Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Escrúpulos de hermana lega

¡Que cunda la demagogia y olé! De modo que, bajo ninguna circunstancia, vamos a jugar de prestado en el Bernabéu; lo jura Cerezo por éstas que son cruces, entre los vítores de los detestables memos que aplauden su presunta intransigencia. Y ¿dónde propone el inflexible que lo hagamos cuando vengan los JJOO? ¿En Vallecas? ¿En el Cerro del Espino? ¡Pero si incluso el gran Gil y Gil (Gil al cuadrado) utilizó el coliseo madridista para el Atleti-Celta que inauguraba la liga 1996-97! ¿O ya nadie recuerda las mariposas voraces que se merendaron el césped del Calderón, el año en que volvíamos a la Copa de Europa?

Ha llovido mucho desde entonces, y es comprensible la falta de memoria. (Aprovecho la oportunidad para decir que lo único útil que han hecho por este club los inútiles que lo okupan es dotar al Manzanares de un césped pulquérrimo, gracias al festín vegetariano de los lepidópteros. Es una pena que tan mullida alfombra no haya servido para dar buenos espectáculos de balompié, pero que nadie culpe a las orugas.)

Y si Gil no le hizo ascos al Bernabéu, qué pensaremos de los antiguos, para quienes no era ningún desdoro mudarse una temporada al campo del eterno rival. El Atleti usó el recinto del Madrid y el Madrid el del Atleti (cuando el primero construía el Metropolitano y el segundo el Bernabéu, sin ir más lejos). Preguntad al tarado ignorante que jalea a Cerezo qué fue lo que ocurrió, pues seguro que os dirá: tuvo que tratarse de una mayúscula traición a las esencias, de una conculcación inaudita de los sagrados principios y valores. ¡Menudo maula!

El pobre cerebro de ese idiota relapso, absoluto monarca del pasteleo más despreciable, no da para más. A él le gusta la miseria del Atleti, vaya si le gusta, siempre que se la adoben con un poco de fingido esplendor y un mucho de bla, bla, bla gradilocuente. Aunque seamos unos desvergonzados mendigos con las uñas negras, tenemos que exhibir modales de grandes señores y esmalte encima de la suciedad.

Ese besugo en el mostrador de la pescadería nos dice que la gallarda facundia de Cerezo contrasta con la mudez culposa de Pablo. ¿Y qué quiere que nos explique Pablo? ¿Que Gil Marín es un impresentable que simula haber sido sorprendido en su buena fe por un agente maquiavélico cuando, en realidad, fue él, Gil Marín, el que promovió activamente la marcha del defensa?

Pero ¿de qué me asombro? Si ahora el embustero compulsivo se nos aparece en los periódicos (¿le dejaron entrar los conserjes o las telefonistas?) como un tipo apaciguador y magnánimo que olvida pronto las ofensas; ¿acaso las hubo, bribón?

¡Ah si el precio a pagar para que se solucionasen los problemas financieros y deportivos del Atleti fuera tener que jugar unos meses en la casa blanca!

No es el peor de nuestros males el que sólo abran la boca, para hablar en favor del club, los más incapaces de palabra y los más cortos de entendederas. Un ejemplo: "Gallardón no nos toma en serio". ¡Como si no supiera el alcalde con quiénes trata! Ahora bien, podemos ponernos en plan cursi y, si nos peta, robarle las palabras a Pascal: "El corazón tiene razones que la razón no entiende", que ya usurpó el departamento de marketing de Cerezo para producir otro bochornoso anuncio. Pero lo único que conseguiremos así es matar de risa a Gallardón y… al propio Cerezo.

Mi razón dice que el corazón de algunos se muere por presumir y está podrido de mentiras, y que de ese prurito irrefrenable y de esa incapacidad para hacerse cargo de un mínimo de realidad viven estupendamente muy notorios granujas. Porque del affaire de la Peineta nada sabemos con absoluta certidumbre y lo que intuimos huele fatal. ¿Cuánto aforo va a tener? ¿Quiénes serán sus propietarios? ¿Qué le van a dar al Atleti por irse del Calderón? ¿A qué bolsillos irán a parar las plusvalías del eventual pelotazo? Esas son las preguntas que debería hacerse el seguidor colchonero y no escrupulizar a propósito de bobadas.

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