Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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septiembre 2008 - Artículos

Taquigrafías (II)

El clásico partido entre un conjunto hecho y otro por conjuntar y con bajas. Tiene ventaja el primero, y en nueve oportunidades de cada diez logra imponerse, aunque hombre por hombre sea inferior (que tampoco era exactamente el caso).

El Sevilla es un hueso pequeño y compacto, una taba (hay que roelo, como al Pontevedra de los 60), pero el Atleti anteayer no tuvo molares, ni siquiera caninos.

Bien por el jefe Ujfalusi, que no ignora cómo actuar en cada momento. Mal por Luis García, que no falló un solo pase… al contrario (luego el Sevilla jugó con uno más y el Atleti con uno menos). Ahora bien, lo normal es que los zurdos no den una a derechas cuando los obligan a actuar fuera de su demarcación, expediente al que recurre una vez y otra Aguirre I "El Obcecado". Luis García (un segundo delantero con recortito y buen chut) siempre fue un jugador de todo o nada, que se hacía perdonar con un acierto mayúsculo 15 ó 20 pifias incomprensibles.

Numerosos aficionados del Atleti se preguntan qué ha sido de Maxi Rodríguez, pero Maxi (un ocho nato) es un futbolista nada figura, trabajador, económico (lo contrario que L. García), y no destaca si no logra un gol. Cuando golea, los entendidos abren su inmensa bocota y afirman: "¡Apareció Maxi!", y los que más dudaban de que se hubiese calzado las botas añaden con suficiencia: "Siempre aparece".

Las selecciones son grandes quemaderos de energía y de salud, por culpa de los viajes y de la falta de entrenamiento, y la Copa de Europa, tres cuartos de lo mismo (pasa incluso más factura que la UEFA porque los jugadores se sobreexcitan y encaran los choques como si no hubiera un mañana). Pero los equipos de mayor nivel son capaces de asumir un handicap que puede antojarse injusto, pero que es coherente desde el punto de vista del deporte.

Las bajas ponen a prueban la calidad de una plantilla y el grado de organización de una cantera. Hay jugadores útiles en el banquillo del Atleti: lo está siendo Sinama; Banega promete, y uno juraría que De las Cuevas ha olvidado su lesión. Otra buena noticia: la mayoría de los fichajes reclaman un puesto en el once titular y su pretensión no parece absurda. No obstante, el Atleti, como el más árido de los desiertos, se ha bebido en un santiamén el famoso plus de calidad y exige nuevos trasvases. La cantera nada aporta y, por si fuera poco, el agotamiento del "Kun" constituye un problema de los de llamar a Houston. El crack, por definición, carece de recambio.

El siglo de las luces

1.- Así habló Zaratrasto

Dos de mis clásicos, Nietzsche y Kipling, aconsejan, respectivamente, no saltar a la menor ocasión como impelido por un resorte y no andar a la greña. Uno, que jamás fue pendenciero, tendería a seguir recomendaciones tan saludables y prácticas, pero la provocación es demasiado estentórea.

Extractos de una entrevista de Karmentxu Marín con el presidente del Atlético de Madrid.

Karmentxu Marín: "¿No le pierde esa lengüecilla? Tiene fama de prometer mucho y hacer poco".

Enrique Cerezo: "Yo soy bastante respetuoso con la gente, y creo que la gente tiene que saber lo que tiene que saber, y la verdad en el momento en que la tiene que saber" (¡Sic!)

Karmentxu Marín: Prodigioso en su claridad.

EC.: Es la pura verdad. La verdad es lo que a uno le interesa en el momento en que le interesa (¡¡Sic!!). Nadie lea aquí los cinismos de un superhombre, que en un momento de debilidad o acaso de coquetería se sincera con una extraña (aunque algo de eso hay); tampoco, el producto tartamudo de la mente de un majadero que se cree un twice-born (un dos veces nacido), y al que la impunidad de sus embustes le hace presentir que, en efecto, está tan por encima de la verdad que puede hasta mostrar sus cartas sin arruinar el juego. Lo primero que uno percibe en las palabras de semejante as de la incongruencia es una leve irritación. KM lo acusa de bocazas (cosa a la que el bocazas no está acostumbrado) y él le responde: bueno y qué. Y lo segundo, el intento de darse charol aparentando profundidad, pues los que, como él, pertenecen a la elite son más listos que los ratones coloraos, aunque parezcan chuparse el dedo; lo que pasa es que muchas veces han de decir en público lo contrario de lo que piensan, incluso aparentar que no piensan. Cerezo no es gente, pero la respeta tanto que le administra la verdad con cuentagotas o se la escamotea por su bien, ya que como dijo el poeta "pues amarga la verdad /quiero echarla de la boca". Y, claro, él no quiere que, al conocer la verdad de sus mangoneos, se amarguen los abonados del Atleti y empiecen a echar por la boca… lo que no está en los escritos. ¿Capisce?

El mismo hombre sabio más adelante:

EC.: Tenemos una de las mejores canteras de Europa. Lo que pasa es que los jugadores tardan mucho tiempo en hacerse. Y si un niño empieza a jugar a los 10 o 12 años…

KM: Tarda en hacerse Niño [o sea, en llegar a Torres].

EC.: Desgraciadamente, para todos los clubes del mundo es difícil encontrar un Niño. Pero de vez en cuando sale. (¡Sic!) O sea: ya quisierais, clubes del mundo mundial, que en vuestra cantera hubiera salido un Niño, como el nuestro. Pero resulta que ya no es nuestro, ¡bribón! KM pudo y debió replicar: ya lo creo que sale un Niño, sale gratis o por cuatro perras gordas del club donde se crió, ¡mastuerzo! (esto es cosecha mía, KM estaba obligada a no perder los estribos).

Una tercera píldora; le preguntan a Cerezo en otro periódico:

-¿Prefiere usted ganar la Champions o la Copa? Y él responde:

-Me da igual (¡sic!). He aquí un cerebro privilegiado que dará la sorpresa cuando le practiquen la autopsia.

2.- Idiotez recompensada

Hace tiempo propuse a los de Señales de Humo una especie de enciclopedia friqui cuyas entradas recogieran las sandeces que se escriben en los periódicos deportivos. Las hay de antología. No percibí mucho entusiasmo, quizá por miedo a que se enojen los friquis y, sobre todo, los que emplean a los friquis. No obstante, deberían encorajinarnos la destrucción del idioma, el desprecio por la información, el abuso de las tácticas propagandísticas más toscas, los trucos y las marrullerías con que estos nulos sujetos prostituyen su labor e intoxican a la opinión pública. Las empresas contratan a semejantes chalados porque constituyen la mejor correa de transmisión de la chaladura; si además son casi analfabetos, como sus lectores, pues tanto mejor para todos. Solemos pensar que se trata de pobrecitos chupatintas atrapados por las hipotecas y el llanto de una prole con el estómago vacío. Por su parte, ellos (los chalados) se creen la vanguardia del aficionado comme il faut, al que ponen voz, por lo común un desagradable rebuzno. Otra peculiaridad de esta subcasta de intocables, (de half-born, o medio nacidos), es su adhesión inquebrantable a los mangantes futboleros, con los que creen codearse y a los que defienden por muchas barrabasadas que hagan. Y así como Atila, cuando se sentía perdido, buscaba refugio tras los carromatos de su horda, los okupas del Atleti se suelen esconder detrás de una docena de badulaques que son como su impedimenta y que les sirven de parapeto. (Fuera de bromas: no nos damos cuenta de que los fascismos únicamente son posibles gracias a un material humano de esta clase.)

La industria editorial suele aparecérsenos con el ademán y la vestimenta del más firme pilar de la cultura, pero su sueño es hacer libros garrapateados por no escritores y leídos por no lectores. Así, alguien ha accedido a publicar un simulacro de obra que lleva por título: "Yo soy del Atleti, ¡y qué!". Conociendo al autor, un conspicuo half-born de la prensa deportiva nacional, es de presumir que se trata de una primera entrega, a la que seguirán otras no menos enjundiosas: "Yo soy un tarado, ¡y qué!" Yo soy el rey del anacoluto, ¡y qué!" "Yo soy un hombre felpudo, ¡y qué!" "Yo no valgo para nada, ¡y qué!" Conclusión: este tipo se amuebló la cabeza en "Y que-a". (¿Os parece un mal chiste? Los tengo peores.) ¿Qué nos queda por ensayar? ¿La escritura automática de Bretón con los chimpancés como sujetos del experimento?

Dicen que amenazan al idioma castellano quienes en ciertos puntos del país se niegan a que lo use la gente. No pongo en duda el diagnóstico, pero opino que tampoco es un lord protector de la lengua el que la agravia continuamente por estupidez, ignorancia e insensibilidad. Y vamos camino de postular para el Nóbel y la Academia a mequetrefes surgidos de los bajos fondos de la cultura, cuando lo prudente sería colocar en la redacción de cada periódico a un gramático con amplios poderes sobre la continuidad de los que allí trabajan. La reseña del acto de presentación del bodrio (un estupro de varias musas) contiene esta línea inmortal: "Muchos de los que han escrito y hablado de la historia más reciente del club estaban allí para arropar a uno de los maestros…" (¡¡Sic!!) Y también una declaración de Cerezo no menos memorable: "Es una gran obra, aunque no la he leído" (¡Sic!). Imagino lo próximo: "El Instituto Universitario del Atlético de Madrid se honra en conceder el doctorado honoris causa al último de la clase de la nueva promoción de "Ayúdalos a caminar"; nos referimos nada menos que al gran…". Puedo ver la cara de Cerezo cuando, abriendo el sobre, nos comunique picarón: "The winner is…" ¡Toma ya!

La debilidad del Atleti es un cultivo, aunque inverso, para el no hacen falta enormes cantidades de esterilizantes. Basta con un par de twice-born al frente, rodeados de una cohorte de half-born. Unos y otros sólo tienen en la cabeza y no bien organizado un surtido de clichés y de lugares comunes, y mantienen entre ellos un vínculo personal, de índole carismática, que recuerda ligeramente al de Hitler y los *** de a pie. La última baratija fruto de tan íntimo contubernio: el "derecho a soñar de los atléticos" (¡sic!), una invitación a dormir a pierna suelta entre espantosos ronquidos. Como no ignoro que es perfectamente inútil citar a Chomsky, lo haré con mucho gusto: "Los poderosos quizá puedan permitirse el lujo de ignorar las lecciones de la historia. Por lo que respecta al común de los mortales, sería insensato vivir de ilusiones.

Cuando el Atleti haya sucumbido, bajo los escombros de las ilusiones vanas, ¿tendrán estos espabilados la desfachatez de presentarse como sus viudos? ¿Habrá entonces que prodigarles el consuelo?

Taquigrafías (I)

El coliseo de Getafe: una contradicción en los términos. Estupendo gol de Sinama; el "Kun" también puede jugar mal; los espías del Liverpool son gafes; Luis García no es un interior y hay que alinearlo lo menos posible y lo más lejos posible del área y del centro del campo propios; Aguirre volvió a jugar con dos mediocentros y se olvidó de Banega; Pernía, un lateral zurdo, es obligado a sacar los córneres desde la derecha, incluso cuando actúa ¡otro zurdo como interior diestro! Conclusión: el "Vasco" es cabezota y su saber, muy discutible. Manu del Moral va para ocho carrilero, viniendo de ser un nueve sin gol, y probó que el dos y el tres del Atleti no saben defender; el Getafe es el Getafe del año anterior pero sin De la Red.. (Interrogante: ¿en qué tanto por ciento ha disminuido la capacidad azulona por culpa de esta baja? Y dicen que el Madrid no se ha reforzado.) Algunos de los mejores jugadores del Atleti son frágiles (Simao, Forlán, Maniche, tal vez Heitinga…); a Pablo ya no se le perdonan ni los aciertos. Las noticias sobre el pésimo estado de las finanzas del club colchonero son viejas, pero la de que tendrá que empeñar el estadio es falsa: carece de estadio.

(Brevedad elegíaca sobre un equipo del norte.) Cuando en el transcurso de un partido veraniego, M. A. Ruiz pronosticó que el Sporting daría que hablar este año, pocos dudamos de que emitía sin proponérselo una sentencia condenatoria. He ahí un conjunto de Segunda que volverá a Segunda. ¡Ay Quini, ay Castro, ay Ferrero, ay Morán, ay Valdés, ay Mesa, ay!

Sin bajarse del autobús

Resulta un poco extraño (aunque gratísimo para los colchoneros) ver al Atleti golear uno tras otro y sin bajarse del autobús, que hubiese dicho Helenio Herrera, a los febles rivales que le ha deparado la competición hasta el momento. Es posible que tanta holgura guarde también relación con la buena forma del once de Aguirre, un equipo más rodado que la mayoría de los equipos a los que se enfrenta, pero, descontado ese factor, lo cierto es que el Atleti parece haber aprendido a ganar los choques que hay ganar, sin agobios, sin emplearse a fondo, sin un gasto de energía superfluo, lo cual quizá indique que ha logrado huir del pelotón de los torpes (congratulations, boys and girls). Y así el Recre, conjunto humilde que otros años amagaba en el Calderón la proeza o la conseguía, fue triturado anoche por el Atleti de forma lenta pero implacable. Es verdad que el portero y los defensas onubenses actuaron tan rematadamente mal que hicieron bueno al desastroso Sinama, quien hasta los dos goles en el último cuarto de hora, había dado un clinic sobre lo que no debe hacer un ariete, pues su manejo de la pelota y su criterio a la hora de jugarla dejan bastante que desear. (El francés no anda sobrado de cerebro ni de técnica, pero es joven y aún puede crecer, cosas mas raras se han visto. Hay muchos ejemplos, alguno ilustre: hace tres años Cristiano Ronaldo abusaba del regate y disparaba de aquella manera; hoy es un futbolista menos desequilibrado y un espléndido goleador). Y los puntas del cuadro andaluz, solidarios con sus aturdidos colegas de la zaga, pifiaron algunos remates ante Coupet, el cual estuvo decidido incluso en los balones aéreos, su presunto talón de Aquiles.

Del plácido recital de ayer destacaré varias cosas: la seguridad de la defensa (bien los laterales y sobrios y casi infalibles Perea y Ujfalusi, sobre todo el primero), la soltura de Simao (en plena madurez deportiva) y la actitud de Maniche, que ha recobrado las ganas de competir y se bate como un león. (Maniche cayó en desgracia el día que dijo que el Atleti no era un grande, una verdad que los forofos, que se nutren de la comida basura que les echa el marketing, no le perdonaron; sin embargo, los mismos que meses atrás lo injuriaban ahora lo veneran incondicionalmente; antes muertos que sensatos).

Pero partidos como el de ayer sirven sobre todo para aquilatar los recursos de una plantilla, y nos conforta a los colchoneros comprobar que los teóricos suplentes parecen imbuidos de la importancia de su papel. Así, el protagonista de la excelente internada que daría lugar al tercer gol (acaso la acción más brillante del partido) fue De las Cuevas, y también destacaron Luis García y Banega, un recién llegado que quizá sea el segundo futbolista con más clase y visión del plantel (un pero: anoche se condujo con blandura en un par de lances defensivos). Creo que Raúl García tiene más futuro como mediocentro que como medio de enlace, y, en la medida en que aprenda tan exigente oficio, superando el hándicap de un cuerpo poco ágil, y renuncie a toda veleidad con el estrellato, será muy útil a su club (el espejo en el que debe contemplarse es el fulgente de Marcos Senna).

Por último, Agüero, siempre Agüero. Es el centro magnético de este equipo; el hombre que lo ha galvanizado, que le ha devuelto la autoestima, que lo ha colocado otra vez en el mapa. Tiene una cláusula de rescisión que, lejos de disuadir a los posibles compradores, constituye un acicate para los más pudientes. Pero nadie podrá arrebatárselo al Atleti, NADIE, si el club le brinda dos cosas: un salario acorde con su valía y la oportunidad de competir por los grandes títulos. Su continuidad no va a ser, por tanto, una estricta cuestión de dinero; opino incluso que el chaval nunca forzaría al Atleti a pujar en subastas delirantes (y un indicio es la maniobra del cuco presidente del Inter, que ha buscado en Maradona un aliado para sus propósitos depredadores). El Atleti es el equipo de Agüero en Europa, como el Independiente es su equipo en América. El problema es que los okupas cultivan una entidad de doble rostro: uno, frente a la galería, de gran institución, cargada de historia, con un futuro envidiable, bla, bla, bla. Y otro, para a salvar la cara, ellos que la tienen muy fea y muy dura, de equipo impotente a merced del primero que se le pase por la cabeza desestabilizarlo (a esto último llaman los ideólogos como García Pitarch ley de vida). Son muy tahúres y procuran jugar con los naipes marcados y varios ases en la manga.

Agüero quiere quedarse donde está (el hecho prodigioso es que Agüero ha adoptado al Atleti, que le cae bien ese chucho flaco, ese saco de pulgas que encontró por el monte). Su caso no es único, ni siquiera en el ultra-mercantilista fútbol de hoy: Benzema ha rechazado varias ofertas de la Premier porque se siente capaz de llegar con el Lyon a la cima del fútbol europeo. Esto es algo que no entrará jamás en la cabeza de ningún Guti. Los elegidos no ambicionan fichar por el Madrid o el Manchester sino derrocar al Madrid y al Manchester e iluminar clubes oscuros (u oscurecidos antes de que ellos se calzasen las botas). Sí, prefieren ese desafío a vivir de las rentas en una entidad poderosa, rica y temible. Incluso por encima del cariño (y el Kun se lo tiene al Atleti), está el orgullo del crack, eso de lo que carece Guti, un simple vanidoso.

Victoria insípida

La propaganda dice que la Champions es el mejor torneo del mundo, pero la juegan, entre otros conjuntos magistrales, los amiguetes bielorrusos con los que mañana lidia el Madrid y el antaño respetable PSV Eindhoven, hoy sombra de una sombra. La buena noticia es que por fin Agüero pudo entrenarse con el equipo que le paga, circunstancia de la que nos congratulamos los aficionados colchoneros.

Uno espera de los rivales, incluso de los inferiores sobre el papel, agresividad, rapidez, afán de lucha... Pero las reverendas madres del PSV, que en el campeonato español las pasarían canutas para ganar algún partido, ni combinaron, ni estorbaron a sus oponentes, ni dieron patadas, ni mascullaron un ¡jolines! Los centrales que sacó el cuadro holandés, por ejemplo, no eran bisoños, eran bebés prematuros en una incubadora. De modo que, cuando se lesionó Forlán, su sustituto Sinama pudo ratonear a placer. (Mi amigo Javier Barrio, con quien vi el decepcionante match, dice que me equivoco respecto a Sinama porque no es tan malo como yo opino; yo no opino que sea tan malo; sólo lo suficiente.) También Luis García encontró un rival idóneo para el lucimiento personal y Simao y Maniche... Cómo sería la cosa que el debutante Banega se creyó obligado a regatear cada vez que le venía el esférico, olvidando que hay más suertes.

En muchas fases del segundo periodo el Atleti se durmió de puro sueño (costaba mantenerse ojo avizor), y así Leo Franco rompió a sudar. Sobre la calidad atacante del PSV baste decir que Heitinga apenas intervino y si Ujfalusi trabajó algo, fue por culpa de A punto López, un lateral en franca decadencia.

Dos anécdotas que quizá no lo sean tanto: Aguirre tardó en sustituir a Forlán cinco minutos y el charrúa se quedó junto a la banda, con los brazos en jarras y mirando al techo del estadio. En su rostro se leía la irritación: ¿por qué no me quita ya?; ¿no ve que estoy cojo? Y Agüero se fue a la caseta de mala gana, como si hubiese deseado para su estreno en la Champions alguna jugada de mérito superlativo o, quizá, el hat trick.

Las crónicas ensalzarán la segunda toma de Breda, pero este facilón triunfo no ha servido para disipar mi nostalgia del viejo Atlético en la vieja Copa de Europa.

Las formas de la derrota

Lo suyo hubiera sido armar un equipo con los descansados, los suplentes y algunos juveniles del filial (y Aguirre tuvo una semana y media para conjuntar un once resultón). ¿Se hubiese perdido? Es lo más probable, pero sin dejar un pésimo sabor de boca y sin comprometer la moral y el vigor necesarios para los choques venideros. En Valladolid sobraban la mayoría de los jugadores internacionales: los dos portugueses, Ujfalusi, Agüero, los dos centrales... Sin embargo, Aguirre se quedó a medias en las rotaciones. ¿Quién entiende que Banega no estuviese ni para jugar 30 minutos?

Y luego tomó decisiones sobre la marcha sumamente discutibles: el cambio de Assunçao por Agüero revela que lo inquietaba más el qué dirán que cualquier otra consideración. Sobre el papel, era un rasgo de audacia: sacas a un medio y pones a otro delantero. Pero en realidad fue un suicidio. Al equipo le salió en medio un boquete colosal por culpa de la fatiga de Maniche y de la insolvencia de Maxi en el doble pivote. Diluido Agüero, después de un comienzo fulgurante, decayó el Atleti, que acabó jugando en su área contra los nueve del Valladolid.

En fin, hay que saber perder las escaramuzas para ganar la batalla. Además, se puede caer de muchas formas. El Atleti escogió anteayer la peor (algunos hábitos son difíciles de corregir; hay personas que no pueden dejar el tabaco; el Atleti le tiene apego al bochorno.)

Me gustó el guardameta del Valladolid: joven, con buena planta, valentía y reflejos. (Asenjo también había sonado en la pretemporada, junto con Moyà, como futuro compañero de Leo Franco, pero vino Coupet). En cambio, no me gustó Sinama, futbolista de técnica muy deficiente que el sábado fue un activo zaguero blanquivioleta.

Tres apuntes. El primero, sobre el árbitro. La batahola que el respetable le formó a Medina la he visto muchas veces cuando el visitante es el Atleti; casi nunca cuando es el Madrid. Ya se sabe: en provincias, la gente es del equipo de casa y del Madrid o del Barcelona. Si en territorio merengue el favorecido es el Madrid, no pasa nada; el público vocifera pero con sordina, con poca convicción, pues aunque pierda el cuadro local, gana el mejor club del mundo; todo sea por la buena causa. El árbitro de anteanoche volvió a dar un recital de politiqueo y perjudicó al teórico grande. La justa expulsión del cuentista, que antes había derribado a Simao (era roja directa), sulfuró a los pucelanos, con Mendilíbar al frente del somatén (los entrenadores demagógicos y los jugadores comediantes deberían ser castigados porque siembran la cizaña y adulteran el deporte). Y si merecía la pena máxima el agarrón de Assunçao, así mismo la merecían los empellones recibidos por el interior luso en el área del Valladolid, pero Medina Cantalejo vislumbró en el griterío un problema de orden público y se hizo el loco.

El segundo, sobre los comentaristas. Pedraza se jactó de haberle sacado una foto a la tabla clasificatoria para celebrar el efímero liderato del Atleti. Es un despropósito que uno no esperaría ni del hincha más acérrimo del Numancia. Ahora el líder es el Español. Seguro que sus incondicionales no han preparado ninguna gansada ni remotamente parecida. Son más dignos.

Y el tercero, sobre la claque de Gil Marín. Los idiotas que aprovecharon el triunfo contra el Málaga para endosarnos el pack completo de los okupas: triple ración de grandioso futuro, nuevo estadio y ciudad deportiva, esta vez enmudecieron. Lo mejor de las derrotas es que sellan los labios de los bufones. Bendito silencio, aunque sólo dure unas horas.

¡Son los zurdos, estúpido!

Como el listón estaba por los suelos, costaba muy poco rebasarlo. Aun así, era de prever que las holgadas, rotundas, aparatosas, victorias contra el Schalke 04 y el Málaga, debilitado conjunto el primero y endeble el segundo, desatasen la euforia de los profesionales de la rentable industria de hinchar perros y también de la afición menos avisada. Las baterías de los idiotas de la prensa han vuelto a tronar. Son cuatro cañones herrumbrosos y emplazados de cualquier manera, pero hacen ruido, mucho ruido y producen humo, mucho humo.

Y eso que la pretemporada había sido un desastre, para ludibrio del club y delicia del periodismo friqui. Y no me refiero a las giras y a los bolos, sino a las gestiones encaminadas a armar el proyecto 2008-2009. Se ha vacilado a los seguidores colchoneros con la indecencia habitual. Han sido aireadas disyuntivas de equipo minúsculo (o hay Champions, o no hay fichajes; al final hubo Champions y sólo un fichaje: el de Banega, cedido por el Valencia muy a última hora); se ha llorado de todas las formas habidas y por haber, con preferencia por las más grimosas, desvergonzadas e hirientes para la afición: no hay dinero, Agüero se irá tarde o temprano, la Champions puede ser una ruina, etc.

Es curioso: este año, en que el club vuelve a la elite, siquiera de visita, y se avecinan los aireados millones de Telemadrid, los okupas han invertido menos que en cualquiera de los precedentes desde el retorno a la división de honor. Pero no es la primera vez que sucede algo similar. De hecho, ya pasó algo por el estilo cuando el Atleti asomó la gaita por la Copa de Europa después del doblete, qué coincidencia, ¿verdad? Ya sé que gastar mucho no significa gastar mejor, pero admira que los fondos escaseen justo cuando el regreso al mejor fútbol internacional promete una pingüe caja. (Llamadme suspicaz si queréis, pero todo indica que los okupas se han tomado un respiro en el engorde de la deuda y que el drenaje de las arcas del club será durante este ejercicio a costa de los ingresos extra.)

No obstante las inopinadas penurias y su cínica divulgación, el verano también fue pródigo en faroladas y amagos de adquisiciones fastuosas, pero como Heitinga y Ujfalusi habían sido contratados antes de que terminase el curso precedente, todo quedó en un parto de los montes, con el affaire de Assunçao y el Oporto, el regateo al céntimo por Coupet y la contratación de Sinama como grandes hitos. Incluso si los futbolistas que han ingresado en el club rindieran (ojalá), tanto vaivén en pos de jugadores que se fueron a otros equipos o se quedaron en el que estaban, trasciende a improvisación, a oportunismo, a demagogia; nadie puede ignorar ya que a los okupas les da lo mismo que el Atleti quede primero o cuarto, que gane la Copa del Rey o la Champions, (¡lo ha declarado su indigno presidente!) Lo suyo es una permanente huida hacia delante, sin otro propósito que exprimir el limón un año más.

Y si no, ahí tenéis el caso Motta, otro bluff marca de la casa, pues revela la ausencia de toda política deportiva o su subordinación a los enjuagues del clan Gil. Se trajo, contra lo que aconsejaba la prudencia más elemental, a un hombre con un expediente médico alarmante, peor aun: inasumible. (De hecho, ni el Sutherland, ni el Racing se han atrevido a lo que se atrevió Gil Marín.) ¿Beneficiarios de la operación? Todos menos el Atleti. El Barça se embolsó 1,5 millones de euros o quizá 1,3 + 0,2 (si usamos la esclarecedora contabilidad de Villalonga; la rebaba, el sablazo, de los 200.000 euros se habrá quedado entre las uñas del adquiriente de la joya, off course) y el jugador cobró íntegramente su sueldo y apenas intervino. Para engañar a los crédulos aficionados (y qué fácil es con la ausencia de toda información relevante y veraz), se dijo que Motta iba a renovar pero con una cláusula que habría exigido el propio jugador, en virtud de la cual renunciaba a su ficha en caso de no ser alineado en determinada cantidad de encuentros. Los forofos más panolis exultaron con la nueva. ¡Qué detalle!, ¡que profesional!..., etc. Al final, no hubo contrato, ni cláusula, ni niño muerto. Pero Motta ya está amortizado: dejó un Atleti más pobre del que encontró, pero fue útil para enriquecer un poco más a Gil Marín (el muy caradura le espetó al fiscal del "Caso Negritos" durante el proceso tras el que fue condenado: "¡Jamás he perdido dinero con ningún futbolista!". ¡Gran verdad!, él jamás perdió dinero, lo perdió el club, al que docenas de operaciones como la de Motta han llevado al borde de suspensión de pagos, y la única razón por la que aún no se ha acogido a un concurso de acreedores es porque una parte de la deuda es artificial y contraída con los okupas, que firman los pagarés en nombre del Atleti y luego pasan por la ventanilla a cobrarlos.)

Sí, los irresponsables que rigen los destinos de esta malhadada institución han estado más diligentes a la hora de pasaportar a los hombres que no eran útiles (todos los cuales les deben el haberse puesto la camiseta rojiblanca), que de redondear el plantel. Y si bien hay indicios de que varios de los nuevos pudieran servir para fortalecer el once rojiblanco (¡albricias, zapatetas en el aire y pan de Madagascar!), los okupas han racaneado y mentido como de costumbre y, sobre todo, no se han estirado lo suficiente; a poco que lo hubieran hecho, habrían conseguido una plantilla bastante apañada.

Como las bondades de los recién incorporados han sido ya proclamadas por los vocingleros mercaderes del zoco (yo, más prudente, hubiese aguardado el inapelable veredicto de la competición), me ceñiré a lo que a priori le falta en el campo al Atlético de Madrid para poder aspirar a un papel protagonista en la Liga y en la Copa de Europa.

La mayor parte de la prensa y de los aficionados querían un mediapunta; incluso el entrenador, muy preocupado por sintonizar con la corriente de la opinión mayoritaria, no tuvo empacho en sumar su voz a la del coro. Las preferencias se decantaban por Riquelme y Diego. He visto a Diego en dos ocasiones: una con el Werder frente al Barça y otra en el Brasil-Argentina de los últimos JJOO. En ninguno de los dos partidos justificó la devoción que le profesan muchos aficionados y gran parte de la crítica. Y quienes leen este blog saben que tampoco soy un fan de Riquelme. Razonaré mi gusto. Para muchos aficionados el mediapunta es el pasador del último pase. Para mí no es ni carne ni pescado, ni medio ni delantero, y podría ser definido como el jugador que espera a que el centrocampista le dé la pelota para enviársela a su vez al ariete. El último pase es responsabilidad del penúltimo jugador en tocar el cuero (o sea, de cualquiera que transite por la vanguardia.) El día del Málaga dieron últimos pases: Agüero, Maniche, Simao, Luis García… Hasta Assunçao proporcionó un último pase que no acertó a rematar Maxi Rodríguez. Y el día del Schalke uno de los asistentes fue nada menos que el gran Perea. No hace falta, por tanto, ningún especialista.

Hay equipos como el Milán (o como la selección española en el match contra Alemania) que prefieren actuar con un solo delantero y liberar de todo trabajo defensivo a uno de los centrocampistas. Kaká, Cesc, pero no hay ningún equipo en el mundo que juegue hoy con un mediapunta y dos delanteros, y ni siquiera hay practicantes del 4-3-3 a base de tres pivotes y tres puntas moviéndose a su albedrío. (La Argentina de los JJOO optó por dos medios defensivos y dos medios ofensivos, su dibujo fue algo así como un 4-2-2-2, en el que, por cierto, el famoso y añorado Riquelme no desempeñó ningún papel estelar. Dunga creyó que la clave de la clasificación de Brasil se reducía a anular a Riquelme, como en anteriores oportunidades, pero a la albiceleste han llegado tipos como Messi, Agüero o Di María, que descongestionan el cuello de botella provocado por la parsimonia de Riquelme, pues, al ser autónomos con respecto al hiperlento crack del Boca, pueden fabricar jugadas sin su concurso. El ostracismo de Riquelme, quien nunca rindió más (ni siquiera en el citado partido contra Brasil) que el Ronaldiho irreconocible de los últimos tiempos, ilustra esa ley no escrita del fútbol actual que proscribe los cuerpos poco ágiles.

La pregunta es si el Atlético ha logrado solucionar los problemas de distribución, de fluidez combinatoria, que tuvo en las campañas anteriores. En parte, la cosa dependerá de la labor de los centrales y del mediocentro; y en parte de lo que ofrezcan Maniche y Banega, ayudados por los interiores. Pero el actual talón de Aquiles de la plantilla del Atleti es, a mi juicio, la ausencia casi total de zurdos (hay tres y dos no juegan, al menos desde el inicio). Los seis hombres que evolucionan principalmente por la franja central del campo: los dos centrales, los dos medios y los dos delanteros, son diestros. También, la pareja de interiores. Esto provoca un desequilibrio estructural importante. Es un misterio por qué se ha prescindido de Reyes (el criterio del descarte ha debido de ser el ahorro de una ficha) o por qué no se ha cubierto su baja con otro zocato Por la banda izquierda actúan Simao, que es diestro, y Pernía o A. López, dos laterales no muy altos y algo fallones cuando se trata de defender. Por la derecha, Maxi escoltado por Seitaridis o Perea. (El problema de Perea es que carece de la comprensión intuitiva del juego que tienen los futbolistas de los que decimos que saben jugar. Es duro y rápido, pero la pelota le causa muchos quebraderos de cabeza. Malo con el cuero en los pies, tampoco sabe jugar sin balón. O sea, desde el punto de vista táctico, deja mucho que desear. Por su parte, Seitaridis nunca ha vuelto a ser el espléndido dos de la Eurocopa de Portugal, ignoro los motivos.) ¡Ah!, se me olvidaba: desde el punto de vista físico, los jugadores recién llegados son fuertes (salvo Banega) pero no muy altos, con la excepción de Sinama que tampoco es una torre.

En resumen: el Atlético no parece tener un once irreprochable, tanto menos una plantilla compensada y suficiente para abordar la Liga, la Champions y la Copa (soy de los que creen que ningún profesional del fútbol debería disputar con su club más de 40 ó 45 partidos de alta competición por temporada, y, si yo fuera Aguirre, este sábado dejaría en el vestuario a los internacionales). Los laterales suscitan dudas, no hay apenas zurdos, etc. Tampoco sabemos todavía si los centrales son tan solventes defendiendo como manejando el balón. (En el blog propuse días atrás, el refuerzo de la banda izquierda, y di los nombres de Di María y Grosso; aquél porque pensaba en la sinergia que podría depararle al Atleti la alineación simultánea de Agüero, Banega y Di María: tres pequeños mosqueteros de la misma edad, amigos y compatriotas, y éste porque es un tres cabal. Esas dos operaciones no hubiesen sido muy onerosas, pero se ha preferido regalar una plaza de extranjero.)

Total, ni aun en los supuestos de que Banega responda a las nada absurdas expectativas creadas y las lesiones respeten a sus principales figuras, hay garantías de que se vayan a cumplir los modestos objetivos firmados por el club y acatados con entusiasmo por los palmeros de Gil Marín. De títulos mejor no hablar, y no creo que los deseen los okupas, ya que la afición podría malacostumbrarse. El nivel de exigencia crece después de cada trofeo, una victoria abre el apetito de otras, etc. Lo que menos querría Gil Marín, creedme, es que ningún inopinado triunfo perturbe el placentero calendario de sus expolios.