Abrazados a la Miseria

El Blog de Severino Lorences

Sobre mi blog

Todo escritor es también el primer lector de una obra siempre destinada a otros. Nadie escribe para sí mismo. Asumiré, por tanto, la hipótesis de que estas páginas van a ser visitadas. Es mi blog, pero también el de cualquiera que lo abra. Lo titularé como mi próximo libro: “Abrazados a la miseria”.

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Sobre sistemas y críticos

También en la cháchara táctica se percibe que vamos por detrás. Nuestros ideólogos y críticos imitan las tabarras de sus colegas merengues de hace un lustro y se aferran a conceptos que poco o nada significan: el trivote, el mediapunta, los extremos puros, la pausa... Pero el Madrid usa el trivote y nadie le reprocha nada a Capello. También el Barça pone tres futbolistas casi clónicos en esa zona del campo y no digamos el Chelsea… Ninguno de esos equipos juega con extremos puros y, en cuanto a la pausa, el que se toma un respiro lo suele pagar caro.

Sacchi vino al mundo del balompié para demostrar que un equipo o es dinámico o no es nada y que el campo no se ocupa sino que se transita por él. Sigue habiendo porteros, defensas, medios y delanteros, pero los porteros, además de parar, utilizan los pies tanto como las manos, juegan dentro y fuera del área, e inician el contraataque; los defensas marcan y se desmarcan, suben y bajan, despejan y disparan; los medios distribuyen, achican, cortan y rematan; y los delanteros golean, presionan, defienden y elaboran… El fútbol de hoy, más que el de otras épocas, exige un jugador multiusos. Sacchi utilizaba una expresión para definir al equipier que prefería para sus conjuntos: alguien que actuase "a todo campo y en todo tiempo".

El crítico deportivo suele ser holgazán, y, como no se siente seguro de su función, se ha vuelto forofo; ahora va con los hinchas a fin de confundirse con ellos. Pero los hinchas no saben nada de fútbol (los dioses les libren de toda tentanción), por lo que al crítico le basta con sintonizar con un estado de ánimo para convertirse en el alférez provisional de la hinchada para la que perora. (Ya los críticos son reclutados de entre los meros forofos, con lo cual tampoco les hace falta adaptarse.)

Los críticos odian al entrenador porque la palabra "talento", noción talismán y suma ciencia de los que todo lo ignoran, deja indiferente a cualquier mister. El problema no es tener o no tener a Agüero, sino cómo sacarle el mejor partido, como aprovechar sus cualidades, como enriquecer al futbolista con lo que éste no posee aún, cómo atenuar sus defectos y acentuar sus virtudes. Además, la alineación de un jugador depende del resto del conjunto. El medio del campo del Atleti hasta hace un par de jornadas era física y tácticamente endeble; por eso Aguirre tendía a reforzarlo. En los dos últimos encuentros adquirió robustez por tres vías confluyentes: la mejor forma física de Maniche y Seitaridis, la inclusión en la zaga de Ze Castro (un central que pasa la pelota) y, last but not least, la sociedad de los zurdos Pernía y Antonio López.

De modo que ahora sí puede jugar Agüero desde el principio, sin que tal alineación suponga que el "Vasco" haya cambiado de parecer. Pero el comentarista de turno, para quien el Atleti es Agüero, Torres y nueve más, asegura que Aguirre "se ha rendido", aunque aún sufra "ataques de cobardía". (Se refiere a que, en el transcurso del match contra el Levante, sacó del campo al "Kun" para poner a Costinha, cuando aquél daba muestras de cansancio, cobarde expediente que permitió a Maniche una mayor libertad.)

Lo admito: es más fácil darle una colleja al coach o perdonarle la vida que preguntarse por qué toma tal o cual decisión. El mismo comentarista ha concedido a Luccin los galones de mariscal, pero (también sucedió el domingo ante el Levante), justo antes de que el árbitro expulsara a César, al francés se le escapó la pelota y, en vez de asumir su distracción, estiró la pierna, metió la plancha y le hizo una entrada muy fea al rival. Tenía una amonestación y muy bien pudo haber sido expulsado. Los mariscales del balón no cometen esos errores.

No hay un crítico que no se sienta mil codos por encima de cualquier entrenador, pero entrenadores los hay de diversos pelajes, caracteres y condiciones. Los críticos, en cambio, salen de fábrica con idéntico equipamiento de serie: chaladura, suficiencia e irresponsabilidad. ¿Quién los diseña?

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