Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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La primera de García Pitarch

En el fútbol profesional de hoy sobran los listillos y los tontos. En el Atlético, desde hace dos puñeteras décadas sólo hay listillos y tontos. ¿Quién ha sido el tonto que ha comprado a Mista? ¿Algún listillo?

Siempre lo dije: para contratar a un Zidane no hace falta talento; hace falta dinero. Y hasta para el aficionado menos entendido, Maradona era un número uno. La cosa cambia cuando la valía del jugador no es tan evidente. Kluivert (ojito derecho de la crítica estetizante) era un falso crack y este Mista que nos acaba de endilgar el Valencia es otro paquete con caché de figura. Se trata de un lento sin demasiada calidad; tuvo un año interesante y después se eclipsó, igual que Javi Moreno. El Atleti, con él, no completa una "delantera de lujo", como aseguran los analfabetos de los periódicos; le soluciona un problema al Valencia, que es un rival directo y anda corto de fondos, como todo el mundo, salvo el Madrid y el Barça.

Aguirre ha pedido un medio de enlace (Raúl García), pero Gil Marín le ha explicado que no hay dinero. Sin embargo, parece abundar para operaciones de dudosa naturaleza que no embonan el equipo sino que lo debilitan. Mista apenas jugará, salvo que el Atleti traspase a Kezman, y es uno de los hombres del cuadro ché que más salario percibe. ¿Aceptará una rebaja? Apuesto a que no.

Tal vez algún día alguien se digne explicarnos el motivo por el cual Gil Marín siempre prefiere tres jugadores mediocres a uno bueno. Los tres mediocres juntos cuestan lo mismo que el bueno y, no bien ingresan en el plantel, se convierten en candidatos a abandonarlo.

Es la primera hazaña del nuevo secretario técnico y la enésima de Gil Marín. García Pitarch empieza a conducirse como el típico aspirante a empleado del mes, justo lo que el otro necesita para hacer sus trapicheos.

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