Puñalada de bruto
El Atlético se llevó el partido de las dos mil faltas. Fue un
match no demasiado bronco, pero sí deslucido por culpa de las continuas
interrupciones. Hubo emoción, hubo goles, pero no fluidez en el juego
porque los futbolistas se dejaron contagiar del espíritu del rugby.
(Para el archielogiado Caparrós el balompié consiste, ante todo, en
aburrir al rival, y algunas veces lo logra.)
El triunfo del club del Manzanares tiene mérito, si se considera que el
árbitro favoreció la estrategia del Coruña y omitió señalar dos
penaltis en el área gallega. (El Atleti debería comisionar a Florentino
Pérez -que ya colaboró en el homenaje a Gil- para que arreglase
lo suyo con los árbitros, porque los zagueros practican impunemente el
deporte de coser a patadas al Niño y en el área es invisible lo que le
hacen, no así lo que hace él.)
Sin embargo, lo que más me llamó la atención en la inverniza noche del
sábado es el afán que puso un tal Ruiz en pisotear el recuerdo de
Bianchi. El antiguo defensa y secretario técnico del Atleti y hoy
comentarista de televisión (en las tres facetas, un profesional menos
que mediocre) pretendió adjudicar la buena forma del conjunto
colchonero a su amigo Murcia. (Al parecer los jugadores ahora no se
ejercitan tanto pero se lo pasan mejor.)
¡Como si la óptima condición física pudiera ser el fruto de dos o tres
partidillos y no el resultado de una ardua labor cotidiana! Ahora bien,
Murcia lleva dos telediarios al frente del equipo.
Luego está Maxi, sobre el que conviene refrescar la memoria de los
aficionados, tan olvidadizos por lo común. “La Fiera” fue el único
jugador de todos los que vinieron este verano cuyo fichaje recomendó o
aplaudió el Virrey.
Pero no le gusta un pelo a Ruiz, quien ya nos dijo en la primera vuelta
del campeonato que no era un hombre de área y que el año pasado en
Sarriá había tenido suerte.
¿Cuántas puñaladas le dieron a César sus asesinos? ¿Y la de Bruto hizo el número..?