Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Rueda de peones

Son tan desvergonzados y tan estúpidos algunos de los personajes que rodean al Atleti (en especial los intoxicadores de profesión que fungen de periodistas), que pretenden la cuadratura del círculo, o sea: hacernos creer que no desean que se vaya Torres, y al tiempo ayudar a venderlo (ahora o nunca) al mejor postor. Con una mano agitan una pancarta en la que pone “Torres for ever” y con la otra garrapatean las cifras multimillonarias del inevitable traspaso y los nombres de los clubes que, después del Mundial, rivalizarían en la puja por el Niño: Manchester, Arsenal, Tottenham…

¿Hay derecho a decir que el club jura que no va a traspasar a Torres y al mismo tiempo que el traspaso es inminente? ¿Se puede quejar el proferidor de tales torticeros sinsentidos del guirigay organizado (¡por él y los cafres que lo imitan!) en torno a este asunto, y son admisibles sus ruegos a los dioses para que pongan fin cuanto antes a la incertidumbre? ¡Qué poca vergüenza, qué nulo seso!

Torres tiene contrato en vigor con el Atlético de Madrid. Ergo nada ni nadie puede obligar al club a desprenderse del futbolista. De modo que si, lo venden, será motu propio, será porque Gil Marín y Cerezo aceptan que se marche.
En mi opinión, es lo que anhelan con toda su alma (de ahí que hayan azuzado al bobo de Coria y esparcebulos que les sirve fielmente).

Cerezo y Gil Marín, que no reposarán hasta haberse pulido el Calderón -para así colocar ante un hecho consumado a los seguidores colchoneros y a las autoridades de la capital de España-, están locos por que se vaya Torres, pero tiene que irse él, declararlo él, pedir la baja él; porque ellos no están dispuestos a arrostrar la cólera de la afición (cólera que ya les tenía que haber alcanzado).
Pero le encargan la parte visible del subrepticio plan (fingir que aman a Torres sobre todas las cosas, mientras retan al jugador a que dé en público el primer paso hacia la puerta de salida) al mayor cretino del orbe. Ese merluzo, ese incompetente, ese analfabeto (la deshonra de una profesión ya de por sí poco honrosa), asegura que Gil Marín y su socio han puesto al “borde del abismo” (sic) a Bahía, la empresa que representa a Torres. Pero se le escapa que, de tirarse Torres al abismo -en cuyo fondo le aguardan los pies de los caballos, pues ante la afición quedaría como un niñato que deserta- , en el club verían con buenos ojos que se largara al Manchester a cambio de 21 millones y Van Nistelrooy. Esto es: el club no quiere que Torres parta, pero sí lo quiere; ya lo creo que lo quiere.

La ilusión de los aficionados del Atleti es un toro moribundo alrededor del cual trabajan, a fin de que termine de echarse cuan largo es, los ínfimos subalternos de dos pinchauvas de la peor estofa. Pero en la rueda de peones que marea al confuso animal se utilizan capotes andrajosos. Lástima que no haya aquí un presidente que les dé los dos avisos.

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