Un rubí y mucha bisutería
En uno de esos lánguidos
partidos de pretemporada sin nada reseñable (salvo que el Atleti,
vestido de arlequín pelma, sigue obtuso, fallón y aburrido), Agüero
marcó un gol que, en efecto, recuerda los que conseguía Romario. Por
una vez, Kezman no se dejó arrebatar la pelota, maniobró decentemente y
su pase fue a parar a las botas del "Kun", que hizo varias cosas, todas
muy bien: controlar el esférico, acelerar, buscar al central,
regatearlo y picar el balón a la salida del meta. Agüero es uno de esos
jugadores que necesita suerte —¿quién no?—, pero toda en forma de
salud, porque es listo y hábil, pequeño pero robusto; posee velocidad y
desparpajo. Si se alía con Torres, habrá que esperar a ese minuto del
encuentro en que uno u otro fabriquen y/o rematen el gol que nos sacuda
de la modorra, porque la temporada, queridos, no promete grandes
festines de balompié. Los dos críos y Maxi han de ser la dinamita del
Atleti.
¿Y los otros nuevos? No
me desagradó Miguel de las Cuevas, jugador vivo, rápido, nada endeble y
con técnica. Lo pusieron en un sitio que no es el suyo y él tan
campante. Nada más salir, le regaló a Toché un pase interior medido que
Agüero no hubiese desaprovechado.
Y hubo una jugada
defensiva de Zé Castro (rodeado por dos rivales supo defender la pelota
con determinación y técnica hasta que le hicieron falta) que tampoco
estuvo mal. Seitaridis, nada de nada. (Ruiz contó que ha disputado ocho
partidos en dos años, sin haber sufrido lesiones. ¿Qué fue de su
pretérito poderío?) Pernía sigue sin entusiasmarme y los canteranos
Braulio y Toché harían bien en buscarse otro club.
Galleti, Valera, Kezman, Gabi, Luccin y Petrov, puro déjà vu.
Con el dinero que costó tanta mediocridad se podía haber fichado dos o
tres futbolistas importantes, pero los popes del Atleti los prefieren
talcualillos. Algo les sacarán.