre lo que está ocurriendo. Y por eso es crucial que, incluso en la puñetera memez del fútbol, se informe con un poco de veracidad. (Una opinión pública desinformada prepara la voladura de la sociedad abierta. No olvidemos que el régimen nazi únicamente fue posible cuando la propaganda sustituyó a la información.)

Pero descuidad, las cosas seguirán como hasta el presente porque del apetitoso cadáver del Atlético de Sebastopol no sólo comen hasta ponerse ciegos los okupas; también, el Real Madrid y el puñado de ganapanes que adultera la información. Cuando han saciado su apetito los leones, llegan las hienas, y, cuando éstas duermen ahítas, es el turno de los buitres. ¡Vae victis!