Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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El estadio del Oeste

El alcalde afirma que el Atleti recibirá del Ayuntamiento el mismo trato que el Madrid. Es una inocentada. Al Atleti no le van a regalar diez veces más terreno del que posee, amén de la suma correspondiente a la venta del suelo que ahora ocupa el Calderón, previa recalificación del mismo. Por varias razones: en ese solar no se van a construir inmuebles ciclópeos para oficinas (el equipamiento previsto es un parque público); además, en la operación merengue, el dinero salió de los bolsillos de los particulares. El Ayuntamiento, que se limitó a cambiar el color de la parcela, o sea: a favorecer el agiotaje, no pagó un euro; al revés, recibió unos cuantos millones, si bien aportó en especie el considerable trozo del parque de Valdebebas que le sustrajo a Madrid en beneficio del Real. En el caso del Atleti tendría que pagar él.

En abril de 2004 publiqué en Señales de Humo una columna titulada “Según y cómo”, de la que entresacaré cuatro párrafos:

El Calderón es un recinto que, por obra y gracia de los Gil y de los anteriores ediles del Ayuntamiento, padece problemas de muy difícil solución. Los dos principales: un acceso cada vez más ímprobo y la pérdida de aforo…

A mi juicio el Atlético necesita un estadio con una capacidad no inferior a noventa o cien mil localidades (…) Madrid es una urbe que va a crecer en pocos años hasta convertirse en una gran metrópoli (…) Por consiguiente, todas las estrategias, todos los cálculos para la reflotación del club han de contemplar esa circunstancia.

… si la venta del Calderón diese para hacer un nuevo recinto en un lugar no muy distante del emplazamiento actual -Campamento podría ser una buena zona y el suelo es propiedad del municipio- y rebajar parte de la deuda o bien reforzar el cuadro, ¿por qué no?


La operación debería reunir -a mi entender- dos condiciones para ser aceptable: que el Atleti únicamente cerrara el Calderón para irse a jugar a un nuevo estadio de su propiedad -¿el estadio de “Cuatro Vientos”?-; y que el flamante recinto mejorase las prestaciones del que posee.
Eso sí: nunca la gilidez de vender el Calderón para mudarse a la Peineta.

He traído a colación esas líneas porque en ellas se habla de la posible venta del Calderón y de la necesidad de construir un coliseo propiedad del club y porque aparece Campamento como el sitio idóneo donde erigir el nuevo estadio.
Se rumorea que ahora los planes del Atleti no distan de lo que sugerí entonces, circunstancia que no me envanece y por la que no pienso pedir derechos de autor. Al contrario, la coincidencia me preocupa, pues temo que se trate de otro globo sonda indistinguible de la masa de embustes, falsas noticias y proyectos mil -dicen incluso que Gil Marín y Cerezo se proponen recuperar el balonmano-, producto de la fábrica de humo en que se ha convertido el Atleti desde que sus actuales dirigentes lo mangonean.

En efecto, el problema del Calderón lo agravó Gil construyendo pisos en la zona del antiguo aparcamiento al aire libre, y ahora hay que irse con la música a otra parte. (En el punto de mira del Difunto nunca dejó de estar el Manzanares por dos motivos: no se llamaba como él y codiciaba su terreno, parte del cual ya no es del Atleti).  
Campamento o Cuatro Vientos son ideales para emplazar el futuro campo del club porque éste no quedaría muy lejos de la actual sede y situaría en la vecindad de municipios populosos y adinerados -Majadahonda, Boadilla, Pozuelo y Las Rozas- una oferta futbolística muy apetecible.  
Ahora bien, los dos compadres no quieren poner un euro (en el supuesto de que alguna vez hubieran deseado invertir en el Atleti) y lo fían todo a una maraña de especulaciones de inverosímil encaje.

Por si al final la idea cuaja -y todo escepticismo aquí es poco-, me atrevo a proponer un par de nombres para la instalación: “Estadio del Oeste” o “Estadio de Cuatro Vientos” -como escribí en 2004-. (Bajo ningún concepto soportaría que le pusieran “Jesús Gil”, nombre ominoso y, por tanto, gafe.)
Otra cosa: he leído en los periódicos que piensan dotar al recinto de 60 ó 70.000 asientos. El Calderón que heredaron ya tenía un aforo similar y no era suficiente. Con menos de 90.000 habituales nunca saldremos de pobres.
Sucede igual que con el fastidioso eslogan: “Hay que devolver al club al lugar que le corresponde: el tercero de España”, donde el disfraz de la ambición apenas oculta la piel del conformismo.

En efecto, señores: ¿por qué no puede aspirar el Atlético a ser el primer equipo de España y de Europa?

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